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ATALAYA

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viernes, 4 de noviembre de 2016

El testimonio de un obispo (anglicano)

Redacción de Atrio

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¿Por qué algún obispo español no acompañó a Francisco en este valiente viaje a Suecia, para dar después un testimonio como el que ha ofrecido este obispo luterano? ¡Qué solo se debe encontrar este hombre Francisco, quien, a pesar de su rango de papa, quiere seguir a Jesús tratando a todo extraño como hermano o hermana!
Francisco en las antípodas de la advertencia vaticana a la Conferencia de Lambeth en 2008.
Excelente dossier sobre el viaje en el último número de vida Nueva.
El obispo anglicano de Madrid, testigo presencial de la visita papal a Suecia

El milagro inesperado del Papa en la catedral luterana de Lund

Carlos López, Religión Digital 01 de noviembre de 2016
Cuando la mañana de ayer 31 de octubre de 2016 el Papa Francisco caminaba por la nave central de la Catedral de Lund, junto al Presidente de la Federación Luterana mundial, detrás de la Primera mujer que es Arzobispo de Upsala, los que contemplamos la imagen comenzamos a tomar conciencia del milagro.

La firma conjunta del documento “Del conflicto a la comunión” entre las Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica Romana, constituye uno de los logros más importantes del movimiento ecuménico en este naciente siglo, pero el contexto de conmemoración en el que se firmó no es menos importante.
La celebración constaba de dos partes, en dos lugares, con la firma de dos documentos diferentes. La primera en la Catedral de Lund la segunda en el estadio Malmö Arena. En la primera se firmaba un documento teológico, en la segunda un documento de colaboración práctica.
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En la Catedral del Lund, todo está preparado y los invitados dentro, cuando sonaron las campanas y la puerta Este de la Catedral se abrió para que entrasen, en primer lugar los reyes de Suecia, después, un reducido grupo precedido de una cruz diseñada por un artista salvadoreño; las velas procesionales, indicaban que se trataba de un oficio de oración y precedían a los celebrantes principales: El obispo del Lund, la arzobispo de Upsala, el Obispo Católico Romano de Estocolmo el Cardenal Koch y el Papa.
La Catedral estaba llena de representantes de las iglesias y confesiones cristianas alrededor del mundo. De una parte, representantes de iglesias luteranas, anglicanas, ortodoxas y protestantes. De otra, un nutrido grupo de obispos y cardenales de varias partes del mundo que han venido para acompañar al Papa. La música estuvo básicamente a cargo del coro de niñas de la Catedral luterana de Estocolmo.

Las palabras del Papa fueron emocionantes para que todos los presentes, especialmente para mi, pues fueron dichas en castellano, seguramente la primera vez que se predicaba en la lengua de Cervantes en esta Catedral. Después, llego el momento de la firma del documento, que fue precedida de una lectura de los cinco compromisos a los que catolicos y luteranos se comprometen a partir de este momento; la bendición final puso fin a la primera parte de la conmemoración.
Todos los invitados oficiales fuimos trasladados en autobus al estadio Malmö Arena a unos 28 km de Lund; allí había llegado ya el Papa y comenzó la segunda parte de la celebración. Se trataba de una celebración abierta a todo el pueblo de Suecia [ATRIO recomienda entrar en el vídeo completo de este acto, pudiendo seleccionar fases con el puntero], aunque para entrar, había que pagar una suma de dinero que ha sido dedicada a programas sociales.
Un coro unido formado por mas de mil voces, nos dio la bienvenida, depues, cuatro reflexiones sobre los principales problemas que está enfrentando el mundo en los cuatro continentes que no están tan favorecidos como Europa. Dos nuevos discursos del Papa y del Secretario general de la Federación Luterana Mundial, Martin Junge, ambos en castellano y como respuesta lo que habíamos escuchado, fueron el momento álgido de la segunda celebración.
El obispo López con el prior de Taizé
El obispo López con el prior de Taizé
El acto se cerro con las palabras del Primer Ministro de Suecia Stefan Löven, un cristiano comprometido, que habló del problema de los refugiados en Europa y como responder desde los gobiernos. La segunda parte terminó con una cena para todos los representantes de la Iglesia.

Carlos López Lozano
Obispo de Madrid
Iglesia Española Reformada Episcopal
(comunión Anglicana)


Otra vida - 32º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

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¿NUEVA ESPIRITUALIDAD? (III)

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5. La cuestión del “yo”
Tras releer el texto de Carlos Barberá, me decido a añadir unas entregas más, centradas en puntos concretos, estrechamente relacionados con lo que venimos planteando: la cuestión del yo y la creencia en un Dios “personal”. Confío en que estas palabras sirvan para clarificar lo que se ventila en la más genuina espiritualidad.
Y quiero empezar comentando las siguientes expresiones que aparecen en su escrito: “Yo soy también mis ideas, mis sentimientos, mis acciones. Yo soy el que escribe este artículo, yo soy el que voto de esta o la otra manera, yo soy el que tiene tales o tales amigos”.
Si tales afirmaciones se leen dentro de la paradoja a la que me he referido en los comentarios anteriores, estoy totalmente de acuerdo. Soy la Consciencia una, que compartimos todos los seres, y soy también esta personalidad concreta en la que aquella se expresa. Aunque el “soy” no tenga la misma densidad en los dos casos –una cosa es el “soy” del nivel aparente y otra el realmente real–, me parece ajustado combinar el mencionado “principio de exclusión” (“no soy mi cuerpo…”) con el de inclusión (“soy también mi cuerpo…”).
Ahora bien, a mí me parece que ese “yo” no es una entidad separada que posea autonomía ni libertad individual. Lo que llamamos “yo” es solo un pensamiento más, producido por la mente a través del característico mecanismo mental de la apropiación. Nace, por tanto, con la mente, que se apropia de todo lo que percibe y, de ese modo, hace posible que surja el “mío”. Es así como nace la idea del yo, con todo lo que eso conlleva: creencias de separación, autonomía, libertad, control… y, sobre todo, egocentración. A partir de ahí, la identificación con él será sencilla: la mente, con su extraordinaria sutileza, se encargará de sostener aquella creencia que otorga un estatus –que parece real- a lo que solo era un pensamiento creado por ella misma.
Recientes investigaciones neurocientíficas han puesto en evidencia esta función del cerebro, a la que han bautizado con el nombre de “intérprete”. Según esos resultados, no existe algo así como un “yo” que actúe, sino más bien una capacidad de percibir lo ocurrido y un mecanismo automático para interpretarlo y apropiárselo. Se ha demostrado reiteradamente que el cerebro actúa antes de que la mente lo ordene pero, en cuanto algo sucede, esta se apresura a decir “lo he hecho yo”. Como escribe el físico teórico y estudioso neurocientífico Michio Kaku, “el cerebro toma las decisiones con antelación, sin la participación de la mente, y después trata de disimularlo (como acostumbra) haciendo creer que la decisión fue consciente”. A partir de ahí, será la memoria la que venga a otorgar una sensación de continuidad que afiance aún más la creencia en un sujeto autónomo, que posteriormente será avalada y fortalecida por el llamado “sentido común” –el mismo que nos hizo creer que la tierra era plana, que estaba fija en el centro del universo y que giraba en torno al sol, en un cosmos que se creía pequeño y sin cambios; y que, en ese cosmos, los humanos eran una especie aparte- y por toda la cultura ambiental, desde el primer momento de la existencia del bebé.
Pero, ¿acaso –viene a decir Carlos Barberá– no tengo conciencia de que soy yo quien actúa y de que puedo hacer una cosa u otra? Las mismas investigaciones neurocientíficas muestran que tal cuestión encierra una falacia, que consiste en confundir lo que ocurre con la creencia de que hay una autoría personal, un “yo personal” que sería el autor de lo que ocurre.
Una cosa es la innegable consciencia subjetiva de ser libre –ya hemos dicho que eso es justamente el resultado de aquella función del cerebro que se ha denominado “intérprete” – y otra el hecho de que haya un “yo hacedor”.
La cuestión queda formulada en uno de los principios básicos de la psicología transpersonal: “Tú no eres nada que puedas observar; tú eres Eso que observa”. Cuerpo, mente, sentimientos, “yo”…, todo ello es objeto de observación. ¿Qué es Eso que observa?
Dicho de otro modo: al tomar distancia de la mente, percibes que tú no eres el “yo” con el que ella te había identificado. Lo que realmente eres no es una cosa o un objeto que la mente pudiera atrapar, sino Eso que observa todo, incluida la mente. Lo que eres es pura consciencia o presencia consciente.
En “ti” hay “ideas, sentimientos, acciones”. Puedes tener incluso la sensación subjetiva de que eres tú “el que escribe este artículo, el que vota de esta o la otra manera, el que tiene tales o tales amigos”. Pero solo es eso: una sensación subjetiva. Todo eso se hace en –a través de– ti, pero sin que haya ninguna autoría personal, tal como ponen de relieve los citados estudios neurocientíficos. La identificación con el propio yo –y lo que podríamos llamar su “mundo”- es perfectamente comprensible, debido al apego con que hemos crecido. Sin embargo, lo que llamamos “yo” es solo una ficción mental.
¿Pero no me dice mi propia sensación lo contrario? En efecto, la sensación subjetiva es muy fuerte, con el añadido de que la hemos asumido como completamente cierta desde el principio de nuestra existencia. Por ello es comprensible que la mente se rebele ante afirmaciones que la cuestionan. Pero tal rebeldía no prueba nada. Mi sensación también me dice que la mesa en la que escribo es completamente sólida cuando, en realidad, es vacía en un 80%. Tanto el yo como la materia pertenecen solo al mundo aparente; en el nivel profundo –por debajo del mundo que crea la mente– no hay “yo” ni materia; todo es información o consciencia –“inteligencia creativa”-, y eso es lo que realmente somos.
Pero seguramente carece de sentido discutir acerca de ello: la mente nunca nos podrá conducir más allá de ella misma; en su sutileza encontrará siempre justificaciones para mantenernos en el bucle que ella misma teje. Más bien, el camino adecuado parece ser el de acallar la mente –eso es la práctica meditativa o contemplativa– y, manteniéndose en el silencio mental o atención desnuda –pura consciencia de ser–, ver qué ocurre. Si nos adiestramos en la práctica, es probable que el “conocimiento mental” deje paso al “conocimiento silencioso” –del que han hablado siempre los sabios–, que abrirá ante nosotros un horizonte inédito y un nuevo modo de vivir.
Pero esto es justamente lo que más arduo resulta a quienes han crecido en un mundo estrictamente “racional” o han vivido una formación que absolutizaba la mente: comprender que existe otro modo de conocer que solo es posible cuando somos capaces de silenciar el pensamiento. Sin dar este paso, la no-dualidad aparecerá como una moda vacía y carente de sentido. Sin embargo, cuando se ha experimentado, se ve cómo a su lado palidece el razonamiento más elaborado. El motivo es simple: la razón se mueve únicamente en el mundo de las apariencias –en el nivel aparente de la realidad– que ella misma crea. Es solo el silenciamiento de la mente el que permite ver  en profundidad.

EL ORDEN POLÍTICO-ECONÓMICO MUNDIAL ES HOMICIDA, BIOCIDA, ECOCIDA Y GEOCIDA

col boff

Hay un hecho que debe preocupar a todos los ciudadanos del mundo: el desplazamiento del poder de los estados-nación hacia el de unos pocos conglomerados financieros que operan a nivel global, cuyo poder es mayor que el de cualquiera de los Estados tomados individualmente. Estos realmente detentan el poder real en todas sus ramas: financiera, política, tecnológica, comercial, medios de comunicación y militar.
Este hecho ha sido estudiado y seguido por uno de nuestros mejores economistas, profesor del posgrado de la PUC-SP con amplia experiencia internacional: Ladislau Dowbor. Dos estudios de su autoría resumen la vasta literatura sobre el tema: "La red de poder corporativo mundial", del 04.01.2012, y el más reciente de septiembre de 2016: "Gobierno corporativo: el poder caótico de los gigantes financieros".
Es difícil condensar el cúmulo de informaciones que parece aterrador. Dowbor sintetiza:
"El poder mundial realmente existente está en gran parte en manos de gigantes que nadie eligió, y sobre los cuales cada vez hay menos control. Son billones de dólares en manos de grupos privados cuyo campo de acción es el planeta, mientras que las capacidades de regulación global van a gatas. Investigaciones recientes muestran que 147 grupos controlan el 40% del sistema corporativo mundial, siendo el 75% de ellos, bancos. Cada uno de los 29 gigantes financieros genera un promedio de 1,8 billones de dólares, más que el PIB de Brasil, octava potencia económica mundial. El poder ahora se ha desplazado radicalmente" (cf. "Gobierno corporativo", op. cit)
Además de a la literatura específica, Dowbor se refiere a los datos de dos grandes instituciones que sistemáticamente a lo largo de los años se ocupan de los mecanismos de los gigantes corporativos: el Instituto Federal Suizo de Investigación Tecnológica (rivaliza con el famoso MIT de EE.UU.) y el Credit Suisse, el banco que dirige las grandes fortunas del mundo y, por lo tanto, sabe de estas cosas.
Los datos presentados por estas fuentes son sorprendentes: el 1% más rico controla más de la mitad de la riqueza del mundo. 62 familias tienen un patrimonio igual al de la mitad más pobre de la población de la Tierra. 16 grupos controlan casi todo el comercio de materias primas (cereales, minerales, energía, tierra y agua). Debido a que toda la comida obedece las leyes del mercado, sus precios suben y bajan a merced de la especulación, quitando a vastas poblaciones pobres el derecho a tener acceso a una alimentación suficiente y saludable.
Los 29 gigantes planetarios, de los cuales el 75% son bancos, empezando por el Bank of America y terminando con el Deutsche Bank, son considerados "sistémicamente importantes", pues su eventual quiebra (no olvidemos que el más grande, los Lehamn Brothers de América del Norte, se declaró en quiebra) llevaría a todo el sistema al abismo o muy cerca, con consecuencias nefastas para toda la humanidad.
Lo más grave es que no hay regulación para su funcionamiento, ni puede haberla, porque las regulaciones son siempre nacionales y ellos actúan planetariamente. No hay todavía una gobernanza mundial que cuide no sólo de las finanzas sino del destino social y ecológico de la vida y del propio sistema-Tierra.
Nuestros conceptos se evaporan cuando, nos recuerda Dowbor, se lee en la portada de The Economist que la facturación de la empresa Black Rock es de 14 billones de dólares, mientras que el PIB de los EE.UU. es de 15 billones de dólares y el del pobre Brasil escasamente llega a 1,6 billones de dólares. Estos gigantes planetarios manejan alrededor de 50 billones de dólares, el equivalente a la deuda pública total del planeta.
Lo importante es conocer su propósito y su lógica: buscan simplemente ganancias ilimitadas. Una compañía de alimentos compra una mina sin ningún tipo de experiencia en el ramo, sólo porque da beneficios. No hay ningún sentido humanitario, como por ejemplo, tomar una pequeña porción de las ganancias para un fondo contra el hambre o para disminuir la mortalidad infantil. Para ellos, eso es tarea del estado y no para los accionistas que sólo quieren ganancias y más ganancias.
Por estas razones entendemos la iracundia sagrada del Papa Francisco contra un sistema que sólo quiere acumular a costa de la pobreza de las grandes mayorías y de la degradación de la naturaleza. Una economía, dice, "que está centrada en el dios dinero y no en la persona: este es el terrorismo fundamental contra toda la humanidad" (en el avión de regreso de Polonia en septiembre). En su encíclica ecológica lo llama un sistema anti-vida y con tendencia suicida (nº 55).
Ese sistema es homicida, biocida, ecocida y geocida. ¿Cómo puede prosperar tal inhumanidad en la faz de la Tierra y todavía decir que no hay alternativa (TINA = There Is No Alternative)? La vida es sagrada. Y cuando es sistemáticamente agredida, llegará el día en que puede tomar represalias destruyendo a quien la quiere destruir. Este sistema está buscando su propio fin trágico. Ojalá la especie humana sobreviva.

DIOS ES UN DIOS DE VIDA Y VIDA EN ABUNDANCIA

col Carme Soto

Jesús, como suele ser habitual en él cuando tiene que afrontar este tipo de desafíos, no responde de forma directa, sino que presenta un propone un planteamiento diferente de la situación. Para él lo central es la postura de Dios ante el ser humano. No se trata de resolver una situación histórica enrevesada, sino de abrir el corazón a los deseos de Dios. El Abba de Jesús busca siempre la vida del ser humano, su salvación más allá de sus contingencias cotidianas.
Al final del capítulo 19 Lucas narra la entrada profética de Jesús en Jerusalén y hasta el capítulo 22 lo va a situar enseñando en el templo. Su mensaje, alentador para el pueblo, no va a ser fácilmente digerido por las elites. Sacerdotes, escribas, fariseos y saduceos van a intentar acorralarlo para justificar sus posiciones y facilitar su condena.
El texto de este domingo, los saduceos, un grupo religioso minoritario en el siglo I pero perteneciente mayoritariamente a la aristocracia de la capital. Aunque su posición les permitía mantener influencia y privilegios, no gozaban de “buena prensa” entre el pueblo por su ambición y su tradicional postura colaboracionista con los poderes invasores.  Entre sus creencias religiosas destacaba su negación de la resurrección que precisamente es el tema con el que quieren desafías a Jesús.
El ejemplo con el que intentan provocar a Jesús parecería a juicio de una persona occidental del siglo XXI casi esperpéntico, pero no lo era tanto a los ojos de quienes presenciaban la conversación. El núcleo la historia está en la famosa ley del levirato vigente en el judaísmo. Esta ley recogida en Dt 25, 5-6 buscaba asegurar la descendencia masculina y de ese modo el honor familiar: “Sí dos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin hijos, la viuda no saldrá de casa para casarse con un extraño, su cuñado se casará con ella y cumplirá con ella los deberes legales de cuñado, el primogénito que nazca continuará el nombre del hermano muerto, y así no se extinguirá su nombre en Israel”. Los saduceos del relato de Lucas llevan al extremo el mandato para justificar su postura ante la resurrección.
Jesús, como suele ser habitual en él cuando tiene que afrontar este tipo de desafíos, no responde de forma directa, sino que presenta un propone un planteamiento diferente de la situación. Para él lo central es la postura de Dios ante el ser humano. No se trata de resolver una situación histórica enrevesada, sino de abrir el corazón a los deseos de Dios. El Abba de Jesús busca siempre la vida del ser humano, su salvación más allá de sus contingencias cotidianas.
En su respuesta Jesús alude a Moisés, como lo habían hecho los saduceos para dar autoridad a su planteamiento, pero lo hace con un texto diferente y con una mirada liberadora. Jesús recuerda el relato de la zarza ardiente de Ex 3. Un relato fundante para la fe de Israel. En él Dios acude a liberar a su pueblo porque no ha olvidado las promesas que le había hecho a los patriarcas y matriarcas de los orígenes. Evocando ese texto, el nazareno rompe la perspectiva legalista y tramposa de sus contrincantes: No se trata de discutir sobre creencias con argumentos más o menos hábiles, se trata de mostrar la fe en un Dios que plenifica al ser humano, que le ofrece su misericordia y que en su amor desbordante supera cualquier límite de nuestra humanidad.
La fe en la resurrección no es algo que hay que creer porque somos cristianos/as, sino una certeza que nace del encuentro existencial con la Buena Noticia del Reino que nos invita a confiar en un Dios todo bondad y perdón para todas/os y para siempre.

¿CÓMO NOS TOMAMOS LA RESURRECCIÓN: EN SERIO O EN BROMA?

col sicre

Es posible que muchos respondieran a la pregunta del título: «ni en serio ni en broma, no me interesa». Pero esconder la cabeza en la arena, como el avestruz, no es la mejor forma de abordar uno de los mayores interrogantes, si no el más grande, de la vida humana: ¿hay algo después de la muerte? Las lecturas de este domingo nos ofrecen dos actitudes muy distintas: la de quienes se toman el tema muy en serio (los siete hermanos del libro de los Macabeos) y la de quienes bromean sobre la cuestión (los saduceos).
Los israelitas y la fe en la resurrección
En contra de lo que muchos pueden pensar, el pueblo de Israel no tuvo en todos los siglos antes de Jesús una idea clara de la resurrección. Más bien se daba por supuesto que el hombre, cuando moría, descendía al Seol, donde llevaba una forma de vida en la que no era posible la felicidad ni tenía lugar una visión de Dios. La oración que pronuncia el piadoso rey Ezequías (siglo VIII a.C.) expresa muy bien la opinión tradicional (Isaías 38,18-19).
«El Abismo no te da gracias, ni la Muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son los que te dan gracias, como yo ahora.»

Los judíos comienza a creer en la resurrección en los últimos siglos del Antiguo Testamento; los testimonios más claros proceden del siglo II a.C., en el libro de Daniel y en 2 Macabeos. Debió de contri­buir mucho a implantar esta fe la idea de que quienes morían por ser fieles a Dios y a sus manda­mientos debían recibir una recompensa en la otra vida. La última visión del libro de Daniel termina con estas palabras: «Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua» (Daniel 12,2). Y, poco después, el ángel dice a Daniel: «Te alzarás a recibir tu destino al final de los días» (Daniel 12,13).
Los que se toman la resurrección en serio
El libro segundo de los Macabeos contiene en el c.7 una leyenda sobre la muerte de siete hermanos junto con su madre, en la que se afirma claramente la fe en la resurrección. Un fragmento de ese capítulo constituye la primera lectura de este domingo.
Los que se toman la resurrección en broma: los saduceos
Esta fe en la resurrección fue aceptada plenamente por los fariseos. En cambio, los saduceos la rechazaban como novedad e intentan discutir sobre el tema con Jesús. Los saduceos formaban uno de los grandes grupos religioso-políticos de la época de Jesús, junto con los fariseos, los esenios y los sicarios. Su nombre deriva de Sadoc, sumo sacerdote en tiempos de Salomón. Aunque el partido estaba com­puesto en gran parte por sacerdotes, también lo integraban seglares. Su rasgo más destacado es que pertenecían a la aristo­cra­cia. Cuentan sobre todo con los ricos; no tienen al pueblo de su parte. «Esta doctrina es profesada por pocos, pero éstos son hombres de posición elevada» (Flavio Josefo, Antigüedades de los Judíos XVIII, 1, 4).
Aparte de su condición de aristócratas, otro rasgo característico es que únicamente reconocían como vinculante la Torá escrita (el Pentateuco) y rechazaban «las tradiciones de los antepasados», los comentarios a la ley que se habían ido añadiendo con el tiempo. Como consecuencia de lo anterior, su visión religiosa era muy conservadora:                 1) negaban la resurrección de los cuerpos y cual­quier tipo de supervivencia personal; 2) negaban la existencia de ángeles y espíritus; 3) afirmaban que «el bien y el mal estaban al alcance de la elección del hombre y que éste puede hacer lo uno o lo otro a voluntad»; en consecuencia, Dios no ejerce influjo alguno en las acciones humanas y el hombre es él mismo causa de su propia fortuna o desgracia.
Cuando se acercan a Jesús no plantean los tres problemas, sólo el primero, a propósito de la resurrec­ción.
El argumento de los saduceos: la ley del levirato
El argu­mento que aducen es muy simple; más que simple, irónico, basado en una ley antigua. En Israel, como entre los asirios e hititas, se pretendía garanti­zar la descendencia y la estabilidad de los bienes familiares mediante una ley que se conoce con el nombre latino de «ley del levirato» (de levir, «cuñado»), y dice así:
«Si dos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin hijos, la viuda no saldrá de casa para casarse con un extraño; su cuñado se casará con ella y cumplirá con ella los deberes legales de cuñado; el primogénito que nazca continuará el nombre del hermano muerto, y así no se extinguirá su nombre en Israel.» (Dt 25,5-6).
Los saduceos parten de la idea, bastante exten­dida entre los ju­díos de la época, de que la vida matrimonial conti­nuaba después de la resurrección. Entonces, ¿cómo se resuelve el caso de los siete hermanos que han tenido la misma mujer? La pregunta de los saduceos es inteli­gente: no niegan de entrada la resurrec­ción, al contrario, parecen afirmar­la («cuando resuci­ten»); pero proponen una difi­cultad tan grande que el adversario puede sentirse obligado a reconocer su derrota y negar esa resurrección.
La respuesta de Jesús
Jesús se limita a indicar la diferencia radical entre la vida presente y la futura. «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán». Los saduceos entienden la vida futura como una reproducción literal de la presente (muchas mujeres, y también muchos hombres, dirían que para eso no vale la pena resucitar). Para Jesús, en cambio, las relaciones cambian por completo: varones y mujeres serán «como ángeles de Dios».
Para comprender esta comparación con los ángeles hay que tener en cuenta la mentalidad dualista que reflejan algunos escritos judíos anterio­res, como el Libro de Henoc. En él se distinguen dos clases de seres: los carnales (los hombres) y los espiritua­les (los ánge­les). Los primeros necesitan casarse para garantizar la procrea­ción. Los segundos, no. A los primeros, Dios «les ha dado mujeres para que las fecunden y tengan hijos y así no cese toda obra sobre la tierra». Y a los ángeles se les dice: «Voso­tros fuisteis primero espirituales, con una vida eterna, inmor­tal, por todas las generaciones del mundo. Por eso no os he dado mujeres, porque la morada de los espirituales del cielo está en el cielo» (Henoc 15,4-7). En este texto, la mujer es vista exclusivamente desde el punto de vista de la procreación, y el matrimonio no tiene más fin que garantizar la supervivencia de la humanidad.
A la luz de este texto, la comparación con los ángeles significa que la humanidad pasa a una forma nueva de existen­cia, inmortal, en la que no es preciso seguir procreando. De las palabras de Jesús no pueden sacarse más conclusiones sobre la vida de los resucitados. El solo pretende desvelar el equívoco en que se mueven los saduceos y la mayoría de sus contemporáneos en este punto. Lo curioso es que Jesús diga esto a un grupo religioso que tampoco cree en los ángeles.
La resurrección
Resuelta la dificultad, pasa a demostrar el hecho de la resurrec­ción. Los rabinos fundamentaban la fe en la resurrección usando tres recursos:
1) citas de la Escritura (los puedes ver en el apartado siguiente);
2) relatos del AT de resurrección de muer­tos (los de Elías y Eliseo);
3) argumentos de razón.

Jesús se limita al primer recurso citando las palabras de Dios a Moisés cuando se le revela en la zarza ardiente: «Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob». Conviene recordar que estas palabras formaban parte de una de las dieciocho bendiciones que todo judío piadoso rezaba tres veces al día. Por tanto, se trata de palabras conoci­das y repetidas continuamente por los saduceos, pero de las que no extraen la consecuencia lógica: «Dios no es un Dios de muer­tos, sino de vivos». A una mentalidad crítica, esta argumen­tación puede resultarle de una debilidad sorprendente. Sin embargo, no es tan débil. Más bien, deja clara la debilidad del punto de vista de los saduceos, que confiesan una serie de cosas sin querer aceptar las conclusiones. Desde el punto de vista de un debate teológico, es más honesto negarlo todo que afirmar algo y negar lo que de ahí se deriva.
Años más tarde, en algunos cristianos de Corinto se daba una actitud parecida a la de los saduceos. Aceptaban y confesaban que Jesús había resucitado, pero negaban que los demás fuésemos a resucitar. Se aceptaba el evangelio como algo válido para esta vida, pero se negaba su promesa de otra vida definiti­va. Esta contradicción es la que ataca Jesús en los saduceos.
Si mi interpretación es exacta, este texto no serviría para demos­trarle a un ateo que existe la resurrección. El debate de Jesús con los saduceos se mueve a un nivel de fe y de aceptación de unas verdades prelimina­res. El texto se dirige más bien a gente de fe, como nosotros, que dudan de sacar las consecuencias lógicas de esa fe que confiesan.
Textos usados por los rabinos para demostrar la resurrección
A título de curiosidad recojo esos textos. Desde un punto de vista crítico, algunos carecen de valor, están traídos por los pelos. El más valioso es el último, el de Isaías. Recuerdo que los judíos no admiten como inspirados los libros de los Macabeos, y no usan la primera lectura de hoy para argumentar.
Dt 4,4: «Vosotros, que habéis seguido unidos a Yahvé vuestro Dios, estáis hoy todos vivos».
Dt 11,9: «Prolongaréis vuestros años sobre la tierra que el Señor, vuestro Dios, prometió dar a vuestros padres y a su descendencia: una tierra que mana leche y miel.»
Dt 31,16: «El Señor dijo a Moisés: Mira, vas a descansar con tus padres…»
Is 26,19 «¡Vivirán tus muertos, tus cadáveres se alzarán, despertarán jubilosos los que habitan en el polvo! Porque tu rocío es rocío de luz, y la tierra de las sombras parirá.»


Nosotros somos los bárbaros


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Juan José Tamayo, Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones. Universidad Carlos III de Madrid

Hoy los bárbaros somos nosotros. El Mediterráneo ha sido un mar abierto, sin fronteras, de intercambios comerciales, diálogo, hospitalidad y encuentro entre las dos orillas; un espacio intercultural, interreligioso, interétnico e intercivilizatorio. Es puente entre tres continentes: Europa, Asia y África. Pero ha sido también un mar de enfrentamientos bélicos, choques culturales, guerras de religiones, conflictos entre civilizaciones, generador de discriminaciones étnicas, políticas, sociales, de género. Se ha convertido en frontera infranqueable, foso de separación entre el Norte y el Sur, espacio de exclusión, xenofobia e islamofobia. Es fosa común de muertos “anónimos” del Sur, cementerio de inmigrantes y refugiados por mor de nuestra insolidaridad, de la insolidaridad de Europa, que cierra sus fronteras a cal y canto y pone diques al mar para evitar la entrada de los “bárbaros” en un continente “civilizado”. Y eso lo hace la Europa que sigue llamándose “cristiana”.
Hoy los bárbaros somos nosotros. Por este mar están pasando a lo largo de 2016 cientos de miles de inmigrantes y refugiados, que huyen del hambre y de la miseria; grupos humanos víctimas de las dictaduras, gobiernos militares, regímenes corruptos, que escapan de los terrorismos de todo tipo, siendo el más sanguinario el que dice matar en nombre de Dios. A día de hoy, 2 de noviembre –efemérides de los difuntos en la Iglesia católica- más de 3.800 personas, de las que un 40% son niñas y niños, no han conseguido llegar a la otra orilla por haber sido anegadas en las aguas del Mare Nostrum. Son población sobrante, producto de la “cultura del descarte”, como denuncia el Papa Francisco. A su vida no se le reconoce valor o, al menos, el mismo valor que a la nuestra. Sus muertes son lamentadas de forma cínica, pero no sinceramente sentidas, ni lloradas por una Europa de ojos secos, sin lágrimas, sólo con intereses contantes y sonantes. ¿Quién los recuerda el día de los difuntos?
Hoy los bárbaros somos nosotros. Una de las tragedias más dramáticas fue la que tuvo lugar el 18 de abril de 2013 al sur de la isla italiana de Lampedusa, que arrojó al mar a 800 inmigrantes. En la Antigua Grecia las tragedias de los grandes dramaturgos tenían lugar en la ficción y se representaban en los anfiteatros. Hoy, las tragedias son reales y su escenario es el Mediterráneo. Hammid Alizadeh las califica de “crímenes del capitalismo”. ¿Pueden evitarse? Claro que sí, con una política de fronteras abiertas, hospitalidad en Europa y de apoyo al desarrollo en los países de origen.
Hoy los bárbaros somos nosotros. En Europa no hay voluntad de evitar esas muertes. Por eso se ha invertido la vieja teoría barbarie-civilización, que consideraba bárbaros a los de fuera y civilizados a los europeos. Hoy, ¡nosotros somos los bárbaros! Por eso, el grito “¡que vienen los bárbaros!” pueden pronunciarlo los migrantes y refugiados referido a nosotros. Sólo reconociéndolo, podrá tornarse nuestra mentalidad eurocéntrica insensible al sufrimiento humano de los “otros” en mentalidad solidaria y compasiva, y nuestra conciencia acomodada en conciencia autocrítica y abierta a los “otros”. Me viene a la memoria la máxima solidaria de la antropología africana Ubuntu en positivo: “Yo sólo soy si tú también eres” y en negativo: “Yo no soy si tú tampoco eres”. Solo convirtiendo las aguas del Mediterráneo en aguas de vida para las personas y pueblos de las dos orillas, puede hablarse de vida para todos y todas. En caso contrario, las muertes en el Mediterráneo son también la muerte de Europa, nuestra propia muerte y nosotros seremos sus directos responsables.

¡Nosotros somos los bárbaros! Para liberarnos de nuestra propia barbarie tenemos que empezar a trabajar por la utopía de una sociedad intercultural, interreligiosa, interétnica, interreligiosa, que reconozca, respete y acoja la pluralidad de identidades culturales, religiosas, étnicas, sexuales y promueva el diálogo entre ellas

La UE firma el CETA con Canadá pese a la oposición de gran parte de la ciudadanía


TTIP2
AHORA DEBERÁ SER RATIFICADO POR LOS ESTADOS
FACUA muestra su rechazo al tratado de libre comercio que la UE ha negociado con Canadá por restar soberanía y rebajar los estándares de calidad, entre otras cuestiones.
La UE firma el CETA con Canadá pese a la oposición de gran parte de la ciudadanía
Pese a la oposición de la ciudadanía y al veto previo del Parlamento regional de Valonia (Bélgica), finalmente este domingo se ha firmado el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá (CETA, por sus siglas en inglés, en una cumbre bilateral que ha tenido lugar este domingo. ··· Ver noticia ···

El Encuentro Mundial de Movimientos Populares homenajea la figura de Berta Cáceres


Religión Digital
berta-caceresLa activista hondureña fue asesinada hace unos meses por su defensa medioambiental
Los expertos denuncian el “ecoapartheid” de quienes explotan a la madre Tierra
(EMP).- La segunda jornada de trabajo del III Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, ha comenzado con un reconocimiento y homenaje a todas las personas que han perdido la vida por motivo de sus luchas y justas causas. En este sentido, ha estado muy presente la activista Berta Cáceres, asesinada por su defensa medioambiental en Honduras, y que participó en la primera edición de este encuentro. Acto seguido, comenzó el panel de “Territorio y Naturaleza”. ··· Ver noticia ···