FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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jueves, 29 de octubre de 2020

La ONU expresa su ‘preocupación’ por la construcción de nuevas viviendas en asentamientos de Cisjordania ocupada

 palestinalibre

Palestina4

La ONU sigue “rogando” a Israel a no cometer violaciones e ilegalidades, llamados que nunca han sido oídos por los israelíes. La inacción de la ONU y la hipocresía de las potencias militares, solo otorgan luz verde a Israel para seguir con sus atrocidades.
El coordinador especial de Naciones Unidas para el Proceso de Paz en Oriente Próximo, Nickolay Mladenov, ha asegurado este lunes que la reanudación de la construcción de viviendas en asentamientos en Cisjordania por parte de Israel es “un motivo de gran preocupación”.
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La defensa de Rafael Vez presenta escrito de recusación “por irregularidades” contra la demanda del obispado de Cádiz de “suspensión temporal del ministerio sacerdotal”

 José Manuel Vidal

Religión Digital

Rafael Vez3

La diócesis acusa al sacerdote de haber actuado “contra la ley divina y la canónica”
También le acusa de “difamar” al ex ecónomo diocesano, Antonio Diufaín, con “insidias, injurias y calumnias vertidas en diversos medios de comunicación”
Rafael Rabasco, solicita al Tribunal eclesiástico del Obispado de Cádiz y Ceuta “la privación perpetua de los oficios de profesor del seminario y canónigo de la Catedral”
Se solicita, además, la pública retractación del sacerdote “con el deber de reparación pública y petición de perdón por el daño ocasionado”
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Una historia casi increíble

 BENJAMÍN FORCANO

Benjamín Forcano1

Una historia que invita a pensar y cambiar
La fuente de la moralidad nunca mana de la voluntad del que manda o prohíbe sino de la realidad misma.
En el tiempo que va de 1962 a 2020, hemos vivido en la Iglesia Católica situaciones y momentos en que las dos posturas –integrista y renovadora– eran de oposición radical. Ni pensar en un diálogo sereno que llevara a descubrir la parte de verdad de una y otra parte. El planteamiento era excluyente: o todo o nada, de un bando o de otro.

Creo que semejante hecho se da cuando se enfrentan personas y sectores bajo doctrinas de un mismo patrimonio histórico, pero en el que una de ellas se ha impuesto casi con predominio absoluto.

Es el hecho que precedió al concilio Vaticano II, con una tradición larga de oposición al mundo moderno y la más corta pero indomeñable de la necesidad de una renovación eclesial.
El peso de la autoridad fue decayendo y subiendo el de la autonomía de la razón y de las ciencias.

Pero, la cristiandad en general estaba modelada en el obedecer y no en el pensar.
Esta tensión compareció irremediable en el preconcilio y durante la celebración del mismo. Y unos la celebraban de una manera y otros de otra.
Pero, pese a la actitud reaccionaria de la Curia, el concilio logró avanzar mayoritariamente hacia el cambio y la renovación.
Sin embargo, al poco tiempo, los perdedores del concilio levantaron cabeza y reafirmaron el rumbo involucionista que, se quiera o no, prevaleció durante los 37 años de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. ¡El llamado y deplorado invierno eclesial!
La evocación de todo esto, acaso puede servir para entender lo que voy a contar.
Estamos en el año 2006.

Y a los que nos consideramos hijos del concilio Vaticano II, nos tocó poner a prueba nuestra fidelidad entre la tendencia oficial, la más visible y aplaudida, y la que con dificultad y en medio de incesantes controles y censuras seguía proponiendo el espíritu y pautas del concilio Vaticano II. El caso es el siguiente.

Una prestigiosa editorial me pidió colaborar en una colección particular con la preparación de un libro. El contenido del mismo aparecía bajo el título “10 palabras clave sobre temas de nuestro tiempo”.

Tal como se ve en la portada del libro, las palabras eran:

Paradigma
Ética
Interreligiones
Bioética
Sexualidad
Homosexualidad
Revolución
Laicidad
Izquierda
Profetismo

La editorial, propiedad de una congregación religiosa, puso en marcha el proceso de impresión. El religioso, que coordinaba el grupo de trabajo, me comentó que como pocas veces los empleados hablaban del libro, un tanto extrañados con admiración y entusiasmo.
Se congratuló conmigo por el interés que estaba suscitando y me auguraba una incitante y buena salida.

Tan pronto como lo tuvo impreso, me llamó para satisfacción y alegría mutuas.
Pasada una semana, volvió a llamarme, pero esta vez con tono preocupado y entristecido: —¡Ay Benjamín, no sé cómo comunicarte lo que ha ocurrido!
Le repuse enseguida: —No sufras, que ya sé lo que te pasa. (En ese tiempo era arzobispo de Navarra D. Fernando Sebastián, con el que de alguna manera la editorial quedaba relacionada y subordinada).

Continuó diciéndome el religioso: —Yo, como de costumbre, he dejado sobre una mesa en la sala de la Comunidad provincial, en la que vivo, un ejemplar de tu libro.
Uno de los consejeros nada más poner su vista y manos en la palabra homosexualidad, gritó: “Pero, dónde vais, esto nos va a armar un cirio, un gran problema”. Y de inmediato vino la orden de que la edición debía desaparecer, ser quemada o destruida como fuera.
El amigo religioso estaba desolado y no sabía cómo hacer para disculparse. Trataba de atemperar mi frustración y me propuso que yo podía disponer del libro para poder publicarlo en otra editorial, retirando lo pertinente a la suya.

Y, en eso quedamos, sin ninguna dificultad.
Les escribí una carta en tono y términos evangélicos y le rogué, eso sí, que me enviase algunos ejemplares, que me sirvieran de testimonio y testigo de lo ocurrido.
Me llegaron los libros. Visto todo, y atendiendo al contexto eclesial dominante, pensé que no habría editorial católica que se atreviera a publicar el libro y renuncié a hacerlo, aunque no del todo. Me limité a quitar el capítulo de la homosexualidad y suplirlo por otro –para mí mucho más peligroso– “Jesús y el poder, ayer y hoy”, y lo ofrecí a otra editorial, que sí lo publicó, bajo el título “Con la libertad del Evangelio”.
Como se ve, los tiempos oficiales de entonces, ya posconciliares, no apostaban por el cambio. La trama autoritaria de la Curia romana estaba bien fortalecida y quienes no hacían gala de pensar por cuenta propia y obrar con libertad, prestaban un plus de autoritarismo al que les venía de más arriba.

A este respecto, creo que puede enseñarnos algo recordar las palabras que mi profesor Bernard Häring me dijo cuando fui llamado a Roma para explicarme ante mi Gobierno General, por el proceso extraordinario que se me había abierto por mi libro Nueva Etica Sexual.
Tras casi una hora en qué mi profesor se explayó detallándome cómo lo habían maltratado y humillado, yo le dije: “Pues mire, Padre, el cardenal Ratzinger me comunica que mi libro ha perturbado a los fieles de la Iglesia”. Movido como por un resorte, se levantó y gritó: “Lui ha turbato la Chiesa entera”.

Llegó la hora de despedirnos, cariñosamente me acompañó hasta la calle y, abrazándome, me dijo: “Coraggio, Padre, Dio é grande, Ratzinger é piccolino”.
Puedo también ahora recordar las palabras que, en carta entrañable, me escribió luego: “Recuerdo con mucho gusto su visita y admiro el don de serenidad que ha recibido de Dios. He leído su libro. Ciertamente es expresión de gran sinceridad y también de gran amor a la Iglesia y de un gran esfuerzo para que la Iglesia muestre su verdadero rostro a imagen de Cristo misericordioso”.
Sus palabras me sirvieron mucho, porque un compañero de curso, sospecho que incitado por la autoridad, me llamó y trataba de persuadirme en tono áspero y violento: “Es la hora de obedecer, de aceptar la cruz, porque si no todo lo que has hecho en tu vida, no vale para nada”. Y me lo recalcó varias veces.

Concluyo este breve relato con unas palabras más del profesor que tanto me apoyó y que ha sido uno de los mejores moralistas de la Iglesia, perito del concilio y confesor de Papas.
“Los teólogos del Santo Oficio miran al pasado, encubren un concepto de Iglesia-Magisterio estático y ahistórico. No se acepta prácticamente que la Iglesia “encarnada” en el Santo Oficio pueda errar y tenga que aprender algo de los esfuerzos unidos de los teólogos y de los expertos en otras disciplinas. … No piensan en lo que se ha dicho durante el concilio Vaticano II, es decir, en el grave daño que se puede inferir a la credibilidad de la Iglesia”.

“¿Qué hacer? Sufrir con Cristo y por su Iglesia y también reclamar justicia y fórmulas más respetuosas para con el teólogo acusado… Repito, querido amigo: quien quiere servir a la Iglesia como teólogo, debe estar dispuesto a sufrir y también a progresar en el discernimiento con el Magisterio, con todo el pueblo de Dios y con la gran comunidad de los teólogos de todo el mundo”.

Domingo 1 de Noviembre, Fiesta de Todos los Santos – A (Mateo 5,1-12)

 José A. Pagola

LA FELICIDAD DE JESÚS

No es difícil dibujar el perfil de una persona feliz en la sociedad que conoció Jesús. Se trataría de un varón adulto y de buena salud, casado con una mujer honesta y fecunda, con hijos varones y unas tierras ricas, observante de la religión y respetado en su pueblo ¿Qué más se podía pedir?

Ciertamente no era este el ideal que animaba a Jesús. Sin esposa ni hijos, sin tierras ni bienes, recorriendo Galilea como un vagabundo, su vida no respondía a ningún tipo de felicidad convencional. Su manera de vivir era provocativa. Si era feliz, lo era de manera contracultural, a contrapelo de lo establecido.

En realidad, no pensaba mucho en su felicidad. Su vida giraba más bien en torno a un proyecto que le entusiasmaba y le hacía vivir intensamente. Lo llamaba «reino de Dios». Al parecer, era feliz cuando podía hacer felices a otros. Se sentía bien devolviendo a la gente la salud y la dignidad que se les había arrebatado injustamente.

No buscaba su propio interés. Vivía creando nuevas condiciones de felicidad para todos. No sabía ser feliz sin incluir a los otros. A todos proponía criterios nuevos, más libres y radicales, para hacer un mundo más digno y dichoso.

Creía en un «Dios feliz», el Dios creador que mira a todas sus criaturas con amor entrañable, el Dios amigo de la vida y no de la muerte, más atento al sufrimiento de las gentes que a sus pecados.

Desde la fe en ese Dios rompía los esquemas religiosos y sociales. No predicaba: «Felices los justos y piadosos, porque recibirán el premio de Dios». No decía: «Felices los ricos y poderosos, porque cuentan con su bendición». Su grito era desconcertante para todos: «Felices los pobres, porque Dios será su felicidad».

La invitación de Jesús viene a decir así: «No busquéis la felicidad en la satisfacción de vuestros intereses ni en la práctica interesada de vuestra religión. Sed felices trabajando de manera fiel y paciente por un mundo más feliz para todos».

Domingo 1 de Noviembre, 31ª del tiempo Ordinario: Todos los Santos

 Koinonía

Todos los santos

Se celebra hoy la Solemnidad de Todos los Santos. Qué bueno sería que no se redujera a lo que hemos solido llamar “mundo católico”, sino a un mundo verdaderamente «cat–hólico» (etimológicamente, según el todo, refiriéndonos al todo), o sea, «universal».
¿No querríamos celebrar en este día a todos los santos que están ya ante Dios? ¿Pues cómo vamos a limitarnos a pensar en «catálogo romano de los santos», de los «canonizados» por la Iglesia católica romana, en esa práctica llevada a cabo sólo desde el siglo XI, de «inscribir» oficialmente a los santos particulares de esa Iglesia, en su libro «Santoral Romano»? ¿Será que quienes figuran oficialmente inscritos durante 9 siglos en esta sola Iglesia son «todos los santos» que están delante de Dios… o tal vez serán sólo una insignificante minoría de entre todos ellos?
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Redefinamos la felicidad - Todos los Santos, Ciclo A

MAR ADENTRO


col salome 2

FE ADULTA

Presentación de A.V.N:

Presentación de Lenin V. Cárdenas

Cuando los días se nublan,
sé que me cuesta confiar.
Si la soledad me abruma,
no sé hacia donde caminar.
Muéstrame el modo de continuar.
Nómbrame, llévame rumbo al mar.

CONTIGO REMARÉ
Y MAR ADENTRO IRÉ,
Y AUNQUE MIS REDES
NO TENGAN PECES,
CONTIGO ESPERARÉ.
VENDRÁ EL AMANECER,
LA LUZ VENDRÁ CON ÉL,
SÉ QUE SI BUSCO
AÚN MÁS PROFUNDO,
EN MÍ TE ENCONTRARÉ
SIEMPRE ESPERÁNDOME
SIEMPRE ESPERÁNDOME (bis)

SIEMPRE ESPERÁNDOME
SIEMPRE QUERIÉNDOME

 

Salomé Arricibita

 

 

Para descargar la canción pinche el siguiente enlace: Mar_adentro.mp3 y dele al botón derecho del ratón y guardar como...

¿POR QUÉ FRANCISCO NO HACE CAMBIOS RADICALES EN LA IGLESIA?

RELIGIÓN DIGITAL

col pons

El Papa Jorge Mario Bergoglio venido del Nuevo Mundo, y el primer jesuita de la historia que ha llegado a Papa, recoge y merece elogios de muchos y recibe piropos de todas partes.

Dicen de él, por ejemplo, que “en estos momentos en que faltaba un líder mundial, él aparece como su líder” (Arzobispo, R. Blásquez); “con “Fratelli Tutti” mis sueños están cumplidos” (obispo, N. Castellanos); “déjense estimular por las propuestas del Papa” (obispo, Víctor Fernández a los empresarios); “el Papa reivindica un mayor protagonismo a las mujeres” (J. Bastante); “la Casa del Papa para los refugiados ya está en Roma” (Villa Serena); “Francisco ha inaugurado una primavera eclesial” (José Manuel Vidal).

Y así toda una retahíla de alabanzas, apologías y aplausos caen diariamente, y desde muchos ángulos del mundo, sobre este hombre modesto, sin blanca, escaso de salud, moderado en su hablar, siempre sobrecargado de tarea, siempre abocado a los demás, de paso apocado.

Pero, en todas las acciones, procesos y maniobras que llevamos a cabo los humanos, siempre hay, por desgracia o por suerte, quien añada a los hechos su visión y su punto de vista. Claro que también en esa operación pueden salir sandeces, intrigas y torpezas, que nosotros rechazamos por vocación.

Por tanto, intentamos escribir nítidamente, amigablemente, aunque con ese sol como reluce por todas partes, parezca que queremos prender fuego por doquier. Nada de eso. Y vamos al grano. No falta quien pida al Papa que, por favor, acelérela marcha y apresure el paso que el tiempo vuela y el mundo es grande y hay mucho para otear, indagar, descubrir, predicar, deshacer y rehacer, formar y conformar. Que a paso de buey muy poco se adelanta y eso resulta ser “un quiero y no puedo”. Así los mansos, si así podemos llamarlos, alaban que “al peligro se vaya con tiento y no menos con tiempo” y que cada dos por tres se tenga que chillar y gritonear “Agárrense, que viene curva”

¿Es que siete años de mando no son suficientes para haber consultado con la almohada tantos reveses, tanta corrupción, tantos desmanes, tanto daño y tantísimo para cambiar. ¿Será porque “a la olla que hierve, ninguna mosca se atreve”? ¿Quién es el valiente que da el primer paso, que acalla al cercano enemigo que saca metralla y defiende el castillo a batir? “Las cosas de palacio van despacio” –arguye el que manda en la operación, pero le contestan los inquietos compañeros: cierto que “oír, ver y callar es cosa de obrar y alabar”, pero ¿“ver las orejas al lobo es cosa también de obrar y alabar”?

¿Es que el Papa no oye el quejido que desde todas partes claman las mujeres pidiendo más poder y responsabilidades dentro de la Iglesia? ¿No hay numerosos obispos en la vieja Europa, en la cristiana América Latina, en las nuevas cristiandades de África y Asia que piden a gritos que no disponen de ministros que guarden el redil y lo alimenten con el pan de vida eterna a través de los sacramentos del Bautismo, Penitencia, Eucaristía, Confirmación, Extremaunción, Orden Sacerdotal y Matrimonio?

¿Es que Francisco no ha visitado medio mundo y ha visto con sus propios ojos que los grandes seminarios que muchas diócesis de la cristiandad edificaron a base de sacrificios inmensos de los fieles, al cabo de 50 años de edificados están totalmente vacíos y los que funcionan se dedican ahora a otros menesteres que no son propiamente aquellos a los que querían quienes, con tanto celo y esperanza, contribuyeron a su edificación? Y ¿que a la vez en estos últimos 50 años han dejado el sacerdocio promesas grandes un tiempo para el porvenir de la Iglesia y sus Misiones? Muchos o no pocos de estos exsacerdotes volverían al ministerio dejado si se les admitiera en las condiciones en que se encuentran con esposa e hijos, pero también con su semilla de una fe firme y no muerta y su vocación apostólica, no mermada. A ellos se unirían un alud de hombres casados –ahora ya tal vez diáconos- que en este momento sostienen la Iglesia con una donación digna de encomio, pero faltos de medios y de una filiación más notoria, legal y clara, recibida del Papa o sus obispos.

Sabemos que todos esos cambios, tan radicales en la Iglesia, son rabiosamente rechazados por un sector no pequeño de obispos y sacerdotes (“¿quién es tu enemigo, el de tu oficio!), que prefieren ver el estado tan deprimente que vive la Iglesia en esta tercera década del siglo XXI, esperando sin duda que volverán aquellos tiempos en que cada diócesis, cada año, un grupo de diez o más jóvenes recibían el sacramento de la Ordenación Sacerdotal y se destinaban a que cada ciudad o pueblo, por pequeño que fuera, tuviera su Párroco y sus Vicarios que necesitaba.

Pero, hay otro sector que abandera la promoción del sacerdocio para la mujer dentro de la Iglesia, ejerciendo el poder y responsabilidades y oficio que hasta ahora ha mantenido sólo el varón.

Con elemento femenino en la Iglesia, entraría en ella un nuevo estilo de ser y de actuar: un ser y una actuación más maternal, más cercana, más fina. La mujer es más intuitiva, más diestra, más hábil y observadora en las cosas, más afín a su estado como mujer. De cosas del pueblo, de la Parroquia, “sabe más que Lepe”. El hombre es, por ser varón, ¿más inteligente que la mujer? Falta probarlo. Ella, eso sí, es más certera cuando escudriña y sopesa y ha de describir la familia, la niñez, la juventud, la política, la religión, el matrimonio, la sociedad….

El gran problema que mantiene hoy la Iglesia con la mujer es que la Iglesia con la mujer sería otra Iglesia y hacer la intentona de abrir esa puerta, sería creer uno que con eso se agarra a un clavo ardiendo y que después tal vez podría pasar las de Caín.

Para otros, constituiría poner una pica en Flandes, una victoria total, un pensar en que, si Dios da la llaga, da también la medicina; lo que está de Dios, a la mano se viene; sólo Dios acierta a reglar con regla tuerta; que venga Dios y lo vea; Casa de Dios, casa de “todos”.

Para otros, lo mejor es aplazar, dejar el problema para el siguiente. Y este siguiente se romperá la cabeza con las mismas dudas e interrogantes. Y así van a pasar años, tal vez siglos. Y todo sucederá porque se seguirá pensando que ellos mismos se bastan y que con la compañía de la mujer la Iglesia está más cerca de provocar escándalos que de recibir con ello una compensación, una ayuda, una renovación.

He aquí el ensayo, el programa, la teoría que siempre ha defendido un sector de la Iglesia, capitaneado por grandes santos y doctores de la Iglesia.

Mientras no se vea clarísimo que los beneficios de la admisión de la mujer en la Iglesia pesan más que los inconvenientes que pueda traer ella, se mantendrá vivo el interrogante y la puerta estará cerrada a esa abertura de la Iglesia a un hecho de tal naturaleza.

Mientras tanto, la Iglesia irá languideciendo, desapareciendo y quedando sólo en el centro de cada ciudad, cada pueblo, como monumento histórico, memoria de piedra del pasado.

“No hay atajo sin trabajo” –le decimos al Papa Francisco. Y también “asiento en alto, temor y sobresalto”. Es lo que sin duda acapara el Papa Francisco ante esa obra ingente y gigante que le espera a él y no poco al que le pueda suceder en el cargo.

Las leyes las imponemos nosotros, pero nuestra naturaleza, nuestro destino –como estamos viendo con la COVID-19– destruye las normas, planes y deseos de los hombres y nos invita a ver caminos nunca imaginados y que tal vez habíamos tenido en menos y despreciables y despreciados.

Padre Bergoglio: “Al mejor cazador se le escapa la liebre”. No vaya a ser Vd. ese cazador que, siendo Vd. tan ducho, experto y asendereado en la materia, la liebre se le pueda escabullir…

POST DATA- Sepa el Papa Francisco que ha escrito estas líneas un jesuita, que, como teólogo, entró en la provincia jesuítica de Argentina, mientras él entraba de novicio en la misma Provincia al cabo de dos semanas, allá en febrero y Marzo de 1958. No nos conocimos personalmente porque él se incorporó al noviciado de la ciudad argentina de Córdoba y yo entré en el Colegio Máximo de San Miguel de Buenos Aires, donde permanecí tres años. Valga esta coincidencia, como signo de la empatía que yo me aplico con el Papa Bergoglio y que espero él tenga también conmigo. Gracias.

PAPA FRANCISCO E INTEGRACIÓN DE MIGRANTES

FE ADULTA

col ferret

Es verdad que lo ideal sería evitar las migraciones innecesarias y para ello el camino es crear en los países de origen la posibilidad efectiva de vivir y de crecer con dignidad, de manera que se puedan encontrar allí mismo las condiciones para el propio desarrollo integral. Pero mientras no haya serios avances en esta línea, nos corresponde respetar el derecho de todo ser humano de encontrar un lugar donde pueda no solamente satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, sino también realizarse integralmente como persona.

Esto implica algunas respuestas indispensables, sobre todo frente a los que escapan de graves crisis humanitarias. Por ejemplo:

Incrementar y simplificar la concesión de visados, adoptar programas de patrocinio privado y comunitario, abrir corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables, ofrecer un alojamiento adecuado y decoroso, garantizar la seguridad personal y el acceso a los servicios básicos, asegurar una adecuada asistencia consular, el derecho a tener siempre consigo los documentos personales de identidad, un acceso equitativo a la justicia, la posibilidad de abrir cuentas bancarias y la garantía de lo básico para la subsistencia vital, darles libertad de movimiento y la posibilidad de trabajar, proteger a los menores de edad y asegurarles el acceso regular a la educación, prever programas de custodia temporal o de acogida, garantizar la libertad religiosa, promover su inserción social, favorecer la reagrupación familiar y preparar a las comunidades locales para los procesos integrativos. (Texto que el papa extrae de una declaración de los obispos norteamericanos y los mexicanos.)

Para quienes ya hace tiempo que han llegado y participan del tejido social, es importante aplicar el concepto de “ciudadanía”, que «se basa en la igualdad de derechos y deberes bajo cuya protección todos disfrutan de la justicia. Por esta razón, es necesario comprometernos para establecer en nuestra sociedad el concepto de plena ciudadanía y renunciar al uso discriminatorio de la palabra minorías, que trae consigo las semillas de sentirse aislado e inferior, y prepara el terreno para la hostilidad y la discordia y quita los logros y los derechos religiosos y civiles de algunos ciudadanos al discriminarlos».

Retomo ejemplos que mencioné tiempo atrás: «La cultura de los latinos es un fermento de valores y posibilidades que puede hacer mucho bien a los Estados Unidos. […] Una fuerte inmigración siempre termina marcando y transformando la cultura de un lugar. En la Argentina, la fuerte inmigración italiana ha marcado la cultura de la sociedad, y en el estilo cultural de Buenos Aires se nota mucho la presencia de alrededor de 200.000 judíos. Los inmigrantes, si se los ayuda a integrarse, son una bendición, una riqueza y un nuevo don que invita a una sociedad a crecer».

Los nacionalismos cerrados expresan en definitiva esta incapacidad de gratuidad, el error de creer que pueden desarrollarse al margen de la ruina de los demás y que, cerrándose al resto, estarán más protegidos. El inmigrante es visto como un usurpador, que no ofrece nada. Así, se llega a pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o inútiles y que los poderosos son generosos benefactores. Solo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro.

 

miércoles, 28 de octubre de 2020

Homosexualidad y doctrina

 Gabriel María Otalora

Gays

El Papa Francisco ha vuelto a alborotar las conciencias con su apoyo a las uniones gays. Su declaración en el documental Francesco, estrenado esta misma semana en el Festival de Cine de Roma, ha sido: “Los homosexuales son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Lo que tenemos que hacer es crear una ley de uniones civiles. Así están cubiertos legalmente. Yo apoyé eso”, cierro comillas. Aunque no se haya referido al matrimonio homosexual, es un paso humanitario -y cristiano- que nunca había sido tan claro en un Papa apoyando a leyes que amparen la unión civil entre personas del mismo sexo y menos aún con una referencia explícita a la familia, hasta ahora tabú para la institución eclesial católica referida al colectivo homosexual.

Lo que algunos recuerdan es que esta declaración de Francisco ya la realizó en 2019 para la televisión mexicana, pero fue eliminada la referencia a favor de las uniones civiles entre homosexuales para preservar sus derechos, señalando Bergoglio incluso la necesidad de una “ley de convivencia civil”. Ya como Papa, la primera vez que habló de ello fue en un el vuelo de vuelta de Brasil, en 2013. Entonces dijo que “Si una persona es gay, busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?”

Y si rebuscamos el antecedente más lejano lo encontramos cuando Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires; entonces se mostró a favor de una ley que regulase las uniones gays en una votación celebrada por la Conferencia Episcopal Argentina. El actual Papa entendía ya entonces que debían respetarse los derechos básicos para cualquier persona, incluidos los gays, por pura justicia civil. Lo cierto es que perdió la votación.

Los que no entienden la posición de Jesús con los excluidos se han escandalizado porque lo dicho ahora por el Papa lo entienden como un ataque a la doctrina oficial católica respecto a las uniones civiles entre personas del mismo sexo. Siguen aferrados a lo que se estableció en 2003 durante el pontificado de Juan Pablo II en un documento de mira estrecha de la Congregación para la Doctrina de la Fe (Joseph Ratzinger) en el que se decía que el respeto por las personas homosexuales no puede conducir a la aprobación de la conducta homosexual o en el reconocimiento legal de las uniones homosexuales.

¿Cómo es posible que alguien que sienta amor sincero por otra persona sea condenado por ello? Cualquier unión basada en la fidelidad del amor, gratuita y comprometida, viene de Dios si creemos que Dios es amor ¿Quién tiene derecho a condenar y prohibirles los sacramentos a los gays? Lo importante no es ser heterosexual, transexual u homosexual; lo esencial es la honestidad del corazón y la entrega amorosa, honesta y comprometida. Y porque entienden lo esencial, hay tantos gays seguidores de Cristo.

La doctrina sigue siendo fundamental, pero la caridad es todavía más importante al ser la actitud sobre la que pivota el mensaje del evangelio. Ni la fe ni la esperanza sobrevivirán (mucho menos las doctrinas), solo quedará el amor, nos dice san Pablo. Se ha utilizado demasiadas veces la fe como vara de medir en condenas tremendas, para luego pedir perdón. En alguna otra ocasión escribí que, dada la fortaleza del dicasterio de la Inquisición actual, guardiana de la doctrina, sería conveniente la creación de otro dicasterio paralelo al que podríamos llamar Congregación para la Práctica de la Caridad, con el objetivo de iluminar a tantos profesionales de la condena, de la falta de ejemplo y de misericordia.

La ortodoxia sigue ocupando más desvelos que la ortopraxis. Quizá por ello, todavía hoy mantenemos un modelo eclesiástico jerárquico, clericalista y de corte imperial, burocratizado y bastante asfixiante con el que tiene que lidiar el Papa cada día. El católico Morris West lo decía muy claro en boca de un cardenal en su novela Lázaro: “La Curia y la jerarquía por igual, somos los productos casi perfectos de nuestro sistema romano. Jamás lo combatimos. Recorrimos con él cada paso del camino. Y en algún lugar del camino, creo que cerca del principio, perdimos el sencillo arte de amar”.

¿No es hora ya de centrarlo todo en el amor y ver al colectivo homosexual por su corazón y no por su condición? Es lo que hizo Jesús ante cualquier excluido por los experto en doctrina religiosa aunque para ello tuviese que mantener un durísimo pulso con los hipócritas.

Francisco: “Sueño una Europa sanamente laica, donde Dios y el César sean distintos pero no contrapuestos”

 Religión Digital

papa49

“Han terminado los tiempos de los confesionalismos, pero también el del laicismo que cierra la puerta a Dios”
El Papa lanza sus “sueños” para el Viejo Continente, e invita a los cristianos a “despertar la conciencia de Europa” y a “comprometerse con valentía y determinación a ofrecer su colaboración en cada ámbito donde viven y trabajan”, en una carta al cardenal Parolin
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AÑO DE LA BIBLIA (NOVIEMBRE). LIBROS SAPIENCIALES (I)

FE ADULTA

col haya

Introducción

Los temas sapienciales, como los poéticos, están dispersos en los libros de la Ley y en los Profetas, pero de manera específica se encuentran en el  tercer grupo del canon hebreo denominado Escritos. La clasificación de los libros de este tercer grupo es más discrecional; nosotros hemos adoptado la clasificación como históricos, poéticos, y sapienciales, y hemos incluido en este último Proverbios, Eclesiastés, Job, Eclesiástico, y Sabiduría.

No es fácil definir en qué consiste la sabiduría, pero todos entendemos que se trata de una reflexión sobre los grandes problemas humanos (sabiduría teórica) o de una apreciación sensata sobre nuestro comportamiento diario (sabiduría popular).

La sabiduría de Israel se desarrolló en el ambiente de la sabiduría babilónica, egipcia, siropalestina, y griega. Algunos de sus escritos consideran la sabiduría como un don de Dios, incluso como una manifestación del mismo Dios, pero siempre expresada como una reflexión propia, a diferencia de los profetas que consideraban su predicación como “oráculo del Señor”. Veremos también que algunos de estos escritos sapienciales son reflexiones basadas en la experiencia humana sin referencia a ninguna ley divina ni a ningún don especial de Dios, porque las reflexiones de una conciencia honrada ya son un don de Dios: “Toda sabiduría viene del Señor” (Eclesiástico 1,1).

En una teología no-teísta, sin un Dios que hable con Moisés y escriba sus mandamientos en una tabla, ¿qué diferencia hay entre un profeta, un salmista, y un sabio? Creo que la diferencia está más en la expresión que en la intuición de donde brota. El profeta interpreta esa intuición como una comunicación de Dios y habla como su portavoz; el salmista la interpreta como sentimiento personal o colectivo; el sabio, como fruto de su experiencia en la vida. Esa sabiduría, esa intuición, ¿es humana o divina? Es una manifestación del espíritu, que es a la vez humano y divino, porque el espíritu es una participación de Dios.

Sicre encuadra la sabiduría israelita en tres etapas: A) Desde los orígenes hasta el siglo VI. B) La  crisis de los siglos V – III. C) Etapa final III a. C. hasta I d. C.

Evolución de la sabiduría de Israel

A) Desde los orígenes hasta el siglo VI

Salomón (s. X) es el gran referente de la sabiduría israelí, a él se le atribuyen los libros posteriores. La etapa de esplendor que vivió Israel, y los contactos con la cultura egipcia y siropalestina suponen para el pueblo la época cumbre de su historia. Tenemos abundantes testimonios sobre Salomón en el Libro de los Reyes; su sabiduría es un don de Dios, gobierna con justicia, tiene amplios conocimientos, y emprende la construcción del Templo.

Proverbios c. 10 a 31. Tratamos ahora de los capítulos 10 a 31, que son el texto original de este libro, y dejamos para su época los capítulo 1 – 9 que fueron añadidos hacia el siglo IV a. C.

Estos capítulos son  el primer texto sapiencial escrito, aunque se pueden encontrar diversos pasajes de sabiduría desde el Génesis hasta los libros históricos y los profetas. Su título en el texto hebreo es Proverbios de Salomón, y en la Vulgata Libro de los Proverbios.  

Este libro es una recopilación de dichos populares, refranes, sentencias, aforismos, enigmas, poemas o instrucciones, de muy diverso origen, reunidos y amparados en el prestigio del rey Salomón. No trata de grandes cuestiones teológicas, aunque en el fondo está el convencimiento de que existe un orden en la creación que el sabio ha de investigar, pero que se manifiesta también en la sensatez y la sabiduría popular. Este orden de la creación debe ser respetado por todos para mantener el orden social, la ética, y las buenas costumbres ciudadanas.

Se recogen aquí cuatro colecciones de dichos procedentes de los siglos VIII al V a. C. La primera (10,1 - 22,16) está atribuida a Salomón y trata de la conducta personal y familiar, el orden social y las riquezas: “Quien acepta la corrección camina a la vida / quien desprecia la corrección se extravía”; “El ser humano proyecta su camino / pero es el Señor quien dirige sus pasos”; “La mujer sabia edifica su casa / la necia la arruina con sus manos”.

La segunda (22,17 – 24,34) recoge dichos de otros sabios sobre la justicia, la prudencia, los buenos modales, las instrucciones paternas, y la embriaguez: “Escucha a tu padre que él te engendró / y no desprecies a tu madre, aunque envejezca”.

La tercera (25 – 29) está atribuida a “nuevos proverbios de Salomón, recopilados por los hombres de Ezequías, rey de Judá”: “Es gloria de Dios ocultar cosas / es gloria de reyes investigarlas”; “El hierro se aguza con hierro; / la persona, en contacto con su prójimo”.

La cuarta (30 – 31-9)  recoge dichos atribuidos a dos sabios no israelitas. Agur trata del escéptico y del creyente “No he aprendido sabiduría / no conozco la ciencia santa. ¿Quién subió hasta el cielo y luego bajó?”. Lemuel, rey de Masá transmite “Palabras... que le enseñó su madre”, “¿Qué decirte, hijo mío / hijo de mis entrañas, / hijo de mis promesas? / Que no entregues tu energía a las mujeres, / ni tu vigor a las que pierden a reyes”.

El libro termina con la descripción de la mujer ideal (31,10-31) que ha servido durante muchos siglos como modelo de la mujer cristiana.

B) La Crisis de la idea de Dios. Siglo V–III

A finales del siglo VI, con el decreto de Ciro, Israel vuelve  de la cautividad en Babilonia e inicia  la restauración del Segundo Templo de Jerusalén; pero la experiencia de la destrucción del Templo y de la nueva esclavitud había socavado su ciega confianza en la alianza con Dios, que ellos habían entendido como incondicional e infalible.

Esta situación, junto con el contacto de una cultura superior como la griega, provocó un ambiente de escepticismo y un replanteamiento de sus relaciones con Dios, especialmente referido al problema del mal, que ya no podía explicarse como castigo por los pecados, porque también afectaba, tanto o más, a los justos y a todo el pueblo. 

Eclesiastés, tambien conocido como Qohélet, El Predicador (Ecl) s. IV–III a. C.

Aunque el libro es atribuido a Salomón, el autor es un “hombre de la asamblea” (eclesiastés), que confronta su sabiduría con su experiencia de la vida, y escribe una especie de diario en el que se muestra serenamente desengañado, pero mantiene su fe a pesar de la crisis de los valores tradicionales.

Su reflexión no parte del dolor como Job, pero sí del hastío incluso de una vida holgada: “Entonces reflexioné sobre todas mis obras y sobre la fatiga que me habían costado, y concluí que todo era ilusión y vano afán, pues no se saca ninguna ganancia bajo el sol… Así que quedé decepcionado de todo mi trabajo y fatiga bajo el sol” (2,1-20).

Tampoco llega a una solución religiosa como Job, sino a una solución práctica mediante el disfrute de los placeres sencillos: “Así que yo recomiendo la alegría, porque no hay más felicidad para el ser humano bajo el sol que comer, beber y disfrutar, pues eso le acompañará en sus fatigas durante los días que Dios le conceda vivir bajo el sol” (8,15). 

Los comentaristas se preguntan por qué este libro está en el canon hebreo y cristiano. El autor se presenta como hijo de David (1,1) y concluye recomendando el temor de Dios y la observancia de los mandamientos (12,9-14), aunque este texto parece añadido por el editor del libro. Habla de Dios, pero es un Dios distante poco implicado en la historia de los mortales. Su principal mérito puede estar en que se plantea los problemas con honradez intelectual, sin acudir a las falsas soluciones piadosas, “sigue creyendo en Dios a pesar de las desilusiones de la vida” (Sicre), y “en él la sabiduría se apea, llega al borde del fracaso; así encuentra su límite y se salva” (Schökel).

Libro de Job  IV – III a. C.

Este libro es una especie de novela de tesis sobre las relaciones de Dios con el ser humano y especialmente sobre el tema del mal que afecta a los justos, y en mayor medida que a los pecadores. Su autor vivió después del destierro, conoce perfectamente los Salmos y los libros de los profetas, tiene experiencia de la vida, y examina sus creencias con gran honradez intelectual.

Tiene como protagonista a Job, un personaje legendario, ”justo, honrado, respetuso de Dios, y apartado del mal”, que vive en un país extranjero. Este personaje ha quedado como ejemplo en la tradición israelita, en la cristiana (Santiago 5,11), y en el Corán.

Está estructurado en dos planos, uno espiritual de diálogo entre Dios y Satán sobre la fidelidad de Job, que Satán cree meramente interesada  y propone enviarle desgracias para comprobar si mantiene su fidelidad (1,6-9). El segundo plano se juega en la tierra entre las quejas de Job por sus sufrimientos, “Maldito el día en que nací,  y la noche que anunció: ha nacido un varón... ¿Por qué no morí en las entrañas… ahora descansaría en paz...con esos reyes que se hacen construir mausoleos… Allí acaba la agitación de los canallas...” (3,1-26)  y del sufrimiento de muchos justos que sufren como él más desgracias que los malvados que no respetan a Dios ni los derechos de sus conciudadanos. A estas quejas responden los diálogos de los tres amigos que le apremian a indagar algún mal oculto que haya cometido para que se arrepienta y Dios cese en el castigo que le envía (capítulos 4-37).

Ante la enseñanza tradicional, de que Dios premia a los buenos y castiga a los malos, Job se rebela y plantea con crudeza la realidad “¿Por qué siguen vivos los malvados  y al envejecer se hacen más ricos?…. ¿Me queréis  consolar con vaciedades? Vuestras respuestas son puro engaño” (21,17-34). (Algunos, hoy, dicen lo mismo).

Finalmente Dios se manifiesta a Job (38-41), y le hace ver la incapacidad del hombre para comprender su modo de actuar. Esta visión le transforma y “Job respondió al Señor: reconozco que lo puedes todo, y ningún plan es irrealizable para ti; yo, el que empañó tus designios con palabras sin sentido, hablé de grandezas que no entendía, de maravillas que superan mi comprensión… te conocía sólo de oídas, ahora te han visto mis ojos; por eso me retracto y me arrepiento echándome polvo y ceniza”. (42,1-6).

Los discursos académicos de pretendido consuelo que le hacen sus tres amigos pueden resultar tediosos, pero conviene hacerse una idea de ellos porque siguen aplicándose después de 25 siglos, y nos invitan a indagar una imagen de Dios más realista y sincera. Tenemos que integrar la experiencia del dolor y de la muerte con el despliegue de la vida y el misterio de Dios amor.

Probablemente su solución final no satisfaga a muchos, porque apela a una experiencia personal de Dios que cambia nuestras rutinarias respuestas, e invita a la aceptación de su proyecto. Con la mera razón discursiva no se encuentra una explicación concluyente (“La imposible Teodicea” de Juan Antonio Estrada); es necesario sentir la experiencia de la justicia y del amor, la experiencia de Dios, como nos dice el autor del libro de Job.

Vídeos de la Escuela de Formación en Fe Adulta (EFFA) 

José Luis Sicre: Libros poéticos y sapienciales. El profesor Sicre hace un comentario general a los conceptos de sabio y sabiduría y glosa algunos libros con más detalle, como por ejemplo el libro de Job y el Eclesiastés o también llamado Cohelet.

Bibliografía

José Luis Sicre: “Introducción al Antiguo Testamento”. Ed Verbo Divino, 2016. c.  21 El fenómeno sapiencial.

Xabier Pikaza: “Ciudad Biblia. Una guía para adentrarse, perderse y encontrarse en los libros bíblicos”. Ed verbo divino 2019. Antiguo Testamento 5 Libros sapienciales.

John Shelby Spong, obispo anglicano: “Orígenes de la Biblia”, c. 23 y 26. Traducción digital facilitada por: Asociación Marcel Légaut, http://marcellegaut.org – http://johnshelbyspong.es

Luis Alonso Schökel: Nueva Biblia española. Ed Cristiandad 1975. Introducción a cada uno de estos libros.

Biblia Traducción Interconfesional (BTI). Ed Biblioteca de Autores cristianos, Editorial verbo divino, Sociedades Bíblicas Unidas, 2008. Introducción a cada uno de estos libros tanto de los pertenencientes al canon hebreo como de los deuterocanónicos.

ES EVIDENTE QUE LAS PALABRAS DEL PAPA NO IBAN DIRIGIDAS A SÁNCHEZ, SINO A LOS DEL 'COLOR' MÁS CATÓLICO, QUE SON LOS QUE MÁS DEBERÍAN ESCUCHARLE

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col pikaza

 

Gran parte de la prensa ha dicho que Francisco habló contra los peligros del nacionalismo y de las ideologías en general. Muchos han añadido que su discurso iba en contra del presidente Sánchez y de su política anti‒clerical. Pero quien lo lea o escuche verá que el Papa insiste en el riesgo de un nacional socialismo xenófobo como el alemán del 1933 (con Hitler), utilizando para ellos las palabras de un analista italiano, judío y comunista. Posiblemente, el Papa puede evocar algunos movimientos de “izquierda”, pero sólo condena en directo un tipo de nacional‒socialismo de derecha comparándolo al nazismo alemán del 1933.

Primera parte. País, nación y patria

La primera parte del discurso de Francisco resulta a mi entender sencilla (alguien diría algo simple) y quizá reiterativa, con argumentos que él viene utilizando desde el tiempo en que era arzobispo de Buenos Aires, quizá  un poco “peronista”. Tres son a su juicio los canales o caminos de la buena política:

‒ Hacer progresar el país

‒ Consolidar la nación

‒ Hacer crecer la patria

Éste es un buen programa, pero, formulado así, en general, no me emociona, ni me parece central en momentos como el nuestro (tal como vengo mostrando estos días en las “postales” de RD, dedicadas a Fratelli tutti, en la línea Economía y religión. No podéis servir a Dios y el Dinero, Sal Terrae, Santander 2019)

No parece clara la terminología (país, nación, patria…), pues no es fácil precisar el sentido de esos tres “conceptos”, a no ser quizá el de “país”. Hay naciones y naciones, unas más claras, otras más turbias y complejas; unas más naturales y abiertas, otras más impositivas… Lo mismo sucede con las patrias… Gracias a Dios, en sus grandes documentos, el Papa Francisco no utiliza ya de este modo general esos conceptos… Así, por ejemplo, en el Sínodo de la Amazonía, donde el sentido y vivencia de nación y patria es distinto para las comunidades autóctonas y para los estados fácticos (de tipo colonial).

No entiendo por qué es bueno sin más “consolidar un tipo de nación” y no otro; tampoco entiendo bien qué significa construir un tipo de patria: ¿La patria china sobre el Turkestán? ¿La patria yanqui sobre las reservas indígenas…? Quizá es bueno que el Papa haya empezado así, para ir entreteniendo el discurso, pero algunas de sus razones me parecen más propias de un peronista argentino contrario a la dictaduras de los militares de 1970‒1980 que a la Iglesia y sociedad actual, después de las “encíclicas” de Benedicto XVI (con Spe Salvi), y de las suyas propias.

Pero pronto vemos que éste análisis de país‒nación‒patria no ha querido ser el centro del discurso de Francisco, pues en esa primera parte él se ha limitado a decir cosas generales que habíamos leído ya en sus escritos anteriores (antes de ser Papa), pero sus argumentos no encajan bien con Laudato si, ni con Fratelli Tutti, ni con Evangelii Gaudium

Segunda parte. El riesgo de la ideología del nacional socialismo

De pronto, en la segunda parte de su discurso, el Papa se opone a la “ideología” de aquellos que quieren “armar una patria a su cabeza”, identificándola con la “idea” que ellos han inventado (en contra de la verdadera patria). Una vez aquí se podría esperar que el Papa va a oponerse, casi por equidistancia, a las “falsas” patrias “mentales” de los movimientos de izquierda y de los de derecha (permítase ese lenguaje). Pero, de un modo sorprendente, Francisco omite el “riesgo” de los posibles movimientos de “izquierda” para oponerse sólo a los de la derecha, citando y poniendo como ejemplo un libro de S. Gingsberg (Sindrome 1933, Feltrinelli, 2018), comunista italiano, de origen judío.

El Papa dice en un “aparte” que la embajadora de España ante la Santa Sede debe conocer el libro y recomienda a Sánchez que lo lea. Parece que lo hace de un modo improvisado y de pasada, conforme a su estilo… Pero muy pronto vemos que no: Francisco cita este libro de un judío comunista en contra del nacional‒catolicismo,  para decir a los políticos de España el riesgo que nazismo xenófobo, desde la perspectiva del “nacional‒socialismo”  que surgió y triunfó en Alemania tras la caía de la República de Weimer, el año 1933. Estos son los tres “nudos” del argumento del Papa:

Francisco le dice a Sánchez que tenga cuidado, que gobierne bien… que no se deje caer (que caiga España) en un tipo de vacío de poder como el de la República de Weimar, en Alemania (de 1919‒1933), en un momento de gran crisis económica, de rebeliones internas, de intentos de ruptura anti‒solidaria (como el de Baviera), que desembocaron en el nazismo, el año 1933.

Implícitamente, el Papa parece decir a los movimientos de izquierda que sepan actuar con sabiduría (y quizá con cierta moderación), en contra de lo que sucedió en Alemania en aquel tiempo. Todo conocemos los valores, ideales y riesgos de los grupos de izquierda de la República de Weimar. Muchos hemos estudiado con estupor, admiración y cierto miedo el impulso espartaquista, con los grandes líderes como Rosa Luxenburgo y Karl Liebknecht (asesinados el 1919).

Pero el Papa sólo condena, explícitamente, con gran energía el nacional‒socialismo (nazismo), presentándole implícitamente presentándolo como riesgo para España y para Europa. Éstas son las palabras centrales del discurso del Papa:

 “(Palabras centrales del Papa): Hace dos años, quizá usted señora Embajadora lo conoce, se publicó acá en Roma un libro de un intelectual italiano del Partido Comunista. Tiene un título muy sugestivo: «Síndrome 1933». ¿Lo conoce usted? Uno de tapa roja. Muy lindo. Vale la pena leerlo.

Se refiere a Alemania, obviamente. Caída la República de Weimar, ahí empezó toda una ensalada de posibilidades de salir de la crisis. Y ahí empezó una ideología a hacer ver que el camino era el nacional socialismo y siguió y siguió y llegó a lo que conocemos: al drama que fue Europa con esa patria inventada por una ideología. Porque las ideologías sectarizan, las ideologías deconstruyen la patria, no construyen. Aprender de la historia eso. Y este hombre en ese libro, hace con mucha delicadeza un parangón de lo que está sucediendo en Europa. Dice: Cuidado que estamos repitiendo el camino parecido. Vale la pena leerlo”.

Conclusión

Aquí se centra lo que el Papa dice a Pedro Sánchez y a los políticos españoles (quizá piensa en Italia en Salvini, quizá piensa en lo que fueron lo generales de Argentina tras la caída del peronismo). Esto es lo que el Papa dice a los políticos de España: Que tengan cuidado con la situación actual de enfrentamiento de unos y de otros, de izquierdas y derechas, y quizá también de un tipo de centro, no sea que el experimento político español desemboque en un nuevo tipo de "ensalada" que lleve al fin a un tipo de nacional‒socialismo (nazismo). A su juicio, el riesgo actual de España no es un tipo de comunismo, sino un fascismo nazi, como el del 1933 en Alemania.

Parece que P. Sánchez llevó de regalo al Papa, para la Biblioteca Vaticana, un texto famoso (un facsímil del 'Libro de horas' del obispo Juan Rodríguez de Fonseca,  del siglo XV, quizá para que el Papa piense en temas de oración).

Sánchez regala al Papa el libro de oraciones del obispo Juan Rodríguez de  Fonseca, el gran rival de Colón

Por su parte, el Papa le ha regalado a Sánchez un relieve con una mujer y un niño (signo de la vida en general) y una patera con inmigrantes (signo de la vida particular, en riesgo de muerte, por injusticia política), para que no se olvide de ellos, para que los acoja en España, con pan para todos, creando así un nuevo y más alto concepto de patria.

Éste ha sido el argumento central del discurso de Francisco. Así ha dejado las cosas claras. No ha dado nombres, ni el del autor del libro, ni el de los políticos “peligrosos” de España, pero, como buen argentino y buen papa, les dice: “Tengan cuidado que si siguen así pueden llevar a España (y a Europa) a un nuevo nazismo.

Así dice el Papa con palabras de un judío comunista, regalando a Pedro Sánchez un barco‒patera, para que no se haga el remolón y el sordo, para que reciba en España inmigrantes africanos, que no cierre las puertas extranjeros, que no haga caso a los “enemigos” de los inmigrantes.

PD. El papa dirige un aviso a unos y a otros, a lo que el llama implícitamente la "ensalada hispana"... No soy quién para decir a los políticos lo que han de hacer en sus diversas perspectivas y caminos. Pero pienso que todos han de tomar en serio el momento, la comparación con el año 33 en Alemania, pues su actitud puede conducir a un tipo de nazismo, como el que el Papa ha presentado a los políticos de España, con ocasión de la visita de Sánchez al Vaticano.

YA SÉ QUE MOLESTA ADVERTIR QUE EN EL ENTORNO DEL ALTAR SIGUE SONANDO MUCHO EL DINERO

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col aradillas

“En sufragio por las almas de los fieles difuntos” o “Por las benditas almas del Purgatorio”, suelen ser los términos empleados por la liturgia doméstica u oficial, con algunas variantes en tiempos y lugares diferentes. “Sufragio” significa aquí “ayuda o socorro especialmente con medios económicos a una comunidad“. La acepción de “fieles” es preferida en este contexto académico con cuanto se relaciona con quien “acata las normas de la Iglesia”. (Como adjetivo, “fiel” es invariable en género, y como substantivo es de género común, pudiéndose decir “él” o “la” fiel)

En estos días, y con frecuentes celebraciones litúrgicas o para-litúrgicas, es posible que a muchos de los “fieles” todavía no difuntos, puedan serles de provecho y recordación reflexiones similares estas:

Aunque el sufragio aludido tenga no poco, sino mucho, de económico, tal elemento no es el único y ni siquiera el principal en la Iglesia y fuera de ella. Las misas, los “responsos”, los rosarios, los rezos en general, los “padre-nuestros”, los “requiescant in pace”, los toques de campanas, los ornamentos sagrados –negros o morados–… no tienen la exclusiva de ser y convertirse en “sufragios”. Acerca de las misas de difuntos, y de los rezos “clericales”, hay que advertir que cuestan dinero, cuyas tasas, con la actualización correspondiente y noticia en los Boletines Oficiales Diocesanos, se hacen públicos todos los años “para general conocimiento” de los feligreses.

Ya sé que molesta advertir que en el entorno del altar sigue sonando mucho el dinero. Diríase que en demasía. Y más precisamente a propósito, o con ocasión, de los muertos, con mención particular para las “estaciones” y cultos a celebrar en noviembre, “mes de los difuntos”, por antonomasia, según el piadoso sentir y la definición popular. Al planteamiento litúrgico, o para-litúrgico económico de la Iglesia todavía en la actualidad, los recuerdos-memoria de los fieles difuntos le suponen ganancias más pingües a los serviciarios del altar, que la asistencia y participación de los sacramentos a los vivos, como acontece con el bautismo, las Primeras Comuniones, las bodas, actos y celebraciones de acción de gracias…

Con “franciscanismo” y franqueza, el papa actual señala que es imprescindible desterrar de la Iglesia y sus alrededores todo lo que suene a compraventa y a dinero-denario y pueda dar la impresión de que al menos sus ejecutivos clérigos o clercaloides ni escuchan sus palabras ni leen sus misivas pontificias. Y es que precisamente la Curia romanano es ejemplo de pobreza y de generosidad, sino todo lo contrario. Todo en ella cuesta dinero, comenzando por las indulgencias aplicables a la salvación eterna de las almas y de su rápido exilio del Purgatorio…

Las explicaciones que ofrecen algunos liturgos justificando la fiesta de los “Fieles difuntos”, aneja a la del “Día de Todos los Santos” no son hoy convincentes para muchos... Estos, tanto o más pueblo de Dios, que los liturgos, en la práctica religiosa unieron las dos celebraciones, con el convencimiento de que todos los difuntos son santos y todos los santos oficialmente canonizados o no, fueron y son difuntos, por “pecadores” que fueran unos y otros en sus respectivas vidas y en los relatos de los hagiógrafos a quienes se les encargó la redacción de sus “vidas y milagros”.

No está de más insistir en que la relación sufragio-dinero en la Iglesia, y ni siquiera en la celebración de día de los “fieles difuntos” es la única, eficaz y verdadera. Todas las obras de misericordia, su recuerdo y su práctica, son fuentes de sufragios que enriquecen los textos espirituales de la Iglesia, que la bondad de Dios en Jesús, por igual y equitativamente, dispensa y entrega a todos y a todas, sin cuantificar el valor de lo invertido en indulgencias y misas.

El lenguaje de las “cuentas bancarias y el de los “medios de fortuna”, no sobrepasa la periferia de la vida mortal, ni es inteligible en el “reino de los cielos”, pese a que algunos, aún miembros de la jerarquía, crean y se comporten convencidos de que también en las esferas celestiales hay ricos y pobres, por lo que el dinero-denario –dólares o euros– es moneda fungible en las entidades de crédito, bajo los auspicios de san Mateo o de algunos expertos en tales menesteres, con expreso rechazo para quienes ejercieron en la banca vaticana…

Desde la lejanía de mis años mozos “coadjutoreantes” por esos pueblos de Dios, el recuerdo pío y desconsolador para los centenares –sí, centenares– de “responsos”, rezados o cantados –los “cantados” eran más caros–, que había que recitar, en el cementerio, sobre todo en la zona en la que estaban enterrados los miembros de la gitanería, los restos de uno de cuyos “reyes” reposaban en una de las tumbas… Otros recuerdo para los días en los que había que desplazarse a un pueblo cercano para engrosar con más curas la procesión-entierro de vecinos “pudientes”, procesión que, antes de llegar al cementerio, había de recorrer todas las calles en las que tenían sus casas, con el fin de a lass mismas puertas de los donantes se cantara el responso, con lo que tal acto fúnebre y social exigía emplear toda la mañana y parte de la tarde.

De ahí a las “misas gregorianas”, a los novenarios, aniversarios y lutos, y a las 60.000 misas encargadas en sufragio del alma del rey Felipe II (“que en paz descanse”), no hay diferencia teológica enhebrada en el tratado de “Novísimos”, aunque tal diferencia, con ribetes de escándalo, se registre en el tratamiento-trato pastoral y en correspondiente sección de “ecos de sociedad”.

 

VIVEN

FE ADULTA

col koldo

En el cementerio solo olvidamos unas viejas lágrimas a poner al sol y secar. Se acerca el "día de los muertos", pero las mejores flores no las colocaremos en el frío mármol, sino en el altar de la vida. Mármol para los que carecen de techo y de casa, no para los que vuelan. Lo último que desean nuestros seres queridos es asirnos a esa piedra negra, a esa honda pena.

Se acerca el "día de los muertos", pero teclado en mano queremos cantar a la vida. Es, se consuma, encarna, se realiza aquello que nosotros y nosotras cantamos. Ésa es la Ley insoslayable. No existe aquello que no cantamos, que no creemos, que no alumbramos.

Los tiempos del coronavirus son también los de cantar unidos a la Vida que nunca expira. El momento del obligado perimetraje físico es el de glosar una eternidad sin límite alguno. En la hora de la angustia desbocada vamos a cantar al amor de Dios, Aquél que nunca, nunca se acaba.

El Dios de la compasión infinita no frecuenta casinos. No se entretiene a la ruleta. Esto no es un virus ciego, una lotería que a unos toca y a otros no; esto es un plan de estancia en esta escuela con un curso que ya estaba programado, con un vuelo al Hogar de pasaje ya reservado.

Dice la Sabiduría sin tiempo ni nombre que la muerte la creamos nosotros a fuerza de pensamiento, de creer en ella. Viven los seres que amamos, en otra esfera, en otra morada y luz. El mármol negro nunca impidió el aleteo de las almas. La sepultura no podía atrapar, la tierra no podía retener a quienes estaban destinados a la eternidad.