FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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jueves, 9 de septiembre de 2021

Un obispo se enamora y dimite: ¿dónde está el problema?

 

Jose Arregi


 Me desagrada profundamente el circo mediático que sigue difundiéndose a propósito del obispo de Solsona (Cataluña), ya emérito. Me repugnan el morbo, el regodeo, la burla, el ataque personal malintencionado o cuando menos improcedente. Y la grave deformación de criterios humanos y teológicos que todo ello revela.

Xavier Novell –me alivia no tener que añadir ningún “Don” ni “Monseñor” al escueto nombre propio– ha dimitido, y el Vaticano se ha apresurado a aceptar la dimisión. Tras la previsible crecida de bulos y chismes, el prelado salió a la palestra y dijo: “Me he enamorado y quiero hacer bien las cosas”. Un obispo dimite y anuncia que se ha enamorado y, supongo, proyecta compartir su vida con la persona de la que se ha enamorado. ¿Y? ¿Dónde está el problema?

No es mi intención salir a defender al obispo dimisionario y enamorado. Menos aun ensañarme con él. Quiero solamente ofrecer unos criterios que creo razonables para entender y situar el hecho. No voy a juzgar la decisión, compleja y seguramente dolorosa, y supongo que compartida con la mujer de la que está enamorado, sino el sistema eclesiástico que hace que toda esta historia, siendo tan humana, haya de ser vivida de manera dolorosa e inhumana por tantos lados. El Derecho Canónico por el que se rige la Iglesia católica: eso es lo más inhumano de toda esta historia.

El problema no es, por supuesto, que Xavier Novell siempre se haya declarado independentista catalán, aunque no son pocos –empezando por los mismos obispos– quienes siempre lo han condenado por ello. El 99% de los obispos del Estado son independentistas españoles, declarados o no, y no pasa nada.

El problema no es –¿hace falta decirlo?– que se haya enamorado y que haya decidido casarse. El problema es que haya tenido que dimitir para poder compartir su vida con la mujer que ama. Y ello a pesar de que todos los apóstoles, apóstolas, clérigos y obispos de los primeros siglos que lo quisieran se casaban. El problema es que la Iglesia católica aún no se ha reconciliado con el cuerpo, la sexualidad, el eros, y sigue absurdamente empeñada en imponer el celibato a su “cuerpo clerical”, para mejor manejarlo. El precio de dolor es enorme.

El problema no es ni siquiera que Xavier Novell padezca, según muchas personas y medios se han apresurado a airearlo a los cuatro vientos, problemas de personalidad (que tire la primera piedra quien esté libre de toda herida). Si así fuera, el problema –serio problema– sería que, sabiéndolo, lo propusieran quienes lo propusieron y lo nombrara quien lo nombró en 2010. El problema es que ningún obispo es elegido por la comunidad, sino por un papa supremo, es decir, por las oscuras camarillas que lo dirigen.

Ha sido problema para numerosos fieles de la diócesis el talante tan conservador del obispo, pero repito: el problema no es suyo (tiene todo el derecho a pensar como piensa), sino de quienes lo presentaron y de quien lo eligió precisamente por sus ideas conservadoras, para que las enseñara y las impusiera.

Han sido problema, y gravísimo para muchas personas LGTBI, mortal para algunas, los insólitos y desalmados “cursos de conversión” en los que (con otros varios obispos, el de esta diócesis de Donostia-San Sebastián entre ellos) ha colaborado. Pero la responsabilidad última recae sobre quienes, debiendo y pudiendo hacerlo, no han erradicado desde el principio dichos cursos, ni desde el episcopado español ni desde el Vaticano. El problema de fondo es la homofobia que subyace al sistema clerical entero, desde la base hasta la cúpula.

Seamos honestos: el problema es el clericalismo que rige la institución eclesial, toda ella. El problema es una Iglesia dominada todavía por un poder absoluto (difuso, oscuro y anónimo por definición), por un clero masculino nombrado a dedo, machista y homófobo en el fondo (y en la forma a menudo). El problema son los seminarios en los que –cada vez más– se siguen inculcando ese modelo y esa doctrina en nombre de lo que llaman “Dios”. He ahí el problema de hoy y de mañana.

Deseo a Xabier Novell que, libre de tantas cadenas que le han atado, encuentre su plenitud humana con la mujer que ama y le ama. El Aliento de la vida los bendice.

Aizarna, 8 de septiembre de 2021

www.jarregiolaizola.com

Los tres colegios salesianos de Bizkaia unidos en un proyecto de Aprendizaje Ilimitado

 


El lunes 6 de septiembre más de 140 profesores se reunieron en el teatro de Salesianos Deusto para conocer este proyecto desarrollado por ODILO.

Salesianos DeustoSalesianos Cruces y Salesianos Barakaldo se han unido en este proyecto común para poner a disposición de alumnos, familias y profesores un nuevo sistema de aprendizaje que fomenta la educación personalizada, a distancia y colaborativa.

Carlos Sánchez Mendieta, Key Account Manager de Escuelas Privadas para ODILO afirma: “el proyecto se basa en el aprendizaje ilimitado, busca personalizar el aprendizaje de cada uno de los alumnos, que puedan desarrollar su autonomía e intereses”.

La plataforma cuenta con más de tres millones de títulos para que los alumnos, profesores, padres y madres puedan consumir diferentes tipos de contenidos según sus intereses.

Uno de los objetivos de ODILO, como afirman los responsables de la empresa es crear ecosistemas de aprendizaje ilimitado y el proyecto, que los colegios salesianos de Bizkaia inician ahora, es un ejemplo.

Diferentes formatos y diseñado a medida

Se han unido a los miles de centros escolares que ya tienen acceso a ODILO en todo el país y los más de 25.000 a nivel mundial. Gracias a su acuerdo, contarán con este Ecosistema de Aprendizaje Ilimitado diseñado a medida para ellos. Se trata de una plataforma digital que reúne más de 40.000 títulos de proveedores líderes en contenido educativo en distintos formatos. Lo que algunos han llegado a llamar «el Netflix de la Educación» (ebook, podcast, video, película y audiolibro, entre otros).

De forma adicional, los centros podrán sugerir nuevos títulos para que sean incluidos en la plataforma, y podrán generar planes lectores en castellano, inglés y euskera que un grupo de expertos completará con actividades, seguimiento y trazabilidad, creando lo que denominan “Experiencias de Aprendizaje Ilimitado”.

Una apuesta muy salesiana

La jornada del pasado lunes forma parte del proceso de formación y adaptación para incorporar el proyecto a la actividad docente en el que se ha implicado al profesorado, padres y alumnos. “Puede generar un poco de inquietud, afirmaba Carlos Sánchez, para muchos supone un cambio de mentalidad. Hay que coger lo bueno del sistema tradicional de enseñanza y aprovechar bien los recursos de este aprendizaje ilimitado que te permite ‘pick and mix’ (lo mejor de aquí y lo mejor de allí)”.

“Los sistemas tradicionales de aprendizaje no se adaptan al 100% a las necesidades individuales de cada uno de los estudiantes, por ese motivo es importante compaginarlos con sistemas digitales que se adapten a la realidad”, explica Rodrigo Rodríguez, CEO de ODILO. “Con los Ecosistemas de Aprendizaje que desarrollamos, los centros adaptan y personalizan sus contenidos y sus experiencias de aprendizaje. Esto incrementa notablemente la entrega de los alumnos y supone una innegable mejora en los resultados académicos”.

Roberto Fernández, responsable TIC de Salesianos Cruces, ve muy significativo que el proyecto sea común para los tres centros salesianos “algo inédito”. Además de “ser una herramienta que nos va a ayudar en la atención a la diversidad. Para dar más posibilidades al alumnado de altas capacidades. Ofrecer una alternativa de lectura en un lenguaje tecnológico y adaptado al día de hoy y poder plantear planes lectores con material educativo y ya curado…”

“La solución de ODILO responde a la perfección a la apuesta que los centros Salesianos siempre hemos hecho por la innovación y la tecnología”, afirma David Villahoz, director titular de Salesianos Cruces. “Nos permite ofrecer a cada alumno, padre o profesor, una experiencia de aprendizaje mejorada y complementaria a las aulas, personalizada para cada uno de ellos, algo que hoy en día consideramos fundamental”.

El sentido de la vida “reseteada”

 

Jaime Richart

Redes Cristianas

Es una cuestión que va mucho más allá de la subjetividad individual, aunque por inevitable la subjetividad no hay más remedio que aceptarla…
Creo que la sociedad de occidente de alguna manera ha enloquecido. Enloquecer es perder una persona el juicio, la razón, la sensatez. Pero ¿qué son el juicio, la razón, la sensatez? Tres palabras que a su vez piden definición. Por lo que una de dos, o nos atenemos al significado más académico y filológico que supondría un acuerdo universal sobre lo que es juicio, razón y sensatez, o inventamos nuevos significados para las tres palabras.

En todo caso se supone que juicio, razón y sensatez sería el modo de razonar de la inmensa mayoría de acuerdo a la diagnosis de un psiquiatra. Pero resulta que esto también es cambiante. Foucault, en su obra “La historia de los hombres infames” refiere multitud de casos de pérdida de la razón registrados en las Casas de Salud francesas. Pondré ahora dos ejemplos de lo que en aquellos tiempos se entendía por locura:

“Mathurin de Milan, ingresó en el Hospital de Charenton el 31 de agosto de 1707:
“Su locura consistió siempre en ocultarse de su familia, en llevar una vida oscura en el campo, tener pleitos, prestar con usura y a fondo perdido, en pasear su pobre mente por rutas desconocidas, y en creerse capaz de ocupar los mejo­res empleos”.

En los historiales de Saint-Lazarese se habla de un hombre que fue encerrado por haber declarado “empleando un tono profético, que la misa no es un sacrificio, sino un sacra­mento”.
La equivalencia entre fanatismo y locura que per­mitían encerrar sin juicio a los “culpables” en casa de in­ter­namiento” es toda una antología acerca del binomio locura/cordura en todos los tiempos. También los de ahora en muchos casos particulares en los que previo juicio, eso sí, se encierra no en Centros para locos sino en la cárcel, a ciudadanos que no se expresan según el “razonar” de algunos jueces y psiquiatras. La cuestión es que la razón, la cordura y la locura dependen de la época en que se consideren y de quienes se arroguen el derecho a interpretarlas y definirlas…

Llegado a este punto y puesto que hablamos de razón, cordura y desvarío, estamos en tiempos en que las palabras y los hechos dimanantes de los poderes públicos y de las nuevas tecnologías, parapetados en una pandemia planetaria, están virando los significados. Y al igual que en los ejemplos citados, el vocabulario de muchos de ellos tanto en el “habla” del derecho, de la medicina tan cercana a la vida cotidiana por efecto de la pandemia y de las nuevas tecnologías han sufrido un vuelco que, permítaseme la expresión, pone patas arriba las entendederas de gran parte de la sociedad. Y no sólo el “habla”, sino también los mecanismos interpretativos del derecho y de su práctica “normal”.

En la práctica, por ejemplo, los contratos bilaterales entre particulares y empresas de servicios de distintas clases, desde las plataformas televisivas hasta los contratos de seguro, poco a poco se están convirtiendo ladinamente en contratos de adhesión, como lo son en la práctica los del suministro de bienes básicos, como el agua y la luz.

De modo que al hilo de la palabra “enloquecer” es preciso ponerse antes de acuerdo sobre la definición y sentido de los vocablos juicio, razón y sensatez, que encajen en ese nuevo paradigma envuelto en lo llamado “reseteo” o “nuevo orden mundial” y de paso se vayan alojando en el discernimiento de los jueces.

Desde luego, por todo lo dicho, debemos ser no ya millones sino miles de millones en el planeta quienes no entendemos nada de lo que sucede y nos sucede cada día en cuanto traspasamos las paredes de nuestra estricta intimidad. Es un estado mental y anímico generalizado que evoca al reinante en estados de guerra, de ante guerra o de postguerra. Hasta el punto de que no se sabe a veces si son la sociedad, los poderes públicos, los poderes médicos, las empresas, la justicia… los que han enloquecido, o es uno mismo el que está en estado de schok.

Sea como fuere lo cierto es que la lógica formal, la de toda la vida, levantada sobre el silogismo clásico y académico, está “tocada”. Personas que hemos sido durante casi un siglo juiciosas, razonables, serenas en el pensar y sensatas en el actuar, nos vemos vacilando sobre esas virtudes o cualidades personales nuestras, cada vez que nos asomamos al exterior. Pandemias que parecen provocadas, vacunas que no lo son, contratos bilaterales que técnicamente respondían a la autonomía de la voluntad convertidos en contratos de adhesión, como antes decía, nos hace pensar si la “razón” que impera no será consecuencia de la corrupción de la precedente o seremos nosotros quienes estamos cazando moscas…

En todo caso da la impresión de que sin necesidad de un ser-robot concreto, perfectamente localizado, revestido de inteligencia artificial, dirija nuestras vidas, en el ambiente está que ya se ha perdido el control de muchas situaciones y muchas cosas hasta ayer consideradas normales. Todo lo que tiene que ver con la banca, con los seguros, con los pagos y los cobros, con los tributos, con la medición, con la medicina cibernética que ha sustituido al médico, a la intuición y sabiduría personal del galeno; todo lo que tiene que ver con el Derecho, con los conceptos que encierran a su vez el sentido de la equidad, prudencia, justicia, proporcionalidad, tacto… se han venido abajo, reemplazados por la aridez del estropajo, de lo inerte y del disparate.

Aun así reconozco que hay agentes bastante bien identificados que determinan y explican, siquiera superficialmente, tal estado de cosas. Y me detengo ahora en uno sólo: en la informática, la telemática y las nuevas tecnologías que parecen haber transmutado los cerebros de quienes, siendo controladores suyos, las manejan y a su vez son controlados por ellas. Por lo que la vida social y la individual están absolutamente condicionadas por eso y por sus manejadores. Y las tres están condicionadas a su vez por la “necesidad” del cambio permanente, el cambio de la configuración de los sistemas y de las aplicaciones que sirven a las nuevas utilidades. ¿Es normal que páginas y más páginas en una pantalla hayamos de aceptar, más que firmar, para usar una aplicación? ¿Qué sentido tiene que letrados del mundo redacten miles de frases que suponen condiciones contractuales que nadie está en condiciones de pactar y negociar y nadie lee -para qué? Es como si para entrar en un teatro o un café nos hiciesen antes firmar las condiciones de estancia en el recinto.

Las personas, todo en realidad, cambian, todo fluye, al decir de Heráclito. Ésa es la naturaleza de las cosas y del ser viviente. Nada permanece. Pero muchos de los cambios de ahora son forzados, artificiales y anticipados respecto al flujo natural evolutivo. No son cambios naturales y al ser forzados imprimen un vértigo especial a todo hecho social que repercute en el plano individual. Podría decirse que las personas vivimos en un carrusel de feria que no se detiene nunca. Y quien se agarra al cinturón de seguridad para no caerse, para desentenderse de todas las cosas nuevas, existirá, pero moralmente estará muerto en vida si no se retira al campo y cultiva su huerto, como hizo el Cándido de Voltaire.

Al parecer es imprescindible actualizar constantemente los sistemas informáticos para esquivar ataques de intrusos, piratas o hackers. Pero el caso es que todo está sumamente involucrado con ello y el efecto inmediato en todo cuanto afecta a nuestra vida cotidiana es la inestabilidad permanente. Eso es lo que nos hace ver el enloquecimiento de la sociedad y nos hace dudar a veces de nuestra razón y buen juicio. Vivimos en ese equilibrio marcadamente inestable y al mismo tiempo somos sus víctimas. Pues nuestra estabilidad mental y emocional depende también de las actualizaciones del sistema, debemos estar al día, qué digo, a la hora, de los continuos cambios de las configuraciones y rutinas si no queremos vivir aislados completamente de la vida ordinaria; en definitiva de la vida…

Y eso supone unos niveles de ansiedad notables y un desgaste psicosomático considerable que, pasado el tiempo y haciendo balances, se comprobará que ha hecho estragos en los humanos en proporciones más gigantescas que las que pueda haber causado en la salud pública el virus del milenio. Y por supuesto quienes, como digo, se esfuercen en librarse de ese vértigo pero no tengan a nadie a mano a quien recurrir para que les ayuden, ya pueden ir despidiéndose de esta vida.

Pero es que a todo ese batiburrillo de cambios y de nuevos paradigmas se suman epifenómenos fruto de una evolución que curiosamente, después de habernos quedado perplejos, siguen siendo llamativos: las mujeres parecen los nuevos hombres, los niños parecen los nuevos adultos, los hombres parecen los nuevos niños y los viejos un grave estorbo a punto de ser perseguidos y abatidos…

Especulación energética, golpe de Estado a la democracia

 


Daniel Berbabé

Infolibre

Escuchando a la ministra Teresa Ribera a propósito de la escalada de precios de la luz he recordado el acrónimo TINA, que no es un nombre de mujer, sino las siglas de There Is No Alternative, es decir, no existe alternativa. TINA empezó a utilizarse por Margaret Thatcher en los ochenta, que internacionalmente debería ser nombrada por la ONU como “la década donde todo empezó a joderse”.
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Una sociedad neopagana

 


Jesús Martínez Gordo

Cristianismo y Justicia

El PSOE ha comunicado los últimos días del mes de julio su voluntad de llevar a las Cortes una Ley de Libertad de Conciencia, Religiosa y de Convicciones -aparcada en la última legislatura del Gobierno Zapatero- y de renegociar los Acuerdos entre España y la Santa Sede de 1979, desmarcándose de una “denuncia” unilateral de los mismos. Es un doble anuncio que reabrirá, no tardando mucho, el debate sobre la diferencia entre la “aconfesionalidad” del Estado (pero no de la sociedad), tal y como se recoge en el artículo 16.1 y 16.3 de la Constitución española y sobre los diferentes contenidos asignados a lo que se entiende por “laicidad”, frecuentemente contradictorios entre sí, además de yuxtapuestos, algunos de ellos, a la “aconfesionalidad” acordada en el pacto constitucional.
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Sentirse bien no es lo mismo que hacer el bien

 Redes Cristianas

Pedro Rafael Ortiz S, Sacerdote diocesano (Puerto Rico)

Las personas y las naciones muchas veces proclaman su bondad porque han olvidado el mal por el que deberían pedir perdón. A veces, esa sensación de bondad propia, fabrica el olvido desde el mismo día en el que hizo el mal, como lo hizo Poncio Pilato cuando se lavó las manos y se proclamó inocente a la misma vez que entregaba a Jesucristo para que fuera crucificado. Es el terrible pecado de decir “no tengo nada que ver”, cuando se omite hacer el bien porque se saca provecho del mal. Nos cantamos inocentes, pero no movemos un dedo para que las cosas cambien. Así los asuntos a nivel familiar, religioso, social y político.

Para muestra, tomo el caso de mi propia y amada patria, Puerto Rico. Durante los primeros años del siglo XVII, es importante recordar que de San Felipe del Morro salieron las tropas de Puerto Rico enviadas por el Rey de España con la misión de ayudar a despoblar casi toda la isla de La Española. La historia dominicana habla de “las devastaciones” al referirse al triste suceso de cómo las tropas del Rey sacaban la gente de sus casas, quemaban los hogares, destruían pueblos y campos y ahorcaban a los que se resistían. Esos hechos tan violentos no aparecen en los libros de historia de Puerto Rico. La falta de “conciencia de pecado”, como le llamamos en la Iglesia, no siempre es del todo inocente.

El caso histórico que he relatado podría servir de fundamento para varias cosas. Primero, que Puerto Rico cumpla su deber de “pedirle perdón” al hermano pueblo dominicano. Pero segundo, que “revisemos” lo mejor que podamos nuestra historia, personal y colectiva, para encontrar las muchas veces en las que “nos sentimos bien” porque nos hemos encargado de borrar de nuestra memoria el mal que hicimos o el bien que dejamos de hacer. Los que sufrieron las consecuencias de nuestros pecados, tuvieron que pagar. Desde aquel fatídico siglo XVII, Puerto Rico ha servido, una y otra vez, a las aventuras del cruel imperio y no en vano el poeta Pablo Neruda decía que “los puertorriqueños de ese pueblo asociado, de manera singular combaten. Los americanos dan las armas y los puertorriqueños dan su sangre”. Mientras tanto, los puertorriqueños dejamos todo eso fuera de nuestra historia y proclamamos que somos un pueblo pacífico. ¿Cuantas cosas suceden en ese marco de nuestro proceso histórico?

Pero decía que debemos revisar nuestra historia como pueblo, pero también los hechos de nuestra historia personal. Quiero enfatizar en eso, porque mi propósito ha sido usar algunos detalles de nuestra historia nacional como ejemplo para hablar de algo que me parece más profundo. Como dicen en el Cono Sur: Adentro.

La pureza de los hechos humanos no se basa en tener éxito, en obtener ganancias. Cuando un atleta es puro, su esfuerzo es dar lo mejor de sí cuando entra en la cancha. Un campeón de verdad no lo es porque llegue primero que los otros, lo es porque dejó en la lucha su mejor esfuerzo. Es decir, ese compitió contra sus propias debilidades, avanzó y se sacrificó al máximo. Un verdadero patriota no se mide, corazón adentro, por cuántos enemigos mató, sino porque estuvo dispuesto a darle todo su amor y sacrificio a la tierra de sus amores.

Un buen marido no es aquel que llenó su casa de dinero, sino el que la llenó de amor y todos los valores. La grandeza de la madre no es que levantó hijos saludables, sino la que dio el todo por el todo por sus hijos, sanos o enfermos.
A pensar!!! Cada bien que hicimos cuenta, pero también cuenta cada mal que hemos hecho o, peor, cada bien que dejamos de hacer. Recobrar la memoria histórica es urgente para continuar, y vivir bien.

A vivir!! Puerto Rico. A vivir, hermanos pueblos del mundo!

Sor Lucía, sobre el ‘caso Novell': “Las cosas son más complejas de lo que parecen”

 


Sor Lucía Caram

Sintonía cordial

Sor Lucia

“Fue mentor y dicen que discípulo en las famosas ‘terapias de conversión’ homosexual”
“Estamos ante el desenlace, creo yo, de un desequilibrio que ha ido in crescendo y quiero pensar, de la inconsciencia de una persona que no está en sus cabales”
“Sabemos de su defensa, participación y promoción de las llamadas “terapias de conversión” homosexuales. Unas terapias morbosas, escabrosas, y enfermizas que generan en sus participantes angustia y en muchos casos les llevan al suicidio o a la desesperación. Y hay testigos que le acusan y a los que sienten les destrozó la vida”
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Sinodalidad en la Iglesia de América Latina

 


Gerardo Cruz González

Cristianismo y Justicia

Latinoamerica

El Seminario de Teología del Acontecimiento, con más de 25 años de sesionar sobre los signos de los tiempos bajo la hermenéutica y método propio del Pensamiento Social Cristiano, entendemos que el kairós que representa la Asamblea eclesial convocada por el CELAM es una llamada para ir haciendo un “nosotros cada vez más amplio” y buscar nuevas oportunidades para nuestros hermanos descartados, víctimas de la violencia y la exclusión social y económica. Por ello, inspirados en los sueños de la exhortación Querida Amazonia y tras un análisis de la realidad, ofrecemos estas conclusiones sobre las cuestiones sociales más urgentes para ser abordadas desde nuestra fe cristiana.
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Afganistán. El Papa: los países acojan a quienes buscan una nueva vida


Debora Donnini – Ciudad del Vaticano

Vatican News

papa47

Tras el Ángelus, Francisco elevó su oración por toda la población afgana: por los que se han quedado, por los que están en tránsito y por los que están en los países de acogida.
“En estos tiempos agitados, en los que los afganos buscan refugio, rezo por los más vulnerables entre ellos; rezo para que muchos países acojan y protejan a quienes buscan una nueva vida”. Tras el rezo de la oración mariana, el Papa dirigió su mirada a Afganistán, que el mundo ve con gran preocupación:
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Los teólogos progresistas acusan a los obispos españoles de “colocarse al lado del neoliberalismo que mata”

 


Jesús Bastante

eldiario

Asociacion Teologos

El congreso del principal grupo de teólogos progresistas denuncia “la violencia de género, ejercida por las jerarquías religiosas, nuestro caso por la jerarquía católica, que niega a las mujeres el reconocimiento de sujetos morales, eclesiales, teológicos y sus derechos sexuales y reproductivos”
“Con la apropiación de decenas de miles de bienes a través de las inmatriculaciones, la jerarquía de la Iglesia católica española contraviene el mandato de Jesús de no acumular tesoros en la tierra, hace oídos sordos a la petición de que devuelva dichos bienes al pueblo y se coloca del lado del neoliberalismo que mata”.
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Domingo 12 de Septiembre 24º Ordinario Guido de Anderlecht (1012)

 KOINONIA

Cuando los cristianos se propusieron la transformación del mundo esclavista, inhumano y violento que había impuesto el imperio romano, no comenzaron su labor apelando al hambre de la gente, ni a sus deseos de «acabar con los opresores romanos», sino que apelaron a la conciencia. En efecto, los discursos que prometen remediar el hambre, sólo son efectivos en la medida en que la carencia, la desprotección y el abandono son vistos como injusticias. IR A LA PÁGINA

24 Tiempo ordinario – B (Marcos 8,27-35) LO QUE ALGUNOS DICEN HOY

 JOSÉ ANTONIO PAGOLA


También en el nuevo milenio sigue resonando la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». No es para llevar a cabo un sondeo de opinión. Es una pregunta que nos sitúa a cada uno a un nivel más profundo: ¿quién es hoy Cristo para mí? ¿Qué sentido tiene realmente en mi vida? Las respuestas pueden ser muy diversas:

«No me interesa. Así de sencillo. No me dice nada; no cuento con él; sé que hay algunos a los que sigue interesando; yo me intereso por cosas más prácticas e inmediatas». Cristo ha desaparecido del horizonte real de estas personas.

«No tengo tiempo para eso. Bastante hago con enfrentarme a los problemas de cada día: vivo ocupado, con poco tiempo y humor para pensar en mucho más». En estas personas no hay un hueco para Cristo. No llegan a sospechar el estímulo y la fuerza que podría él aportar a sus vidas.

«Me resulta demasiado exigente. No quiero complicarme la vida. Se me hace incómodo pensar en Cristo. Y, además, luego viene todo eso de evitar el pecado, exigirme una vida virtuosa, las prácticas religiosas. Es demasiado». Estas personas desconocen a Cristo; no saben que podría introducir una libertad nueva en su existencia.

«Lo siento muy lejano. Todo lo que se refiere a Dios y a la religión me resulta teórico y lejano; son cosas de las que no se puede saber nada con seguridad; además, ¿qué puedo hacer para conocerlo mejor y entender de qué van las cosas?». Estas personas necesitan encontrar un camino que las lleve a una adhesión más viva con Cristo.

Este tipo de reacciones no son algo «inventado»: las he escuchado yo mismo en más de una ocasión. También conozco respuestas aparentemente más firmes: «soy agnóstico»; «adopto siempre posturas progresistas»; «solo creo en la ciencia». Estas afirmaciones me resultan inevitablemente artificiales, cuando no son resultado de una búsqueda personal y sincera.

Jesús sigue siendo un desconocido. Muchos no pueden ya intuir lo que es entender y vivir la vida desde él. Mientras tanto, ¿qué estamos haciendo sus seguidores?, ¿hablamos a alguien de Jesús?, ¿lo hacemos creíble con nuestra vida?, ¿hemos dejado de ser sus testigos?

¿QUIÉN DECÍS QUE SOY YO? (Mc 8,27-35)

FE ADULTA

col pepa torres com

 


El Evangelio de este domingo nos plantea tres claves que desde una lectura existencial pueden resultar especialmente sugerentes:

- La primera clave es la pedagogía de Jesús. Jesús utiliza la pedagogía de las preguntas. Preguntas además que acontecen estando de camino (v 27)de lo cual se puede sacar en consecuencia que captar y acoger las preguntas del Evangelio requiere una disposición vital, una apertura al dinamismo de la vida, que es siempre lo opuesto a la inercia y a la instalación, porque éstas terminan por embotar la sensibilidad. En el Evangelio, más que respuestas dogmáticas, lo que encontramos son preguntas, preguntas orientadas al diálogo y la lucidez sobre alguna situación que se pretende enfrentar. Preguntas que cuestionan la imposición de la verdad y que van a lo fundamental. Jesús no busca nunca el monólogo autorreferencial, sino el diálogo que surge a partir de preguntas desinstaladoras, porque la verdad es siempre conversacional, es dialogal. Así sucede también en este texto.

-La segunda clave provocadora es que la fe en Jesús no es doctrina, sino que remite siempre a la experiencia y ésta y pide ser narrada. Pero narrar el relato de sentido y Buena Noticia que es el Evangelio exige el cuidado de los lenguajesConfesar a Cristo es mucho más que rezar el credo, es comulgar con su vida y su proyecto y hacerlo inteligible en las culturas con hechos y palabrasLos mismos títulos cristológicos han de ser recreados desde la experiencia de las comunidades y sus contextos. Por eso la inculturación y el dialogo intercultural se convierten en una ineludible exigencia del creyente. Decir quién es Cristo hoy y hacerlo de manera universal es hacerlo desde la asunción de la gran riqueza y desafío que es la diversidad, superando la tendencia de la asimilación, la homogeneización y del anacronismo en que frecuentemente han caído los lenguajes, ritos y símbolos religiosos. Necesitamos profundidad de experiencia y creatividad pastoral para ello.

-La tercera clave es la impertinencia del Evangelio. Es decir, su radical incomodidad, el descentramiento y éxodo permanente al que nos invita a vivir, su paradoja: El que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí y por el evangelio la salvará (v 35). Jesús es una memoria peligrosa y contracultural en el corazón de la historia y su espíritu nos mueve a no domesticarla ni acomodarla.

En el contexto de un mundo pandémico, la violencia en las fronteras y el clamor por la vida de quienes intentan atravesarlas, desde el grito de las mujeres y las niñas exigiendo una vida liberada de la pobreza y la violencia patriarcal, Jesús nos pregunta también hoy a nosotros y nosotras: ¿quién decís que soy yo? ¿Qué contenido le damos a esa experiencia y desde qué lenguajes, gestos y acciones hacemos de ella un relato de sentido y solidaridad compartida con los y las más vulneradas?

¿Quién decís vosotros y vosotras que soy yo?, el modo de responder a esta pregunta implica una forma de situarnos en la vida y ante los demás al modo de Jesús. El mesianismo de Jesús es un mesianismo descalzo. No es triunfalista, sino compasivo y kenótico y conlleva una dimensión conflictiva. A sus discípulos les cuesta entenderlo como nosotros y nosotras nos resistimos también a ello. Para Jesús, negar esta dimensión, como hace Pedro, es edulcorar el seguimiento y tentar a Dios. Esta es quizá una de las principales paradojas del Evangelio, que es a la vez Bienaventuranza, Buena Noticia y signo de contradicción.

PARA SABER QUIÉN ES JESÚS, TENGO QUE SABER QUIÉN SOY YO

FE ADULTA

col fraymarcos

 

Mc 8,27-35

Responder a la pregunta de “¿Quién es Jesús?” es un tarea tan desorbitada que se queda uno sin aliento al tener que planteársela en una homilía. Desde el día de Pascua, los seguidores de Jesús no han hecho otra cosa durante dos mil años que intentar responderla. Durante los tres últimos siglos, pero sobre todo en el siglo pasado se ha dado un vuelco en la manera de entender los evangelios. Hasta ese momento nadie cuestionó que lo evangelios eran historia y que había que entenderlos literalmente.

Hoy sabemos que son una interpretación de la figura de Jesús, condicionada por sus circunstancias de todo tipo. Nos transmitieron lo que ellos entendieron pero no lo que en realidad fue Jesús. No podemos seguir interpretando su interpretación con la idea que hoy tenemos de ‘historia’. Hoy estamos en las mejores condiciones para hacer una nueva interpretación de Jesús y no podemos desaprovechar la ocasión. Tenemos la obligación de intentar traducir su figura a un lenguaje que podamos entender todos.

La primera obligación de un cristiano será siempre tratar de conocerlo. Solo en la medida que le conozcamos mejor podremos vivir lo que él vivió. La idea que hoy tenemos de Dios, del mundo y del hombre nos tiene que llevar a una comprensión más profunda del mensaje evangélico. Jesús fue un ser humano tan fuera de serie que nos empuja a una nueva comprensión de lo que significa ser plenamente humanos.

La doble pregunta de Jesús parece suponer que esperaba una respuesta distinta. La realidad es que, a pesar de la rotunda respuesta de Pedro: “tú eres el Mesías”, la manera de entender ese mesianismo estaba  lejos de la verdadera comprensión de Jesús. Pedro, como se manifestará más adelante, sigue en la dinámica de un Mesías terreno y glorioso. Para él es incomprensible un Mesías vencido y humillado hasta la aparente aniquilación total. A penas tres versículos después, Pedro increpa a Jesús por hablarles de la cruz.

El Hijo de hombre tiene que padecer mucho. “Hijo de hombre” significa, perteneciente a la raza humana, pero en plenitud. Por cierto, “este hombre” es el único título que se atribuye Jesús a sí mismo. “Tiene que” no alude a una necesidad metafísica o a una voluntad de Dios externa, sino a la exigencia del verdadero ser del hombre. “Padecer mucho” hace referencia no solo a la intensidad del dolor en un momento determinado (su muerte), sino a la multitud de sufrimientos que se van a extender durante el tiempo que le queda de vida.

Jesús proclama, con toda claridad, cuál es el sentido de su misión como ser humano. Diametralmente opuesta a la que esperaban los judíos y a la que también esperaban los discípulos de un Mesías. Nada de poder y dominio sobre los enemigos, sino todo lo contrario: dejarse matar antes de hacer daño a nadie. Pedro se ve obligado a decirle a Jesús lo que tiene que hacer, porque su postura equivocada le hace pensar que ni Dios puede estar de acuerdo con lo que Jesús acaba de proponer como itinerario de salvación.

Como Pedro habla en nombre de los apóstoles, Jesús responde de cara a los discípulos, para que todos se den por enterados del tremendo error que supone no aceptar el mesianismo de la entrega al servicio de los demás y de la cruz. Ese mensaje es irrenunciable. Pedro le propone exactamente lo mismo que le propuso Satanás: el mesianismo del triunfo y del poder, por eso le llama Satanás. Claro que esa manera de pensar es la más humana (demasiado humana) que podríamos imaginar, pero no es la manera de pensar de Dios.

Lo que acaba de decir de sí mismo, lo explica ahora a la gente. “Si uno quiere venirse conmigo, que se niegue a sí mismo…” No es fácil aquilatar el verdadero significado de esta frase; sobre todo si tenemos en cuenta que el texto no dice negarse, sino renegar de sí mismo. Aquí el ‘sí mismo’ hace referencia a nuestro falso yo, lo que creemos ser. El desapego del falso yo es imprescindible para poder entrar por el camino que Jesús propone.

“El que quiera salvar su vida la perderá…” No está claro el sentido de ‘psykhe’: No puede significar vida biológica, porque diría ‘bios’; tampoco significa alma, porque los judíos no tenían el concepto de alma. No se trata de elegir entre dos vidas, sino buscar la plenitud de la vida en su totalidad. El que no deja de preocuparse de su individualidad, malogra toda su existencia; pero el que superando el egoísmo, descubre su verdadero ser y actúa en consecuencia, dándose a los demás, dará pleno sentido a su vida y alcanzará su plenitud.

La esencia del mensaje de Jesús sigue sin ser aceptada porque nos empeñamos en comprenderlo desde nuestra racionalidad. Ni el instinto, ni los sentidos, ni la razón podrán comprender nunca que el fin del individuo sea el fracaso absoluto. Por eso hemos hecho verdaderas filigranas intelectuales para terminar tergiversando el evangelio. Si creemos que lo importante es lo sensible, lo material, que me da seguridades egoístas, lo defenderemos con uñas y dientes y no dejaremos que lo que vale de veras cobre su importancia.

¿Quién es Jesús? La respuesta no puede ser la conclusión de un razonamiento discursivo. No servirán de nada ni filosofías ni psicologías ni teologías. Los análisis externos de lo que hizo y dijo no nos lleva a ninguna parte, porque no son comprensibles. Solo una vivencia interior, que te haga descubrir dentro de ti lo que vivió Jesús, podrá llevarte al conocimiento de su persona. Jesús desplegó todas las ‘posibilidades de ser’ que el hombre tiene. La clave de todo el mensaje de Jesús es ésta: dejarse machacar es más humano que hacer daño a alguien.

Debemos seguir preguntándonos quién es Jesús. Pero lo que nos debe interesar es un Jesús que encarna el ideal del ser humano, que nos puede descubrir quién es Dios y quién es el hombre. La pregunta que debo contestar es: ¿Qué significa, para mí, Jesús? Pero tendremos que dejar muy claro, que no se puede responder a esa pregunta si no nos preguntamos a la vez ¿Quién soy yo? No se trata del conocimiento externo de una persona. Ni siquiera se trata de conocer y aceptar su doctrina. Se trata de responder con mi propia vida.

La razón puede dejarse llevar de las exigencias biológicas y utilizar toda su capacidad para buscar el placer o para huir del dolor. Pero el hombre, desde su vivencia interior, puede descubrir que su meta no es el gozo inmediato, sino alcanzar la plenitud humana, que le llevará más allá de la satisfacción sensorial. Si la razón no cede a las exigencias del instinto, y pretende imponerse y buscar el bien superior, la biología reaccionará produciendo dolor. Este dolor es el que Jesús propone como inevitable para alcanzar la plenitud.

La cruz, como súmmum del dolor, no tiene valor alguno, como símbolo de la entrega total, es la meta de la vida humana. La hora de la plenitud de Jesús fue la hora de la muerte en la cruz. Ahí consumó su carrera. Se identificó con Dios que es don total. Ya no necesita más glorificaciones ni exaltaciones; entre otras razones, porque no hay después, sino un eterno ser en Dios. Jesús vivió y predicó que lo específicamente humano es consumirse en la entrega al bien del hombre concreto, el que me encuentro en el camino de cada día.

 

Meditación

‘Quién soy yo’ y ‘quién es Jesús’ exige la misma respuesta.
Solo viviendo lo que vivió Jesús podré responder.
Mi meta, como la suya, es desplegar lo humano.
Desplegar lo humano es vivir lo divino.
Nuestro ser verdadero es lo que hay de Dios en nosotros.
Soy lo Infinito, solo queda vivirlo.

 

ENCUESTA, EXAMEN TEÓRICO, SUSPENSO, Y EJERCICIO PRÁCTICO DOMINGO XXIV

 col sicre artFE ADULTA


Cesarea de Felipe, junto a las fuentes del Jordán, es uno de los lugares más hermosos de Israel. El peregrino actual, que parte generalmente de Nazaret, tarda poco más de una hora en un cómodo autobús con aire acondicionado. Jesús y los discípulos tuvieron que hacer el camino a pie, salvando un desnivel de unos 800 ms: desde los 200 bajo el nivel del mar (lago de Galilea) hasta los 500-600 sobre él (pie del monte Hermón). No es un paseo cualquiera. Hay tiempo para callar y tiempo para hablar.

La encuesta (Marcos 8,27-28)

En esos momentos de comunicación, Jesús pregunta a los discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?».

Hasta este momento, el evangelio de Mc ha ido planteando el enigma de quién es Jesús. Un personaje desconcertante, que enseña con autoridad y tiene poder sobre los espíritus inmundos (1,27), perdona pecados como si fuera Dios (2,7), escandaliza comiendo con publicanos y pecadores (2,16) y se considera con derecho a contravenir el sábado (2,27; 3,4). Los fariseos y los herodianos deciden muy pronto que debe morir (3,6), sus familiares piensan que está mal de la cabeza (3,21), los escribas que está endemoniado (3,22), y los de Nazaret no creen en él, lo siguen considerando el carpintero del pueblo (6,1-6). Mientras, los discípulos se preguntan desconcertados: «¿Quién es este que hasta el viento y el lago le obedecen?» (4,41). Ahora, cuando llegamos al centro del evangelio de Mc, Jesús aborda la cuestión capital: ¿quién es él?

Para la gente, Jesús no es un personaje real, sino un muerto que ha vuelto a la vida, se trate de Juan Bautista, Elías, o de otro profeta. De estas opiniones, la más «teológica» y con mayor fundamento sería la de Elías, ya que se esperaba su vuelta, de acuerdo con Malaquías 3,23: «Yo os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible; reconciliará a padres con hijos, a hijos con padres, y así no vendré yo a exterminar la tierra». En cualquier caso, resulta interesante que el pueblo vea a Jesús en la línea de los antiguos profetas. En ello pueden influir muchos aspectos: su poder (como en los casos de Moisés, Elías y Eliseo), su actuación pública, muy crítica con la institución oficial, su lenguaje claro y directo, su lugar de actuación, no limitado al estrecho espacio del culto.

Si la pregunta la hubiera formulado Jesús en nuestros días, la encuesta habría resultado más variada y desconcertante que entonces: Hijo de Dios, profeta, marido de la Magdalena, precursor de la dinastía merovingia…

Examen teórico (8,29)

Jesús quiere saber si sus discípulos comparten esta mentalidad o tienen una idea distinta. Es una pena que Pedro se lance inmediatamente a dar la respuesta; habría sido interesantísimo conocer las opiniones de los demás. Según Mc, la respuesta de Pedro se limita a las palabras «Tú eres el Mesías».

¿Qué significaba este título? En el Antiguo Testamento se refiere generalmente al rey de Israel; un personaje que se concebía elegido por Dios, adoptado por él como hijo, pero normal y corriente, capaz de los mayores crímenes. Sin embargo, la monarquía desapareció en el siglo VI a.C., y los grupos que esperaban la restauración de la dinastía de David fueron atribuyendo al mesías esperado cualidades cada vez más maravillosas.

Los Salmos de Salomón, oraciones de origen fariseo compuestas en el siglo I a.C., describen detenidamente el papel del Mesías: librará a Judá del yugo de los romanos, eliminará a los judíos corruptos que los apoyan, purificará Jerusalén de toda práctica idolátrica, gobernará con justicia y rectitud, y su dominio se extenderá incluso a todas las naciones. Es un rey ideal, y por eso el autor del Salmo 17 termina diciendo: «Felices los que nazcan en aquellos días».

Si imaginamos al grupo de Jesús, que vive de limosna, peregrina de un sitio para otro sin un lugar donde reclinar la cabeza, en continuo conflicto con las autoridades religiosas, decir que Jesús es el Mesías implica mucha fe en el personaje o una auténtica locura.

Lo que piensa Jesús de sí mismo (8,30-32)

En contra de lo que cabría esperar, Jesús prohíbe terminantemente decir eso a nadie. Y en vez de referirse a sí mismo con el título de Mesías usa uno distinto: «Hijo del Hombre», que parece inspirado en Ezequiel (a quien Dios siempre llama «Hijo de Adán») y en Daniel. Lo importante no es el origen del título, sino cómo lo interpreta Jesús: el destino del Hijo del Hombre es padecer mucho, ser rechazado por las autoridades políticas, religiosas e intelectuales, morir y resucitar. En una concepción popular del Mesías, como la que podían tener Pedro y los otros, esto es inaudito. Sin embargo, la idea de un personaje que salva a su pueblo y triunfa a través del sufrimien­to y la muerte no es desconocida al pueblo de Israel. Un profeta anónimo la encarnó en el personaje del Siervo de Yahvé (Isaías 53).

Suspenso de Pedro (8,32b-33)

Igual que el poema del libro de Isaías, Jesús termina hablando de resurrección. Pero Pedro se queda en el sufrimiento. Se lleva a Jesús aparte y lo increpa, sin que Mc concrete las palabras que dijo.

Jesús reacciona con enorme dureza. Pedro lo ha tomado aparte, pero él se vuelve hacia los discípulos porque quiere que todos se enteren de lo que va a decirle: «¡Retírate, Satanás! ¡Piensas como los hombres, no como Dios!» La mención de Satanás recuerda lo ocurrido después del bautismo, cuando Satanás somete a Jesús a las tentaciones. El puesto del demonio lo ocupa ahora Pedro, el discípulo que más quiere a Jesús, el que más confía en él, el más entusiasmado con su persona y su mensaje. Jesús, que no ha visto un peligro en las tentaciones de Satanás, si ve aquí un grave peligro para él. Por eso, su reacción no es serena, sino llena de violencia.

Ejercicio práctico (8,34-35)

De repente, el auditorio se amplía, y a los discípulos se añade la multitud. Las palabras que Jesús deberían desconcertarnos y provocar un rechazo. ¿Se imagina alguien a un político diciendo: «El que quiera votarme, que esté dispuesto a perder las elecciones e ir a la cárcel»? Pero el punto de vista de Jesús no es el de los políticos. No pretende ganar las elecciones en este mundo, sino en el futuro. Para Jesús, el mundo futuro es como un hotel de cinco estrellas; el mundo presente, una chabola asquerosa situada en el entorno más degradado imaginable. Todos podemos salir de la chabola y alojarnos en el hotel. Pero el camino es duro, empinado, difícil. Jesús se ofrece a ir delante, y deja en nuestras manos la decisión: el que se aferre a la chabola, en ella morirá; el que la abandone y lo siga, tendrá un durísimo camino, pero disfrutará del hotel.

Y tú, ¿quién dices que es Jesús?

El evangelio de hoy no puede leerse como simple recuerdo de algo pasado. La pregunta de Jesús se sigue dirigiendo a cada uno de nosotros, y debemos pensar detenidamente la respuesta. No basta recurrir al catecismo («Segunda persona de la Santísima Trinidad») ni al Credo («Dios de Dios, luz de luz…»). Tiene que ser una respuesta fruto de una reflexión personal. En la línea del evangelio de Juan: «El camino, la verdad y la vida». Pero, sea cual sea la respuesta, es más importante aún la decisión de seguir a Jesús con todas las consecuencias.

La aceptación del sufrimiento y la certeza del triunfo (Isaías 50,5-10)

El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor Dios me ayuda; por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Mi defensor está cerca, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos, ¿quién me acusará? Que se acerque. Mirad, el Señor Dios me ayuda, ¿quién me condenará?

En la concepción difundida a finales del siglo XIX por Bernhard Duhm, este fragmento sería el tercer canto dedicado al Siervo de Yahvé, un personaje misterioso, que termina salvando a su pueblo mediante el sufrimiento y la muerte. Es lógico que los cristianos vieran en él a Jesús (el 4º canto, Is 53, lo leemos el Viernes Santo).

Jesús ha dicho en el evangelio que «el Hijo del hombre tiene que padecer y ser despreciado». Este breve poema anticipa esas ofensas: golpes, burlas, insultos, salivazos, antes de un juicio que se supone injusto. En este breve poema destacan dos detalles: la acción de Dios y la reacción del Siervo.

La acción de Dios consiste en revelar a su servidor lo mucho que va a sufrir («me ha abierto el oído»), pero asegurándole que se mantendrá junto a él: «Mi Señor me ayudaba», «Tengo cerca a mi defensor», «El Señor me ayuda». Esto supone una gran novedad, porque en la teología habitual del Antiguo Oriente (y entre muchas personas de hoy día), el sufrimiento se interpreta como un castigo de Dios. En cambio, el Siervo está convencido de que no es así: el sufrimiento puede entrar en el plan de Dios, como un paso previo al triunfo, y en ningún momento deja Él de estar presente y ayudarle.

Por eso, la reacción del Siervo es de entrega total: no se rebela, no se echa atrás, ofrece la espalda y la mejilla a los golpes, no oculta el rostro a bofetadas y salivazos.

Si Pedro hubiera conocido y comprendido este texto de Isaías, no se habría indignado con las palabras de Jesús, que representan el punto de vista de Dios, mientras que él se deja llevar por sentimientos puramente humanos. Pero debemos reconocer que nuestro modo de pensar se parece mucho más al de Pedro que al de Jesús.

PARADOJA Domingo XXIV del Tiempo Ordinario 12 de septiembre Mc 8, 27-35

 FE ADULTA

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“El que quiere salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida, la salvará”: en esta formulación queda expresada la paradoja central del evangelio.

Perder y salvar la vida es una expresión que suele reformularse de muchos modos: perder/ganar, soltar/recibir, controlar/fluir, disminuir/crecer, morir/vivir… Todo ello habla de que nos encontramos ante una paradoja de validez universal, más allá de la tradición específica en la que nació. De hecho, la hallamos en otras tradiciones sapienciales, lo cual es signo de la sabiduría que contiene.

Esa paradoja encierra lo que –también dentro de la tradición evangélica– constituye el misterio central de la vida como proceso de muerte/resurrección. En el mundo de las formas, todo es un constante morir-resucitar: “Si el grano de trigo no muere –decía el Jesús del cuarto evangelio–, no puede dar fruto” (Jn 12,24).

La universalidad de la paradoja se explica porque responde a la propia constitución de la realidad en general y de los seres humanos en particular. En lenguaje budista, los dos polos de la realidad se nombran como “vacío” y “forma”, según el conocido dicho del Sutra del corazón: “Vacío es forma y forma es vacío”. No son opuestos irreductibles, sino las dos caras de la misma moneda, abrazadas en la no-dualidad.

 En nuestro caso humano, podemos nombrar los dos polos como “identidad” y “personalidad”. Tampoco como realidades opuestas, sino complementarias. Nuestra identidad se está expresando en nuestra personalidad. Ahí queda recogida nuestra paradoja, con la invitación a vivir ambas realidades de manera armoniosa. Y es precisamente a esa armonía hacia donde apunta la expresión del evangelio.

Si absolutizo la personalidad (el yo) hasta el punto de identificarme con (reducirme a) ella, yerro por completo y pierdo la vida: me estoy perdiendo a mí mismo en la confusión y el sufrimiento. Solo cuando “niego” el yo –es decir, cuando comprendo que no soy (ni me reduzco a) él–, vivo en plenitud. Con otras palabras: el que solo busca “salvar” su yo, pierde la vida; quien “pierde” el yo –porque se ha desidentificado de él– la encuentra. Todo nacerá en la comprensión: porque solo cuando comprendemos lo que somos, podemos dejar de identificarnos con lo que no somos.

Por tanto, no se trata tampoco de demonizar al yo ni de querer eliminarlo -es una realidad positiva-, sino de acogerlo y vivirlo desde nuestra identidad profunda, sin reducirnos a él.

¿Cómo vivo esta paradoja?

Mc 8, 27-35 ¿Quién dicen los hombres que soy yo? ... ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»

 

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FE ADULTA

Retrocedamos un poco en la historia y vayamos al momento en que Jesús decide dedicar su vida a la misión. Acompañado de cuatro pescadores de Cafarnaún, va el sábado a la sinagoga y allí se suscita por primera vez la incógnita que nos sigue desafiando veinte siglos después: «¿Qué es esto?... ¿Una doctrina nueva y revestida de autoridad, que manda a los espíritus impuros y le obedecen?»... A partir de ese momento, tras cada hecho extraordinario o cada alocución genial de Jesús, la gente se pregunta lo mismo que hoy nos preguntamos nosotros: «¿Quién es ese hombre...?»

Para sus seguidores, Jesús es un profeta o el mesías esperado, y para sus enemigos, un impostor peligroso al que había que eliminar. Desde el momento de su muerte, se desarrollan sobre Jesús cristologías que tratan de poner de manifiesto su condición divina; desde la más primitiva, de carácter ascendente y formulada por Pedro: «Dios estaba con él», hasta la que terminó prevaleciendo (de carácter descendente) que Juan formula en los siguientes términos: «El verdadero Dios se hizo hombre para salvarnos». Siguiendo la estela de Juan, los concilios de Nicea y Constantinopla lo declaran “Segunda Persona de la Santísima Trinidad”... y en ello estamos.

Fuera del ámbito cristiano, los filósofos de la ilustración francesa reducen la figura de Jesús a su dimensión antropológica, pero toman buena parte de su enseñanza para formular su código ético basada en la razón. Hegel llega a escribir una “vida de Jesús”, pues afirma que su praxis es la única capaz de integrar a las personas en un “nosotros” que constituye el Espíritu Universal. Nietzsche se muestra tan entusiasmado con él en un periodo de su vida, que llega a calificarlo de precursor de su “superhombre”... Gandhi se declara gran admirador de Jesús, y no se recata en decir que su movimiento de la no violencia estuvo inspirado en el capítulo sexto de Mateo... Y así muchos más.

Pero ¿quién es ese hombre...?

En la actualidad, y sin salir del ámbito cristiano, algunos identifican a Jesús con Dios, sin más, mientras otros lo consideran un maestro de sabiduría que ha influido notablemente en la marcha del mundo —como pueden haberlo hecho Sócrates o Buda—. Y todo esto puede estar muy bien como curiosidad, pero quizá lo más importante para la vida de un cristiano sea entender a Jesús como visibilidad de Dios: «A Dios nadie le ha visto jamás, el Hijo Unigénito que está en el seno del Padre nos lo ha dado a conocer», dice Juan en el prólogo solemne de su evangelio...

Y esto es tan importante para un cristiano, porque significa que no hemos sido arrojados al mundo sin referencias para afrontar la vida, sino que en Jesús encontramos la mejor referencia de un hombre que “piensa como Dios”... ¿Y qué puede haber más acertado que “pensar como Dios” para salvar la vida, hacerla más útil, y en definitiva más feliz?...

Como decía Ruiz de Galarreta: «El quicio fundamental de quienes nos llamamos cristianos es creer en Jesús visibilidad de Dios sin poner en duda su humanidad. Creemos que en un ser humano, tan humano como nosotros, podemos ver a Dios».

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí