FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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jueves, 30 de julio de 2015

Con Francisco Dios ha pasado por Bolivia y nos ha dado un gran abrazo Víctor Codina

No es fácil resumir en pocas líneas este viaje maratoniano de Francisco a Bolivia, donde la población se desvivió y lo recibió con gran calidez. El pueblo esperó durante horas para ver pasar el papamóvil por La Paz en un ambiente frío o para poder participar en la gran eucaristía de Santa Cruz. Había gran expectación, hubo emoción y lágrimas.

El pueblo boliviano demostró una vez más su ser sencillo y profundamente religioso, con una fe arraigada en siglos de tradición, que en algunos momentos incluso podía derivar en papalatría o en magia.
A nivel internacional tal vez lo que causó mayor impacto fue la petición de Francisco de que las diferencias entre países se resuelvan con un auténtico diálogo y añadió… como en el tema del mar: no muros sino puentes. Pero sería injusto reducir el mensaje papal al problema del mar. Hubo otros signos y otros mensajes.

Entre los signos está evidentemente la cercanía al pueblo, los abrazos y besos a niños y ancianos, el cariño con que fue acercándose a los privados de libertad en el penal de Palmasola donde les dijo que para Dios no hay rejas y que la reclusión no significa exclusión.
Otro gran momento simbólico y profético fue la breve parada del Papa junto al lugar donde se encontró el cadáver del sacerdote jesuita Luís Espinal (1932-1980) acribillado a balazos, por predicar una fe unida a la justicia. Francisco oró brevemente en aquel lugar y dijo que “su compañero Espinal” predicó la libertad del evangelio, esto molestó y por esto lo mataron.
La visita del Papa al 2º Encuentro Internacional de Movimientos Populares también fue muy significativa, pues demostró que la Iglesia no solo apoya la lucha por “el trabajo, el techo y la tierra”, sino que pone en estos movimientos de base, no en las elites, la esperanza de un cambio social duradero.

Los mensajes del Papa tuvieron una dimensión no solo eclesial, sino que Francisco salió de los muros de la Iglesia a la calle y se dirigió a la sociedad civil. Seguramente su alocución a los movimientos populares fue la más revolucionaria. No cayó en la trampa de bendecir sin más el actual proceso de cambio ni de alinearse con la oposición boliviana, sino que fue a la raíz de la actual situación socio-política mundial y pidió sustituir la lógica del descarte por la lógica de la inclusión, propiciar un cambio no impuesto desde arriba sino fruto de una conversión que desea otro modelo de sociedad y otro estilo de relación con la naturaleza. Retomando las propuestas de Laudato si’ exhortó a una ecología integral que cuide de las personas, de la familia y de la tierra. Criticó duramente la idolatría del dinero que genera exclusión y descarte, y animó a un nuevo paradigma de vida que no solo afirme el lema andino “no mientas, no robes, no seas flojo” sino que integre a todos los excluidos -niños, jóvenes, mujeres, indígenas, ancianos- hacia un desarrollo que respete los valores de la dignidad humana y la riqueza de las culturas, al servicio de los pueblos y en defensa de la madre tierra.
En este proceso de cambio Francisco exhortó a los cristianos a jugar un papel determinante, ser fermento y luz, anunciar la alegría del evangelio. Que los ministros y consagrados escuchen al pueblo, no le hagan callar sino que se acerquen al “santo Pueblo de Dios”. No se sientan de una casta ni de una elite superior, recuerden sus orígenes y no sean capataces sino pastores. Hay que acoger al pueblo, mostrarle la ternura y misericordia del Padre, curar sus heridas, acompañarlo. Con sinceridad reconoció el Papa que la Iglesia había participado en el genocidio de indígenas en la época de la conquista y pidió por ello perdón a Dios. Pero reconoció que tanto ayer como hoy no han faltado voces proféticas que se han distanciado del sistema colonial y han acompañado y defendido al pueblo indígena.

Se puede resumir el mensaje papal en estos puntos: acercarse con ternura al pueblo excluido, anunciarle un evangelio que exige un profundo cambio personal, familiar, social y ecológico, y denunciar las injusticias de un sistema que no va más y de una ideología que descarta al pueblo débil y destruye nuestra casa común de la tierra. Hay que volver a Francisco de Asís, hay que volver sobre todo al alegre evangelio de Jesús.
Con Francisco, Dios ha pasado estos días por Bolivia y nos ha dado un gran abrazo.

Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales

El obispo Munilla llama “fundamentalistas” a los regidores que separan Ayuntamientos e Iglesia

 


Con los cambios de gobierno municipal se han producido varios gestos para sacudirse la supeditación de las instituciones a los ritos católicos
Muchos de los nuevos gobiernos municipales surgidos tras el 24-M han dado pasos para separar sus Ayuntamientos de los actos religiosos, gestos que hasta ahora se venían produciendo y que no dejaban de mostrar una ‘naturalidad’ en la dependencia entre una institución pública y los representantes de la religión católica como inaugurar las legislaturas con un acto religioso. Así, entre los Ayuntamientos que han marcado distancias figuran los de Barcelona, Zaragoza, Santiago de Compostela o La Coruña. También en las últimas horas el alcalde de Sevilla ha alertado de que “la representación municipal en las procesiones está sobredimensionada”. ··· Ver noticia ···

Desafotunada decisión la del obispado de Cadiz con un transexual Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares

 

Zornoza
El obispado de Cádiz ha vuelto a ser noticia a nivel nacional. La decisión de impedir que un transexual fuera el padrino de su sobrino, en la ciudad de San Fernando, ha vuelto a hacer sonar las señales de alarma en toda la prensa nacional.
El motivo de la negativa: que el padrino “sea católico, esté confirmado, haya recibido ya el santísimo sacramento de la Eucaristía y lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir”.
Más de uno se preguntará con razón: ¿Los grandes estafadores: banqueros, políticos y empresarios sí pueden ser padrinos y llevan una vida congruente con la fe? Gravísimas contradicciones…··· Ver noticia ···

Ata lleva a la fiscalía el caso del transexual vetado para ser padrino Ángeles Lucas

 


La asociación considera que la Iglesia podría incurrir en un delito contra la identidad sexual
La Asociación de Transexuales de Andalucía Sylvia Rivera (ATA) pondrá en conocimiento de la Fiscalía de Igualdad y contra los delitos de odio de Cádiz el caso del chico transexual que ha sido vetado por la Iglesia para ser padrino de bautismo de su sobrino en San Fernando (Cádiz).··· Ver noticia ···

Actualizar la liturgia José M. Castillo, teólogo



Castillo1Fuente: Teología sin censura.
Se sabe que el difunto cardenal Martini le dijo al papa Benedicto XVI que la Iglesia lleva doscientos años de retraso respecto a la sociedad y a la cultura actual. Supongo que Martini se refería al ejercicio del poder y al sistema de gobierno eclesiástico. Si el cardenal le hubiera hablado al papa de la liturgia, lo más probable es que le habría dicho que la Iglesia lleva un retraso de más de mil años.


No estoy exagerando. Basta repasar la excelente y documentada historia de la misa, de J. A. Jungmann, para caer en la cuenta de que la estructura de la celebración eucarística, el lenguaje que en ella se utiliza (aunque esté traducido del latín), la mayor parte de los gestos rituales y el conjunto de la ceremonia, todo eso se quedó anclado y atascado en lo que se hacía y se expresaba según el lenguaje y las costumbres de la Alta Edad Media. O sea, según los usos y formas de expresión que eran actuales en los lejanos tiempos del siglo quinto al octavo. Sin duda alguna, se puede afirmar que no existe ninguna otra institución, por más conservadora que sea, que se comporte de esta manera. ¿Y nos sorprende que haya tantos cristianos que apenas van a misa?
Por esto conviene reconocer que la Constitución sobre la Liturgia, del concilio Vaticano II, hizo bien a la Iglesia en algunas cosas, por ejemplo al permitir la traducción del latín a las lenguas actuales. Pero también es cierto que aquello fue una “actualización” que se quedó muy corta. Seguramente porque faltó tiempo, la debida preparación y las condiciones indispensables para afrontar los problemas más de fondo y más actuales que afectan a la liturgia, los rituales, los signos, los símbolos y los embrollados y actualísimos temas relacionados con la comunicación entre los seres humanos. Sobre todo cuando se trata de comunicar y poner en claro cuestiones tan complicadas como es todo lo que se refiere a nuestras relaciones con “lo trascendente”. Y sabemos que eso precisamente es lo que se pretende en la liturgia. ¿Por qué habrá tantos católicos más preocupados por ser fieles al Catecismo que por afrontar y resolver estos problemas tan serios y apremiantes?

•Domingo 2 de agosto, 18 Tiempo Ordinario – B (Juan 6,24-35): El corazón del cristianismo José Antonio Pagola

EL CORAZÓN DEL CRISTIANISMO

La gente necesita a Jesús y lo busca. Hay algo en él que los atrae, pero todavía no saben exactamente por qué lo buscan ni para qué. Según el evangelista, muchos lo hacen porque el día anterior les ha distribuido pan para saciar su hambre.
Jesús comienza a conversar con ellos. Hay cosas que conviene aclarar desde el principio. El pan material es muy importante. Él mismo les ha enseñado a pedir a Dios «el pan de cada día» para todos. Pero el ser humano necesita algo más. Jesús quiere ofrecerles un alimento que puede saciar para siempre su hambre de vida.
La gente intuye que Jesús les está abriendo un horizonte nuevo, pero no saben qué hacer, ni por dónde empezar. El evangelista resume sus interrogantes con estas palabras: «y ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?». Hay en ellos un deseo sincero de acertar. Quieren trabajar en lo que Dios quiere, pero, acostumbrados a pensarlo todo desde la Ley, preguntan a Jesús qué obras, prácticas y observancias nuevas tienen que tener en cuenta.
La respuesta de Jesús toca el corazón del cristianismo: «la obra (¡en singular!) que Dios quiere es esta: que creáis en el que él ha enviado». Dios solo quiere que crean en Jesucristo pues es el gran regalo que él ha enviado al mundo. Esta es la nueva exigencia. En esto han de trabajar. Lo demás es secundario.
Después de veinte siglos de cristianismo, ¿no necesitamos descubrir de nuevo que toda la fuerza y la originalidad de la Iglesia está en creer en Jesucristo y seguirlo? ¿No necesitamos pasar de la actitud de adeptos de una religión de «creencias» y de «prácticas» a vivir como discípulos de Jesús?
La fe cristiana no consiste primordialmente en ir cumpliendo correctamente un código de prácticas y observancias nuevas, superiores a las del antiguo testamento. No. La identidad cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación viva y confiada en Jesús el Cristo. Nos vamos haciendo cristianos en la medida en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús.
Ser cristiano exige hoy una experiencia de Jesús y una identificación con su proyecto que no se requería hace unos años para ser un buen practicante. Para subsistir en medio de la sociedad laica, las comunidades cristianas necesitan cuidar más que nunca la adhesión y el contacto vital con Jesús el Cristo.

Domingo 2 de agosto de 2015, 18º de tiempo ordinario

 

18 del tiempo ordinarioB
Eusebio de Vercelli
La primera lectura, del Éxodo, nos recuerda cómo el desierto es la carencia de todo. A toda persona le llega de vez en cuando su desierto: la situación crítica en la que parece que no se encuentran soluciones de ayuda para sobrevivir a tan crítica situación. Al pueblo de Israel le era muy provechoso el tener que estar en el desierto donde todo falta, para que pudiera experimentar el portentoso modo que Dios tiene para ayudar a los que en Él confían. En el desierto el Pueblo de dios aprende a experimentar la condición de “pobre”, de “necesitado de todo” del auxilio de Dios. Esto le será útil para el crecimiento de su fe y de su esperanza en las ayudas milagrosas.··· Ver noticia ···

Afinidades entre la encíclica sobre “el cuidado de la Casa Común” y la “Carta de la Tierra, nuestro Hogar” Leonardo Boff


Leonardo Boff2La encíclica “Cuidado de la Casa Común” y la “Carta de la Tierra” tal vez sean los dos únicos documentos de relevancia mundial que presentan tantas afinidades comunes. Tratan del estado degradado de la Tierra y de la vida en sus varias dimensiones, fuera de la visión convencional que se restringe al ambientalismo. Se inscriben dentro del nuevo paradigma relacional y holístico, el único, así nos parece, capaz de darnos todavía esperanza.

La encíclica conoce la Carta de la Tierra que cita en uno de los puntos más fundamentales: «me atrevo a proponer nuevamente su precioso desafío: como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo» (n. 207). Ese nuevo comienzo es asumido por el Papa.
Enumeremos, entre otras, algunas de esas afinidades.
En primer lugar aparece el mismo espíritu que atraviesa los textos: de forma analítica, recogiendo los datos científicos más seguros, de forma crítica, denunciando el actual sistema que produce el desequilibrio de la Tierra, y de forma esperanzadora, apuntando salidas salvadoras. No se rinde a la resignación sino que confía en la capacidad humana de forjar un nuevo estilo de vida y en la acción innovadora del Creador, “soberano amante de la vida” (Sab 11,26).
Hay un mismo punto de partida. Dice la Carta: «Los patrones dominantes de producción y consumo están causando devastación ambiental, agotamiento de recursos y una extinción masiva de especies» (Preámbulo, 2). Repite la encíclica: «basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran deterioro de nuestra casa común… el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista» (n.61).
Hay la misma propuesta. Afirma la Carta: «Se necesitan cambios fundamentales en nuestros valores, instituciones y formas de vida» (Preámbulo,3). La encíclica enfatiza: «Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad» (n.5).
Una gran novedad, propia del nuevo paradigma cosmológico y ecológico, es esta afirmación de la Carta: «Nuestros retos ambientales, económicos, políticos, sociales y espirituales, están interrelacionados y juntos podemos forjar soluciones incluyentes» (Preámbulo, 3). Hay un eco de esta afirmación en la encíclica: «hay algunos ejes que atraviesan toda la encíclica: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología y la propuesta de un nuevo estilo de vida» (n. 16). Aquí toma valor la solidaridad entre todos, la sobriedad compartida y «pasar de la avidez a la generosidad y a saber compartir» (n.9).
La Carta afirma que «hay un espíritu de parentesco con toda la vida» (Preámbulo 4). Lo mismo afirma la encíclica: «Todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas… y nos unimos también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la Madre Tierra» (n.92). Es la franciscana fraternidad universal.
La Carta De la Tierra enfatiza que es nuestro deber «respetar y cuidar de la comunidad de vida… respetar la Tierra en toda su diversidad» (I,1). Toda la encíclica, comenzando por el título “cuidar de la Casa Común” hace de ese imperativo una especie de ritornelo. Propone «alimentar una pasión por el cuidado de mundo» (n. 216) y «una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad» (n.231). Aquí surge el cuidado no como mera benevolencia puntual sino como un nuevo paradigma, amoroso y amigo de la vida y de todo lo que existe y vive.
Otra afinidad importante es el valor asignado a la justicia social. La Carta mantiene una fuerte relación entre ecología y «la justicia social y económica» que «protege a los vulnerables y sirve a aquellos que sufren» (n.III,9 c). La encíclica alcanza uno de sus puntos altos al afirmar «que un verdadero planteo ecológico debe integrar la justicia para oír tanto el grito de la Tierra como el grito de los pobres» (n.49; 53).
Tanto la Carta de la Tierra como la encíclica subrayan contra el sentido común vigente que «cada forma de vida tiene valor, independientemente de su uso humano» (I, 1, a). El Papa reafirma que «todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y todos los seres nos necesitamos unos a otros» (n.42). En nombre de esta comprensión hace una vigorosa crítica al antropocentrismo (nn.115-120), pues solamente ve la relación del ser humano con la naturaleza usándola y devastándola y no al contrario, olvidando que él forma parte de ella y que su misión es la de ser su guardián y cuidador.
La Carta de la Tierra formuló una definición de paz de las más felices que han sido elaboradas por la reflexión humana: «la plenitud que resulta de las relaciones correctas consigo mismo, con otras personas, con otras culturas, con otras vidas, con la Tierra y con el Todo del cual somos parte» (16, f). Si la paz, según el Papa Pablo VI, es «el equilibrio del movimiento» entonces la encíclica dice que el «equilibrio ecológico tiene que ser el interior con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios» (n.210). El resultado de ese proceso es la paz perenne tan ansiada por los pueblos.
Estos dos documentos son faros que nos guían en estos tiempos sombríos, capaces de devolvernos la necesaria esperanza de que todavía podemos salvar la Casa Común y a nosotros mismos.
Traducción de MJ Gavito Milano