FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




FELICITACIÓN

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ATALAYA

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ATALAYA NOVIEMBRE DE 2024

miércoles, 18 de diciembre de 2024

La ‘mujer-bomba’ que quiso atentar contra el Papa: Francisco revela dos intentos de ataque en su viaje a Irak

 Religión Digital

La Gendarmería vaticana recibió un aviso de los servicios secretos británicos
El papa Francisco ha revelado que en su viaje a Irak en marzo de 2021, el primero de un pontífice a ese país, se evitaron dos intentos de atentado, en un extracto d
e su autobiografía adelantado este martes antes de su publicación en enero Ver noticia

Sin refugio, sin comida y sin combustible: la pesadilla del invierno se cierne sobre los desplazados en Gaza -- Malak A Tantesh


 Rebelión

Fuentes: El Diario
Los palestinos que viven en la Franja, martirizada por más de un año de bombardeos y ataques israelíes, se enfrentan a graves penurias, que se ahondan con la caída en picado de las temperaturas y el aumento de las enfermedades. Ver noticia 

Argentina. A un año del gobierno de Milei: resumen de la represión a la protesta social -- Jesús Cabral

 


Resumen Latinoamericano

Represión policial contra los jubilados. Foto: Prensa Obrera
En diecisiete de las sesenta movilizaciones que monitorearon los organismos de control, se produjeron episodios represivos por parte de las fuerzas de seguridad, esto indica que una de cada tres manifestaciones sufrió la represión estatal. Ver noticia

Francisco: “Los sacerdotes, a veces, parecen amargados y tristes, más solterones que casados por la Iglesia”

 


Religión Digital

El pontífice escribe una columna de opinión para ‘The New York Times’ Francisco: “Los sacerdotes, a veces, parecen amargados y tristes, más solterones que casados por la Iglesia”
“La vida tiene inevitablemente sus tristezas, que forman parte de todo camino de esperanza y de todo camino hacia la conversión. Pero es importante evitar a toda costa regodearse en la melancolía y no dejar que (esta) amargue el corazón” Ver noticia

VIQUI MOLINS, A QUIQUE: "ESTOY SEGURA DE QUE A JESÚS LE HAN HECHO REÍR TUS INTERPRETACIONES"


col martell

 

El día que recibí tu petición, querido Enric Arenós, –Quique, para todos los que te admiramos– me hizo una gran ilusión. Sigo desde hace muchos años tus publicaciones y tus dibujos me han hecho reír y pensar, me han animado e, incluso, en algún momento, han acompañado mi oración personal diaria.

Tan pronto como me llegó el texto con los dibujos correspondientes a cada frase de los cuatro evangelios, y sin imprimirlos –para no gastar demasiado papel–, desde el ordenador mismo, los leí y contemplé con una sonrisa de placer, porque me sentía como pez en el agua con este sentido del humor, incluso contemplando la Palabra de Dios.

Y empezaré mi comentario con este trasfondo que hay en todos tus dibujos, esos mismos que durante tantos años nos han acercado a grandes verdades desde la riqueza de esta virtud –para mí lo es– que llamamos sentido del humor. Recuerdo lo que me decía una de las mejores formadoras que jamás he tenido en mi vida religiosa: «Hay tantas cosas difíciles de tragar que lo mejor es tamizarlas mediante el humor».

Hace unos años, cuando empezaron a bajar el número de vocaciones y, por tanto, la mayoría de las hermanas éramos las que habíamos vivido el Concilio Vaticano II, hice un libro recogiendo con humor todas esas anécdotas de la vida religiosa de antes del Concilio, que ya resultaban irrisorias por lo caducas e, incluso, ridículas, cuando no injustas, con la mirada actual. A veces, sentía mucha pena cuando veía a algunas hermanas resentidas por cosas que habíamos vivido en otros tiempos. Yo siempre decía y experimentaba que el sentido de humor curaba muchas de estas heridas.

Es por eso por lo que siempre he reído mucho con tus dibujos y tus expresiones, tan típicas de Quique. Tus verdades son considerables y, a menudo, bastante punzantes, pero el sentido de humor las hace más entendibles, por un lado, y menos hirientes, por otro.

Sea el evangelio que sea, hay unos temas que se repiten desde distintas perspectivas y que recoges en tus viñetas, evidenciando la riqueza de la Palabra de estos cuatro códices de conducta que nos harían felices de verdad si nuestra vida se ajustara a ellos.

Un tema que me ha encandilado –es uno de mis favoritos de la Palabra– ha sido el de las bienaventuranzas, este salvoconducto de felicidad que nos brinda Jesús y que tanto nos cuesta vivir y, por tanto, ser felices.

Me he preguntado muchas veces por qué, cuando estudiábamos catecismo, le dábamos tanta importancia a los mandamientos –sobre todo el de la santa madre Iglesia, que nos llevaba al infierno si faltabas a la misa del domingo y «fiestas de guardar»–, pero siempre por encima de las bienaventuranzas, que eran una verdadera fórmula para ser felices. El hecho de que dediques tantas viñetas a las bienaventuranzas me hace pensar que coincidimos en la importancia que ambos les damos por encima de los mandamientos –y no tanto del «único» que nos dejó Jesús como una valiosa herencia: «Como yo os he amado, amaos también unos a otros» (Jn 13,34)–.

Enric, he aquí los temas más frecuentes y que más me han impresionado en tus viñetas: una Iglesia «en salida», a la que dedicas un humor que hace pensar y que debería avergonzar a todos los que la amamos y que escuchamos con alegría aquel grito inicial del papa Francisco: «Quiero una Iglesia pobre y de los pobres». Este tema lo tienes muy asumido, Quique, tanto como el de las mujeres, ya se ve. Y te lo agradezco mucho. Te has puesto las botas reivindicándonos, ¡eh!

Pero quizá, donde más fuerte atizas es con unas de las cuestiones que más disgustaban a Jesús: la hipocresía, el orgullo, la vanagloria, que a veces ha sido nuestra postura en la Iglesia. Un orgullo que, a menudo, va de la mano de las riquezas, el dinero, el poder… Vaya, todo aquello que es tan contrario al Evangelio, es decir, a la Buena Nueva.

Y es aquí donde tanto te agradezco, Quique, todo lo que dices a favor de los últimos como verdaderos primeros en el Reino, el único reino ante el cual no soy antimonárquica… Son tantas las viñetas en que tratas el tema de los excluidos, los marginados, los emigrantes de las pateras, a los sintecho... que me siento muy compenetrada contigo cuando hablas de los que yo llamo «los nuestros» –legado que me dejó sor Genoveva, mi maestra de calle, poco antes de morir: «Viqui, ¿tú seguirás con los nuestros?»–. Creo que no exagero si digo que más de tres cuartas partes del libro tratan de ello. ¡Y me siento tan identificada!

Creo que el evangelio más difícil para tus viñetas, querido Quique, ha sido el de Juan, ¡pero lo has logrado! Me ha gustado mucho cómo lo has hecho para entender este versículo, con una viñeta a favor de las mujeres: «Se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer» (Jn 4,27). Has dibujado un capellán diciendo que las mujeres deben transmitir lo que los teólogos explican, y las mujeres responden: «¿Y no podría ser que fuesen las propias mujeres teólogas?».

Quizá este evangelio más teológico te ha dado tema para chistes bastante punzantes de algunas verdades que dan que pensar al respecto de la Iglesia y de ciertas conductas que podemos tener que no están de acuerdo con la Palabra.

Por otro lado, en este último evangelio hay expresiones que se prestan a la interpretación de algunas de tus viñetas, por ejemplo: «Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo» (Jn 11,57), acompañado de uno de los dibujos en el cual el sentido del humor dulcifica la crítica bastante atrevida hacia un tipo de creyente. El que tenga oídos…

Resumiendo, querido Quique, me has hecho pasar unos ratos maravillosos leyendo y contemplando tu libro. Y estoy segura de que a Jesús le han hecho reír tus interpretaciones, porque conoce tu amor a la Palabra y a la Iglesia como congregación de creyentes que, a pesar de nuestras incongruencias, nos reúne para que seamos uno, como Jesús y el Padre lo son. Gracias por tu sentido del humor.

 

Viqui Molins stj

Religión Digital

Viqui Molins Religiosa de la Compañía de Santa Teresa de Jesús

Quique--- LOS EVANGELIOS VISTOS CON AMOR

evangelios amor

AMO, LUEGO CONOZCO

 

Ya tengo en mis manos el último libro de Enrique y Mercedes Montalt

A modo de introducción

No todos los días te dicen que se han inspirado en tus escritos para ponerle un título a un libro. Cuando Enrique Montalt Alcayde me llamó no podía dar crédito: desde Valencia, después de haber intentado localizarme en varias ocasiones y, sin desfallecer en el intento, conseguir dar conmigo fue, por su parte, poco menos que meritorio. Tengo que reconocer que cuando cogí el teléfono pensé que sería alguno de esos comerciales que ese día no cesaban de fastidiar con sus insistentes y perseverantes llamadas. Pero no, quien lo hacía era Dios a través del bueno de Enrique para hacerme la presente invitación. Y es que uno no sabe hasta qué punto puede llegar un escrito, una palabra dirigida a un auditorio ni el alcance de aquello que un día expresamos... En el desierto de la comunicación, de las redes y los libros, también existen personas abiertas a la novedad y orientadas, como girasoles, hacia todo lo que huele a Evangelio. No son súper apóstoles, más bien meros depositarios de un tesoro que protegen en vasijas de barro.

Pese a sentirme indigno, agradezco sinceramente la invitación que me brindan Enrique y Mercedes para hablar de su precioso libro… Me ayudan a sentirme un poco menos inútil de lo habitual. Que un aprendiz de filosofía y teología como yo pueda suscitar alguna idea en alguien con la trayectoria y sabiduría de Enrique Montalt o de su hermana Mercedes me parece, además de increíble, esperanzador. Ya sé que Dios habló por una burra en Balaam. Pero hoy, confundidos con tantos canales e interferencias, se agradece contar con personas tan humanas como los hermanos Montalt, que mantienen el espíritu atento, lo más joven posible, dando razones de esperanza. Comprender el Evangelio en red supone tener un corazón humilde dispuesto a no dejar de aprender. Únicamente así se puede rematar un libro con tan profundo y bello título: Amo, luego conozco.

En un siglo donde la información inunda los escaparates y el conocimiento es la premisa para conseguir prestigio y escalar peldaños (la divisa del poderoso) sigue siendo revolucionario partir del amor como fuente de la verdadera sabiduría; sabiduría que se forja lentamente, en el silencio, en la interioridad y en el misterio de nuestras profundidades.  Porque, reconozcámoslo, hay gente que posee mucho conocimiento, pero muy poca sabiduría… Y es que "no el mucho saber harta y satisface el ánima, sino el sentir y gustar de las cosas internamente", como decía sabiamente Ignacio de Loyola, aquel que reconocía que las vanas glorias lo dejaban vacío y, sin embargo, el amor de Dios ensanchaba su corazón como una onda expansiva hasta entregar su vida gratuita y felizmente a los demás.

Precisamente, Francisco está intentando guiar a la Iglesia por este único camino posible hacia la buena noticia del Evangelio: el servicio, la pobreza y la fraternidad. La caridad es su único límite, puesto que el amor es quien distingue y separa la barbarie y la sinrazón del verdadero sentido religioso, el mismo límite que une fraternalmente todo lo que toca con el sello de la cáritas, el brillo de lo divino. Tan solo el amor está a salvo de los años y la interpretación porque es débil, porque no impone, porque su verdad es respetuosa y edificante, porque hace de los otros su imperativo categórico. Como afirma el maestro Gianni Vattimo en Después de la cristiandad, la clave está en debilitar las estructuras en los diversos ámbitos metafísicos de poder, disminuyendo todo tipo de violencia, rebajando los poderes y desenmascarando los abusos en el mundo. Y es que «si Dios existe, es amor; y si no, –como tantas veces repito– merece que lo matemos, que lo olvidemos, que lo saquemos de nuestras vidas e Historia». Porque díganme ustedes: ¿qué sentido tiene un Dios que no sea capaz de amar y unir, ofrecer, integrar, ayudar e igualar? Los cristianos tenemos una «buena noticia»: ¡qué tenemos alternativas para luchar de forma no violenta contra el mal de la violencia…! Porque todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios, pero el que no ama no conoce a Dios porque Dios es amor (1 Jn 4, 7-8).

Ser cristiano no es un mandato o una imposición sino un regalo. Vivir como Jesús es muy difícil pero no conozco mejor opción. Dios no es nuestro juez sino nuestro amigo. Como dice magníficamente Vattimo al final de Creer que se cree, «Si esto es un exceso de ternura, ese Dios mismo nos ha dado ejemplo de ello». Habrá que preguntarle a Él por qué es así de débil, por qué no se puede negar a sí mismo, ya que parece que lo que rige a Dios (y, por ende, al cristiano) es, como decía Jon Sobrino, «el principio misericordia». El amor es tan débil que no puede obligar, y tan grande que no deja de amar. El mensaje cristiano es un mensaje de encarnación y kénosis, un mensaje amable y amistoso, nada violento y distante, un mensaje encarnado, humanizado. Jesús vino a la historia de los hombres para mostrarnos el único camino posible para no destruirnos, para romper con la violencia y la distancia de Dios con los hombres y la de los que se erigen como sus representantes.

Si nos fijamos, el fracaso palpable de nuestra historia más reciente se ha dado cuando hemos justificado nuestros actos, a veces atroces, con nuestras ideologías y no hemos levantado el pie del acelerador. Hemos aplastado en nombre de Dios, del nacionalsocialismo, del fascismo, del comunismo, del capitalismo... justificando nuestros medios y métodos por «razón de Estado» o en aras a un «justo destino». Y no hay ideología que pueda poner a salvo al hombre, por más que su lucha en un momento de la historia pudiera quedar justificada. No podemos acabar convirtiéndonos en «dioses» para los demás. Nuestra única tarea es acompañarnos, convivir respetándonos en la pluralidad y mirarnos a los ojos como iguales, como hermanos, también en la Iglesia. Si entendemos la religión desde las claves de la caridad y el amor, «Hoy ya no hay razones filosóficas fuertes para ser ateo o, en todo caso, para rechazar la religión» como afirmaba Vattimo. Sigue siendo una pretensión casposa y trasnochada la lucha de un racionalismo cientificista o historicista que abogue por dejar fuera de juego socialmente a la religión. Me atrevo a afirmar que se trata de otro totalitarismo disfrazado de modernidad y cultura. Es curioso que nuestra sociedad actual, heredera de la Revolución francesa y la razón ilustrada de los siglos XVIII, XIX y XX esté empeñada en coger solamente una de sus proclamas, la primera: la libertad, olvidando el principio de solidaridad y el de fraternidad. Y más curioso todavía es que el capitalismo neoliberal también se haya apropiado de esta palabra. Como lograremos entender, ese uso de la libertad no garantiza la justicia, ni el respeto ni el orden: razones tenemos para matar, razones tenemos para invadir, para saquear, condenar, justificar y abandonar... ¿Será por razones? Solamente hay que poner los noticieros... Así, hoy la cuestión prioritaria está en reducir la violencia y no solo reconocerla, en procurar no separar medios de fines. El medio y el modo son también hoy el mensaje, y los cristianos deberíamos de saberlo porque la gente está harta de palabras vacías.

El cristianismo es la religión del amor, la religión más simple (y si me apura, la «no religión»), cuyo contenido se resume con los dedos de una mano, en tan solo cinco palabras: «a-mí-me-lo-hicisteis» (Mt 25, 40). El relato del Juicio final, que yo traduciría como «mensaje final de Jesús al mundo», viene a decirnos que no es necesario sentirse cristiano para serlo. Recordad la escena: ¿pero cuándo Señor te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber…? (Mt 25, 35-40). Ni lo sabían ni importaba, porque lo que verdaderamente importa es el amor. Y cuando con nuestras palabras y obras traducimos «Dios» por «Amor», los universos de comprensión de los interlocutores se conectan. Este lenguaje, bien comprendido, es todavía hoy (en la posmodernidad) universal y bien aceptado. Precisamente el Papa Francisco invita a creyentes y a no creyentes a trabajar en esta corresponsabilidad. Es la nueva koiné porque el amor lo interpreta todo. Por lo que, quizá, en lugar de presentarse como un defensor de la sacralidad de los valores, el cristiano –si quiere ser fiel seguidor de Jesús– debería actuar, sobre todo, como una especie de anarquista no violento, como un deconstructor irónico, guiado por el amor hacia los más débiles, e interpretando los signos de los tiempos bajo la única clave interpretativa comunitaria del amor.

¿Se puede no creer en Dios? Sí, por supuesto. Mucho más si ese “Dios” que transmitimos los creyentes es un Dios distante, incomprensible, difuso, perverso y lejano respecto al hombre. Sí, si Dios es un Dios muerto. A ese ya dijo Nietzsche que, entre todos, lo habíamos matado… En ese Dios extra-terrestre tampoco yo creo. Pero si conmutamos Dios por Amor, ¡ay!, si interpretamos en gerundio, amando, entonces quizá tengamos menos problemas para entender lo divino como seres racionales que somos. “Amo, luego conozco”; “conozco, luego amo”. Hay que dar razones de nuestra esperanza: el amor a la sabiduría y la sabiduría del amor se abrazan y conjugan en gerundio. Ahondando en Jesús de Nazaret encontramos razones para seguir creyendo que el amor es la única religión capaz de superar la prueba y el fuego. Vivir, comunicar, testimoniar con el ejemplo, dar palabras, no cualesquiera sino las que permanecen escritas en el corazón y en la mente del hombre, aquellas capaces de tocar con la yema de los dedos la eternidad. Qué se lo pregunten al enamorado, al poeta, al místico y al cooperante, al misionero y al niño… a los que su intuición humanitaria les desvela algo “sagrado” pero tangible, que no puede transgredirse, olvidarse, violarse.

¿Por qué no entender que Dios existe y es amor, y el amor es Dios? No, no serán las razones las que salven este mundo. ¡Solo el amor podrá salvarnos!

ABORTAR: DERECHO O IRRESPONSABILIDAD


col koldo

 

Resulta cansino escuchar a políticos y comunicadores que abortar es un derecho progresista mientras tildan de reaccionarios a quienes están en contra. Poco más o menos, pero al revés se expresan desde las antípodas quienes opinan todo lo contrario. En medio, la poca discrepancia que hay sobre lo maravilloso que supone el nacimiento de una nueva criatura; el problema aparece cuando consideramos el tema desde el plano de las responsabilidades.

La razón por la que escribo sobre este campo de minas es desde el hondón humano, más que desde otro ámbito legal o político. Valoro antes que nada que las mujeres, gracias a la ley, ya no tienen que ir a Londres o buscar una curandera para practicar un aborto. Legislación aprobada aparte, el meollo radica en el derecho que esgrimen muchas mujeres por ser mujeres, que colisiona con el derecho del nasciturus a la vida. A lo que habría que decir algo también sobre el derecho del varón a opinar en lo que respecta la vida de su hijo nonato. Cuando el deseo de la embarazada es contrario al del padre (o viceversa), o cuando surgen discrepancias en torno a las convicciones éticas y morales de una parte en este tema… ¿El feto es o no es cosa de dos? ¿Nada tiene que decir el varón sobre la gestación, pero en cambio sí es responsable legal de la criatura una vez que haya nacido, le guste o no esta responsabilidad?

Existen otras realidades colaterales, como las adolescentes de 16 y 17 años (menores de edad) que ya pueden abortar legalmente sin permiso de sus padres. Y el derecho a la objeción de conciencia del personal sanitario garantizado -pero denostado- para quien entienda el aborto como un acto de supresión de la vida humana. No comparto que el tema se centre exclusivamente en la voluntad de la mujer embarazada como lo único importante. Lo que sobran son culpas, y falta educación sexual; pero sobre todo faltan exigencias éticas para asumir todo el valor que supone cada vida.

No quiero recargar este texto introduciendo la cuestión de dónde están los confines del ser humano. Me entristece la rotundidad en reivindicar el aborto para la mujer, y no me parece acertada la condena del aborto legal sin matices. En esta cuestión se olvida que hasta un código penal de medio pelo tiene presente la existencia de atenuantes, agravantes, eximentes y diferentes escalas de aplicación en cada caso concreto. En los temas morales lo esencial es la actitud, la intención. Cuánto más a la hora de juzgar un asunto tan peliagudo como éste desde eñ ámbito moral.

Muchos de quienes condenan sin paliativos a cualquier mujer abortista sin atender a consideraciones personales ni sociales, están a favor de la pena de muerte. Y les falta credibilidad cuando además se olvidan de cientos de miles de recién nacidos -con pocas horas o días de vida- que mueren de hambre y de sed en el Tercer Mundo: tan puros en la defensa del derecho a la vida ante el aborto, y tan laxos al denunciar la muerte de tantísimos bebés por inanición. La denuncia sin responsabilidad también lesiona la libertad fundamental del ser humano.

El blanco o negro sin tonos intermedios se lleva mucho, pero levanta barreras humanas. Los romanos aplicaron el sentido común al legislar dando valor a la criatura no nacida pero ya gestada respecto a sus derechos civiles y económicos. Los cristianos deberíamos defender las posturas con menos sentido de cruzada poniendo más amor en lo que defendemos sin complejos. En fin, que en los temas de derechos, la mayoría fallamos en el lado de las responsabilidades personales, y es evidente que esto no es bueno para la ética ni para la convivencia.

 

PABLO D'ORS: “EL CAMINO PARA LA LIBERACIÓN DEL SUFRIMIENTO ES EL QUE RECORRE LA ESPIRITUALIDAD”


col kowalski

 

En entrevista con Humanizar, el sacerdote y escritor Pablo d'Ors, que participó recientemente en las XIX Jornadas de Familia y Cuidados Paliativos organizadas por el Centro de Humanización de la Salud y el Centro Asistencial San Camilo, invita a "sonreír ante las dificultades, sean de la índole que sean" porque, en su opinión, "es la manera de no agravarlas y de empezar a transitarlas”

Escribió [el libro] Sendino se muere, tras su experiencia acompañando espiritualmente a enfermos y personas al final de vida en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. ¿Qué aprendió de ellos?

Que nadie muere como no ha vivido y que, si nos da miedo la muerte, es porque sentimos que no hemos vivido como deberíamos. En eso se podría concentrar lo esencial.

Dice en su libro Biografía del silencio que sólo sufrimos porque pensamos que las cosas deberían ser de otra manera y en cuanto abandonamos esta pretensión dejamos de sufrir. ¿Cómo hacerlo?

El camino para la liberación del sufrimiento es el que recorre la espiritualidad. Es un camino normalmente largo y escarpado, pero hermoso. Tiene una dimensión devocional, con la que suele comenzarse, aunque no es imprescindible; una dimensión cognitiva, de integración de conocimientos que dan sabiduría; y una dimensión contemplativa, pues en última instancia ver y ser es lo mismo.

¿Se puede sonreír ante el dolor? ¿Y cultivar la esperanza?

Se puede y se debe. Sonreír ante las dificultades, sean de la índole que sean, es la manera de no agravarlas y de empezar a transitarlas. Cultivar la esperanza, por otra parte, es mi ocupación principal. Confiar en que mañana será mejor no es legítimo más que poniendo amor en el presente. Eso es lo que procuro día a día, ahora mismo en esta entrevista, por ejemplo.

Para usted la vida es una peregrinación y la meditación un camino para recorrerla, desde la ética de la atención y del cuidado. ¿Es una forma de madurez al alcance de cualquier persona?

Al alcance de todos los que tengan las necesidades básicas cubiertas, puesto que nadie busca la paz si lo que tiene es hambre; y al alcance de todos los que no tengan trastornos psíquicos serios, pues de ser así, la meditación podría ser improcedente y hasta peligrosa.

Afirma constatar cómo conseguimos grandes cambios en la quietud más absoluta “porque no es sólo que el silencio sea curativo, también lo es la quietud”. Parece paradójico en una actualidad tan ruidosa y dinámica.

Todo lo real es contradictorio. Esta frase es de mi admirada Simone Weil, y la comparto. Nada nos cambia tanto, y en consecuencia cambia el mundo, como estarnos quietos y en silencio. Comprendo que parezca una broma, pero es así. ¿Por qué? Porque ningún cambio exterior es sólido si no va precedido de uno interior. El problema siempre está en el corazón del ser humano, no fuera.

En un mundo marcado por la velocidad, la inmediatez, la fugacidad, la imagen, las redes sociales, la inteligencia artificial, lo virtual… ¿La distracción es el mayor pecado o es el autoengaño?

Porque estamos distraídos, estamos engañados. Sí, vivimos, o la mayoría vive, en una ilusión. Creer que lo que vemos y sentimos es lo que el mundo es sería lo mismo, a mi parecer, que creer que el mundo es lo que sale en la pantalla de tu móvil cuando pinchas en Google. Estamos atrapados en la mente. La consciencia es lo que somos.

Completó las trilogías sobre el Fracaso, la Ilusión, el Silencio y el Entusiasmo ¿Son ingredientes imprescindibles para el ser humano?

Con este itinerario literario he intentado exponer, modesta pero elocuentemente, el recorrido de las almas en su peregrinaje por este mundo: la trilogía del fracaso (perversión), la de la ilusión (confusión), la del silencio (purificación) y la del entusiasmo (iluminación).

Estoy por tatuarme su frase “mientras el hombre tenga preguntas que hacerse, tiene todavía salvación”, aunque confieso que lo que más me gusta es encontrar respuestas. Gracias por las suyas.

¡Anímese, tatúesela! Lo que quiero decir es que mientras estemos buscando, hay posibilidad de encontrar; que el problema es clausurar toda búsqueda y pactar con la mediocridad. La mejor respuesta, siempre lo digo, es la convivencia serena y alegre con las preguntas. Cuando lo consigues, descubres que las preguntas son las respuestas que andas buscando. La verdad: una maravilla.

 

Pablo d'Ors

Humanizar

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EN APOYO AL PAPA FRANCISCO

col kowalski

 

Hoy, 17 de diciembre, el Papa Francisco ha cumplido 88 años de edad.

Le felicitamos de todo corazón y le pedimos al buen Padre Dios que le cuide y le bendiga para bien de la Iglesia y del conjunto de la humanidad.

En mayo de 2024 el Papa promulgó la bula mediante la cual convoca a todo el mundo a celebrar el Jubileo ordinario del año 2025, que lleva por lema: "Peregrinos de la Esperanza"

Se espera que alrededor de 30 millones de personas peregrinen a lo largo del 2025 a Roma para participar en las celebraciones de este año santo.

El Papa abrirá la Puerta Santa en San Pedro la noche del 24 de diciembre, antes de celebrar la tradicional Misa de Navidad.

Será un año movido para los cristianos y para los que no lo son pero, debido al motivo que sea, visitarán la Ciudad Eterna y quizá hasta se detengan a ver y oír al Papa Francisco: su mensaje es universal y va dirigido a todos, sin excluir a nadie.

El año jubilar concluirá en Roma el 6 de enero del año 2026, solemnidad de la Epifanía del Señor.

Otras personas no podrán viajar hasta Roma, pero podrán igualmente beneficiarse de las gracias que supone celebrar este Jubileo en los lugares donde el obispo diocesano determine; por ejemplo, en las parroquias de la diócesis de Valencia que se han visto afectadas por la DANA, etc.

El Papa desea que los cristianos seamos hombres y mujeres de esperanza, dispuestos a transmitir esperanza a los demás.

En junio de 2024 falleció el franciscano español Manuel Blanco, director espiritual de Francisco a lo largo de un montón de años. El Papa le recordó con gratitud y afirmó que fue para él "como un superior, confesor y consejero" que marcó su vida espiritual.

Previamente, el Pontífice acudió al barrio romano de Trastévere para rezar ante los restos mortales de su confesor y amigo, concretamente a la iglesia de los Cuarenta Santos Mártires y San Pascual Bailón, donde Don Manuel sirvió al pueblo de Dios durante 44 años.

 

BUSTILLO, AL PAPA: "PODREMOS CONSTRUIR UNA NUEVA HUMANIDAD MÁS SERENA Y PACÍFICA"


col kowalski

Santísimo Padre:

Quisiera agradecerle mucho su presencia en Córcega. Es usted muy bienvenido. No puede imaginarse el entusiasmo que hemos experimentado en las últimas semanas, gracias al anuncio de su presencia entre nosotros. Esta conferencia sobre la piedad popular en el Mediterráneo nos ha permitido ampliar nuestra visión de lo sagrado en el ámbito público.

Viajamos a España, Sicilia, Cerdeña y el sur de Francia para comprender mejor estas tradiciones, que forman parte del patrimonio de nuestras tierras bañadas por el Mediterráneo. También nos adentramos en las tradiciones corsas: procesiones, cofradías, laicismo, etc. Es un hermoso descubrimiento ver cómo la piedad popular permite situar la fe en la esfera pública sin crear tensiones sociales. En los actos públicos relacionados con nuestra fe, vemos un importante principio de libertad e igualdad. A lo largo del camino, todos están en pie de igualdad: los muy religiosos, los no tan religiosos, los curiosos, etc.

Recorrer físicamente un determinado itinerario (en el barrio o en un pueblo) y llevar una estatua o una imagen de un santo o de la Virgen María acentúa la visibilidad de nuestra fe. El movimiento de la encarnación favorece el aspecto visual. Esta dimensión sencilla nos ayuda a recordar la sencillez en nuestra vida.

Respondemos a nuestra vocación espiritual con nuestra inteligencia, ciertamente, pero también con nuestro corazón y nuestro cuerpo. En el siglo XXI, nuestra sociedad necesita redescubrir la sencillez y la libertad para avanzar. Nuestro sistema social se ha vuelto complejo y duro. Las prácticas sencillas de fe, sin estrategias ni tácticas, pueden ayudarnos a recuperar la cohesión en lo esencial.

Clausura del congreso de religiosidad popular

El Mediterráneo es rico en tradiciones espirituales.

Hemos querido iniciar un intercambio para conocernos mejor. Esperamos que este intercambio se extienda a otras religiones, otras tradiciones y otras tierras.
A través de estos lazos que nos animan a vivir, podremos restablecer una civilización humana dañada mediante el diálogo y el encuentro, en lugar de la oposición y el conflicto.

Podremos construir una nueva humanidad más serena y pacífica porque está pacificada, capaz de garantizar vínculos fraternos libres y confiados.

Gracias de nuevo, Santo Padre, por estar aquí con nosotros.

 

¿CÓMO HACER DE NUESTRO CORAZÓN UN PESEBRE? ADVIENTO. CUARTA SEMANA.


col anso


Si Cristo naciera mil veces en Belén y
no en ti, quedaría perdido para siempre.
Angelus Silesius (Siglo XVII)

Nos acercamos al momento del nacimiento… a la “noche santa”… ¿Cómo podemos revivir esa noche entre nosotras y nosotros hoy de manera que realmente el mundo vea una LUZ como los pastores y los sabios? Es importante tomar conciencia que al releer a Lucas, a Mateo y a algunos de los apócrifos, nos estamos moviendo en el terreno de lo simbólico. Es claro que no tenemos una crónica ni remotamente histórica de las oscuridades, angustias y desvelos del nacimiento de Jesús. Tenemos una narrativa poética de cómo vivieron las comunidades cercanas a Jesús, el nacimiento del Mesías

¿Qué nos dicen entonces los símbolos que ellas escogieron para transmitirnos su fe? El pesebre nos habla de acogida y calor. Sitio para comer, para abrevar… pero también refugio en las noches heladas y sin luna. La estrella que anuncia la llegada de un niño, nos abre a la esperanza, señala caminos y senderos diversos. ¿Cómo nos hacemos pesebre desde la entraña misma de nuestros corazones? ¿Cómo expandir la luz hacia estas sociedades tan enfermas y ciegas, tan heladas por dentro?

Es complejo y tal vez imposible traducir este bello lenguaje metafórico a un texto racional que invite y quiera convencer… la poesía debe permanecer en el universo poético… Busquemos ser acogida en un mundo que excluye, convirtámonos en calor en medio de consumos helados, ofrezcamos albergue y alimento es situaciones tantas de miseria, de hambre, de despojo… Seamos la voz de las y los migrantes atrapados entre poderes que los sitúan de frente hacia la muerte. Hagámonos pesebre para que en nuestro corazón nazca el Mesías, de nuevo cada día, cada semana, cada mes. Un Mesías que nos lleve a la luz de las estrellas cuando tantos y tantas apuestan por llenarnos de tinieblas.

Llenemos nuestro mundo de nichos de ágape que cubran de calor nuestras entrañas. Termino mi invitación a hacer de nuestras familias, comunidades y círculos espacios de calor y de acogida… compartiéndoles mis deseos en un poema:

SER UN PESEBRE:

Un corazón que albergue
la Luz que nace y viaja por el mundo
la Luz que alumbra deseos remotos
la Luz que trae amaneceres nuevos.
Ser un pesebre
un corazón que sane
heridas hondas y fulgores nuevos
y en el camino lave al pie cansado.
Ser un pesebre
donde abreven todos
niños y bueyes en la ronda hermana
girando juntos hacia un mundo nuevo.
Ser un pesebre
que nos grite a todos
la sencillez en medio de los globos.
Un pesebre de amor
que resucite manos entrelazadas.
Un corazón en cuya entraña nazca
el  Ser que trae la Energía Sagrada.

 

Carmiña Navia Velasco

Cuarta semana de Adviento 2024

NAVIDAD ES HUMANIZAR


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En el libro ‘Un minuto para el absurdo’, de Anthony de Mello, encontramos la siguiente historieta: “¿No vas a desearnos una feliz Navidad?”. El maestro echó un vistazo al calendario, vio que era jueves y dijo: “Prefiero desearles un feliz jueves”. Aquello ofendió a los cristianos que había en el monasterio, hasta que el maestro se explicó: “Son millones los que van a disfrutar, no el día de hoy, sino la Navidad; por eso su gozo es efímero. Pero, para aquellos que han aprendido a vivir cordialmente el presente, todos los días son Navidad”.

La anécdota nos trae a la memoria aquella canción popular, propia del tiempo litúrgico del Adviento: “Todos los días nace el Señor / Para esta tierra sin luz, para vencer las tinieblas, para cambiar nuestro mundo, todos los días nace el Señor / Para quitar la opresión, para borrar la injusticia, para vencer la pobreza, para los pobres que sufren, por la igual dignidad, todos los días nace el Señor / Para traernos amor, para vencer el egoísmo, para estrechar nuestras manos, todos los días nace el Señor / Para traernos la paz, para esta tierra que sangra, en cada hombre y mujer que luchan, todos los días nace el Señor”.

La historia de De Mello y la letra de la canción nos ponen en un contexto que va más allá de fechas convencionales; nos remiten a un acontecimiento. Día tras día, podemos celebrar un nuevo comienzo: el que inicia el Misterio que llamamos Dios en cada uno de nosotros, cuando irrumpe en nuestro tiempo, en nuestra historia, en nuestra vida. Acostumbrados a dejarnos impresionar por lo extraordinario y aparatoso, somos incapaces de advertir cómo Dios viene diariamente a nosotros.

El teólogo José Antonio Pagola nos dice que Dios no se deja aprisionar en nuestros esquemas y moldes de pensamiento: “Lo imaginamos fuerte y poderoso, majestuoso y omnipotente, pero él se nos ofrece en la fragilidad de un niño débil, nacido en la más absoluta sencillez y pobreza. Lo colocamos casi siempre en lo extraordinario, prodigioso y sorprendente, pero él se nos presenta en lo cotidiano, en lo normal y ordinario. Lo imaginamos grande y lejano, y él se nos hace pequeño y cercano”.

Más que una fecha, pues, con la Navidad se conmemora un acontecimiento: en Jesús, Dios se hace uno de nosotros, con nosotros y en nosotros. En otras palabras, Dios se ha hecho condición humana para renovar el prototipo del ser humano, para “humanizar a la humanidad”. Y Jesús lo hizo desde un modo de ser y desde una práctica ciertamente novedosa: se compadece de las muchedumbres hambrientas y desorientadas; desenmascara a los que oprimen al pueblo; no quiere que sus discípulos lo llamen maestro, sino amigo; se llena de profunda tristeza ante la muerte de su amigo Lázaro; se indigna ante la dureza de corazón de los que se hacen pasar por bienhechores; valora la fe de la gente sencilla y devuelve la dignidad a los que son despreciados y excluidos. Así humanizó Jesús. Un Dios humano que humaniza. En Jesús se hizo evidente que el hombre no es solo el lugar en que Dios se manifiesta, sino que puede constituir un modo de ser del mismo Dios.

Ese anhelo de humanizar la humanidad está poéticamente descrito en una canción del cantautor español Miguel Ángel Marín (Migueli). Citamos algunos fragmentos:

Humaniza sin piedad cada ciudad. Humaniza sin parar donde no hay paz. Humaniza con “te quieros”, con cariños, con boleros. Dar una rosa de vida: eso es humanizar.

Humaniza para crecer y no parar. Humaniza y tu vida no coge olor a humedad. Humaniza los dolores con caricias, colores de un momento: una sonrisa. Eso es humanizar.

Una vuelta de tuerca, un abrazo que dar, una cara mojada, una entrega total, otra gota de sangre, estar hasta el final sin pasarme de rosca: eso es humanizar.

Un ratito de escucha, la sonrisa para estar, una mano extendida, vuelvo a verte sin más; mantener la esperanza, no rendirse jamás, poner toda la carne y en silencio esperar. Humaniza y ya verás todo cambiar.

Sin duda, este modo de entender lo que humaniza descrito por Migueli es coherente con el sentido de la Navidad, cuyo horizonte es la consecución de una realidad humanizada. La Navidad nos muestra cómo podemos convertirnos en verdaderos seres humanos. El niño Jesús creció y se hizo disponible a Dios y a los demás, concretó el sueño de la redención. Es significativo, en este sentido, el pasaje donde los discípulos de Juan el Bautista le preguntan: “¿Eres tú el que había de venir o tenemos que esperar a otro?”. Jesús responde: “Vayan a contar a Juan lo que ustedes ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la Buena Noticia; y ¡feliz el que no se escandaliza por mi causa!”. Esta fue la manera de humanizar de Jesús. Por eso afirmamos que en su nacimiento y en su misión estaba la fuerza salvadora de Dios. Navidad es humanizar. Y humanizar es desarrollar la capacidad de compasión ante el sufrimiento de otros y la capacidad de indignación ante las injusticias del mundo. Y la puesta en práctica de la compasión y la indignación hay que hacerla día a día. Cuando esto ocurra, viviremos la Navidad.

 

Carlos Ayala Ramírez (*)

(*)Profesor del Instituto Hispano de la Escuela Jesuita de Teología (Santa Clara, CA); profesor de la Escuela de Pastoral Hispana (Arquidiócesis de San Francisco, CA); Profesor jubilado de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” El Salvador. Ex-director de radio universitaria YSUCA; difusor del legado teológico-pastoral de san Óscar Romero.

ISABEL, PROFETA DEL ESPÍRITU


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Varias peculiaridades caracterizan a un profeta de Dios, pero entre las más importes está la de estar inundada por el Espíritu y hablar en su nombre. Esto dice el texto de Lucas 1,39-45 acerca de Isabel: “Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó…”. Son exactamente las características definitivas del profetismo: levantar la voz y hablar inundada por el Espíritu.  A ello se suman como características propias la interpretación del presente y el anuncio del futuro. Isabel anuncia el presente de “la madre de mi Señor”, es decir, exclama que el hijo de María es el Señor. Y anuncia el futuro: “lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. Las promesas se cumplen. Y eso las llena de alegría.

La palabra profética además no es dada para quedarse en la intimidad o en el interior de una casa. Podríamos caer en el error de pensar que estas palabras fueron dichas para el espacio doméstico ya que se narran dichas por mujeres en el entorno de la casa de Isabel. Pero, aun con estas características, estas palabras forman parte de los evangelios, del anuncio de la buena noticia, y por ello se expanden a todos los que creen. Además, en el catolicismo ocupan un lugar privilegiado ya que son los enunciados que forman la oración del avemaría. Es decir, las palabras proféticas de Isabel narradas por Lucas, forman parte de la “Palabra de Dios” y de la oración popular católica más extendida.

En Isabel encuentran su momento culminante las palabras proféticas del Antiguo Testamento. Estas anunciaban la alianza de Dios con su pueblo y la espera del salvador. Las palabras de Isabel marcan la realización en el presente de las promesas de Dios: en el seno de una familia, en la bendición de las primas (ella misma y María), en el gozo de los niños que llevan (Juan y Jesús): Dios habita en medio nuestro.

Isabel, mujer llena del Espíritu, es una profeta de la alegría y del encuentro, de la esperanza, de la bendición y de las bienaventuranzas y, sobre todo, de la constatación que Dios anuncia lo que va a realizar y que su Palabra siempre se cumple.

 

MARÍA SE PUSO EN CAMINO

 

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Próxima ya la Navidad, la Palabra de Dios sigue dándonos pistas para alimentar e iluminar nuestro vida cristiana. Estemos atentos.

El evangelio que hemos leído pertenece a los relatos de la infancia del evangelio de san Lucas. Son construcciones literarias, más que históricas, que pretenden ofrecernos un mensaje a través de una narración. Dice el texto que MARIA SE PUSO EN CAMINO.

En aquella época viajar no estaba siempre bien visto. Menos, cuando se trataba de una mujer sola. Y peor aún a una zona montañosa. Hay en la fe de María una actitud empoderada para emprender caminos. Mujer de caminos, como lo será también su hijo. No le puede la comodidad, ni el temor, ni el qué dirán. Se lanza al camino con la certeza y la osadía de quien sabe que llegará a su meta.

María, la caminante, es inspiración para que nosotros vivamos una fe en camino. ¿Cómo hacerlo?

· Seguir al Jesús de los caminos: lo que implica vivir la cultura del encuentro, acoger e integrar a los inesperados hermanos que vienen a nosotros, interesarnos por los derroteros que va tomando nuestra sociedad y nuestro mundo. Colmar el foso que aún persiste entre fe y vida.

· Una Iglesia de caminos: más que de gentes de Iglesia, habríamos de ser gente de caminos. Más que una organización sólida, buenos samaritanos en los caminos de la vida. Más que un grupo de relevancia social, una casa que acoge a quienes caminan.

· Una Navidad de caminos: no solamente de recuerdos entrañables o de encuentros familiares, que bien está. También una Navidad que mira a quienes andan por caminos, a quienes no han llegado al nivel de dignidad requerido. Una Navidad que apunta a quienes los caminos del vivir cotidiano les son muy cuesta arriba.

El papa Francisco habló mucho en su día de una Iglesia en salida, una Iglesia de y para caminantes. Quizá lo hayamos olvidado. Recordémoslo en esta Navidad para hacer de este tiempo un tiempo de caminos. Cáritas nos recuerda, una vez más, que los caminos están llenos de viandantes que necesitan amparo y que nuestro planeta es, todavía, un planeta de náufragos. “Tú tienes mucho que ver”. Miremos a quienes caminan. Hagamos un tramo con ellos. En más importante el caminar que la meta.

Todos sabemos aquella cancioncilla de Machado que Serrat popularizó: “Caminante no hay camino…”. Sí que hay caminos delante de nosotros: una fe empática y social, una Iglesia amparadora, una Navidad con quienes transitan por senderos difíciles. Lo que importa es que nos animemos a viajar por esas sendas. Que María y Jesús, gente de caminos, cambien nuestra fe algo apoltronada por una fe de caminantes, de personas que viven su fe con intensidad en la vida diaria.

 

ACOMPAÑAR A VIVIR José Antonio Pagola

 


Uno de los rasgos más característicos del amor cristiano es saber acudir junto a quien puede estar necesitando nuestra presencia. Ese es el primer gesto de María después de acoger con fe la misión de ser madre del Salvador. Ponerse en camino y marchar aprisa junto a otra mujer que necesita en esos momentos su ayuda.

Hay una manera de amar que hemos de recuperar en nuestros días, y que consiste en «acompañar a vivir» a quien se encuentra hundido en la soledad, bloqueado por la depresión, atrapado por la enfermedad o, sencillamente, vacío de alegría y esperanza.

Estamos consolidando, entre todos, una sociedad hecha solo para los fuertes, los agraciados, los jóvenes, los sanos y los que son capaces de gozar y disfrutar de la vida.

Estamos fomentando así lo que se ha llamado el «segregarismo social» (Jürgen Moltmann). Juntamos a los niños en las guarderías, instalamos a los enfermos en las clínicas y hospitales, guardamos a nuestros ancianos en asilos y residencias, encerramos a los delincuentes en las cárceles y ponemos a los drogadictos bajo vigilancia...

Así, todo está en orden. Cada uno recibe allí la atención que necesita, y los demás nos podemos dedicar con más tranquilidad a trabajar y disfrutar de la vida sin ser molestados. Procuramos rodearnos de personas sin problemas que pongan en peligro nuestro bienestar, y logramos vivir «bastante satisfechos».

Solo que así no es posible experimentar la alegría de contagiar y dar vida. Se explica que muchos, aun habiendo logrado un nivel elevado de bienestar, tengan la impresión de que la vida se les está escapando aburridamente entre las manos.

El que cree en la encarnación de Dios, que ha querido compartir nuestra vida y acompañarnos en nuestra indigencia, se siente llamado a vivir de otra manera.

No se trata de hacer «cosas grandes». Quizá, sencillamente, ofrecer nuestra amistad a ese vecino hundido en la soledad, estar cerca de ese joven que sufre depresión, tener paciencia con ese anciano que busca ser escuchado por alguien, estar junto a esos padres que tienen a su hijo en la cárcel, alegrar el rostro de ese niño triste marcado por la separación de sus padres...

Este amor que nos lleva a compartir las cargas y el peso que tiene que soportar el hermano es un amor «salvador», porque libera de la soledad e introduce una esperanza nueva en quien sufre, pues se siente acompañado en su aflicción.

 

MARÍA ESTÁ LLENA DE LA DIVINIDAD Y LA COMUNICA A ISABEL DOMINGO 4º DE ADVIENTO (C) Lc 1.39-4

No existe la más mínima posibilidad de que este texto sea histórico. Es teología narrativa que nos permite ir más allá que cualquier acontecimiento real. Lo importante para nosotros es descubrir el mensaje que el autor ha querido transmitir. Si fueran noticias de un suceso, nos daríamos por enterados y punto. Si son teología, nos obliga a desentrañar la verdad en él que sigue siendo válida. Este texto es uno de los más densos y profundos del evangelista Lucas.

Hemos leído los textos desde una perspectiva equivocada. Ni María sabía que había engendrado al “Hijo de Dios” ni Isabel que llevaba en su seno al Precursor. No tiene ninguna verosimilitud que noventa años después del suceso, alguien se acuerde de una visita a una prima, mucho menos que recuerde las palabras que se dijeron. No digamos nada si imaginamos a María, arrancándose con el Magníficat, recitado palabra por palabra. No, el relato nos está trasmitiendo lo que pensaban los cristianos de finales del siglo primero.

En el texto todo son símbolos. La primera palabra en griego es ‘anastasa’, que significa levantarse, resurgir, que se ha pasado por alto en la traducción oficial. Es el verbo que emplea el mismo Lucas para indicar la resurrección. Significa que María resucita a una nueva vida, y sube a la “montaña”, el ámbito de lo divino. Pensamos que la madre da la vida al hijo. Aquí es el Hijo el que da vida a la madre. Inmediatamente, la madre lleva al que le ha dado esa vida, a los demás, es decir, da a luz al Hijo. Eckhart decía con gran atrevimiento: todos estamos preñados de Dios y la principal tarea de todo cristiano es darle a luz, hacerle visible.

La visita de María a su prima simboliza la visita de Dios a Israel. La subida de Galilea a Judá nos está adelantando la trayectoria de la vida pública de Jesús. También el Arca de la alianza recorrió el mismo camino por orden de David. El relato está calcado del libro de Samuel II que narra el traslado del arca de la ciudad de Baalá al monte Sión. David dijo: ¿Quién soy yo para que me visite el arca de mi Señor? El arca permaneció tres meses en casa de Obededón de Gat. En la llegada del arca hubo saltos de alegría. El Señor llenó de bendiciones a la casa de Obededón. En el recorrido, hubo cantos y anuncios de liberación.

Lo sublime se digna visitar a lo pequeño. El Emmanuel se manifiesta en el signo más sencillo. El AT y el nuevo se encuentran y se aceptan, fuera del marco de la religiosidad oficial. Desde ahora, a Dios lo debemos encontrar en lo cotidiano, en la vida. Jesús, ya desde el vientre de su madre, empieza su misión, llevar a otros la salvación y la alegría. Todo quiere indicar que la verdadera salvación siempre repercutirá en beneficio de los demás; si alguien la descubre, inmediatamente la comunicará. La visita comunica alegría (el Espíritu), también a la criatura que Isabel llevaba en su vientre. Se descubre el empeño por dejar a Juan por debajo de Jesús.

Si leemos con atención, descubriremos que todo el relato se convierte en un gran elogio a María. Y es el mismo Espíritu el que provoca esa alabanza: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!” ¿Cuántas veces hemos repetido esta alabanza? “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” “Dichosa tú que has creído”. Creer no significa la aceptación de verdades, sino confianza total en un Dios, que siempre quiere lo mejor para el ser humano. A continuación, María pasa al elogio de Dios con el canto de “el Magníficat”.

Lo que intentan todos los relatos de la infancia de Jesús es presentarlo como una persona de carne y hueso, aunque extraordinaria, ya desde antes de nacer. Cuando afirmamos que esos relatos no son históricos, no queremos decir que Jesús no fue una figura histórica. El NT hace siempre referencia a una historia humana concreta, a una experiencia humana única. Sin esa referencia al hombre Jesús, el evangelio carecería de todo fundamento. Ahora bien, el lenguaje que emplea cada uno de los evangelistas es muy distinto. Basta comparar los relatos de Mateo y Lucas con el prólogo de Juan, para darnos cuenta de la abismal diferencia.

La novedad que se manifiesta en María no elimina ni desprecia la tradición, si no que la integra y transforma. El relato está haciendo constantes referencias al AT. En ningún orden de la vida, debemos vivir volcados hacia el pasado porque impediríamos el progreso. Pero nunca podremos construir el futuro destruyendo nuestro pasado. El árbol no crece si se cortan las raíces. Lo nuevo, si no integra y perfecciona lo antiguo, nunca prosperará.

A la vivencia de Jesús, hace referencia la carta de Pablo. Jesús no es un extraterrestre, sino un ser humano como nosotros, que supo responder a las exigencias más profundas de su ser. La clave está en esa frase: "Aquí estoy para hacer tu voluntad." No se trata de ofrecer a Dios “dones” o “sacrificios”. Se trata de darnos a nosotros mismos. Esa actitud es propia de una persona volcada sobre lo divino que hay en ella. Pablo contrapone la encarnación al culto. Dios no acepta holocaustos ni víctimas expiatorias. Solo haciendo su voluntad, damos verdadero culto a Dios. En Juan, dice Jesús: “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre”.

Los primeros cristianos no llegaron a la conclusión de que Jesús era Hijo de Dios porque descubrieron en Él la “naturaleza” de Dios, sino porque descubrieron que Jesús cumplió su voluntad. Hacía presente a Dios en lo que era y en lo que hacía. Para el pensamiento semítico, ser hijo no era principalmente haber sido engendrado sino el reflejar lo que era el padre, cumplir su voluntad, imitarle. Esa fidelidad al ser del padre convertía a alguien en verdadero hijo. Descubrir esto en Jesús los llevó a considerarlo, sin duda alguna, Hijo de Dios.

Esa voluntad no la descubrió Jesús porque tuviera hilo directo con Dios fuera. Como cualquier mortal, tuvo que ir descubriendo lo que Dios esperaba de él. Siempre atento, no solo a las intuiciones internas, sino también a los acontecimien­tos y situaciones de la vida, fue adquiriendo ese conocimiento de lo que Dios era para él, y de lo que él era para Dios. ‘La voluntad de Dios’ no es algo venido de fuera y añadido. Es nuestro ser en cuanto proyecto y posibilidad de alcanzar su plenitud. De ahí que, ser fiel a Dios, es ser fiel a sí mismo.

En todas las épocas y todos los seres humanos han intentado hacer la voluntad de Dios, pero era siempre con la intención de que el “Poderoso” hiciera después la voluntad del ser humano. Era la actitud del esclavo que hace lo que su dueño le manda, porque es la única manera de sobrevivir. Es una pena que, después del ejemplo que nos dio Jesús, los cristianos sigamos haciendo lo mismo de siempre, intentar comprar la voluntad de Dios a cambio de nuestro servilismo. En esa dirección van todas nuestras oraciones, los sacrifi­cios, las promesas, votos.

Salvación y voluntad de Dios son la misma realidad. Jesús, como ser humano, tuvo que salvarse. Para nuestra manera de entender la encarnación, esta idea resulta desconcertante. Creemos que salvarse consiste en librarse de algo negativo. La salvación de Dios no consiste en quitar sino en poner plenitud. En todo ser humano está ya la plenitud como un proyecto que tiene que ir desarrollando. Jesús llevó ese proyecto al límite. Por eso es el Hijo.

 

¿CÓMO VIVIR LA NAVIDAD? Domingo 4º de Adviento. Ciclo C.

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Cuando falta poco para estas fiestas, las lecturas nos ofrecen tres ejemplos excelentes para vivir su sentido y un mensaje de esperanza.

El ejemplo de Isabel: alabanza, asombro, alegría (Lucas 1,39-45)

Aunque en el relato del evangelio la iniciativa es de María, poniéndose en camino hacia un pueblecito de Judá, los verdaderos protagonistas son Isabel, la única que habla, y Juan, el hijo que lleva en su seno. Es este el primero en reaccionar, antes que su madre. En cuanto oye el saludo de María (Lucas no cuenta qué palabras usó para saludar) da un salto en el seno de Isabel. Esta, llena de Espíritu Santo, expresa los sentimientos que debe tener cualquier cristiano ante la presencia de Jesús y María.

Alabanza (“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”). El Antiguo Testamento recoge la alabanza de algunas mujeres, pero por motivos muy distintos. Yael es proclamada “bendita entre las mujeres” por haber asesinado a Sísara, general de los enemigos; Rut, por haber elegido a Booz, a pesar de no ser joven; Abigail, por haber impedido a David que se tomara la justicia por su mano; Judit, por haber matado a Holofernes y liberado a Israel; Sara, la esposa de Tobit, por haber abandonado a sus padres para venir a vivir con la familia de Tobías. ¿Qué ha hecho María para que Isabel la bendiga? El relato de la anunciación lo deja claro: ha aceptado el plan de Dios (“he aquí la esclava del Señor”) y eso la ha convertido en madre de Jesús o, como dirá Isabel, en “la madre de mi Señor”. Motivo más que suficiente de alabanza.

Asombro (“¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”). La forma de expresarse Isabel, tan personal, recuerda lo que escribió san Pablo a los Gálatas a propósito de la muerte de Jesús: “Me amó y se entregó a la muerte por mí”. Se deja en segundo plano el valor universal de la encarnación y de la muerte para destacar lo que significan para mí. La Navidad, celebrada año tras año durante siglos, corre el peligro de convertirse en algo normal. No nos asombramos de esta venida de Jesús a mí, como si fuera la cosa más lógica del mundo. Buen momento para detenernos y asombrarnos.

Alegría (“la criatura saltó de gozo en mi vientre”). Lucas termina por donde empezó: hablando de la reacción de Juan. Pero ahora añade que el salto en el vientre de su madre lo provocó la alegría de escuchar el saludo. Los domingos anteriores han insistido en el tema de estar siempre alegres. Lo específico de este evangelio es que la alegría la provoca la presencia de María y de Jesús.

Estos tres sentimientos los inspira, según Lucas, el Espíritu Santo; ya que generalmente no lo tenemos tan presente como debiéramos, es este un buen momento para pedirle que los infunda también en nosotros.

El ejemplo de María: fe

Las palabras de Isabel, que comienzan con una alabanza de María y de Jesús, terminan con otra alabanza de María: “¡Dichosa tú que has creído!” Y esto debe hacernos pensar en la grandeza del misterio que celebramos. No es algo que se pueda entender con argumentos filosóficos ni demostrar científicamente. Es un misterio que exige fe. Para muchos, como decía el cardenal Newman, la fe es “la capacidad de soportar dudas”. Para María es fuente de felicidad. Lo será siempre, a pesar de las terribles pruebas por las que debió pasar. En ese camino misterioso de la fe, ella se nos ofrece como modelo.

El ejemplo de Jesús: cumplir la voluntad de Dios (Hebreos 10,5-10)

En la mentalidad del pueblo, y de gran parte del clero de Israel, lo más importante en la relación con Dios era ofrecerle sacrificios de animales y ofrendas. En el fondo latía la idea de que Dios necesita alimentarse como los hombres. Los profetas, y también algunos salmistas, llevaron a cabo una dura crítica a esta mentalidad: lo que Dios quiere no es que le ofrezcan un buey o un cordero, sino que se cumpla su voluntad. Esta idea la recoge el autor de la Carta a los Hebreos y la pone en boca de Jesús (“Aquí estoy para hacer tu voluntad”), completándola con otra idea: los sacrificios de animales no tenían gran valor, había que repetirlos continuamente. En cambio, cuando Jesús se ofrece a sí mismo, su sacrificio es de tal valor que no necesita repetirse. Los sacrificios de animales pretendían establecer la relación con Dios, sin conseguirlo plenamente. El sacrificio de Jesús establece esa relación plena al santificarnos.

Al mismo tiempo, el ejemplo de Jesús nos enseña a poner el cumplimiento de la voluntad de Dios por encima de todo, de acuerdo con lo que repetimos a menudo: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.

Un anuncio (Miqueas 5,1-4)

Este breve oráculo del libro de Miqueas es famoso porque lo cita el evangelio de Mateo cuando los magos de Oriente preguntan dónde debía nacer el Mesías. El texto se dirige a personas que han vivido la terrible experiencia de la derrota a manos de los babilonios, el incendio de Jerusalén y del templo, la deportación, la desaparición de la dinastía davídica. La culpa, pensaban muchos, había sido de los reyes, los pastores, que no se habían comportado dignamente y habían llevado a cabo una política funesta. En medio del desánimo y el escepticismo, el profeta anuncia la aparición de un nuevo jefe, maravilloso, que extenderá su grandeza hasta los confines del mundo y procurará la paz y la tranquilidad a su pueblo. Pero no será como los monarcas anteriores, será un nuevo David. Por eso no nacerá en Jerusalén, sino en Belén.

Resumen

Lo que relaciona las lecturas de este domingo es la misión de Jesús y los frutos que produce. La de Miqueas anuncia que su misión consistirá en ser jefe (pastor) de Israel, procurándole al pueblo la tranquilidad y la paz. En la Carta a los Hebreos, su misión es cumplir la voluntad del Padre; gracias a eso ha restaurado nuestra relación con Dios, nos ha santificado. En el evangelio, la misión no la lleva a cabo Jesús, sino María; su simple presencia provoca una reacción de alabanza, asombro y alegría en Isabel y Juan.