FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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lunes, 22 de diciembre de 2014

2014, un año lleno de victorias en Change.org

“Un poco de ternura y de cordura”

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- Por: Marian Serrano
22/12/2014 - 67 Vistas

El pasado 19 de diciembre, nuestro inspector Juan Carlos Pérez Godoy era invitado a dar el pregón de Navidad en Utrera. En el colegio que lo vio crecer. Agradecido, emocionado y muy acompañado realizaba su pregón, hablaba de la verdadera Navidad.

 
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El acto daba comienzo a las 8 de la tarde. El XL Pregón de Navidad de Salesianos Utrera es un acontecimiento para la ciudad, presente toda la Comunidad Educativa pero también autoridades locales y representantes de los diferentes sectores sociales de Utrera.

El Coro del Centro cantaba el “Adeste Fideles” para abrir los actos en los que se enmarca este pregón navideño. José Miguel Nuñez, sdb y director de la Comunidad San Bartolomé de la inspectoría María Auxiliadora, presentaba a Juan Carlos, quien al iniciar su pregón decía: Gracias, muchas gracias, Pepe, mi querido presentador, por las sentidas, emotivas y hermosas palabras que me has dedicado en tu presentación: sin duda nacen de la mutua estima y del afecto de hermanos y de amigos; de tantos momentos compartidos; de tantas experiencias muy profundas convividas. Gracias de corazón.

El acontecimiento es un momento para ofrecer y recibir las felicitaciones de Navidad de toda la comunidad educativa a través de las actuaciones de las diferentes secciones del Centro: ESO, FP, Bachillerato; también de la Asociación de Padres y el Claustro. Finalizaba con un ágape festivo. En el pregón estuvieron presentes la madre y los hermanos y hermanas de Juan Carlos.
 
En el pregón, Juan Carlos Pérez Godoy recorrió su infancia, su primer Belén, su Virgen. Contó como con otros amigos del colegio habían organizado actividades solidarias, recordó su conversación con Don Gonzalo cuando le dijo que quería ser salesiano, habló de Magnin, joven de Kara en Togo que, en una visita a los salesianos en aquella ciudad, le había invitado a cenar con él en Nochebuena…un plato de judías. Ese joven era aprendiz de sastre: Fue un gran regalo, el mejor regalo que me han hecho en el día de Navidad. Hoy me lo imagino, lo sueño, porque hace tiempo que no sé de él, en su taller y ejerciendo el oficio de sastre en su pequeño negocio.

Y trajo a la mente y corazón de todos los presentes la incoherencia de nuestro mundo actual, el dolor ante actos irracionales, la falta de ternura, la perdida de sentido de la Navidad para muchos en estas fechas.

En su pregón estuvo presente Don Bosco, del que vamos a celebrar el 200 aniversario de su nacimiento: Este anuncio, buena nueva, la hacemos este año en el contexto de un acontecimiento singular; la conmemoración de otro nacimiento: celebramos el bicentenario del nacimiento de Don Bosco, alguien que por iniciativa de Dios fue suscitado por el Espíritu Santo, con la intervención materna de María, con un carisma espacial en la Iglesia y con un corazón de padre y maestro capaz de una entrega total e incondicional a los jóvenes para anunciarles el misterio de la Salvación.

Terminaba diciendo:
Cuando venga el Hijo del hombre
¿encontrará esta fe en la tierra?
Si la fe se ha vuelto ciega
y la esperanza es muy corta
dejad que nazca el Señor,
el Mesías Salvador.

Bendito sea el Señor que llega por Navidad.
Dichoso quien sepa acogerlo,
feliz quien lo sepa encontrar.
No le cerremos las puertas,
¡Alerta!, en vigilia, dispuestas,
muy pronto en Belén nacerá.

A todos de corazón:
Año Nuevo, Vida Nueva
y una Feliz Navidad.

Una barrera de agentes de policía corta el paso a la manifestación contra la ‘ley mordaza’ en Madrid Mercedes Domenech

 


Una veintena de efectivos de la Policía Nacional ha impedido que la marcha atravesara la plaza de Callao
Se han vivido momentos de tensión, aunque no se han producido cargas
Miles de personas se manifiestan en más de 35 ciudades contra lo que consideran una norma que avala “prácticas propias de una dictadura”
Estaba prevista una concentración pero en Madrid se ha desarrollado de manera espontánea una manifestación itinerante contra la denominada ‘ley mordaza’ que ha recorrido las calles más céntricas de la ciudad. El problema ha surgido en la convergencia de calle Preciados con la plaza de Callao: veinte agentes de la Policía Nacional han bloqueado la circulación en ambos sentidos. Y la tensión ha ido en aumento.··· Ver noticia 

Gobernar contra el pueblo Jaime Richart, antropólogo y jurista

La dimisión del fiscal general del Estado, Torres Dulce, sigue teniendo mucho que ver con este título. Lo mismo que la sepa­ración de la carrera judicial del juez Garzón y del juez Elpidio Silva, y el apartamiento de la causa de la Gürtel del juez Ruz y la virtual impunidad de Blesa, del caso Botín que ha terminado beneficiando a la familia, y de una caterva de miembros del partido del gobierno en instituciones varias, así como los abu­sos feudales de los Oriol Urquijo que viven en una inmensa propiedad en pleno Parque Natural de este país. Y también, el encarcelamiento de Bárcenas. El encarcelamiento de Bárcenas responde a la estrategia militar que incluye la posibilidad de víctimas en las filas propias por “fuego amigo”.
Sirve al disi­mulo. Esta especie de falso descuido permite decir a los titirite­ros del gobierno y a sus cómplices mediáticos -los periodistas de todos conocidos- que el caso Bárcenas es la prueba de que el gobierno es el primero en perseguir la corrupción y es el pri­mero en respetar la independencia judicial. Así creen ahuyentar la sospecha del pueblo, más bien la certeza, de que el gobierno está detrás de multitud de maniobras para ir eximiendo sucesi­vamente de responsabilidad penal (después de haberse zafado de la responsabilidad política al no haberse producido prácti­camente dimisiones ni ceses, a todo un ejército de bribones in­tegrantes de una asociación ilícita para delinquir, como, de acuerdo con ese tropel de fechorías califica el juez Ruz en el sumario.

Visto el monto del latrocinio y despilfarro calculado en con­junto de unos 40 mil millones de euros estafados, malversados o robados por la clase política y principalmente por quienes gobernaron o gobiernan;
vista la vida muelle y opulenta de miles y miles de habitantes al lado de la pobreza y desamparo que sufren ya millones de ciudadanos y ciudadanas; y visto en perspectiva el panorama general de la situación polí­tica y social que están deparando los actuales gobernantes al pueblo español… está muy claro que la misma guerra civil de este país en 1936, se viene desencadenando entre los mismos bandos (en esta ocasión y menos mal, virtual y metafórica­mente) pero, por ahora, con el mismo resultado final funesto para el pueblo que es el que está pagando las consecuencias como las pagó en aquella contienda para olvidar…

19 Diciembre 2014

Los pueblos indígenas no hablamos dialectos, ni lenguas. Hablamos idiomas Ollantay Itzamná

La pasada semana, el diario El Comercio del Perú, publicó una nota informativa bajo el título: “El quechua muere de vergüenza en el Perú”[1], en la que, citando a la Agencia EFE, indica que las y los quechuas del país estaríamos abandonando nuestra lengua por vergüenza. Además, dicho matutino señala que la lengua quechua, históricamente promovida por la Iglesia Católica para la evangelización, comenzó a ser prohibida en el Perú a raíz de la rebelión de Túpac Amaru (siglo XVIII).
La colonialidad interna en los estados latinoamericanos se sustenta en la colonialidad cultural que las élites culturales oficiales imponen sobre el resto de las culturas subalternas. La cultura oficial, para justificar su violencia institucionalizada, y garantizar la permanencia de su “superioridad”, afianza el sentimiento de culpabilidad en sus víctimas, fustigando todo acto de rebeldía por parte de los subalternos. Por eso, el Perú criollo dice: “la lengua quechua se pierde porque los campesinos se avergüenzan de hablarlo, y a raíz de la rebelión de Túpac Amaru.” Es decir, ¡por culpa de la rebelión indígena y la vergüenza de los quechuas se pierde el patrimonio cultural peruano!
Las élites oficiales generalmente utilizan terminologías despectivas, no pocas veces prejuiciosas, para referirse y deslegitimar a las culturas no oficiales. Por eso, para aludir a los idiomas nativos utilizan el término de lengua y/o dialecto, pero lo que ellos hablan y enseñan lo categorizan como idioma. Nos llaman campesinos a los indígenas con la finalidad de anular discursivamente nuestra condición de sujetos de derechos especiales a nivel internacional. Saben que a los campesinos no les asisten mayores derechos.
El lingüista lituano Max Weinreich (siglo XX), definió que la lengua “es un dialecto con un ejército y un navío detrás”. Del mismo modo, en la actualidad, el idioma es una lengua con un ejército y una marina detrás. Es decir, la progresiva jerarquización conceptual de dialecto, lengua, idioma, que supuestamente correspondía a los diferentes niveles de “desarrollo” civilizatario de los pueblos no tiene ningún sustento científico. Fue y es sólo producto de las circunstancias político militares del momento. Según la lingüística, la semiótica o la antropología, todos los pueblos hablamos idiomas, y ninguno es superior o inferior a otro.
Fueron los “vencedores” quienes, sobre los escombros de los pueblos, establecieron que su medio de comunicación se denomine idioma, y el medio de los “derrotados”, lengua o dialecto. Aquellos se imponen como la cultura, modelo oficial, a seguir. Los “derrotados”, idealizan, sueñan con ser parte de los “vencedores”. Por eso, el “vencedor” (ni quienes quieren sentirse parte de ellos) no aprende, ni promueve la “lengua” de los “derrotados”. Pero, regularmente los aymaras hablan quechua y castellano, los quechuas hablamos castellano y otros idiomas. Pero, generalmente los mestizos y/o criollos no hablan idiomas nativos, pero sí se esfuerzan por el inglés, francés, alemán, etc., idiomas de supuestas civilizaciones “desarrolladas”.
Si deseamos realizar una sociometría de la estratificación sociopolítica de la realidad de un país colonizado, o de su condición de colonialidad, suficiente observar la estratificación idiomática en la cotidianidad. Unos pocos esforzándose en los idiomas de los ejércitos dominantes (despreciando los idiomas nativos), y otros muchos, producto del racismo institucionalizado, intentado esconder su milenaria riqueza idiomática. Es más, como bien sostiene el semiólogo suizo Ferdinand de Saussure (siglo XIX), las estructuras idiomáticas son la expresión de las estructuras culturales de los pueblos.
En el mundo coexisten cerca de 5 mil idiomas nativos hablados por otro tanto de pueblos. En el Perú, cerca de 50 idiomas. En Guatemala, 22 idiomas mayas. En Bolivia, más de 30 idiomas nativos. Todos son idiomas. Tan válidos como los de origen europeo, asiático o de cualquier otra procedencia. Si alguien, en el siglo XXI, se quiere atribuir la categoría de superioridad idiomática-cultural padece una gangrena terminal de la enfermedad del racismo, y un crónico complejo de inferioridad. A los pueblos indígenas nos vencieron, pero jamás nos derrotaron. Muestra de ello es la actualidad de nuestra riqueza idiomática milenaria.

Un gesto ejemplar Pedro Serrano


Que entre tantos titulares con olor a indecencia todavía se pueda encontrar alguno que haga referencia al comportamiento intachable de algunas personas, resulta muy reconfortante y esperanzador. Y no anda nuestro país sobrado de integridad y virtud, al menos a nivel de telediarios y portadas, como para dejar pasar la ocasión sin destacar aquellas noticias que nos devuelven la fe en el ser humano.
Al parecer, un nigeriano que vende pañuelos en las calles de Sevilla ha entregado a la policía una cartera que se le cayó del coche a un conductor y que contenía 3.150 euros, seis cheques por valor de 13.000 euros y diversa documentación. Sin duda, un gesto ejemplar que honra a este buen hombre que tiene todo mi respeto y admiración.

¿Cuántos pasaríamos esta prueba de honradez si nos sometieran a ella? La conciencia, entendida como el discernimiento interior de lo que está bien y mal, es tan elástica que cada uno la estira o la encoge hasta donde su fuero interno le permite. Cada uno tiene los escrúpulos que le da la gana. Algunos por un euro devuelto de más en un cambio sienten desasosiego; otros, en cambio, por apropiarse de millones de euros sienten una paz interior casi mística.
Valladolid

¿Las últimas Navidades de la crisis? Sonia Herrera



  • Desde que dejamos de hablar de recesión o desaceleración y empezamos a hablar de crisis, muchas son las personas que han visto como sus condiciones de vida se precarizaban a marchas forzadas año tras año.
    Desde 2008 hasta la fecha, hemos ampliado nuestro vocabulario con conceptos infames como “deuda pública”, “prima de riesgo”, “burbuja inmobiliaria”, “subprime”, “tarjetas black”, “mercados financieros”, “preferentes”, “austeridad” (¡pobre palabra!, ¿qué te han hecho?), “rescates bancarios”, “recortes”… La lista de vocablos continúa creciendo, la de afectadas/os, también.··· Ver noticia 
  • Corrupción y religión José M. Castillo, teólogo



    Teología sin censura
    El reciente informe de la Unión Europea sobre la percepción que se tiene, en ciudadanos y empresas, sobre la corrupción en los distintos países de Europa, sitúa a la cabeza de los países corruptos a Italia y España, mientras que, por el contrario, los países menos corruptos, en cuanto se refiere a la gestión de la economía, son los países del norte de Europa.
    En cuanto, hace pocos días, leí los resultados de este Informe, me vino a la memoria el conocido estudio de Max Weber, La Ética Protestante y el espíritu del capitalismo. Como es sabido, Weber defiende en este libro que “el afán de lucro” y la “tendencia a enriquecerse” nada tienen que ver con el capitalismo. Weber estaba convencido, hace un siglo, de que la “mentalidad económica” y el “ethos” [talante] económico son convicciones y pautas de conducta que están determinadas sobre todo por “la ética racional del protestantismo ascético”. Y destacaba las conexiones que las religiones más importantes tienen con la economía y la estructura social del medio en el que viven.

    Yo estoy persuadido de que Max Weber no escribiría hoy este libro tal como lo escribió en su tiempo. Entre otras razones, porque el capitalismo de ahora no es como el que Weber conoció. Ni la religión que se practica ahora es como la que se practicaba a finales del s. XIX.
    Sin embargo, hay un hecho patente que está a la vista de todos. Exactamente lo mismo, a comienzos del siglo XXI que a finales del XIX, los países de tradición católica son los más corruptos y los más castigados por la crisis económica (países del Sur), al tiempo que los países de matriz protestante (países del Norte) son los más desarrollados y los que han superado la crisis más rápidamente y mejor. Como es lógico, estas cosas no ocurren por casualidad. Alguna relación tiene que haber entre “economía” y “religión”. Lo que, en este momento, equivale a preguntarse: ¿tendrá algo que ver la religión con la corrupción económica?
    No voy a ponerme a indagar – una vez más – en qué consiste exactamente el espíritu de la “ética protestante”. Sobre eso se han escrito bibliotecas enteras. Y ya sabemos lo que da de sí este asunto. Por eso yo me he puesto a darle vueltas a esta cuestión, repensando este enorme problema desde otro punto de vista. Hay un hecho que, por otra parte, no deja de llamar la atención. Me refiero a una cosa que ve cualquiera. “Gente religiosa”, “gente de derechas” y “gente capitalista” son expresiones que, con relativa frecuencia, suelen coincidir en las mismas personas y hasta en las mismas instituciones o grupos humanos. Pero coinciden solamente cuando la religión apoya el capitalismo y se pone de parte de la gente de derechas. Si se trata de una religión que, por lo que sea, no es incondicionalmente aceptada por los ricos, ese tipo de religión no tarda en caer en desgracia. Lo que ha pasado con la teología de la liberación es el ejemplo más claro que tenemos, en la Iglesia, de que las relaciones entre “religión” y “economía” son buenas y fluidas cuando, en definitiva, la religión se pliega a las exigencias del capitalismo financiero, con las consiguientes condiciones que impone la banca, etc, etc.
    ¿Qué hay detrás de todo esto? Por lo que yo he podido averiguar, hasta este momento, el factor determinante en este oscuro asunto es la profunda y extraña conexión que existe entre los “rituales” y la “ética”. Una conexión que se comprende en cuanto uno se da cuenta de que el comportamiento de una persona religiosa está más determinado por el “rito” que por el “ethos” (W. Burkert, B. Lang, G. Theissen). Es decir, la gente religiosa se aferra más a la observancia de los rituales sagrados que a la honradez sin fisuras de la conducta de un buen ciudadano. ¿Cómo se explica que haya tantos ricos capitalistas que se quedan tranquilos con su misa y sus rezos, cuando ellos son los primeros que saben que no pagan los jornales que tendrían que pagar? ¿Qué explicación tiene que haya obispos con palacios y coches de lujo, que se quedan tan tranquilos sabiendo que en su diócesis hay miles de criaturas que se acuestan sin cenar? ¿Cómo es posible que la Jerarquía eclesiástica (con sus clérigos, frailes y monaguillos) siga aferrada a sus exenciones fiscales y privilegios económicos, en una sociedad en la que cada día echan de sus casas a tantas familias que no han hecho otro mal que quedarse sin trabajo?
    La observancia ritual es un asunto peligroso. Porque el rito fielmente observado tiene el efecto diabólico de tranquilizar la conciencia. Por eso hay tanta gente a la que le va divinamente con los bautizos, las bodas (de iglesia), los funerales con misa, la cofradía, la romería, la promesa, el escapulario y la estampa. De manera que todo eso, sin saber cómo ni por qué, se condimenta admirablemente con la tacañería a la hora de pagar el sueldo o el jornal, hacer la declaración de la renta, tener a “la muchacha” de la limpieza apuntada en el “seguro” y, si se trata de gente de poder y gobierno, no tienen empacho en defender y aprobar leyes que hunden a tantas criaturas en la miseria y la desesperación.
    ¿Se puede asegurar que existe una misteriosa y tremenda conexión entre religión y corrupción? Ahí están los hechos. Y que cada cual responda, no asegurando “yo tengo la conciencia tranquila”, sino preguntando a quienes conviven a tu lado qué piensan de todo esto.