FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
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ATALAYA

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viernes, 2 de febrero de 2018

MISA CON NIÑOS DOMINGO V ORDINARIO (B)


 IÑAKI LETE SDB

“Curar, acompañar” 
4 de febrero de 2018 

 (Estamos en los primeros domingos del Tiempo Ordinario. El evangelista Marcos nos va presentando cómo era la vida de Jesús: orar y hacer el bien. Hoy se lee uno de esos textos. Curar para dar alegría. 
Es un domingo de inicio de febrero, trabajo sencillo, y mirando en cercanía al inicio de la Cuaresma.  
Un signo para la celebración puede ser una rosa. Puede estar colocada sobre el altar en un sencillo jarrón, o envuelta en papel de regalo. El comentario de la homilía puede girar en torno a este signo. Al final de la eucaristía se puede entregar la rosa a una persona impedida, que esté en la celebración, o a la persona más anciana, o a un representante de “Cáritas” parroquial, por su labor. 
Canciones para la celebración: “Amar es entregarse”. En el ofertorio: “Por los niños que empiezan la vida”. “Da la paz” (“Misa Joven”, Toño Casado). IR A LA PÁGINA

Pequeños detalles - 5º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

No tomes la vida tan en serio..wmv

¿EL FUTURO DEL MUNDO? ¡EL MONASTERIO INTERIOR!


col cartabia

Arde el mundo en la búsqueda de la verdadera paz y de la alegría. Gente corriendo por las rutas de la vida, persiguiendo frágiles sueños. Todo se mueve y no se sabe por qué y hacia donde. La frustración y el cansancio nos ganan.
Pero hay otros y consoladores signos.
Hay signos, poderosos signos, de luz y novedad. Signos que revelan nuestra Casa de origen. La Casa del Silencio y del Amor. La Casa del Ser.
En nuestro contradictorio y herido mundo se entrelazan y acompañan los signos y los anhelos.
El sin sentido, la desesperación, la pobreza, la violencia, el egoísmo, el consumismo van de la mano – conviviendo (a veces pacíficamente y otras en conflicto) – con la solidaridad, la ecología, la defensa de los pobres, el progreso de la ciencia, las esperanzas y los sueños de un mundo unido y fraterno.
¿Adónde va nuestro mundo? ¿Cuál futuro espera a nuestros descendientes?
¿Podemos aportar algo que marque un hito?
Sin duda la humanidad evoluciona. Evoluciona desde muchos campos y la historia – nuestra humana historia teñida de sangre – está ahí, evidenciándolo.
Crecimos en la comprensión del valor del ser humano y de la vida en general. Crecimos en la tolerancia y en el respeto al diferente de cualquier clase. Los avances de la ciencia y la medicina son extraordinarios.
Crecimos en la conciencia de nuestra raíz espiritual y divina.
Todavía falta, lo sé. Siguen presente en nuestro mundo tanto egoísmo y tanto dolor inútil y evitable. Pero el salto de conciencia en realidad está siempre ahí, al alcance de la mano, porque la conciencia no conoce de tiempo y espacio.
Los grandes espíritus siempre lo supieron: Francisco de Asís había visto – hace 800 años – que la hermandad define el Universo.
Gandhi había visto y vivido que la clave de la convivencia era el respeto y la no violencia.
Y muchos antes, Buda, Confucio, Lao Tse, Jesús, habían experimentado y compartido con sus contemporáneos que la salida del sufrimiento y la vivencia de la plenitud radicaba (y radica) en el amor.
Muchos, muchísimos, estamos de acuerdo con estos descubrimientos e invitaciones de estos grandes espíritus. Tal vez la mayoría de la raza humana, con sus distintas culturas, aprueba y comparte esta visión.
¿Por qué entonces nos cuesta tanto vivirlas, practicarlas, compartirlas?
El desafío se vislumbra en el mismo proceso evolutivo de la humanidad. El amor que nuestros pensamientos y sentimientos aprueban y anhelan, es todavía vivido como algo exterior. No caemos en la cuenta que el amor es, en definitiva, lo que somos.
Es un problema antropológico/espiritual, un problema de identidad.
Perdidos en el pensamiento y zarandeados continuamente por sentimientos y emociones andamos angustiados por el mundo anhelando migas del mismísimo Amor que nos define, nos sostiene, nos crea, nos alimenta.
Nuestro mundo necesita identidad. Necesita descubrirse. La humanidad necesita descubrirse. Apenas hemos entrado en una veta cuya profundidad desconocemos.
Todas las demás “identidades” por cuanto psicológicamente y socialmente sean importantes, son secundarias y relativas: varón, mujer, rico, pobre, europeo, americano o asiático, campesino o doctor, creyente o ateo, de tal o cual apellido.
“Identidades” relativas a nuestra experiencia humana y terrestre, pero “identidades” que se diluirán para dejar lugar a la sola, única y auténtica identidad: el Amor.
El desafío, el único desafío verdaderamente importante es entonces el desafío que nos conduce a descubrirnos amor, amados, amantes.
ay un camino privilegiado. Un camino directo, una autopista. Un camino que muchas personas “logradas” recorrieron y señalaron.
Es el camino del silencio.
¿Por qué tan esencial y tan directo este camino?
En la experiencia cristiana – por citar una sin desmerecer a las demás que tanto tienen para enseñarnos en este camino – tenemos la gran tradición de los monasterios.
Los monasterios eran y son, lugares de identidad. Lugares de búsqueda de nuestra verdadera identidad. Por eso son lugares rodeados y empapados de silencio.
Monjes y laicos iban a los grandes monasterios – cartujas, benedictinos, carmelitas, cistercienses, por citar unos pocos – para palpar lo eterno. No se conformaban con lo transitorio y lo pasajero. Transitorio y pasajero que tanto nos atrapa y distrae en nuestro tiempo.
Buscaban (y buscan) el Ser que no pasa. Buscaban (y buscan) lo Invisible que se manifestaba en las maravillas visibles.
El Ser eterno que se manifiesta en el tiempo y lo Invisible que late en lo visible, lo permite y lo sostiene tienen una misma característica: se palpan en el silencio.
Por una simple y exquisita razón: pensamiento, sentimientos y emociones son transitorios y pasajeros. Solo el silencio es eterno. El silencio es el espacio donde todo aparece y toma forma. El pensar surge del silencio y vuelve a él. Así los sentimientos.
Entonces ponernos de lado del silencio es optar por la sabiduría. Es optar por lo eterno y por ser verdaderamente libres. Solo el silencio es el espacio de pura libertad. Esta libertad tan aclamada y proclamada en nuestras culturas y desde las clases políticas, pero no encontrada. Porque es una seudo-libertad, una libertad siempre dependiente y condicionada por el frágil pensar y las heridas emocionales.
Solo desde el silencio aprendemos la única libertad. Desde él aprendemos a manejar y disfrutar del pensar y del sentir. En otras palabras de la vida.
Porque hay una Vida y una vida. La Vida silenciosa es la que permite y crea esta nuestra vida terrenal, empastada del pensar y del sentir. Qué pueden ser – y lo son si dudas – enormemente hermosos y disfrutables. Como también sumamente dolorosos.
Hay que volver a los monasterios. Con un cambio por cierto.
Un cambio dictado por la evolución de la humanidad.
Volver y construir el monasterio interior. Hacer del corazón humano un monasterio, un lugar – el lugar – donde el silencio susurra y revela lo que somos.
Se terminarán los templos exteriores o pasarán a ser secundarios. Descubriremos otro templo, otro imponente monasterio en nuestro frágil corazón. Un monasterio que siempre estuvo presente en realidad. El maestro de Nazaret lo había vislumbrado cuando dijo:
“Pero la hora se acerca, y ya ha llegado,
en que los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad,
porque esos son los adoradores
que quiere el Padre.
Dios es espíritu,
y los que lo adoran
deben hacerlo en espíritu y en verdad” (Jn 4, 23-24).
Podemos acelerar este cambio de época. Podemos crear comunidades espirituales – monasterios sin paredes – que viven desde el silencio y desde el monasterio interior de cada cual.
Monasterio interior que algunos llamaron “Santuario interior”, otros “alma”, otros “intimidad más íntima”, otros “sala del rey del castillo interior”.
Poco importa el nombre. Utiliza el que más te inspire y guste, el que más se ajuste a tu historia y perfil psicológico.
Hermosa es la metáfora del “Debir”. El “Debir” era el lugar más sagrado de Templo de Jerusalén, donde se guardaba el Arca de la Alianza y donde el Sumo Sacerdote entraba una sola vez al año. Es el Sanctasanctorum (Santo de los santos). El término hebreo “Debir” significa “lo que está detrás” y por eso algo oculto, escondido. También viene de la misma raíz de “palabra” (“dabar”). El Debir entonces es el lugar más íntimo, donde todo es silencio y donde se escucha la verdadera palabra. Es nuestro lugar más sagrado, nuestro Monasterio interior.
El futuro de la humanidad pasa por el monasterio interior, pasa por la experiencia de silencio. No tengo duda.
Porque solo enraizados en el silencio podremos descubrir y vivirnos desde lo que somos: el Amor. Porque solo el silencio permite y engendra la vida.
Cuando nos instalamos en el Silencio de nuestro monasterio interior, el Amor aparece. Misterio inagotable que se esfuma a la mínima tentativa de ser atrapado y retenido. Sumamente libre el Misterio nos hace libres, a la única condición de no intentar poseerlo.
No podemos manipular el Misterio, como no podemos decir el Silencio. Solo los podemos ser. Siendo, desde el Silencio interior, el Amor te transforma y transforma la realidad.
Podemos hacer algo. Debemos: por el bien de nuestro mundo maravilloso y de los que vendrán. Podemos hacer algo: haciendo del silencio nuestra Casa y anunciando el silencio por doquier.

Stefano Cartabia, Oblato

FUNDAMENTALISMO Y MANIQUEÍSMO


col lozano art

Toda creencia fundamentalista –propia de quien se cree en posesión de la verdad– conlleva la descalificación de quienes discrepan, y se plasma en una visión maniquea que divide a los humanos en dos bloques radicalmente diferenciados: “nosotros” frente a “ellos”. “Nuestros” son todos aquellos que afirman y sostienen lo propio; “ellos” son quienes no alcanzan ni siquiera a verlo. Con “nosotros” están la bondad y la verdad; con “ellos”, la maldad y la mentira; de nuestra lado, la honradez, frente a la falsedad de los otros…
La misma creencia fundamentalista, que lleva a una visión maniquea de la realidad y a la descalificación de todos aquellos que no la comparten, se plasma en dos actitudes características: el victimismo y el simplismo de los análisis.
Quien se cree en posesión de la verdad vive la discrepancia como una ofensa. Por ello, fácilmente se sentirá víctima ante cualquier posicionamiento que no contemple sus propios postulados: la lectura victimista brota de manera automática ante el hecho simple de actuaciones que cuestionan la “verdad” que dan por supuesta e incuestionable.
 Del mismo modo, las creencias fundamentalistas no admiten matices y, mucho menos, análisis críticos. Para todo fundamentalista, las cosas son simplemente como él las ve, o quizás mejor, como el filtro de su creencia le permite verlas. Lo cual casa con el maniqueísmo al que hacía referencia. El “con  nosotros o con ellos” se traduce aquí en “la verdad contra la mentira”. ¿Para qué habrían de ser necesarios análisis críticos? Es la creencia la que ya ha decidido la verdad o el error de las cosas: “verdadero” es aquello que la sostiene; “error”, lo que la cuestiona.
En este sentido, es significativamente reveladora la anécdota según la cual, cuando Galileo pidió al cardenal que presidía la comisión que lo estaba juzgando que observara el firmamento a través del telescopio para comprobar el movimiento de los planetas, este respondió: “No necesito mirar por ningún sitio; yo sé bien cómo son las cosas”.
Si se observa con cuidado, no es difícil advertir, detrás de ello, un sentimiento etnocéntrico. Característico de la consciencia mítica, el etnocentrismo conlleva la creencia de que solo su grupo es portador de la verdad (y de la salvación). Pero es justamente ese lema –“Estamos en la verdad”– el que, explícito o latente, constituye el postulado básico del fundamentalismo, de donde se derivan el conjunto de actitudes y comportamientos que son asumidos acríticamente y justificados apriorísticamente por el propio grupo.
Por lo que, en ningún contexto como en este, se muestra especialmente sabia la advertencia de Antonio Machado: “¿Tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela”.

Los obispos de Brasil reconocen a las CEBs como fuerza del Reino ante la crisis social del país


Luis Miguel Modino

Comunidad de base3
ABOGAN POR “UNA IGLESIA MISERICORDIOSA, PROFÉTICA Y MISIONERA”
Las comunidades de base, ” instrumento de evangelización y de promoción de la persona humana”
Entre los 3.300 delegados presentes en el Intereclesial de Londrina, celebrado de 23 a 27 de enero, se encontraban 60 obispos, que coincidiendo con el final del encuentro escribieron una carta no sólo a todos los presentes, sino también a la Iglesia de Brasil, donde muestran “la alegría que nace de nuestro corazón de pastores, por este encuentro”.
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“Los que están aquí y los que están allá, en las Honduras”

Rodolfo Cortés Calderón
Estas fueron las últimas palabras que pronunció el dictador de Honduras JUAN ORLANDO HERNÁNDEZ ALVARADO, JOH, en el discurso inaugural de su inconstitucional y fraudulento segundo periodo presidencial, avalado por los corruptos, golpistas, fraudulentos electorales y los dueños del circo del Departamento de Estado de ESTADOS UNIDOS—con su medio embajadora FULTON–en un coloso gigante que lució vacío a pesar de que cada asistente recibió pago por asistir.
“Los que están aquí” indudablemente son los que estaban en el estadio: los corruptos políticos del partido Nacional que se han enriquecido con los fondos del Estado, el negocio sucio, el narcotráfico y con la venta del territorio; los vasallos partidillos bisagras que desde hace casi una década tienen empeñada el alma con el diablo a favor de sus propios intereses; los clérigos y pastores empactados con satanás y que venden cual Judas al pueblo por unos pocos dólares; los oligarcas de la empresa privada que acompañaron al dictador en esta afrenta hacia el pueblo: banqueros, financistas, importadores y exportadores; los tarifados de las grandes corporaciones mediáticas que sin el menor rubor defienden a capa y espada al sátrapa de la casa de gobierno que los endulza con canonjías y pagos inmerecidos; los embajadores sinvergüenzas que representan a gobiernos alineados con el Imperio Yanqui mientras los pueblos que “representan” mueren en la más triste pobreza y olvido; los agresores militares y policías que afuera–mientras el bastardo dictador imploraba a Dios–estos reprimían con gases, garrotes y bala viva al pueblo; los violadores de la ley representados en los diputados, magistrados y el fiscal del Estado; los deslegitimados, todos los asistentes—principalmente los miembros del régimen opresor–que no contaron con la presencia de ninguna delegación extranjera a nivel presidencial, siendo este el más claro rechazo internacional contra el dictador; los burócratas que por un salario miserable y sin seguro social digno, son obligados a asistir a todas las mojigangas y circo que planifica y organiza el máximo bufón del Estado, JOH; los pordioseros sometidos a limosnas que por un pago mezquino asisten donde los llaman sus conculcadores.
“Los que están allá, en las honduras” representan a todo un pueblo que hundido en la peor crisis que vive el país ha marcado diferencia con su valiente y estoica resistencia oponiéndose febrilmente a caer en las garras de la dictadura; a las mujeres y hombres que con mucha dignidad y patriotismo manifiestan su rechazo a seguir siendo esclavos de este déspota gobierno de JOH; a los obreros, campesinos, mujeres, profesionales y comunidades que se oponen al despojo de sus derechos laborales, sociales, ambientales y territoriales; a los jóvenes, esa juventud que exhortara nuestro patricio Francisco Morazán Quesada a redimir la Patria: Excito a la juventud, que es la llamada a dar vida a este país que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra; a la iglesia popular, hermanos y hermanas de diferentes iglesias cristianas y no cristianas que con fe en el pueblo y en una divinidad universal construyen una nueva iglesia de los empobrecidos; a la solidaridad internacional que con entereza está dispuesta a defender las causas justas de la sociedad hondureña ante la mayoría de sus gobiernos cómplices.
De esta forma la mafia putativa orlandista reflejó y dejó claro en su discurso lo que serán las ZONAS ESPECIALES DE DESARROLLO, Zedes, también llamadas CIUDADES MODELO o PARAÍSOS FISCALES INTERNACIONALES que la dictadura está en la disposición de imponerle a la ciudadanía hondureña al clasificarnos como “los de aquí y los de allá”.

¡Seguiremos luchando contra la dictadura y por un diálogo con mediación internacional, sin imposiciones de JOH!

Concurso de agrupaciones carnavalescas. Comparsa “Los ángeles de la guarda”



Los angeles de la guarda
Una letra que merece la pena escuchar por su alto contenido social. (A partir de 5´14´´)

Domingo 4 de febrero, 5 del Tiempo ordinario – B (Marcos 1,29-39)

José Antonio Pagola

A LA PUERTA
DE NUESTRA CASA

En la sinagoga de Cafarnaún, Jesús ha liberado por la mañana a un hombre poseído por un espíritu maligno. Ahora se nos dice que sale de la «sinagoga» y marcha a la «casa» de Simón y Andrés. La indicación es importante, pues en el evangelio de Marcos lo que sucede en esa casa encierra siempre alguna enseñanza para las comunidades cristianas.
Jesús pasa de la sinagoga, lugar oficial de la religión judía, a la casa, lugar donde se vive la vida cotidiana junto a los seres más queridos. En esa casa se va a ir gestando la nueva familia de Jesús. En las comunidades cristianas hemos de saber que no son un lugar religioso donde se vive de la Ley, sino un hogar donde se aprende a vivir de manera nueva en torno a Jesús.
Al entrar en la casa, los discípulos le hablan de la suegra de Simón. No puede salir a acogerlos, pues está postrada en cama con fiebre. Jesús no necesita de más. De nuevo va a romper el sábado por segunda vez el mismo día. Para él, lo importante es la vida sana de las personas, no las observancias religiosas. El relato describe con todo detalle los gestos de Jesús con la mujer enferma.
«Se acercó». Es lo primero que hace siempre: acercarse a los que sufren, mirar de cerca su rostro y compartir su sufrimiento. Luego «la cogió de la mano»: toca a la enferma, no teme las reglas de pureza que lo prohíben; quiere que la mujer sienta su fuerza curadora. Por fin «la levantó», la puso de pie, le devolvió la dignidad.
Así está siempre Jesús en medio de los suyos: como una mano tendida que nos levanta, como un amigo cercano que nos infunde vida. Jesús solo sabe de servir, no de ser servido. Por eso la mujer curada por él se pone a «servir» a todos. Lo ha aprendido de Jesús. Sus seguidores hemos de vivir acogiéndonos y cuidándonos unos a otros.
Pero sería un error pensar que la comunidad cristiana es una familia que piensa solo en sus propios miembros y vive de espaldas al sufrimiento de los demás. El relato dice que ese mismo día, «al ponerse el sol», cuando ha terminado el sábado, le llevan a Jesús toda clase de enfermos y poseídos por algún mal.

Los seguidores de Jesús hemos de grabar bien esta escena. Al llegar la oscuridad de la noche, la población entera, con sus enfermos, «se agolpa a la puerta». Los ojos y las esperanzas de los que sufren buscan la puerta de esa casa donde está Jesús. La Iglesia solo atrae de verdad cuando la gente que sufre puede descubrir dentro de ella a Jesús curando la vida y aliviando el sufrimiento. A la puerta de nuestras comunidades hay mucha gente sufriendo. No lo olvidemos.

Domingo 4 de febrero de 2018, 5º del tiempo ordinario


5 del tiempo ordinarioB
Andrés Corsini (1373)
Hoy el libro de Job nos lo presenta sumido en un gran sufrimiento. Delante de sus amigos desnuda su corazón, su desilusión. Ellos, que defienden una teología alejada de la vida, no pueden comprender la queja de su amigo, ni acompañarlo plenamente en su dolor. El grito de Job está presente en la vida diaria de muchos hombres y mujeres en todos los rincones del planeta, que enfrentan una vida de lucha y dificultad. Job compara su existencia con la vida de un «mercenario»: mercenario es quien vende su lucha, que libra por dinero causas que no son suyas y se fatiga por empresas que no ama.
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