FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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martes, 31 de mayo de 2016

TIERRA VERDE Jose Cruz Sainz Alvarez

Enviada por el autor
CANTO A BIZKAIA

Tierra amada, eterna tierra verde
Concedida por Dios en regalía
A gente noble, a gente que se yergue
Al sentir tu belleza cada día.

La del castaño, del cerezo, el roble..,
Del caserío,  con sus verdes prados,
Quizá añorando su ascendencia noble,
La de torreón enhiesto y  blasonado.

La de beso de mar en blancas playas
O de costas de abrupto acantilado,
De mar bravío bellas atalayas
Que contemplan su genio endemoniado.

De recoletos puertos de pescadores
De donde parten tus barcos y tu gente
A arrancar con peligro y con sudores
El alimento del mar y de su vientre.

La salpicada por cuantiosos montes
De donde nacen las aguas transparentes
Que cantarinas realizan su transporte
Saciando de sed a este mar imponente.


La que levanta, arrastra o perfora
Sus entrañas, las piedras que extrajera
Convirtiendo en deportes del ahora
El trabajo realizado en las canteras.

La del hierro, la de sus altos hornos,
Emblemas de riqueza y de trabajo,
Ahora condenados al adorno,
Galas que fueron y  ahora son andrajos.

La que reúne, en sabio mestizaje,
Tradiciones perdidas en el tiempo
Y todo lo moderno y su mensaje
De entender y aplicar el nuevo tempo.

La de marinos y de conquistadores
Que navegaron por mares extraños,
La de La Araña,  el Perro de flores
Y barco alicatado con titanio.

De pintores,  de  poetas y doctores
Que llevaron tu amor en sus entrañas,
De arquitectos, deportistas y escultores
Que llevaron su nombre a tierra extraña.



La del Athletic y su filosofía,
Que vive el fútbol de forma diferente,
Que te ofrece incontables alegrías
Con un equipo formado con tu gente.

La que todo celebra con comida,
La que canta en sus coro y orfeones,
La que vive la noche y su movida
En la Parte Vieja y sus rincones .

La de ancestral idioma y sus dialectos
Encumbrados por diestros  bertsolaris,
La que danza su fiestas y su contento
En biribilketa, jota y  arin-arin.

La del txistu, el irrintxi  y la alboka,
De la makila, la abarka y la txapela,
Esa del Euskalduna y de su Azoka,
La dela aizkora, el dalle y la txanela.

De Mari y de Begoña adoradora,
En su montaña la diosa en otro tiempo,
La Virgen, de imagen nadadora,
Afincada, por fin, en nuestro Templo.



País cargado de contradicciones,
De gente honrada, de gente luchadora,
Que ama a su tierra y a sus tradiciones,
De gente seria y muy trabajadora.

Yo te adoro, te rindo pleitesía.
Te amo desde el uno al otro extremo.
Si yo de ti me alejo un triste día,
Será por presentarme al Juez Supremo.

Mayo de 2016


El siglo XXI va ser el siglo de las mujeres Angel Gutierrez Sanz



La historia nos ha enseñado que las tardanzas pueden tener efectos desastrosos
No deja de ser preocupante que en el siglo XXI haya todavía quienes sigan poniendo trabas a que se abra un proceso para acabar con la discriminación que las mujeres vienen padeciendo y dejen de ser unos sujetos pasivos, aptos solamente para oír, ver y callar. En el seno de la propia Iglesia se necesita aclarar la función que les corresponde, a la luz de una “teología de la mujer”, que ponga de manifiesto su verdadero carisma, algo que el Papa Francisco viene repitiendo por activa y por pasiva y según ha dado a entender estaría dispuesto a emprender el camino para que esto se llevara a la práctica. De momento está previsto que el tema del diaconado femenino sea estudiado por un Comité Pontificio competente. Todo bastante lógico. ··· Ver noticia ···

El pastor y el rebaño, ¿una metáfora desafortunada? Antonio Gil de Zúñiga

Si el “lenguaje es la casa del ser”, según la máxima de M. Heidegger, hay que cuidarlo como tal, con esmero y con la intencionalidad de acercarse al referente, a la realidad, con la mayor exactitud posible. No en vano afirmaba la filosofía escolástica que la verdad es “adaequatio intellectus cum re”. Y para ello el ser humano posee una potente herramienta que es el signo lingüístico. Ahora bien, su objetivo primordial es captar la realidad que está fuera del sujeto para transmitírsela a otro, al receptor. Sin embargo, el lenguaje como producto humano, no siempre cumple con esa función primordial de transmitir la realidad tal cual; no siempre se comporta de manera inocente, sino que, a diferencia del lenguaje animal, como advierten CK. Ogden y IA. Richards, puede llegar a la perversión, a un intento de engañar al receptor mediante una “verdad” camuflada.

La metáfora, como expresión semántica, corre el riesgo de que al ser una imagen espejo de algo que se pretende significar, el hablante la puede usar de modo torticero, engañoso. Es aquí donde hay que contextualizar la metáfora del pastor y el rebaño. Una bella metáfora que la emplea profusamente el Antiguo Testamento para significar la amorosa preocupación de Dios por sus criaturas, por el pueblo de Israel. Jesús de Nazaret la hace suya y la transmite a sus seguidores, hombres y mujeres, que después de Pentecostés conformarán una comunidad, la Iglesia del Resucitado.
Pero a lo largo de la historia de la Iglesia la hermenéutica de esta metáfora se interpreta literalmente y no como imagen de otra realidad, es decir, que alguien, el pastor, tiene la responsabilidad delegada para ponerse al servicio amoroso de otros, el rebaño, y todos forman una comunidad de iguales como creyentes en el Jesús resucitado. La interpretación literal, por el contrario, nos lleva a otra realidad muy distinta: el pastor es el dueño absoluto del rebaño; él está en un plano existencial y eclesial diferente, mientras que la oveja, como un ser distinto al pastor debe someterse sin rechistar, sin ni siquiera un débil balido. De ahí que la Iglesia la constituyen los pastores, mientras que las ovejas son meros apéndices de la misma, sin otra tarea que la sumisión, como resalta la encíclica de Pío X, Vehementer Nos. Ya Pablo de Tarso en sus cartas a Timoteo (I Tim 3,1-7) y a Tito (Tit 1,6-8) advertía de los riesgos de interpretar esta metáfora en un sentido literal: tanto el obispo como el presbítero han de ser ejemplares dentro de la comunidad, no altivos y poderosos.

Lo cierto es que la interpretación literal de esta metáfora se ha impuesto a lo largo de la historia de la Iglesia, llegando a situaciones insospechadas como las que he podido escuchar en estas semanas pasadas al recordarnos la liturgia la parábola del buen pastor. En una homilía, un sacerdote nos invitaba a amar a los pastores, porque éstos son “la Iglesia de Cristo”, remataba. De aquí hay un paso a la noticia de estos días en que un cura argentino ha prohibido entrar en el templo a mujeres con minifalda o con pantalón; supongo que este cura considera que el templo es suyo y puede establecer las normas que quiera y a su antojo. Esta noticia me lleva a la década de los setenta cuando en un viaje por Italia no pude visitar la catedral ni la torre de Pisa por llevar pantalones cortos.
La metáfora, pues, del pastor y el rebaño se ha ido desprestigiando con asombro y más si cabe en nuestros tiempos posconciliares, donde en la Lumen Gentium  se establecieron las bases de igualdad dentro del pueblo de Dios, la Iglesia; pero el lenguaje sigue siendo el mismo y con un significado muy diferente a la metáfora bíblica. Esta metáfora así desprestigiada se convierte en desafortunada por cuanto

1. Coarta la libertad dentro de la Iglesia, tan apreciada por Pablo de Tarso y para G. Bernanos, “el escándalo del universo”, al pretender la jerarquía un “rebaño de borregos sumisos”, donde la uniformidad sea el territorio de actuación. No cabe el pluralismo y, siguiendo con la metáfora, no se permite que alguna oveja se distancie del rebaño, pues de inmediato se azuza al “perro”, léase la norma y la ley, para integrarla de nuevo. Gregorio XVI (1831-1846) en su encíclica Mirari vos, condenó la libertad de conciencia como opinión absurda y errónea. ¿Dónde está la intimidad de la conciencia o aquel dicho de que “de internis, neque Ecclesia?,
2. Sin libertad no hay responsabilidad. La Iglesia, nuevo Pueblo de Dios, mediante el agua y el Espíritu Santo, se constituye en “linaje escogido, sacerdocio real, nación santa…” (I Petr 2,9-10). Por lo tanto, todos los miembros de este pueblo, mediante el bautismo, participan de un mismo sacerdocio, de la “función profética de Cristo” (Lumen Gentium, II, 12), de una misma fe y de un mismo Espíritu, que es quien otorga los diversos dones y carismas para “común utilidad” (I Cor. 12,7) del pueblo de Dios.

3. Sin responsabilidad no hay compromiso eclesial. La fe es compromiso eclesial hasta el punto de que en una parroquia, por ejemplo, que la fe se viva comunitariamente con las exigencias evangélicas es tarea de cada uno, no sólo del sacerdote. El laico no es, pues, un mero colaborador del sacerdote o del obispo. La vivencia de una fe comprometida y comunitaria, por ejemplo, es la que se lleva a cabo en un barrio barcelonés, donde, en una iglesia sin párroco, “abandonada” canónicamente, celebran la eucaristía los domingos, presidida por un cura de otra parroquia, los laicos programan y realizan catequesis de primera comunión y de confirmación, organizan cursos diversos, prestan ayudas a los necesitados del barrio, etc; en definitiva, viven su fe comunitaria desde la responsabilidad y el compromiso.
4. Sin compromiso eclesial no hay comunidad, en definitiva, no hay Iglesia. No en vano escribe JM. R. Tillard que la “naturaleza de la Iglesia, tal como la comprende la primera tradición se resume en la comunión, en koinonia… y este ser de comunión constituye su esencia”. Una koinonia que por la responsabilidad compartida desemboca en diakonia, en servicio y acogida.

Es cierto que hay otros aires renovadores en torno a la metáfora “pastor-rebaño” por parte del papa Francisco, quien pretende poner las cosas en su sitio, por más que algunos obispos y sacerdotes, tal vez demasiados, hagan mofa de su hermenéutica pastoral, como aquella del pastor con olor a oveja. Pero la posición del papa, por fortuna, es clara como la que sostiene en un escrito reciente enviado al cardenal Ouellet (uno de los curiales recelosos de las actuaciones del papa Francisco), presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.

Destaco estos dos párrafos:
A) “Mirar al Pueblo de Dios es recordar que todos ingresamos en la Iglesia como laicos. El primer sacramento, el que sella para siempre nuestra identidad y del que tendríamos que estar siempre orgullosos, es el del bautismo. Por él y con la unción del Espíritu Santo,(los fieles) quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo (LG 10). Nuestra primera y fundamental consagración hunde sus raíces en nuestro bautismo. A nadie han bautizado cura, ni obispo. Nos han bautizado laicos y es el signo indeleble que nunca nadie podrá eliminar. Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una élite de los sacerdotes, de los consagrados, de los obispos, sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios. Olvidarnos de esto acarrea varios riesgos y deformaciones tanto en nuestra propia vivencia personal como comunitaria del ministerio que la Iglesia nos ha confiado. Somos, como bien lo señala el Concilio Vaticano II, el Pueblo de Dios, cuya identidad es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo”(LG 9).

B) “El clericalismo lleva a la funcionalización del laicado; tratándolo como “mandaderos”, coarta las distintas iniciativas, esfuerzos y hasta me animo a decir, osadías necesarias para poder llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los ámbitos del quehacer social y especialmente político. El clericalismo lejos de impulsar los distintos aportes, propuestas, poco a poco va apagando el fuego profético que la Iglesia toda está llamada a testimoniar en el corazón de sus pueblos. El clericalismo se olvida que la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el Pueblo de Dios (cfr. LG 9-14). Y no solo a unos pocos elegidos e iluminados”.

Cuerpo de Dios José Arregui, teólogo


Día del Corpus en la Iglesia católica, tan popular en Europa y América. Fiesta del cuerpo de Jesús y de todos los cuerpos. Del pan y del vino, fruto de la tierra y de la comunión de todos los seres. La Tierra es un gran organismo viviente. El universo, con sus estrellas y galaxias, sus agujeros negros y sus vacíos, es un cuerpo inmenso.
Mira más cerca. Cada átomo es un cuerpo en que se despliega el universo de inmensamente pequeño. Nuestras imágenes y conceptos se desvanecen: lo que imaginamos como partícula o corpúsculo puede comportarse como onda incorpórea y, a la inversa, la onda incorpórea puede adoptar la forma de partícula. ¿Qué es qué?
Yo me pierdo, pero me alegro de perderme, me lleno de asombro ante el enigma de esa configuración “material” que es cada cuerpo. Nuestros esquemas y fronteras de materia-espíritu, espacio-tiempo, pasado-futuro, lejano-cercano, parecen diluirse. Todo cuerpo está “animado”, y toda “alma” está siempre “incorporada”: emerge de un sustrato “corporal” y se manifiesta en una forma “corporal”. La vida emerge de una aglomeración de materia y se manifiesta en la bacteria o en la flor. La conciencia emerge del cerebro y se manifiesta en la mirada.
Somos cuerpo en relación con todo lo que es. Somos nube, agua, aire. Somos larva y mariposa. Y morera, y pájaro que comió su semilla, o el hombre o la mujer que la plantó, y toda la humanidad. Somos átomos que se preparaban en aquel Big Bang o en otros desde siempre. Somos neuronas formadas de cientos de miles de millones de átomos en relación. Somos partículas de materia abierta, fuente inagotable de posibilidades. Somos espíritu. Somos milagro.
La vida está hecha de materia “inerte”, pero es como si la materia inerte estuviera hecha de aliento vital eterno. Como si la materia fuera espíritu y el espíritu fuera materia, madre de todo lo que es, santa ruah o aliento o espíritu, alma de todos los seres: del aire y del agua que corren, del geranio en flor, del pájaro carbonero que canta, de estos pobres y maravillosos seres humanos en camino que somos, savia, fruto y semilla de la evolución universal. Me postro en el templo del mundo, en el umbral del Misterio que envuelve y anima al universo y a cada cuerpo.
Cuando se instituyó la Fiesta del Corpus Christi hace casi 800 años, no existían todavía las ciencias modernas, ni en la Iglesia católica se toleraba la libertad de opinión. Pensaban que Dios era un Ente Supremo, otro y distinto de todos los entes del Cosmos, y que el cuerpo de Jesús de Nazaret era, en todos los tiempos de todo el universo, el único cuerpo o la única encarnación verdadera de Dios. Y creían que “el cuerpo y la sangre” de Jesús se hacían milagrosamente presentes en el pan y el vino transustanciados gracias a las palabras de consagración pronunciadas en la misa por el sacerdote. Y se contaban leyendas de hostias consagradas de las que brotaba sangre. Honraban el cuerpo de Jesús, pero despreciaban el cuerpo humano, su “carne pecadora”. Condenaban sus pobres placeres, sobre todo los de la gente más pobre.
Celebremos el Corpus de otra forma. Celebremos nuestro cuerpo, tan maravilloso y vulnerable. Cuidemos el cuerpo, sin torturarlo con nuestras obsesiones, sin someterlo a la esclavitud de nuestras modas y miedos. Respetemos como sagrado el cuerpo del otro, sin apropiarnos de él. Sintamos como propio el cuerpo del hambriento, del torturado, del refugiado enfangado o repatriado o ahogado en el mar, de la mujer violada, maltratada, asesinada. Es nuestro cuerpo. Es el cuerpo de Jesús. Es el cuerpo de Dios.
Sí, cuerpo de Dios. Dios no es un ser incorpóreo separado del mundo. No es mundo, pero no es sin mundo. Dios es como el latido íntimo, la energía originaria, la creatividad inagotable, la posibilidad infinita, la luz de la conciencia, el poder del bien, la comunión universal, la Presencia plena en cada parte en un mundo en eterna evolución. Dios es como el Alma o la Conciencia o el Todo o el Infinito emergente, que es infinitamente “más” que la suma de todas las partes que forman el mundo.
Pero no fue primero Dios y luego el mundo, como no es primero la conciencia y luego el cerebro. Son y crecen juntos. ¿Crece Dios? Es una forma de decir. El mundo es realidad abierta a posibilidades infinitas. Y Dios es la apertura del Infinito en un mundo abierto. O el Futuro Infinito presente más allá de nuestras categorías espaciales y temporales. Es. Son metáforas de Dios. Dios es como el alma del mundo y todo el mundo es como cuerpo de Dios. No hay Dios sin cuerpo, ni cuerpo sin Dios. Somos en El/Ella. Es en nosotras/os, infinitamente más que un Tú separado. Toma cuerpo en el trigo que espiga o en la viña que florece en los campos de Olite, en la promesa de amor o en la oración del peregrino en la ermita de Eunate.
Y en ti, amiga, amigo, en tu cuerpo que eres tú, tan efímero pero habitado por el Infinito, el Eterno. Tú también, como Jesús, en comunión con todo el universo en movimiento y evolución, eres cuerpo de Dios. El Infinito se manifiesta y emerge de ti. Acoge su misterio, déjate acoger por el Infinito en ti, deja que suba desde el fondo de ti la voz que te dice: “Te amo”. Haz que Dios sea y entonces serás. Sé cuerpo, metáfora de Dios. Celebra, cuida, sé cuerpo de Dios, epifanía carnal de la Ternura infinita.

lunes, 30 de mayo de 2016

Homenaje a D. Lope (Aurresku-agurra)




 Maiatzaren 29an, igandea, gure ‘Lope’-k Apaiz Urrezko Ezteiak ospatu zituen Barakaldoko Salestar Familia osoak lagunduta, gure elizan. Elizkizunetik ateratzean, homenaldia jaso zuen ‘Aurresku-agurra’ batez.
El domingo, día 29 de mayo, nuestro querido ‘Lope’, acompañado por toda la Familia Salesiana de Barakaldo, celebró sus Bodas de Oro Sacerdotales, en nuestra iglesia. A la salida de la ceremonia, recibió el homenaje con un ‘Aurresku-agurra’.

Mirá más allá de la frontera

El Papa recuerda que "la memoria nos hace libres" y la norma, esclavos

RELIGIÓN DIGITAL

Denuncia a "los teólogos que siempre van por la vía de la casuística

"El exceso de confianza en la norma puede sofocar el dinamismo del Espíritu"

(RV). En su camino de fe, la Iglesia y cada cristiano deben estar atentos a no encerrarse en un sistema de normas, sino que deben dejar espacio a la "memoria" de los dones recibidos por Dios, al dinamismo de la "profecía" y al horizonte de la "esperanza". El Papa Francisco resumió con estas tres palabras su homilía de la Misa de la mañana, celebrada en la capilla de la Casa se Santa Marta.
El andamiaje de la ley que todo delimita y el soplo liberador de la profecía que impulsa más allá de los confines. En la vida de la fe - advirtió el Pontífice - el exceso de confianza en la norma puede sofocar el valor de la memoria y el dinamismo del Espíritu.
Jesús, en el pasaje evangélico del día, demuestra este asunto a los escribas y a los fariseos - que querrían hacerlo callar - con la parábola de los viñadores homicidas. Contra el dueño que para ellos ha plantado encomendándosela; una viña bien organizada, los campesinos colonos deciden rebelarse, pegando y matando a los siervos que aquel patrón envía para pedir la cosecha que le corresponde. El culmen del drama es el asesinato del único hijo del patrón, hecho que habría permitido, según pensaban injustamente los campesinos, que se quedaran con toda la herencia.
Casuística y libertad
El Santo Padre afirmó que asesinar a los siervos y al hijo - imagen de los profetas de la Biblia y de Cristo - muestra a "un pueblo encerrado en sí mismo, que no se abre a las promesas de Dios, que no espera las promesas de Dios. Y dijo que se trata de un pueblo "sin memoria, sin profecía y sin esperanza". A la vez que añadió que a los jefes del pueblo, y de modo especial, les interesa levantar un muro de leyes, "un sistema jurídico cerrado", y nada más:

"La memoria no interesa. La profecía: mejor que no vengan los profetas. ¿Y la esperanza? Pero, cada uno la verá. Este es el sistema a través del cual ellos legalizan: doctores de la ley, teólogos que siempre van por la vía de la casuística y no permiten la libertad del Espíritu Santo; no reconocen el don de Dios, el don del Espíritu y enjaulan al Espíritu, porque no permiten la profecía en la esperanza".
"Este es el sistema religioso al que habla Jesús. ‘Un sistema - come dice la Primera Lectura - de corrupción, de mundanidad y de concupiscencia', tal como San Pedro dice en la Primera Lectura".
La memoria nos hace libres
El Santo Padre afirmó que, en el fondo, el mismo Jesús se siente tentado de perder la memoria de su misión, la tentación de no dar lugar a la profecía y preferir la seguridad en lugar de la esperanza, es decir, la esencia de las tres tentaciones que sufrió en el desierto. De ahí su observación:

"A esta gente Jesús les reprocha, porque conocía en sí mismo la tentación: ‘Ustedes van por medio mundo para conseguir un prosélito y cuando lo encuentran, lo hacen esclavo'. ¡Este pueblo tan organizado, esta Iglesia tan organizada hace esclavos! Y así se entiende la reacción de Pablo cuando habla de la esclavitud de la ley y de la libertad que te da la gracia. Un pueblo es libre, una Iglesia es libre cuando hace memoria, cuando deja lugar a los profetas, cuando no pierde la esperanza".
¿Corazón abierto o enjaulado?
El Obispo de Roma subrayó que la viña bien organizada es "la imagen del pueblo de Dios, la imagen de la Iglesia y también la imagen de nuestra alma", de la que el Padre se ocupa siempre con "tanto amor y tanta ternura". Rebelarse a Él es como para los viñadores homicidas, "perder la memoria del don" recibido por Dios, mientras "para recordar y no equivocarse en el camino" es importante "volver siempre a las raíces":
"¿Yo tengo memoria de las maravillas que el Señor ha hecho en mi vida? ¿Tengo memoria de los dones del Señor? ¿Yo soy capaz de abrir el corazón a los profetas, es decir al que me dice ‘esto no va, debes ir hacia allá; ve adelante, corre el riesgo'? Esto hacen los profetas... ¿Yo estoy abierto a eso o soy temeroso y prefiero encerrarme en la jaula de la ley? Y al final: ¿yo tengo esperanza en las promesas de Dios, como tuvo nuestro padre Abraham, que salió de su tierra sin saber a dónde iba, sólo porque esperaba en Dios? Nos hará bien hacernos estas tres preguntas...".

Mario Moronta, obispo de San Cristóbal (Venezuela)

José Manuel Vidal


“No hay que temer al referéndum revocatorio. Es un derecho y hay que respetarlo”
“La Iglesia no puede estar sólo de un lado: es madre para todos, especialmente de los pobres”
El obispo de San Cristóbal (Venezuela) Mario Moronta es uno de los prelados más prestigiados de Venezuela. Quizás porque siempre (también hoy) ha sido y sigue siendo obispo de todos, sin decantarse por bando alguno. En esta larga y sincera entrevista con RD, reconoce el “desabastecimiento”, pero lo achaca al “acaparamiento y a la especulación”, asegura que el “referéndum revocatorio es un derecho” y pide reconducir “el rencor y hasta el odio con sed de venganza” y hacerlo dsembocar en la paz y en la reconciliación. ··· Ver noticia 

Obama en Hiroshima, la desesperanza, la hipocresía, su arsenal atómico hoy


Cristóbal Orellana González, de Ecologistas en Acción-Andalucía y de la Red Antimilitarista y Noviolenta de Andalucía (R.A.N.A.)

El gobierno de Estados Unidos visita Vietnam y Japón… pero no pide perdón por lo sucedido en aquellas terribles guerras. Es decir, el gobierno de Estados Unidos lamenta lo ocurrido pero no lo ve como actos, pensamientos, estrategias criminales. ··· Ver noticia ···

Más allá de la amistad Pedro Serrano


De ella solo sé que se llama Ángela, que es afable y bonachona, que su hogar es un centro de discapacitados y que desde su nacimiento sus piernas son una silla de ruedas. Aparenta unos cincuenta años y la conozco de verla por el parque y comprando chuches en el quiosco de la esquina.
Hasta hace poco, Angela se movía sola por el barrio, pero ahora se ha echado una amiga. Una amiga de las de verdad, de las que sabes que nunca te fallarán. Se llama Piña y es una perrita vivaz e inteligente donde las haya. Piña no tiene pedigrí y Ángela tampoco, ni falta que les hace. ¿Qué importa el origen, la clase o la especie para que pueda surgir la amistad entre dos seres que se quieren?


La historia de Angela y Piña va más allá de la amistad. Cuando paso cerca de ellas me paro a observar como conversan animadamente. Sí, sí, no se lo creerán, pero les aseguro que conversan de verdad, y lo mejor de todo es que se entienden. Angela le dedica un sinfín de halagos y arrumacos y Piña siempre le contesta con cariñosos gruñidos y ladridos, mientras la mira a los ojos con arrobo.
Pero lo que más me conmueve, si cabe, de esta historia es que Piña no es propiedad de Angela, sino de una vecina que se la encontró abandonada y ahora se la presta para que le haga compañía. Tan fuerte debe ser el vínculo entre Angela y Piña que, según me han contado, cuando Angela no puede salir a la calle, pide a la dueña de Piña que le mande una foto del animal por whatsapp para consolarse.
. Valladolid

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Miércoles 8
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Jueves 9
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Día  11
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Día    12)
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Días  16
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Día 17 (viernes)
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domingo, 29 de mayo de 2016

LA PLENITUD HUMANA CONSISTE EN DARSE Escrito por Fray Marcos


Lc 9, 11-17
Es muy difícil no caer en la tentación de decir sobre la eucaristía lo políticamente correcto y dispensarnos de un verdadero análisis del sacramento más importante de nuestra fe. Son tantos los aspectos que habría que analizar, y tantas las desviaciones que hay que corregir, que solo el tener que planteármelo, me asusta. Hemos tergiversado hasta tal punto el mensaje original del evangelio, que lo hemos convertido en algo totalmente ineficaz para llevarnos a una verdadera vida espiritual. Para recuperar el sacramento debemos volver a la tradición. Lo malo es que para algunos acaba en Trento.
Lo último que se le hubiera ocurrido a Jesús, es pedir que los demás seres humanos se pusieran de rodillas ante él. Él sí se arrodilló ante sus discípulos para lavarles los pies; y al terminar esa tarea de esclavos, les dijo: “vosotros me llamáis el Maestro y el Señor. Pues si yo, el Maestro y el Señor os he lavado los pies, vosotros tenéis que hacer los mismo”. Esa lección nunca nos ha interesado. Es más cómodo convertirle en objeto de adoración, que imitarle en el servicio y la disponibilidad para con todos los hombres.
Hemos convertido la eucaristía en un rito puramente cultual. En la mayoría de los casos no es más que una pesada obligación que, si pudiéramos, nos quitaríamos de encima. Se ha convertido en una ceremonia rutinaria, que demuestra la falta absoluta de convicción y compromiso. La eucaristía era para las primeras comunidades el acto más subversivo que nos podamos imaginar. Los cristianos que la celebraban se sentían comprometidos a vivir lo que el sacramento significaba. Eran conscientes de que recordaban lo que Jesús había sido durante su vida y se comprometían a vivir como él vivió.
El mayor problema de este sacramento hoy, es que se ha desorbitado la importancia de aspectos secundarios (sacrificio, presencia, adoración) y se ha olvidado totalmente la esencia de la eucaristía, que es precisamente su aspecto sacramental. Con la palabreja “transustanciación” no decimos nada, porque la “sustancia” aristotélica es solo un concepto que no tiene correspondencia alguna en la realidad física. La eucaristía es un sacramento. Los sacramentos ni son ritos mágicos ni son milagros. Los sacramentos son la unión de un signo con una realidad significada.
El signo.- Lo que es un signo lo sabemos muy bien, porque toda la capacidad de comunicación, que los seres humanos hemos desplegado, se realiza a través de signos. Todas las formas de lenguaje no son más que una intrincada maraña de signos. Con esta estratagema hacemos presentes mentalmente las realidades que no están al alcance de nuestros sentidos. Ahora bien, todos los sonidos, todos los gestos, todos los grafismos, que sirven para comunicarnos, son convencionales, no se pueden inventar a capricho. Si me invento un signo que no dice nada a los demás, será solo un garabato.
El primer signo es el Pan partido y preparado para ser comido, es el signo de lo que fue Jesús toda su vida. La clave del signo no está en el pan como cosa, sino en el hecho de que está partido. El pan se parte para re-partirlo, y comerlo, es decir, el signo está en la disponibilidad de poder ser comido de inmediato. Jesús estuvo siempre preparado para que todo el que se acercara a él pudiera hacer suyo todo lo que él era. Se dejó partir, se dejó comer, se dejó asimilar; aunque esa actitud tuvo como consecuencia última que fuera aniquilado por los jefes oficiales de su religión. La posibilidad de morir por ser como era, fue asumida con la mayor naturalidad. Esto indica la calidad de su actitud vital.
El segundo signo es la sangre derramada. Es muy importante tomar conciencia de que para los judíos, la sangre era la vida misma. Si no tenemos esto en cuenta, se pierde el significado. Tenían prohibido tomar la sangre de los animales, porque como era la vida, pertenecía solo a Dios. Con esta perspectiva, la sangre está haciendo alusión a la vida de Jesús que estuvo siempre a disposición de los demás. No es la muerte la que nos salva, sino su vida humana que estuvo siempre disponible para todo el que lo necesitaba. El valor sacrificial que se le ha dado al sacramente no pertenece a lo esencial. Se trata de una connotación secundaria que no añade nada al verdadero significado del signo.
La realidad significada.- Se trata de una realidad trascendente, que está fuera del alcance de los sentidos. Si queremos hacerla presente, tenemos que utilizar los signos. Por eso tenemos necesidad de los sacramentos. Dios no los necesita, pero nosotros sí, porque no tenemos otra manera de acceder a esas realidades. Esas realidades son eternas y no se pueden ni crear ni destruir; ni traer ni llevar; ni poner ni quitar. Están siempre ahí. En lo que fue Jesús durante su vida, podemos descubrir esa realidad, la presencia de Dios como don. En el don total de sí mismo descubrimos a Dios que es Don absoluto y eterno.
El primero y principal objetivo al celebrar este sacramento, es tomar conciencia de la realidad divina en nosotros. Pero esa toma de conciencia tiene que llevarnos a vivir esa misma realidad como la vivió Jesús. Toda celebración que no alcance, aunque sea mínimamente, este objetivo, se convierte en completamente inútil. Celebrar la eucaristía pensando que me añadirá algo (gracia) automáticamente, sin exigirme la entrega al servicio de los demás, no es más que un autoengaño. Nos hemos conformado con realizar el signo sin tener en cuenta que un signo que no nos lleva a lo significado, es un garabato.
En la eucaristía se concentra todo el mensaje de Jesús, que es el AMOR. El Amor que es Dios manifestado en el don de sí mismo que hizo Jesús durante su vida. Esto soy yo: Don total, Amor total, sin límites. Al comer el pan y beber el vino consagrados, estoy completando el signo. Lo que quiere decir es que hago mía su vida y me comprometo a identificarme con lo que fue e hizo Jesús, y a ser y hacer yo lo mismo. El pan que me da la Vida no es el pan que como, sino el pan en que me convierto cuando me doy. Soy cristiano, no cuando “como a Jesús”, sino cuando me dejo comer, como hizo él.
El ser humano no tiene que liberar o salvar su "ego", a partir de ejercicios de piedad, que consigan de Dios mayor reconocimiento, sino liberarse del "ego" y tomar conciencia de que todo lo que cree ser, es artificial y anecdótica y que su verdadero ser está en lo que hay de Dios en él. Intentar potenciar el “yo”, aunque sea a través de ejercicios de devoción, es precisamente el camino opuesto al evangelio. Solo cuando hayamos descubierto nuestro verdadero ser, descubriremos la falsedad de nuestra religiosidad que solo pretende acrecentar el yo, y no solo aquí y ahora sino para siempre.
La comunión no tiene ningún valor si la desligamos del signo sacramental. El gesto de comer el pan y beber el vino consagrados es el signo de nuestra aceptación de lo que significa el sacramento. Comulgar significa el compromiso de hacer nuestro todo lo que ES Jesús. Significa que, como él, soy capaz de entregar mi vida por los demás, no muriendo, sino estando siempre disponible para todo aquel que me pueda necesitar. Es una pena que en estos días en que se celebran tantas primeras comuniones, hagamos pensar a los niños que lo importante es comulgar, sin hacerles ve que lo importante es celebrar la eucaristía en la que por primera vez, van a participar plenamente.
Todas las muestras de respeto hacia las especies consagradas están muy bien. Pero arrodillarse ante el Santísimo y seguir menospreciando o ignorando al prójimo, es un sarcasmo. Si en nuestra vida no reflejamos la actitud de Jesús, la celebración de la eucaristía seguirá siendo magia barata para tranquilizar nuestra conciencia. A Jesús hay que descubrirlo en todo aquel que espera algo de nosotros, en todo aquél a quien puedo ayudar a ser él mismo, sabiendo que esa es la única manera de llegar a ser yo mismo.