FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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jueves, 24 de agosto de 2017

¿Ha llegado la plenitud de los tiempos?


                De vez en cuando el famoso astro-físico británico, Stephen Hawking, pone fecha de caducidad a nuestro planeta, a la humanidad entera. Esta vez la rebaja a cien años. Ante esta “profecía” científica me pregunto si es que está a las puertas “la plenitud de los tiempos”, pues, según la carta de Pablo a los Gálatas (4,4), Dios envió a su Hijo al mundo llegada “la plenitud de los tiempos”. Con la expresión “la plenitud de los tiempos” quiero entender que se daban unas condiciones humanas básicas, tanto sociales como individuales, al menos en el pueblo de Israel, para que la encarnación del Hijo de Dios fuese mínimamente inteligible y su mensaje no cayera en saco roto y no fuese un fracaso rotundo.
A mi modo de ver se daban dos condiciones imprescindibles para que Jesús de Nazaret aportara esperanza y utopía a la existencia humana: una, teológica, la creencia generalizada del pueblo judío en la resurrección; otra, ética, la convicción social de que el “ojo por ojo y diente por diente” no conduce a ninguna parte y que hay que sustituirlo, al menos, por la ética samaritana de la compasión, o por el principio ético de “haz al otro lo que tú quieres que se haga contigo”. A mi entender estos dos factores son imprescindibles para esa segunda venida del Hijo de Dios a final de los tiempos, o lo que es lo mismo, se dan así las condiciones para esa plenitud de los tiempos, que eche el cerrojo al planeta tierra y se haga realidad el anhelo de Pablo en su carta a los Romanos (Rom 8, 18-23).
La pregunta, pues, más inmediata es de si hay signos de resurrección en la sociedad civil, mundial y española, y en las comunidades de todas las religiones, que atisben que la plenitud de los tiempos se acerca. No parece que esto sea así; por el contrario, cada vez se aleja más esa meta.
En primer lugar, hay que decir que abundan más los signos de muerte que de resurrección en la sociedad civil mundial. Stephen Hawking, en su nuevo documental “Expedition New Earth”, el cual forma parte de la nueva temporada de la serie “Tomorrow´s World” que se transmite en la BBC, propone diferentes causas para la destrucción total de nuestro planeta y que se pueden resumir en: una guerra nuclear, el calentamiento global, una epidemia mundial, sin descartar el impacto de un asteroide; de ahí que el científico británico recomienda que los humanos tendrán que abandonar la tierra y buscar otros lugares espaciales. Sin duda, cada una de estas causas es suficiente para aniquilar mortalmente a la humanidad entera, quedando así el planeta Tierra como un inmenso desierto sin vida alguna. Pero estas causas de muerte y de aniquilamiento humano se nos presentan como muy espectaculares y creo que hay otras más cercanas y cotidianas, pero no por ello menos mortíferas. No parece que la guerra nuclear esté próxima, si bien no faltan elementos que la descarten: el presidente norteamericano y el presidente de Corea del Norte, dos megalómanos que juegan con juguetes muy peligrosos y mortíferos. Pero hay otras guerras que desangran día a día territorios de Medio Oriente y de África Subsahariana, alimentadas todas ellas por el despiadado capitalismo armamentista con el argumento obsceno de llevar la paz y la democracia a esos territorios.
Este capitalismo salvaje es factor de muerte y no de resurrección, que sería lo más loable y lógico, con una manera sibilina y menos espectacular, cuando bajo la denominación de “capitalismo comercial” acapara los bienes necesarios para la subsistencia de millones de niños y adultos, quienes al carecer de ellos por falta de recursos económicos se ven abocados a una muerte irrevocable. Sin embargo, hay otras “muertes” menos llamativas en nuestra sociedad civil occidental y concretamente en España, que hacen referencia a los signos de muerte y de desprecio a la vida, alejándose de esos signos de vida y de resurrección. La lista de “muerte” en nuestro país se podría alargar, pero voy a resaltar algunos casos. El gobierno del PP ve signos de resurrección en que el paro ha descendido en julio y se sitúa ya por debajo de los cuatro millones de parados. La noticia así dicha es positiva, pero tiene un reverso profundamente negativo y aterrador: más de dos millones de emigrantes españoles, principalmente jóvenes, “sacrificados” en ara de la crisis financiera; empleo muy precario de horas o días; salarios por debajo del salario mínimo, que conlleva un incremento de la pobreza familiar e infantil y una explotación humana inenarrable que contrasta con el enriquecimiento obsceno del capitalismo financiero de los grandes Bancos españoles, que han obtenido casi ocho mil millones de beneficio en el primer semestre de este año. Las políticas antisociales del gobierno actual son las responsables de estos destrozos vitales. A esta precariedad laboral y de ingresos familiares, verdaderos signos de “muerte”, habría que resaltar, entre otras, el de la violencia machista. Ante este fenómeno de muerte real muchos responsables de su solución miran para otro lado: el gobierno actual no aplica los recursos necesarios para proteger a las mujeres maltratadas, los jueces y juezas elaboran sentencias sin sentido común y que claman al cielo…
¿Y eclesialmente, hay signos de resurrección? No parece que los signos de vida sean muy visibles en las instituciones eclesiásticas. La no-vida es la tónica más generaliza de su actuación en la sociedad y en la comunidad eclesial. Ante la comunidad civil la institución jerárquica se presenta desde la autoridad y el poder condenatorio ante las nuevas formas de matrimonio y de la familia (¿dónde están la acogida, la compasión y la misericordia?) y con unas únicas preocupaciones sorprendentes para muchos ciudadanos como la religión en la escuela o la obtención de recursos económicos estatales para mantenimiento, sobre todo, del clero. Para justificar esa ayuda al clero o la exención estatal del IBI para los bienes de la Iglesia la jerarquía ha elaborado un argumentario que deja a más de uno petrificado y es que casi la mayoría de los setenta millones de turistas ha venido a España por razones religiosas (vistas a catedrales, monumentos religiosos, etc), por lo que la Iglesia contribuye al PIB español con un porcentaje elevado; o que la Iglesia ahorra al Estado más de 2.000 millones al año con sus colegios. Esta actitud de una jerarquía autocomplaciente en los logros económicos contrasta con las palabras del papa Francisco en su Mensaje para la Jornada Misionera Mundial 2017, en el que recuerda una vez más que “una Iglesia autorreferencial, que se complace en éxitos terrenos, no es la Iglesia de Cristo”. El sufrimiento, la tristeza de la vida diaria de miles de hombres, mujeres y niños, católicos o no, sin recursos económicos, con dificultades al acceso de la sanidad o de la escuela públicas, con sus casas desahuciadas, con agresiones continuas a sus derechos ciudadanos… no es motivo de preocupación para la institución jerárquica.
¿Y en la comunidad eclesial hay signos de resurrección? Dista mucho de que en la comunidad eclesial haya signos de vida y de vigor si la aplicación de la norma, contenida en el catecismo y en el Derecho canónico, es el núcleo de lo comunitario. Es difícil que haya signos contundentes de resurrección si la sinodalidad y la corresponsabilidad de todos los bautizados, esencia inequívoca del ser ontológico de la Iglesia, está ausente del vivir diario eclesial. ¿Puede haber brotes fecundos de vida eclesial si la responsabilidad recae en una sola persona, el sacerdote o el obispo?
Vayamos a la segunda razón: la ética, el cambio del “ojo por ojo y diente por diente” por el de la compasión samaritana. No parece que la “plenitud de los tiempos” esté cerca, pues no hay cambio de paradigma ético en nuestra sociedad. Los vientos de la corrupción, convertidos en huracán, soplan en la sociedad civil, donde el dinero, el enriquecimiento desmedido conseguido bien mediante el robo de recursos públicos y bajo la apariencia de legalidad, bien mediante la explotación de otro ser humano, significa el éxito social, haciendo suyo aquello de Góngora “ande yo caliente y ríase la gente”, y hacen que cada vez se instale con más fuerza aquel dicho: “el hombre es un lobo para el hombre”, alejando así esos factores sociales imprescindibles para una vida social armoniosa como son la solidaridad, la fraternidad y la responsabilidad que cada uno tiene del otro, como defendía a ultranza E. Lévinas, constituyéndose la ética en la filosofía primera.
Es cierto que hay signos abundantes, individuales y sociales, de resurrección y de ética compasiva y de responsabilidad del otro, pero el horizonte se presenta aún bastante oscuro, poblado de aullidos, sin utopía ni esperanza tan esenciales para la “plenitud de los tiempos”. La utopía, ese “lugar inexistente”, existe y se puede llegar a él, porque ante esta realidad de no-vida, en la que predominan los signos letales, cabe la actitud, que para M. Horkheimer pertenece a la utopía: crítica de lo existente y propuesta de lo que debería existir. La tarea que se nos presenta a cada ser humano es ingente, pues con el motor de la esperanza se puede alcanzar la “plenitud de los tiempos”, la utopía realizable, por más que se empeñe en lo contrario K. Popper, cuando sostiene que “la planificación del conjunto social es imposible”. Eso sí, no se puede estar de brazos cruzados, como ocurría a los de Tesalónica (2 Tes. 2,10), ante este programa, complicado pero realizable, de saber, mediante la crítica y la autocrítica, qué elementos generan muerte o resurrección y establecer las alternativas que vislumbren la “plenitud de los tiempos”, que no es otra que la que describe el profeta Isaías como fruto de la justicia (11, 6-9): vivir en armonía seres tan dispares como el lobo y el cordero, el becerro y el león…, porque “no habrá ya más daño ni destrucción en todo mi monte santo, porque estará llena la tierra del conocimiento de Yavé”.Fe Adulta 

Ceguera

col salome 2


De tierra y saliva son los milagros
de luz y alegría se visten tus manos
si dejo que toques mis ojos cegados
si dejo que abras desvanes cerrados
si dejo que abras desvanes cerrados
Con barro y caricias se curan los daños
que el barro restaura nuestro propio barro
mientras las caricias van iluminando
caminos oscuros que vamos andando
SOY YO, AQUEL QUE ERA CIEGO
SOY YO, PERO AHORA YA VEO
ME TENDISTE LA MANO PORQUE ESTABA ENFERMO
Y SENTÍ QUE TU AMOR ME SANABA DE NUEVO
SENTÍ QUE TU AMOR ME SANABA DE NUEVO
SOY YO, AQUEL QUE ERA CIEGO
SOY YO, PERO AHORA YA CREO
QUE TODOS LO VEAN Y PUEDAN CREERLO
NO EXISTEN CEGUERAS SI EL AMOR VENCE AL MIEDO
NO EXISTEN CEGUERAS SI EL AMOR VENCE AL MIEDO
De miedos y anhelos se llenan mis ruegos
de pasos pequeños que no llegan lejos
porque soy yo mismo quien siente que es ciego
aunque el corazón sepa mirar por completo
Enciende mi vida, enséñame a comprender
que es más ciego el que mira pero no quiere ver
que sólo el corazón puede guiarme a través
de temores que ciegan y no dejan "ser"
SOY YO, AQUEL QUE ERA CIEGO
SOY YO, PERO AHORA YA VEO
ME TENDISTE LA MANO PORQUE ESTABA ENFERMO
Y SENTÍ QUE TU AMOR ME SANABA DE NUEVO
SENTÍ QUE TU AMOR ME SANABA DE NUEVO
QUE TODOS LO VEAN Y PUEDAN CREERLO
NO EXISTEN CEGUERAS SI EL AMOR VENCE AL MIEDO
NO EXISTEN CEGUERAS SI EL AMOR VENCE AL MIEDO
SOY YO, AQUEL QUE ERA CIEGO
SOY YO, PERO AHORA YA CREO

Salomé Arricibita


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EN EL CIELO, ¿HABRÁ SITIO PARA TODOS?

col pons

Me ha gustado que el P. Castillo tocara estos días en R. D. el tema de la bondad de Dios y, al mismo tiempo, de su contrario, como son las penas del infierno. Yo me limitaré a hablar del cielo, que es lo contrapuesto a lo segundo, que es el infierno.
Vayan algunas premisas. Cuando hablamos del cielo, siempre pensamos cómo es el cielo, si yo o si nosotros iremos al cielo, si nuestros parientes o amigos difuntos ya están en el cielo e, incluso al margen de todo eso, si son muchos o pocos los que entran en el cielo.
El hombre, en una palabra, sabe que un día morirá y se pregunta si él tendrá derecho -debido a sus buenas obras- a que le abran las puertas del cielo.
Cuando éramos niños o jóvenes, en los años anteriores al Concilio, cantábamos en iglesias y procesiones de Misión, en voz alta y rimbombante, aquel "No estés eternamente enojado", que dirigíamos solícitos a Dios con el fin de aplacarle por nuestros pecados. Esto suponía, por otra parte, la esperanza y confianza que poníamos en Dios del que en otros cantos celebrábamos también la bondad y misericordia divina hacia quien era su creatura, el hombre.
Para San Agustín y Calvino, el hombre era una masa de perdición y necesariamente tenían que ser pocos los que podían obtener la salvación y exigir que para ellos se abrieran de par en par las puertas del cielo.
Otros, sin embargo, sostienen que el cielo es tan grande que para todos hay lugar y, por tanto, serían muchos quienes tendrían la suerte de entrar en la morada eterna.
Otros, no obstante, afirman que no son muchos los que se salvan y encuentran desgraciadamente las puertas del cielo cerradas. Incluso la Santa Sede, se ha mostrado últimamente de parte de los que afirman que son muchos y no todos, los que se salvan, al exigir que en el Canon de la Misa el sacerdote, cuando consagra el vino, diga que la salvación es "pro multis", sin duda para expresar que hay quienes, por mala voluntad y deliberadamente, rechazan la salvación que les ofrece el Señor con el derramamiento de su sangre en la cruz.
De aquí vienen las disputas y las contraposiciones.
San Anselmo alega contra San Agustín que quien es bueno para los buenos y para los malos es mejor que aquel que solo es bueno para los buenos.
¿De dónde saca Dios tan gran amor? Sencillamente de su bondad. Con tanta misericordia establece justicia. Y así el apóstol Santiago dice: "La misericordia se siente superior al juicio" (2 - 13).
Y el Concilio Vaticano II (1965) afirma que "hemos de creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad que, en la forma por Dios conocida, nos asociamos al Misterio Pascual" (Gaudium et Spes, 22).
Por otra parte, el dominico Getino, que recoge el también dominico y en la actualidad profesor universitario y Delegado Episcopal para los religiosos en Valencia, Martin Gelabert Ballester, opina que "a Dios le quedan mil recursos por aplicar la Redención por caminos ocultos a nuestras miradas" (Getino, 58)
Hay que recordar también que en un Prefacio Dominical se proclama solemnemente "la esperanza de un domingo sin fin en que toda la humanidad entrará en tu descanso y entonces alabaremos para siempre tu misericordia".
San Pablo define el cielo como un lugar que nadie puede imaginarse como es. Tampoco se puede considerar la felicidad que allí se va a encontrar.
Víctor Hugo hizo un intento de definir el cielo, diciendo:
"El cielo es lo imperceptible, lo enorme. Es una luz, un foco, una estrella, un sol, un universo. Pero, este universo viene a no ser nada. El cielo es todo un Número, que es un cero delante de lo infinito. El que es inaccesible, añadido a todo el que es impenetrable. Lo impenetrable, unido a lo que es inconmensurable. Esto es el cielo".
Es por eso que el evangelista exulta cuando dice "Alegraos, porque vuestros nombres están inscritos en el cielo" (Lc, 10,20).
En el lenguaje popular, que hemos heredado de nuestros mayores, encontramos verdaderas perlas que nos ilustran sobre la existencia del cielo, cuando decimos: "Esta señora, este señor seguro que se han ido al cielo: eran "buenísimos". Este piensa tocar el cielo con su descubrimiento. Mi madre, con esto, vio el cielo abierto. Este religioso estaba en el tercer cielo. El cielo no está hecho para los asnos como tú.
Si Dios quiere, todos iremos al cielo. La casa es el cielo de este mundo. Haga el cielo que podamos volver a vernos. Padre nuestro que estás en el cielo. Este va a remover cielo y tierra. Este hombre se ha ganado bien el cielo". Cuando despedimos a un muerto, consolamos a sus allegados así: "Que Dios lo tenga en el cielo".
En este esquema sobre el cielo no puede faltar la afirmación que da San Pablo sobre el cielo, cuando expresa que es un lugar que nadie se puede imaginar cómo es. Tampoco se puede considerar la felicidad que se encontrará en él.
Llamamos al cielo la visión celestial, la patria celestial, la corte celestial, la gloria celestial.
Quiero terminar esta sucinta relación sobre el cielo con un refrán que saqué de un librito de Menorca, que decía: "El cielo no está hecho para llenarlo de paja", queriendo decir que el cielo solo se puede llenar con nosotros, que somos los hijos de Dios.
Tampoco podemos olvidar que el cielo es la morada de los Ángeles, Arcángeles, Serafines, Querubines, Potestades, Dominaciones, Tronos, Virtudes y Principados, como también los Patriarcas, Profetas y siervos de Dios del Antiguo Testamento. Y sobretodo, como el lugar de Dios, Padre, su hijo Jesucristo Crucificado, el cual desde su Ascensión al cielo, está sentado a la derecha del Padre junto con el Espíritu Santo que nos fortalece y anima para ir al cielo, gozando eternamente con ellos juntamente con María, Asunta y Reina del cielo y todos sus santos.

ESPIRITUALIDAD Y NO-DUALIDAD (II)

col enrique art

Los sabios han hablado de dos modos de conocer: conocimiento-representación versus reconocimiento; conocimiento por análisis y reflexión versus conocimiento por identidad. En el primer caso hablaríamos de modelo mental de conocer; en el segundo, de modelo no-dual.
El primero de esos modelos funciona admirablemente en el mundo de los objetos, pero, aun reconociendo que nos dota de una imprescindible razón crítica, se muestra radicalmente incapaz de acceder a la verdad.
La verdad no “cabe” en la mente. De ahí que el acceso a aquella requiera aprender a silenciar esta. Lo cual se logra cuando aprendemos a pasar del pensar al atender. Si el primer modelo se rige por el pensamiento, el segundo únicamente se activa gracias a –y a través de- la atención.
Tal como escribe Marià Corbí, “quien silencia la lectura de sujetos y objetos [podríamos decir: quien silencia el pensamiento y permanece en la atención desnuda] se encuentra con Eso no-dos que todo es. El camino del silencio es el camino hacia la verdad”.
Y concluye: “La noción de conocimiento silencioso es una noción clave para comprender las tradiciones religiosas del pasado en su diversidad y en su unidad”. Por lo que se refiere a la tradición cristiana, nos vienen inmediatamente al recuerdo los nombres del Maestro Eckhart, el anónimo autor de La Nube del no-saber en el siglo XIV, Juan de la Cruz, Miguel de Molinos…
En el paso del modelo mental al modelo no-dual se resuelve la paradoja: la verdad no puede ser pensada –jamás cabrá en la mente-, pero se la conoce cuando se la es. Y se es uno con ella cuando se descubre aquel Fondo del que hablaba el citado Maestro Eckhart, que es el mismo Fondo de todo lo que es.
Hablamos, entonces, de un reconocimiento (de lo que somos) o de un conocimiento por identidad: conocemos algo porque ya lo somos. ¿Cómo no recordar aquí aquellas admirables palabras, llenas de la más genuina sabiduría, que dijera el místico cristiano Angelus Silesius en el siglo XVII?: “Qué sea Dios, lo ignoramos…; es lo que ni tú ni yo ni ninguna criatura ha sabido jamás antes de haberse convertido en lo que Él es”.
Esto no significa demonizar la mente ni negar el ego –entendido ahora como el centro psíquico que regula la vida mental y emocional de la persona-, sino dejar de identificarnos con ellos. El ego, la necesidad y la dualidad son formas también de Eso no-dual. El ego no está amenazado como función de vida; está amenazada únicamente la interpretación que hace de sí mismo como entidad separada. No es obstáculo el ego, sino el hecho de identificarse con él.
La matización anterior me lleva a insistir en algo que, con demasiada frecuencia, se ignora o descuida, tanto por quienes se posicionan a favor de la no-dualidad como por quienes lo hacen en contra. Me refiero a lo siguiente: se suele hablar de “no-dualidad” como si fuese lo opuesto a “dualidad”. Sin embargo, en la vivencia no-dual se aprecia nítidamente que no es así; tal contraposición es fruto solo de la mente que, debido a su naturaleza dual, no puede hacerlo de otro modo. Aquí se percibe la diferencia que hay entre la vivencia no-dual y la no-dualidad pensada, o si se prefiere, entre la vivencia y el concepto.
Quien lo ha visto, sabe bien que la no-dualidad no conoce opuesto: abraza también a la dualidad, que emerge en su seno. Y en ello reside la belleza de la Realidad: es tan abierta que permite lecturas diferentes, siendo todas ellas “expresiones” o formas que se despliegan de Eso no-dual original y originante. “Verdadero” o “falso”, “bueno” o “malo” son solo etiquetas mentales que tienen su valor dentro del propio nivel mental, pero que carecen de significado cuando se mira desde la no-dualidad, ya que todo ello no es sino un “disfraz” más que Eso no-dual adquiere.
El modelo no-dual que, como decía, está cobrando cada vez más relevancia en campos bien diferentes del saber, no tiene nada que ver con la idea que muchos de sus críticos transmiten sobre él; de la misma manera que la vivencia no-dual no tiene nada que ver con el concepto de no-dualidad. Por mi parte, estoy convencido de que nos hallamos en la emergencia de lo que bien podría denominarse la revolución de la no-dualidad que –junto con la revolución cuántica y la revolución neurocientífica (no me parece casualidad que hayan emergido prácticamente de un modo simultáneo, junto igualmente con la llamada teoría transpersonal)- va a suponer una trasformación radical en nuestro modo de comprendernos y de comprender la realidad, con todas las consecuencias que de ahí se derivan.

'NO' A LAS IDEOLOGÍAS DEL ISLAM PERO TAMBIÉN A LAS NOSTALGIAS DEL CRISTIANISMO

col panizo

El Papa Francisco -en su primer discurso en Egipto, el 28 de abril pasado, en la universidad musulmana de Al Azhar- se asomó a otra vertiente de la presencia de la religión en la sociedad, la que se expresa con los binomios laicidad/laicismo y secularidad/sacralidad/teocracia.
Apoyado en ideas de su predecesor Benedicto XVI sobre la actual incondicional adhesión de la Iglesia al estatuto de "sana laicidad", capaz de liberar, en este tiempo, a las "fuerzas sociales" -Sociedad/Estado-Religión/Iglesia- de extremismos que, a parte de falsarios, son negativos para "el bien común", Francisco censuró un doble vicio ideológico-religioso: el de los que "intentan relegar la religión a la esfera privada"; y el de los que "pretenden borrar la distinción entre la esfera religiosa y la política".
Es decir, el de los que sueñan con teocracias o piden que la sociedad civil se gobierne con leyes religiosas o de cuño religioso; y, por el lado contrario, el de los fundadores de "religiones políticas" o aspiran a que, de la esfera pública, desaparezca toda huella o vestigio religioso. En resumen, el de "religión pero sin sociedad" y el de "sociedad pero sin religión".
Esta dialéctica de "laicidad/laicismo" se entrevera y conecta, en su raíz histórico-historiográfica, con el binomio "secularidad/sacralidad".
Este fenómeno y "movimiento de ideas", nutrido por la Ilustración, llevaba -en la solapa- la medalla de un sano intento del "deslinde" de fronteras entre "lo secular" y "lo religioso", de forma que, sin interferirse ni mezclarse, cada potestad ejerciera en sus terrenos propios, y "lo secular" y "lo sagrado" coexistieran o, mejor aún, convivieran de manera saludable para los "intereses" cívicos y religiosos de la ciudadanía.
Sin embargo, lo que en la medalla pasaba por ser un loable intento de catarsis y deslindes, en la práctica venía trufado de reservas -por enunciarlo suavemente-. En su verdad histórica, el movimiento cultural secularizador distó mucho de ser leal a sus principios y devino un arma civil de pugna contra la Iglesia. O para discriminar y negar "el pan y la sal" a la religión e incluso perseguirla, o para hacer de la Religión y de la Iglesia "siervas" incondicionales del Estado, elaborando totalitarismos o echando la religión a los pies de todos los caballos.
Pues bien, este campo de Marte, de dialécticas implacables y extremosas por ambos lados, ha sido y copado la escena de las relaciones entre los dos Poderes, desde el s. XV hasta el momento actual. Porque, aunque desde -sobre todo- el final de la IIª Guerra Mundial los dos campos encontrados tomaran conciencia práctica -cada uno por su lado- de la necesidad imperiosa de respetarse sus respectivos derechos, de dialogar por razones de "bien común", de racionalidad y de conveniencia de no encrespar las relaciones mutuas con la saña y visceralidad habituales, la ruda verdad es que aún quedan "restos" de "antiguallas anacrónicas" en personas que el clásico latino calificaba de "ciegas", o porque no ven lo que hay en la realidad o ven lo que no hay en ella; sin contar los ciegos perseverantemente aguerridos, maliciosos y fanáticos.
La censura del Papa Francisco en El Cairo a todos los extremismos religiosos no se dirige tan sólo a las ideologías teocráticas, al islám especialmente. Se dirige también a los países cristianos en que todavía "colean" nostalgias imperiales de tiempos pasados, tan inveteradas como anacrónicas, que no han aprendido aún esa elemental lección de mirar lo mal hecho para corregir y no repetir.
Me parece elemental idea la de una Iglesia en su sitio, al servicio y defensa de la dignidad del hombre de acuerdo con su evangélico estatuto, y unos instrumentos terrenales legitimándose sólo y en cuanto necesarios para el cumplimiento de su fin supremo: la "salus animarum".
Pero los atentados contra la laicidad y la secularidad pueden venir también del ámbito civil. Los avisos del Papa Francisco se dirigen también a los detentores del Poder secular, los que lo ejercen o los que aspiran a ejercerlo. Si el "laicismo" de recluir la religión en el ámbito estricto de la conciencia o entre las cuatro paredes de las sacristías es realmente una aberración antropológica, el otro "laicismo" del acoso a la religión no deja de ser o una expresión totalitaria, o un síntoma de "matonismo", o -en el mejor de los casos- otra nostalgia, así mismo, de tiempos pasados que -para todos y en lo que esto se refiere- "mejor es que no vuelvan".
Y en cuanto a esa otra -también frecuente- modalidad de "laicismo", la de "tirar la piedra y esconder la mano", tan sintónico con la psicología de las farsas, así mismo debiera vislumbrarse entre esos extremos que el Papa censuraba en la Universidad de Al Azhar.
La secularización y la laicidad -"sanas" y no "amañadas" ni sectarias- se apoyan sin duda en bases y fondos religiosos. En el cristianismo concretamente, la laicidad es un principio evangélico, que pertenece a la constitucionalidad eclesial. Y aunque la palabra "laicidad" sea en verdad un plagio secular de una realidad cristiana (lo "laico" en la Iglesia es una estructura eclesial desde los primeros tiempos cristianos y ha servido en ella para designar el componente personal que no es "clero"), para nada obsta ese plagio -de remetida intencionalidad anticlerical- al "dictum" del Evangelio sobre la obligación cristiana fundamental de "dar a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que sea del César".
En ello van implicados deberes, no solo de separación neta entre los poderes religioso y secular, sino del deber de respeto que mutuamente se han de dispensar y que San Pablo interpreta magistralmente cuando manda a los cristianos obedecer a las autoridades civiles en lo que a ellas compete por oficio.
Una secularidad correcta y una laicidad sana -que no sean ni secularismo ni laicismo- son ahora mismo supuestos irrecusables de respeto a la dignidad del hombre, de la paz social y de legitimidad política.
El Papa -en la coherencia de su discurso- defiende la "sana laicidad" como un actual componente necesario de la "educación" para la Paz mundial, y doméstica incluso, mucho más eficaz y mucho menos contaminante de la dignidad humana que las bombas o los irracionales impulsos de todos los fanáticos de la tierra: de las ideas, de la política y también de la religión. Para eso, claro es, "laicidad" y "secularidad" han de mirarse, y sobre todo verse, evitando -lo más y mejor posible- esas cegueras de que ya hablaban los clásicos romanos.
Otro día cualquiera prometo hilar unas reflexiones sobre una obrita del profesor judío de Historia del Occidente moderno en la universidad de Tel-Aviv, Elías Barnavi, que releo en este momento y se titula Les religions meurtrières. Creo que esta lectura encaja bien en la doctrina del Papa Francisco en El Cairo, y da las mismas pistas para entender por qué -ahora mismo y a la distancia de otros tiempos- una "sana laicidad" es una de las condiciones "sine qua non" de la paz cívica e internacional. No se olvide que el Papa en El Cairo pronunciaba su discurso dentro de la Conferencia Internacional de la Paz que allí se celebró aquellos días.

Santiago Panizo
Religión Digital

NO PODÉIS SERVIR A LA TERNURA Y AL DINERO

col faus

Si hay algo que nos realice y nos dé plenitud como seres humanos es eso que llamamos ternura. No una ternura simplona, sentimental y momentánea, sino eso que en tantas lenguas se designa con alusión a lo más visceral de nosotros: a lo que llamamos "ser entrañable", con un término puesto audazmente en circulación por el Primer Testamento bíblico, para hablar de Yahvé.
Por otro lado, la experiencia nos habrá hecho ver en algún momento, que es ahí donde encontramos la más seria y más legítima afirmación de nosotros mismos. Pero a la vez: si hay algo que nos impida desplegar esa ternura y que la agoste en nosotros, es la pasión por el dinero: esa pasión nos lleva a buscar otra afirmación de nosotros mismos, falsa en este caso, siempre jadeante y siempre insatisfecha.
Creo percibir que esas dos dimensiones envuelven casi toda nuestra atmósfera actual. Por fortuna quedan aún suficientes gestos de ternura (otras veces he hablado de estrellas en la noche) que nos dan fuerzas para seguir viviendo. Cuando el pasado atentado de Manchester fue espontánea la oferta de familias y taxistas que se ofrecieron a hospedar en su casa o llevar gratis a dónde hiciera falta, a niños y adolescentes que habían perdido el contacto con sus padres, en el caos subsiguiente a la explosión. Y ahí está el heroísmo reciente de Iñaki Echeverría en Londres.
Uno siente ganas de aplaudir, pero a la vez se pregunta por qué esos gestos no son más frecuentes en este panorama desolador que nos envuelve de atentados socioeconómicos cotidianos: en esas normativas de "austeridad para los pobres, crecimiento para los ricos", o de "bienestar para los de casa e internamiento para los de fuera" (donde Gran Bretaña ocupa un lugar alto en la clasificación de inhumanidad); o ante esas leyes de terrorismo laboral, llamadas hipócritamente de "reforma"...
Y la respuesta me parece clara: es el dios dinero el que ahoga eso mejor de nosotros que la otra barbarie terrorista hace aflorar de vez en cuando. ¡Qué pena que sólo sepamos ser verdaderamente humanos cuando la inhumanidad nos golpea salvajemente! Evocando otra vez a A. Camus: "en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio"; pero ¿por qué será que esos trazos admirables sólo se dibujan cuando estalla la peste?
En una de las obras más importantes del siglo pasado ("Lo pequeño es hermoso") E. Schumacher tiene un capítulo titulado "paz y permanencia", donde critica esa ideología dominante de que "el camino de la paz es el camino de la riqueza": que cuando todos seamos ricos se acabarán las guerras. Esa ideología llevó a la atrocidad de Keynes (tan meritorio en otros campos) de que "debemos pasar todavía cien años simulando ante nosotros mismos que lo bello es sucio y lo sucio es bello: porque resulta que lo bello es inútil y lo sucio no lo es...La avaricia, la usura y la precaución deben ser nuestros dioses por un poco más de tiempo". Han pasado ya 87 años desde que se escribieron esas palabras y lo único que ha sucedido es que nos hemos vuelto todos más cínicos y unos pocos mucho más ricos, pero no que la paz esté más cerca.
Porque (concluye Schumacher) "si los vicios humanos tales como la desmedida ambición y la envidia son cultivados sistemáticamente, el resultado inevitable es nada menos que un colapso de la inteligencia: un hombre dirigido por la ambición y la envidia pierde el poder de ver las cosas tal como son".
Y concluye citando a Dorothy Sayers "no pensemos que las guerras son catástrofes irracionales: las guerras ocurren cuando formas erróneas de pensar y de vivir conducen a situaciones intolerables". Y situación intolerable es la de miles de millones de personas en nuestro mundo, mientras nosotros creemos ser felices celebrando, por ejemplo, un campeonato de liga ganado, en última instancia, a golpes de talonario. Así de estúpidos nos han vuelto.
¡Cuánta razón tenían Buda y Jesús de Nazaret! El primero pone de relieve la inmensa mentira de ese ego al que intentamos alimentar a base de dinero, y siempre sigue pidiendo más y más porque, en realidad, no se alimenta sino que se consume, ya que ni siquiera tiene verdadera realidad. El segundo con su sencilla radicalidad usual: "no podéis servir a Dios y al dinero". Que para nuestro tema de hoy significa (¡oigamos bien!): "No podéis servir a la ternura y al dinero".
Así estamos hoy por haber querido servir al segundo: faltos, totalmente carentes de esa ternura que sería la fuente de nuestra verdadera paz y de la única posible felicidad. Y así vuelven a cobrar enorme relieve aquellas palabras de Ignacio Ellacuría mártir precisamente por pensar de ese modo: nuestro mundo del s. XXI sólo puede tener solución en "una civilización de la sobriedad compartida". Si no, acaba pasando que, mientras el dinero intenta acomodarnos en una "banalidad" del mal, la guerra reaparece para recordarnos la intolerabilidad del mal.

José I. González Faus
Religión Digita

LA GRAMÁTICA DE LA SENCILLEZ

col vargas

La religión no puede ser el arte de complicarlo todo. La vida ya es bastante compleja como para que la búsqueda espiritual termine en un enredo de conceptos y preceptos que son tan difíciles de entender y tan fáciles de romper. El Papa Francisco lo sabe, por eso nos ha pedido que recuperemos lo que ha llamado la "gramática de la sencillez", la capacidad de la Iglesia de ser comprendida por los simples, de impactar en lo más básico, de regresar desnuda a lo fundamental.
Nos recuerda el sucesor de Pedro que estamos llamados a ser una iglesia "capaz de darle calor al corazón de la gente" y esa capacidad es fruto del retorno pero también la protección de lo esencial del mensaje cristiano, que suele verse tan amenazado de apariencias sumamente formales, de redacciones complejas, de rituales que si bien albergan una enorme riqueza simbólica, su significado es poco accesible para el hombre de hoy.
Nuestro Pontífice nos pide no ser una iglesia autorreferencial, centrada solo en sí misma, lo que significa que no podemos pensar que es la gente la que tiene que acercarse, la que tiene que valorar nuestros tesoros y aprender nuestras tradiciones para reconocer el significado de nuestras prácticas. Eso es exigir demasiado requisito de entrada, nunca el Reino fue concebido así.
La Gramática de la Sencillez implica la recuperación de lenguajes más universales, más básicos, de palabras más sencillas. Es impresionante como las facciones que más adversas se muestran al pontificado de Francisco se expresan en términos tridentinos que ningún creyente de a pie logra comprender. Ni siquiera se trata de que su propósito sea confundir, o que esperen asegurarse el monopolio del conocimiento, se trata de que realmente creen que a la fe le corresponde una terminología compleja, que sin erudición teológica no es posible creer.
Pero el evangelio es una fuerza que se ha revelado a los sencillos, que ha sido expresada en la más espontánea narrativa, en la poesía más universal: "un hombre tenía dos hijos...", "una mujer perdió una moneda...", "Salió un sembrador a sembrar...", "Yo soy el pan de la vida...", "yo soy la luz del mundo...", "hay más alegría en dar...", "hago nuevas todas las cosas...".
Evangelizar en el mundo de hoy pasa por hacer ejercicios muy franciscanos, del Santo y del Papa también. Será imposible evangelizar en un mundo tan consumista y tan comercial si nuestra lógica económica es la misma, si en nuestra escala de valores la comodidad, el confort y el poder adquisitivo tienen un lugar por encima de las necesidades de los simples.
Hay que poner las cosas en su lugar, y dejarle al César eso que tan importante considera el César, y a dios darle todo lo realmente importante, pues todo le pertenece. Podremos anunciar la buena nueva si llevamos el corazón ligero, sin pretensiones de fama o de reconocimiento, si estamos dispuestos a ser olvidados dejando un mensaje inolvidable.
Estaremos listos para ser de nuevo sal en esta tierra si cambiamos nuestra lógica autocomplaciente, si dejamos de creernos y sentirnos el centro del mundo, y ponemos el centro en donde Jesús lo ha puesto: en las periferias de los excluidos, eso no solo nos pondrá los tobillos en marcha como Abraham, sino que nos hará desinstalarnos de esta comodidad litúrgica y doctrinal tan perfectamente rubricada pero tan inaccesible a los analfabetos. En el Reino todos entienden.
Formas, lenguajes, rituales, enseñanzas y un día, quizá, hasta las formulaciones dogmáticas y las estructuras jerárquicas tendrán que ir recuperando la gramática de la sencillez, la que le da al grito de la pascua su carácter de fuego capaz de calentar corazones rotos, la que le devuelve al anuncio del evangelio su luminosidad para devolver la vista a quienes viven en la terrible oscuridad causada por las sombras del egocentrismo, de la marginación. Así y solo así, muchos podrán encontrarse con el rostro alegre y siempre bondadoso de Jesús, ese de quién decían: ¿Quién es este que no habla como los escribas ni los maestros de la Ley?, ¿Acaso no es galileo este maestro al que todos le entienden?

Beto Vargas
Religión Digital

El pesimismo del cardenal Cañizares


Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara



Cañizares1En Religion Digital (RD) aparece hoy un artículo con el siguiente encabezamiento, (con diferente tipografía que mi programa no me permite reproducir):
Pero “no vencerán, porque la victoria se ha dado ya en María”/ Cardenal Cañizares: “Nunca en la historia la Iglesia se ha visto tan acosada como en este periodo” “Hombres y mujeres parecen desorientados, inseguros, sin ánimo, sin aliento”.
Se supone que la frase central, en negrita, es el titulo, propiamente dicho. Y el anterior y posterior, el sobre-título, y el pos-título. A mí la palabra más sospechosa de este encabezamiento es el de “Iglesia”, porque no sé, ni imagino, qué es lo que el cardenal está pensando, y lo que quiere decir con ese término. El Concilio Vaticano II definió a la Iglesia, de manera sencilla, breve y redonda, como9 “el Pueblo de Dios”.
Pero tenemos el problema de que, generalmente, los medios de comunicación, y la gente, normalmente, al hablar de la Iglesia se refiere, sobre todo, o, incluso, exclusivamente, sin darse cuenta, a la Jerarquía de la Iglesia. Si el cardenal, -valenciano por los dos lados, por ser de la provincia de Valencia, y presidir como obispo la iglesia valenciana-. se refiere a la jerarquía, y, de manera especial, a la española, habría que darle la razón de que está siendo acosada intensamente, con una curiosa particularidad, que no se daba antes: la de estar siendo severamente censurados desde dentro de la comunidad eclesial, algo que no solía suceder, por el temor reverencial, o temor, sin más, que los fieles, incluidos los clérigos, solían profesar a sus obispos. La cuestión es si esa censura, o crítica, a veces muy dura, es, o no, merecida, oportuna, y prudente.
Intentaré aclarar mi opinión, mi posición, bastante crítica, como conocen los lectores que frecuentan este blog. Desde que ingresé en el seminario de los Sagrados Corazones, de Miranda de Ebro, en el año 1952, no recuerdo, hasta los últimos 10 años, una época en que se haya criticado, censurado y reprochado tanto, muchas veces muy agriamente, a los miembros de la jerarquía, concretamente, a los obispos, ciñéndonos ahora a la Conferencia Episcopal Española, (1º) y a las altos jerarcas, -cardenales, de la Curia Vaticana. (2º)
1º) La Conferencia Episcopal Española (CEE), en las críticas a ésta destacará los siguientes motivos:
Su acusada derechización, por decirlo de alguna manera, es decir, su muy aparente inclinación a los postulados políticos del PP, no tanto del Gobierno. Quiero decir con esto que no están sin más con los que mandan, porque tan elegidos democráticamente son los del Partido Popular, como los anteriores del PSOE, y mientras a éstos los increparon incluso manifestados en la calle, con los del PP, ¡que parecen más católicos!, que no es lo mismo que más cristianos, parecen entenderse bastante mejor. Lo malo es que el seguimiento de los criterios y decisiones políticas conlleva la aceptación de los valores y ¿soluciones? sociales, y es aquí donde yo veo el punto más débil, y más vulnerable, del actual episcopado español. ¿Alguien sabe de algún documento contundente de la CEE so9bre, ¡y decididamente contra!, la Reforma Laboral, tal auto alabada y exaltada por los miembros del Gobierno y del partido que lo sustenta, y que no hizo otra cosa que, siguiendo los dictados de los economistas de la UE, dejar a los trabajadores a los pies de los caballos, con el perdón de éstos al compararlos con empresarios ávidos de ganancias y con la convicción de que es justo y ético que ellos ganen muy bien, y lo necesario para asegurar sus emprendimientos, mientras los asalariados pierden toda su seguridad laboral, como estamos viendo? Hoy han asegurado en un programa de televisión que, este mismo año, cuando ¡estamos saliendo de la crisis!, un 40% de los españoles no pueden, dignamente, gozar de su tiempo legal de vacaciones. ¿Algún comentario episcopal sobre ello? ¿Alguna palaba de ánimo y de cercanía a los trabajadores de Eulen, o Aena, esas empresas de pingües beneficios, y salarios tacaños, de explotación y de abuso? ¿Algún recuerdo de que 13 millones de conciudadanos está al borde de la exclusión social? …Y, ¿para qué seguir?
Después, los pronunciamientos morales de algunos prelados, incluso en las homilías de las misas por television, aprovechando indebidamente la audiencia. He oído verdaderas barbaridades, y encima, con la vitola de que se trata de la “enseñanza moral de la Iglesia”. Eso me parece un abuso, y una deslealtad. Lo que vale es la enseñanza evangélica, libre y respetuosa, siempre, del Evangelio. Y la palabra, los hechos, y las prioridades de Jesús, que nunca fueron a favor de los poderosos, sino de los pobres, marginados, y explotados: de los “anawim”, pobres de Yavè.
2º) (Sobre los altos cardenales de la curia vaticanas, a los que ya me he referido en varias ocasiones, seguiré mañana?
El pesimismo del cardenal Cañizares (II)
2º) Los altos prelados de la curia Vaticana
Cuanto más altos, peor. Me refiero, sobre todos, a los cardenales más señalados, con encargos papales de suma confianza, y de gran responsabilidad, como prefectos de las Congregaciones Para la Defensa de la fe, antiguo Santo Oficio, y todavía anterior, de la Santa Inquisición; Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; Congregación para los Obispos; Congregación para la Evangelización de los Pueblos; Congregación para la Educación Católica, entre las que se me ocurren. Algunos de estos altos funcionarios de la Santa Sede pueden ser censurables desde dos perspectivas: a), la puramente socio-protocolar, y, especialmente, b), la de la fidelidad a las orientaciones del que los nombra, o los mantiene en su puesto en caso de cambio de titular de la Santa Sede.
a) Comenzaré por el primer apartado, que he llamado socio-protocolar, y que se explica fácil y rápidamente. Y éste detalle alcanza no solo a los grandes jerarcas, purpurados y arzobispos, prefectos de congregaciones o Secretarías importantes, sino que engloba también a muchos “monsiñores” de segunda y tercera fila. Se trata de que todos ellos merecen ser censurados por escandalizarse, primero, y criticar, después, al Papa, por su elección, total y magníficamente evangélica, de residir en la fonda “Santa Marta”, en lugar de los palacios Apostólicos. Fue el mismo señor Jesús el que nos alertó, refiriéndose al poder, y a su uso y abuso: “Entre vosotros, que no sea así”. Por eso es profundamente esperanzador que un papa, por fin, después de los escándalos y abusos, durante siglos, en ese campo de las luchas encarnizadas, por el poder, y el abuso del mismo, un papa quiera ser, sobre todo, y ante todo, fiel al Evangelio y a las palabras del Maestro. Y, por eso mismo, es profundamente escandaloso que otros prelados, tanto de la Curia Vaticana, como de la Conferencia Episcopal Española, que también los hubo los primeros días, que preconizaban, -yo lo oí a un Vicario episcopal, en lo que parecía ser la constante entre la curia de mi diócesis, Madrid, afirmar que el experimento de Santa Marta duraría unos pocos días o semanas, insinuando que no se trataba de otra cosa que de lo que se ha llamado en España insistentemente, y recientemente, “postureo”, tratando al Papa como un hombre sin criterio ni valores firmes-.
¡Díganme si no es para “acosar”, por usar la palabra del Cañizares, a los prelados, ¡muchos”, que así piensan, aunque no todos los digan. La persecución a la Iglesia era cuando se daba por igual a los fieles, a los diáconos, a los presbíteros, y a los obispos, aunque no estuviesen organizados en Conferencia Episcopales. Eso se dio en los primeros siglos de la Iglesia, y, como hemos visto personalmente los que hemos estado en Latino América en épocas de regímenes militares, donde se perseguía por igual, en muchos casos hasta la muerte, a laicos y clérigos: bastaba que estuvieran implicados activamente en la vida eclesial como catequistas, coordinadores de comunidades de base, diáconos, curas, o prelados. Que se lo digan a monseñor Romero, perseguido desde donde menos podía esperarse, de su jefe del Vaticano, el papa Juan Pablo II, que lo tachó, reiteradamente, de comunista, así como a sus colaboradores, torturados y asesinados antes que su valiente obispo. Eso era persecución, Cardenal Cañizares.
b) Sigo por el segundo apartado. Es el caso, por ejemplo, del cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Defensa de la fe desde 2012 hasta el 1 de julio de 2017, en que fue apartado del cargo por el papa Francisco. Su actitud permanente de pedir cuentas al Papa de sus postulados, sobre todo, la manera poco prudente, excesivamente altiva de poner pegas y trabas a un documento tan fundamental en la enseñanza del papa argentino como Laudato Si. A esta tarea se unieron cuatro cardenales, Walter Brandmüller, Raymond L Burke, Joachim MeisnerCarlo Caffarra. Se les ha conocido como los purpurados de la “dubia”, duda en latín, porque dudaban incluso de la ortodoxia de algunas proposiciones que habían dado luz y hecho las delicias de más de la mitad de los cristianos que se han atrevido a pensar según el Concilio II. Cualquiera comprenderá que estas actitudes, mínimamente expuestas, porque hay mucho más para investigar, criticar y denunciar, es motivo suficiente para que la Jerarquía de la Iglesia se sienta acosada. Y ¡ay! de la comunidad eclesial que no tenga miembros que no denuncien proféticamente estas actitudes de prepotencia y autosuficiencia, por encima del consenso mayoritario de la Comunidad, unida al magisterio del obispo de Roma.

La doble moral de los países terroristas imperialistas


Rodolfo Cortés Calderón

Para comenzar este escrito queremos como latinoamericanos solidarizarnos con las personas y pueblos de Europa que se han visto atacados los últimos años por grupos terroristas concretamente en Francia, Suecia, Alemania, Bélgica, el Reino Unido y hace unas horas en España, pero también ha sucedido en Estados Unidos.
La nueva política de estos asesinos es embestir a poblaciones civiles que nada tienen porqué pagar los desmanes y genocidios que hacen los gobiernos de estos países imperialistas. Si usted observa fotos o videos de estos deleznables actos sólo ve asesinadas personas sencillas y humildes como sucedió con la más de una docena de muertos y el centenar de heridos en dos comunidades en Barcelona, España. Nunca en estos atentados ve usted que mueran primeros ministros, presidentes, diputados, magistrados, ministros, etc.
Después del holocausto del 11 de Septiembre 2001 en la gran manzana de Nueva York y otros lugares, donde murieron más de 3,000 personas y casi 6,000 resultaron heridas, juiciosos y destacados periodistas, analistas y escritores de ESTADOS UNIDOS, EUROPA y de otras regiones del mundo atribuyeron estos atentados al eje del mal de los países más fuertes que integran la Organización del Atlántico Norte, OTAN (Alianza Militar), actualmente con 29 miembros (aunque algunos son de adorno) y una media docena son los hegemónicos y guerreristas: Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Bélgica, Francia y España, que han promovido subliminalmente una serie de guerras, aunque de manera encubierta, en contra de gobiernos democráticos y progresistas de Asia, África y América, por no alinearse a sus intereses, teniendo como propósito apoderarse de sus bienes naturales, principalmente recursos energéticos, piedras y metales preciosos y estratégicos con excelente cotización en el mercado internacional: petróleo, diamantes, oro, coltan, uranio y en el caso de Sudamérica además sus enormes fuentes acuíferas, de suelos y biodiversidad—justificando para ello la aparición de células terroristas cobijadas en la bandera de una falsa nación llamada ESTADO ISLÁMICO– que no tiene absolutamente nada que ver con aspectos religiosos como se pretende hacer cree a la sociedad mundial, aunque según el mapa presentado al Pentágono por Thomas P.M. Barnett atribuyen estas invasiones a una simple hegemonía de dominación del Norte contra el Sur.
Los yihadistas mercenarios son el producto de la yihad menor o violenta que se nutre con las poblaciones de niños, jóvenes o adultos, hombres o mujeres que son desplazados, marginados, desterrados, humillados desde países del Sur por estos países imperialistas del Norte y que ahora se quejan de la invasión de migrantes que son fruto de su pecado histórico de codicia capitalista.
En Enero 2015, después de los atentados en Francia, varios jefes de gobierno de Europa entre ellos Francois Hollande de Francia; Ángela Merkel, de Alemania; David Camerón, del Reino Unido; Matteo Renzi de Italia; Mariano Rajoy de España y hasta el asiático Benjamín Netanyahu de Israel, desfilaron juntos por la ciudad de París en una aparente alianza en contra del terrorismo, mismo que con el mayor cinismo atacan siendo ellos quienes lo promueven y mantienen con Estados Unidos de América en la batuta.
A estas naciones “civilizadas y cristianas” les aterra ver en sus territorios decenas o centenares de muertos, pero no se inmutan, ni conmueven, cuando sus gobiernos, electos por ellos en su falsa democracia, mandan a masacrar millares o millones de personas alrededor del mundo como sucedió en el holocausto de la Alemania nazi, en Hiroshima y Nagasaki-Japón, en Irán, Irak, Siria, Afganistán, Libia, en fin. Aunque no hay que olvidar tampoco la “Operación Cóndor” de casi tres décadas que el siglo pasado sangró el cono sur de Latinoamérica.
Ante esta actitud hipócrita Reporteros Sin Fronteras, RSF, escribió en su página web: “… hoy que algunos de los jefes de Estado y de Gobierno que van a participar en París en la manifestación contra el terrorismo y en favor de la libertad de expresión pertenezcan a países calificados de “depredadores” de ese derecho.” “¿En nombre de qué vienen a desfilar a París en homenaje a una revista que siempre ha defendido la concepción más elevada de la libertad de expresión?”, indicó la ONG en referencia al ataque del miércoles contra el semanario satírico “Charlie Hebdo“, en el que murieron doce personas.
A partir de 1968 Estados Unidos fue derrotado en Viet Nam, Irán y otros países y no pudo contra Cuba. Desde 1954 a la fecha el país del Norte ha perdido varias guerras contra una decena de países latinoamericanos y aun así ahora quiere enfrentar a Venezuela. Pero el tiro le ha salido por la culata con la última gira del vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, por Colombia, Chile, Argentina y Panamá tratando de indisponerlos contra aquél país, primera reserva mundial de petróleo, porque este es el verdadero meollo de esta agresión, no lo que dicen los medios tarifados del Tío Sam: “defender la democracia”.
Estos depredadores terroristas imperialistas que se autocalifican “potencias” son los mismos responsables del despojo y saqueo que por cientos de años han practicado en contra de países asiáticos, africanos y americanos y hoy día son los que reprimen a los millones de migrantes que pretenden llegar a sus fronteras y que ahogan, acribillan o expulsan, sabiendo que son ellos históricamente los causantes de tanto mal en los países del Sur y que ellos han explotado y usufructuado.
Pero en esta guerra deshumanizante no tienen sólo que ver estos poderes imperiales mundiales, gran responsabilidad pende también en los medios de guerra ideológica (mal llamados medios de comunicación social)—conocidos como Corporaciones– y los centros de poder religioso, iglesias de todo tipo y calibre, que tienen esa gran responsabilidad por su complicidad, tolerancia y silencio.
Lo que sí debe saber y entender la comunidad estadounidense es que si una conflagración guerrerista se desata en toda Latinoamérica, Estados Unidos no estará exonerado de ello y pasaran de ser simples observadores como históricamente lo han hecho con la I y II guerras mundiales pasadas, a ser víctimas directas afectadas.
Ojalá México, Colombia, Argentina y otros paisitos no sigan coqueteando con el Tío y jugando con fuego ya que si una guerra se desata en América, ellos junto a su patrón gringo serán los responsables.
Antes de iniciar este escrito, leí una breve gacetilla donde habla de los miles de catalanes que se reunirán para protestar contra los terroristas, ojalá sea contra las políticas terroristas de TRUMP, RAJOY, MAY, MACRON, MICHEL, MERKEL y NETANYAHU que son realmente los padres putativos del DAESH, IS, EI, ISIS o como usted quiera llamarlo que son los que han perpetrado estos múltiples asesinatos y masacres, bombardeando ciudades civiles de SIRIA, IRAK, AFGANISTAN, LIBIA, etc. y los causantes de la crisis que quieren imponer a América Latina atacando los gobiernos democráticos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc. y ya antes por casi 60 años lo hicieron con el pueblo y gobierno de Cuba. Los gringos y los europeos parece que no aprenden las lecciones.
¡Por la paz, la justicia, la fraternidad, el desarrollo y el bienestar de todos los pueblos la doble moral de estos países terroristas del Norte debe llegar luego a su fin!
Santa Bárbara, HONDURAS, 20 de agosto 2017.

Oayuda “para impedir que Trump invada Venezuela


Jesús Bastante

“Confío en él. Otra cosa es el Vaticano y la Conferencia Episcopal”
“Que no nos abandone, que no permita que nos desaparezcan como pueblo”
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció que pedirá ayuda al Papa Francisco para “impedir que Trump lance sus tropas e invada Venezuela”. En una conferencia de prensa en el palacio de Miraflores, Maduro aseguró no confiar “en el Vaticano y la Conferencia Episcopal (…). A ellos, que los juzgue el pueblo”.··· Ver noticia ··

“¿Qué hacer para poder decir con verdad todos somos Barcelona?”


José I. González Faus, sj

González Faus“Yo quiero tener miedo y tengo miedo a que germine el odio”
Me permito plagiar un conocido título de Leonardo Boff: “Pasión de Cristo, pasión del mundo”. Al día siguiente del atentado barcelonés, de mañanita, me llega un whatsapp desde México con una foto titulada: “Todos somos Barcelona”. Reconozco que me emocioné, aunque no soy de Barcelona. Más tarde me surgió la pregunta: ¿qué hacer para que esa bella frase no resulte estéril, meramente retórica como aquel famoso: “Ich bin ein Berliner” de J. Kennedy?··· Ver noticia ··

Domingo 27 de agosto, 21 Tiempo ordinario – A (Mateo 16,13-20): Qué decimos nosotros


José Antonio Pagola

21 del tiempo ordinarioB
También hoy nos dirige Jesús a los cristianos la misma pregunta que hizo un día a sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». No nos pregunta solo para que nos pronunciemos sobre su identidad misteriosa, sino también para que revisemos nuestra relación con él. ¿Qué le podemos responder desde nuestras comunidades?
¿Nos esforzamos por conocer cada vez mejor a Jesús o lo tenemos «encerrado en nuestros viejos esquemas aburridos» de siempre? ¿Somos comunidades vivas, interesadas en poner a Jesús en el centro de nuestra vida y de nuestras actividades o vivimos estancados en la rutina y la mediocridad?
¿Amamos a Jesús con pasión o se ha convertido para nosotros en un personaje gastado al que seguimos invocando mientras en nuestro corazón va creciendo la indiferencia y el olvido? Quienes se acercan a nuestras comunidades, ¿pueden sentir la fuerza y el atractivo que tiene para nosotros?
¿Nos sentimos discípulos de Jesús? ¿Estamos aprendiendo a vivir con su estilo de vida en medio de la sociedad actual o nos dejamos arrastrar por cualquier reclamo más apetecible para nuestros intereses? ¿Nos da igual vivir de cualquier manera o hemos hecho de nuestra comunidad una escuela para aprender a vivir como Jesús?
¿Estamos aprendiendo a mirar la vida como la miraba él? ¿Miramos desde nuestras comunidades a los necesitados y excluidos con compasión y responsabilidad o nos encerramos en nuestras celebraciones, indiferentes al sufrimiento de los más desvalidos y olvidados: los que fueron siempre los predilectos de Jesús?
¿Seguimos a Jesús colaborando con él en el proyecto humanizador del Padre o seguimos pensando que lo más importante del cristianismo es preocuparnos de nuestra salvación? ¿Estamos convencidos de que el modo mejor de seguir a Jesús es vivir cada día haciendo la vida más humana y más dichosa para todos?
¿Vivimos el domingo cristiano celebrando la resurrección de Cristo? ¿Creemos en Jesús resucitado, que camina con nosotros lleno de vida? ¿Vivimos acogiendo en nuestras comunidades la paz que nos dejó en herencia a sus seguidores? ¿Creemos que Jesús nos ama con un amor que nunca acabará? ¿Creemos en su fuerza resucitadora? ¿Sabemos ser testigos del misterio de esperanza que llevamos dentro de nosotros?

Domingo 27 de agosto de 2017, 21º del tiempo Ordinario


21 del tiempo ordinarioBMónica (387)
El texto de Isaías se refiere, con mucha probabilidad, a la época inmediatamente anterior a la primera deportación. Recordemos que como represalia a un intento de rebelión, el imperio babilónico exilió, en el año 597 a.e.c, a los miembros más prestantes de la sociedad y los trasladó a varias ciudades y campos de Mesopotamia. Esto significó un duro golpe para las pretensiones de la familia monárquica que se consideraba inamovible del trono.··· Ver noticia ··