Durante el mes de septiembre, hemos estado celebrando el Tiempo de la Creación junto con el papa Francisco y la comunidad cristiana alrededor del mundo. Me ha nacido del corazón la pregunta: ¿y si pudiéramos dotar a la Tierra, a nuestro querido planeta, de la misma empatía y devoción que en el mundo cristiano sentimos hacia María de Nazaret? ¿Veríamos a la Tierra de manera diferente si le pusiéramos el rostro y la experiencia de María Madre?
Ella, la Virgen, nos ha cobijado a todos, incluso en los momentos en que, tal vez desde la ignorancia, hemos abusado de la Tierra. ¡Qué distinto sería si antes de firmar contratos billonarios en lugares como la Amazonía, se les pusiese delante a los empresarios el rostro de la Virgen de su devoción o la figura que mejor representa el amor maternal! Quizás les haría reconsiderar la firma de contratos que sean sentencias de muerte para millones de especies y que lleven al agotamiento de oxígeno, vital para toda la humanidad.
Leía recientemente dos frases que me han tocado profundamente y me inspiraron a compartir esta reflexión:
1. Dice la neurociencia que el corazón percibe 5000 veces más que el cerebro cualquier realidad de su entorno
2. Están exterminando, literalmente, la Amazonía, de donde se saca muchas de las medicinas que empleamos en la actualidad.
Ponerle al planeta el rostro de María de Nazaret es, de alguna manera, un llamado a sentir en el corazón la experiencia profunda de conectar con la creación más allá de lo que la mente con sus análisis nos pueda indicar.
Además de los inmensos estragos realizados en Latinoamérica, una maravilla de naturaleza virgen, hemos sido testigos del pánico que desató en agosto el fuego descontrolado en Canadá y Europa, en su mayoría provocado por seres humanos.
¿Cambiaría algo si al momento de provocar estos fuegos se les pusiese delante la imagen de María de Nazaret-Madre? ¿Cómo podemos destruir aquello que nos cura? Solo la ceguera puede ocasionar tal desastre.
Por todas estas razones, emerge con fuerza la necesidad de ponerle rostro a la devastación que estamos causando. Basándonos en nuestra espiritualidad cristiana, que es encarnada, propongo a María de Nazaret como imagen y elemento de visualización e interiorización para fomentar en la conciencia colectiva la bondad y el respeto por todo lo que tocamos, porque todo es sagrado.
Hace unos días tuve un encuentro con Grey, la preciosa perra de mi nueva vecina, que nunca antes había visto enferma. Al saludar a ambas y observar con penita y cariño los ojos de Grey, recibí una mirada mimosa y tristona.
Hoy, la perra de nuevo apareció con mi vecina, paseando. Esta vez, al verme, se soltó de un tirón y corrió hacia mí con tal energía que me retiré para que no me tirase al suelo con su fuerza recuperada. Su mirada ya era fuerte y sana.
Experimentamos unos segundos de conexión y Grey lo percibió, y hoy soy su amiga. Lo mismo ocurrió con Luna, la perra de otra vecina de nuestra calle, que desde un kilómetro de distancia arrastra a su dueña hacia las personas que conoce hasta conseguir ese contacto y esa caricia que busca.
Y esta es la invitación, del corazón que percibe 5000 veces más que el cerebro, a conectarnos con todo y todos, para sentirnos parte y solución de la vida que estamos destruyendo y que se nos convoca a reconstruir.
¿Por qué creo que la presencia de María podría ayudarnos, como colectivo humano, a recuperar el corazón, y la conexión íntima con la naturaleza y así contribuir a su recuperación y sanación?
En primer lugar, María es una figura maternal reconocida a lo largo y ancho del mundo cristiano. No conozco ninguna cultura ni persona que no reaccione de manera positiva ante su madre, sacando lo mejor de sí.
En segundo lugar, María está como mujer vinculada con la tierra, la vida, lo femenino y la gestación. Esta conexión puede ayudarnos a pasar de una veneración lejana, medio fría o ausente, a una relación cercana, propia de un proceso normal de madurez espiritual.
Y, simplificando mucho, podemos visualizar interiormente la Tierra con sus especies y belleza y con el rostro de María de Nazaret, una figura maternal y protectora. Al igual que otros autores han hablado del Cristo Cósmico, esta perspectiva nos permite abrir nuestra mente a una maravillosa experiencia que, una vez interiorizada, nos abre a horizontes nuevos y nos invita a conectarnos con la Tierra como Madre.
Conectar con Grey y Luna fue fácil, porque son tan preciosas y sencillas. Pero, ¿cómo nos conectamos con María como Tierra? ¿Y cómo podemos ver en la Tierra la grandeza de María?
Comprendo que la figura de María tiene mucha carga cultural que debemos separar de la experiencia personal de conocerla y tratarla con cercanía, como madre y hermana mayor.
Por eso, la Tierra, puede servirnos como un puente hacia esta conexión. A través de nuestros sentidos y la naturaleza podemos dejarnos deslizar hacia una interioridad que nos permita ver a la tierra con el rostro de María, madre.
Se nos invita a despertar y tomar conciencia de lo femenino, que a menudo ha sido minusvalorado en nosotras. Te invito a descalzarte y a caminar sobre hierba, tierra o arena. Siente el frescor de tu pisada desnuda sobre la tierra que nos sostiene. Visualiza a María de Nazaret caminando descalza por sus campos. Hoy somos nosotras, las personas comprometidas en una alianza de amor con el Creador, quienes caminamos por nuestros campos de tierra, tantas veces explotados e incluso violados.
Respira, y en tu corazón, 5000 veces más sensible al entorno que tu cerebro, visualiza a María Madre Tierra.
Recuerda que miles de personas en todo el mundo hacemos lo mismo: respiramos al unísono gracias a las diferentes franjas horarias. Pongámosle rostro de María Madre a la Tierra que nos sustenta y dejemos que nuestro corazón perciba, sienta, respire, y tome decisiones desde esta conexión, con ella como apoyo e inspiración.
Desde el rincón donde en verano puedo zambullirme en el mar y respirar y sentir la vida, me conecto a la distancia con una montaña que es un santuario de María. A pesar de la sequía que la azota, sigue majestuosa y humilde, conectando con todo lo que vive.
Desde ese lugar refrescante en medio del tórrido verano en Europa, rezo, respiro y me conecto con todo. Siento el llamado a invitarte a unirte, porque cuando todos conectemos, compartiremos esta experiencia en nuestras aulas, comunidades, y actividades pastorales. Entonces la tierra y el mar respirarán con nosotras.
Magda Bennásar Oliver, sfcc
globalsistersreport.org
https://www.globalsistersreport.org/es/spirituality/columnas/conectar-con-mar-para-sanar-y-proteger-la-tierra
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