Leonardo Boff
A pesar de las contradicciones internas de las fuentes
judeocristianas acerca del hombre y de la mujer, bien conocidas,
queremos recoger algunos principios positivos que refuerzan la lucha
histórica de los hombres y de las mujeres hacia un equilibrio de los
géneros.
a) Igualdad originaria entre hombre y mujer
Este principio está clarísimo en la primera página de la Biblia, en el
libro del Génesis: "Dios creó al ser humano a su imagen, macho y hembra
los creó" (1,27). En el segundo Testamento, centrado en la figura de
Cristo se dice: "no hay hombre ni mujer, todos son uno en Cristo Jesús"
(Gal 3,28).
b) Diferencia y reciprocidad entre hombre y mujer
Dentro de la igualdad de origen, se instaura la diferencia, entendida
como apertura del uno al otro, es decir, como reciprocidad. El relato
más arcaico del Génesis (2,18-23), de tendencia general fuertemente
masculinizante, acentúa esa reciprocidad. Eva, aunque sacada de la
costilla (lado) de Adán, es presentada no como la mujer con quien éste
va a tener hijos, ni como sierva de la casa, sino como su vis-à-vis e
interlocutora. El modismo hebreo para expresar esa mutualidad viene
expresado por las palabras de Adán: "he aquí alguien que es hueso de mis
huesos y carne de mi carne" (Gn 2,24). El mismo Pablo podía expresar
así la reciprocidad: "el marido cumpla el deber conyugal para con la
mujer y, igualmente, la mujer para con su marido" (1Cor 7,4).
c) Hombre y mujer, caminos hacia Dios.
Si el hombre y la mujer son imagen y semejanza de Dios significa que
Dios puede ser encontrado en ellos. Profundizando el conocimiento de lo
humano, masculino y femenino, sorprendemos a Dios cuya naturaleza
presenta las cualidades positivas de los principios masculino y
femenino.
En términos rigurosos de la teología, cuando decimos Dios-Padre no
decimos una cosa diferente a cuando decimos Dios-Madre. Por padre y
madre pretendemos expresar teológicamente que la vida y la creación
entera tienen su origen en Dios y se encuentran siempre bajo el cuidado y
providencia amorosa de Dios. Esto puede ser perfectamente expresado por
la categoría padre o madre. Por lo tanto, tenemos siempre un camino
abierto hacia Dios, por la vía de lo masculino y por la vía de lo
femenino. Disminuyendo el valor de la mujer tenemos una imagen
distorsionada de Dios. Si nos limitamos exclusivamente al hombre
encontramos no un padre amoroso sino un juez justiciero. Destruyendo lo
humano perdemos a Dios. Perdiendo a Dios, perdemos el sentido último de
todas las cosas.
d) Hombre y mujer, caminos de Dios.
La imagen (ser humano) remite al modelo (Dios). Si Dios mismo tiene
dimensiones masculinas y femeninas, es porque bajo esa forma Él se ha
revelado y autocomunicado en la historia. Emerge como una energía
creadora primordial, como el padre que acompaña y protege o como la
madre que cuida y consuela, madre que no puede olvidar al hijo de sus
entrañas (Is 49,15, Sal 25,6, 116), y que, al término de la historia,
como la grande y generosa Magna Mater enjugará nuestras lágrimas,
cansados de tanto llorar por los absurdos que no entendemos (Ap 21,4).
Lo femenino y lo masculino son caminos de Dios hacianosotros.
Hay todavía una manera de nombrar a Dios en el cristianismo que es en
forma de Trinidad de divinas Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las
Personas significan relaciones de reciprocidad, de comunión, de
mutualidad, de inclusión, en una palabra, de amor. Dios emerge como un
juego de energías originarias y eternas que sólo existen en la medida en
que coexisten, son una para la otra, con la otra, por la otra y jamás
sin la otra. Ninguna de ella puede ser tomada en sí sin las otras. Donde
está una están simultáneamente las otras. Es lo que la teología llama
pericóresis, vale decir, la inter-retro-relación e interpenetración de
las Personas divinas entre sí. Ya no es el monoteísmo de los judíos y
musulmanes, pre-trinitario. Es el monoteísmo trinitario cristiano. Él
funda otro tipo de unidad divina, no dada previamente, sino
construyéndose siempremediante el juego de las reciprocidades e
inclusiones. Por eso decimos que la esencia íntima de Dios no es la
soledad del Uno sino la comunión de tres Únicos (el único no se suma)
que mediante su relación recíproca se unifican en un único
Dios-amor-relación.
A nivel existencial cuando decimos Trinidad, en el fondo queremos decir:
al Dios que está por encima de nosotros lo llamamos Padre, al Dios que
está a nuestro lado lo llamamos Hijo y al Dios que está dentro de
nosotros lo llamamos Espíritu Santo. No son tres dioses (porque cada
Persona es única y por eso no puede ser sumada), es el único y el mismo
Dios que, a nivel existencial, se revela así y así es experimentado.
Por haber en Dios diversidad y unidad, su imagen en el mundo, el hombre y
la mujer, serán también diversos y unos, siendo imposible pensar lo
femenino sin lo masculino y lo masculino sin lo femenino.
e) Hombre y mujer en Dios
Por más que estén firmemente imbricados uno en el otro y se busquen
insaciablemente, el hombre y la mujer no encuentran la respuesta a su
vacío abisal en esa relación recíproca. En ellos hay un vacío infinito
que sólo el Infinito de Dios puede llenar. Ambos, pues, son llamados a
auto-trascenderse en dirección al Infinito que los puede realmente
saciar. En Él descansan y se pierden hacia el infinito Amor y la radical
Ternura. Es la patria y el hogar de la completa identidad y de la total
realización. Lo femenino encontrará lo Femenino fontal y lo masculino
lo Masculino abismal. Se dará lo que todos los mitos narran y todos los
místicos testimonian: los esponsales definitivos, la fiesta eterna, la
fusión del amado y de la amada en el Amado y la Amada transformados,
según la expresión de San Juan de la Cruz.