FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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lunes, 28 de diciembre de 2015

Jubileo de la Misericordia y ley del celibato (2) Rufo González



Curas casados2¿Dónde está el amor “visceral” de la misericordia?
¿Dónde está la “compasión de tu compañero”?
¿Dónde “su amor visible y tangible”?
Hermosa teoría de la misericordia
“La Iglesia sentía la responsabilidad de ser en el mundo signo vivo del amor del Padre” (Mv. 5).


“La misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón” (Mv. 6) .
“¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?” (Mt 18,33). Y Jesús concluye: “Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos” (Mt 18,35). La misericordia en la Sagrada Escritura es la palabra clave para indicar el actuar de Dios.. Él no se limita a afirmar su amor, sino que lo hace visible y tangible. El amor nunca podrá ser palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros” (Mv. 9).
Perversa práctica de la misericordia
Ante la imposibilidad práctica de muchos sacerdotes (obispos y presbíteros) para vivir el celibato, se les obliga a abandonar el jercicio pastoral. La autoridad eclesial sostiene que quien no es capaz de sujetar una tendencia creada, natural, no debe presidir la comunidad cristiana. Ley ésta que Jesús no exigió a sus aspótoles ni durante más de tres siglos fue práctica obligada para los sucesores de los apóstoles y sus inmediatos cooperadores. La historia dice que tuvo origen en conceptos erróneos del sexo y en teologías no cristianas. Se fue imponiendo por fuerza bruta, economía, interés… La bondad del celibato opcional se utiliza como excusa para impornelo. Las contraindicaciones no se valoran, sometiendo así la persona a la ley.
Se ha venido silenciando la historia de abandonos y los métodos para hacerles desistir. En la época de Juan Pablo II (santo a pesar de estos comportamientos: “Demasiados hablan de replantearse la ley del celibato eclesiástico. ¡Hay que hacerles callar!”, dijo a cardenales alemanes en una ocasión) se negó a algunos la dispensa, a otros se les retrasó varios años, algunas peticiones tuvieron el silencio como respuesta, incluso llegó a decirse que no tenían derecho a dicha dispensa, y, por tanto, el papa no tenía obligación alguna de concederla:
“Ante las numerosas peticiónes de dispensa del celibato, Juan Pablo II… está persuadido de la necesidad de ordenar una investigación sobre la situación de este asunto, causas y remedios…
Hay que procurar con esmero que cosa tan seria como es la dispensa del celibato no se interprete como un derecho que la Iglesia tendría que reconocer indiscriminadamente a todos sus sacerdotes; por el contrario, lo que hay que considerar como un verdadero derecho es la oblación de sí mismo que el sacerdote hace a Cristo y a todo el pueblo de Dios, quienes, por tanto, esperan de él la observancia de la fidelidad prometida… La dispensa del celibato no puede interpretarse como el resultado casi automático de un proceso administrativo sumario… Los bienes de suma calidad los que entran aquí en cuestión: – el bien del sacerdote que hace la petición…; – el bien general de la Iglesia, que no puede asistir impasible a la disolución del orden sacerdotal…; – el bien particular de las iglesias locales, es decir, de los obispos con su presbiterio… y del conjunto de los fieles que tienen al servicio del sacerdocio ministerial como un derecho y una necesidad” (Orientaciones y normas para la dispensa del celibato; 14 octubre 1980; Congregación para la Doctrina de la Fe a los Ordinarios de lugar y a los Superiores Generales de las Ordenes religiosas de clérigos).
NB.- Este último párrafo falta a la verdad. Por casarse no se produce ninguna “disolución del orden sacerdotal” (el celibato no se identifica con el sacerdocio) ni se priva a los fieles del “servicio del sacerdocio ministerial como un derecho y una necesidad”. Todo lo contrario. Es la ley la que obliga al no ejercicio ministerial y a privar a los fieles del derecho a la eucaristía y al pastor.
Práctica contra los derechos humanos
1. La Declaración universal de los Derechos Humanos (Asamblea General de Naciones Unidas, 10 diciembre de 1948) en su artículo 16. 1., reconoce que
“los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio”.
2. El concilio Vaticano II, en la Constitución “sobre la Iglesia en el mundo actual” (GS):
“Crece la conciencia de la eximia dignidad que compete a la persona humana, cómo ella está por encima de todas las cosas, y sus derechos y deberes son universales e inviolables. Es necesario, por tanto, que se facilite al hombre todo lo que necesita para llevar una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a elegir libremente un estado de vida y a fundar una familia, a la educación, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a la información correcta, a obrar según la recta norma de su conciencia, a la protección de la vida privada, a la justa libertad también materia religiosa” (GS 26).
Según estos textos “el derecho a elegir libremente un estado de vida y a fundar una familia” es un derecho “universal e inviolable”. Si una persona en una época vital quiere renunciar a su ejercicio, no por ello pierde dicho derecho. Puede recuperarlo mientras viva. El poder eclesial no sólo no ha colaborado con dicho derecho, sino que no lo ha respetado. Más aún, lo ha impedido con las trabas a su alcance. Si concede dispensa -negarla es difícil en las sociedades democráticas-, les castiga vetándoles el ministerio, utiliza artimañas para reducir su vida a la clandestinidad, obliga a exiliarse, carga sus conciencias, desacredita su proceder tildándolo de sacrílego, blasfemo, el peor de los crímenes, casi imperdonable. Les quita el trabajo en las instituciones eclesiales, les prohibe la función docente en centros dependientes de la Iglesia, o que requieran nombramiento eclesial… Rompen comunicación con ellos. Más silenciados que los ateos, increyentes, apóstatas… Con éstos se dialoga, se les invita a eventos culturales, incluso, si son política y económicamente influyentes, no se repara en confraternizar. Con los secularizados la misericordia brilla por su ausencia. Sus años de servicio pastoral no cuentan para nada. ¿Dónde está el amor “visceral” de la misericordia? ¿Dónde está la “compasión de tu compañero”? ¿Dónde “su amor visible y tangible”?
La ley celibataria carece de misericordia
“La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos”.
No se quiere reconocer esta verdad: esta ley es la culpable principal de la escasez de vocaciones al ministerio. Por ella, muchos jóvenes no se plantean esta vocación, y quienes lo intentan, abandonan pronto por lo mismo. Fuimos testigos de copiosos abandonos en los años de seminario por esta ley. Las comunidades cristianas pasan meses sin pastores y sin celebrar la eucaristía. Ellas son testigos mudos del abandono de buenos pastores. No se les pide parecer si quieren que sus curas se casen. No ha habido misericordia con ellas. Se ha preferido la ausencia antes que tenerlos casados. La ley por encima de las comunidades y de los sacerdotes. No se procura que unas y otros sean “felices, colmados de alegría y serenos”. Que sigan amores clandestinos, hijos sin padres legales, mujeres cosificadas e invisibles, marginación social y eclesial… Y sigamos predicando misericordia a los de fuera. “¡Ay de vosotros, guías ciegos y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de Dios! Vosotros no entráis, y a los que están entrando tampoco los dejáis” (Mt 23, 13).

La política, ¿ética o estética? José M. Castillo, teólogo



Castillo2Teología sin censura
El conocido especialista en la historia política de Europa Central, Tony Judt, ha dicho que “de la política pública se pasa de forma natural a la preocupación por la estética de la vida pública”. Y eso, ni más ni menos, es lo que está pasando. Los que se dedican, públicamente, a la política suelen desplazarse – seguramente sin darse cuenta de lo que les pasa a ellos – de “lo ético” a “lo estético”. O sea, suelen pasar del deber ético a la imagen pública. De ahí que cuando “quedan bien”, ante los oyentes o los periodistas, tienen la impresión de que “hacen bien” al país o a la sociedad. Así, y sin duda con buena voluntad, los políticos han arruinado la política. Y se han arruinado a sí mismos, como políticos.


Pero lo más grave de este asunto no es que esto les pase a los políticos. Si somos lúcidos y honestos, tendremos que reconocer que exactamente lo mismo que les ocurre a los políticos, eso es lo que nos pasa a todos. Y el que tenga las manos limpias, que tire la primera piedra. Por desgracia es demasiado frecuente que a todos (o casi todos) nos preocupe más “quedar bien” que “hacer el bien”. Por eso, cuando no hacemos lo que tendríamos que hacer, lo que en realidad hacemos es callar, ocultar, disimular, hacer lo posible (incluso lo imposible) “para que no se sepa”. Por la misma razón e idéntico motivo por el que nos gastamos más dinero en perfumes, joyas y marcas, que en sacar del barro y de la mierda a mendigos, refugiados o inmigrantes.
Y que nadie me venga diciendo que ahí está Cáritas, tal o cual ONG, el comedor de la parroquia o tantas y tantas obras de beneficencia. No. No me vengan con eso. Si a Vd le preguntan de qué vive, ¿le gustaría tener que responder que vive “de la caridad”? La caridad está bien para salir al paso de un desastre o escapar de una emergencia. La sociedad y el Estado se tienen que gestionar desde “el derecho a tener derechos”. Todo lo que no sea eso, en los tiempos que vivimos, es estar en la inopia. Por no decir, en la más miserable desvergüenza. 

Desde ciudad Juárez, carta abierta al papa Francisco Víctor M. Quintana S.

 

Padre Francisco: no sé si alguna vez llegue a sus manos esta carta. Es un intento desesperado para comunicarle lo que quieren decirle muchas personas y organizaciones que luchan por sus derechos en México y en Ciudad Juárez, pero que han sido obstaculizados por las burocracias, eclesiástica y gubernamental. ··· Ver noticia 

Navidad: Lo que sabemos de Jesús Xabier Pikaza, teólogo

 

Pikaza
Una reflexión sobre la realidad
“No fundó directamente la Iglesia, pero dejó preparados varios ‘focos de incendio'”
Con ocasión de este domingo de la Sagrada Familia (27.12.15) quiero ofrecer una una reflexión de base sobre la realidad de Jesús:
— Lo que sabemos de ella con seguridad,
— lo que puede cuestionarse en un plano de historia,
— lo que podemos decir en un plano de fe.
Salen estos días en la prensa noticias extrañas, y algunos afirman incluso que Jesús nació 5.000 años antes de su nacimiento, pues todo lo que de él se dice sería puro mito, sin fundamento histórico alguno. Otros afirman que no sabemos nada… ··· Ver noticia

Pesebres vivientes Victor Codina

 

Belén2
La liturgia navideña canta: “Hoy ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”, actualizando así el mensaje de los ángeles a los pastores de Belén (Lucas 2, 11). Pero ¿dónde ha nacido hoy el Salvador?
Ciertamente Jesús se hace presente en la celebración eucarística de la Iglesia, pero esto no agota toda la presencia del Señor. Como se nos advierte en el evangelio del juicio final (Mateo 25,31-46), Jesús se identifica con los pobres, ellos son los vicarios de Cristo, su presencia viva hoy. ··· Ver noticia ···