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miércoles, 2 de diciembre de 2020

Maradona, una metáfora de la trágica condición humana

Boff Leonardo Boff

¿Qué es el ser humano? Por más que las ciencias traten de definir al ser humano, este continúa siendo siempre una cuestión abierta. San Agustín (354-430) que se preocupó desesperadamente durante toda su vida por encontrar una respuesta a qué es el ser humano, terminó diciendo solo: “factus sum quaestio magna”: “me he vuelto un gran problema para mi mismo”. Y se calló.

A veces no son las ciencias ni las religiones quienes nos proporcionan la mejor imagen (en vez de una definición), sino los literatos. La mejor fórmula para mí la encontré en Antoine de Saint Exupéry, el autor del Principito, en su novela La Ciudadela. En ella entiende al ser humano como “un noeud de relations” “un nudo de relaciones dirigido hacia todas las direcciones”. Va más allá de la sexta tesis de Marx sobre Feuerbach al definir: “esencia humana es el conjunto de sus relaciones sociales”. Esa visión es reduccionista. El ser humano es el conjunto de sus relaciones totales y en todas las direcciones, no sólo sociales. Tiene también sentido decir que él “es un proyecto infinito siempre en busca de su objeto adecuado, nunca encontrable en el ámbito en que vive”, lo que le lleva a trascender este mundo.

Aparte de esta búsqueda sin fin, cabe seguramente decir que es un ser complejo, la conjunción de dos dimensiones que en él siempre se dan conjuntamente: lo positivo y lo negativo, lo luminoso y oscuro, lo inteligente (sapiens) y lo demente (demens), lo afortunado y lo trágico, la pulsión de vida (eros) y la pulsión de muerte (thánatos), lo utópico y lo histórico, la realización y la frustración, la derrota y la victoria, la gentileza y la grosería, la cordialidad y la rudeza, lo poético y lo prosaico, lo dia-bólico (que divide) y lo sim-bólico (que une), el equilibrio y el exceso, el caos y el cosmos, el águila y la gallina. Esta dualidad no es un defecto de creación. Es la condición humana real. Esta misma estructura se encuentra en el cosmos (orden y desorden) y en cada ser vivo e inerte (autónomo e integrado). Se trata de una constante universal.

El reto para cada ser humano no es negar una de las partes, lo que sería imposible y ella volvería furiosa, sino cómo integrar esta dualidad, encontrar un justo equilibrio dinámico, siempre por hacer, de forma que pueda construir su identidad, su proyecto de vida y buscar la felicidad posible a los hijos e hijas de Adán y Eva.

Ocurre sin embargo que en la vida humana existe lo trágico, tan plásticamente representado por los teatros griegos. El exceso, lo demencial y lo diá-bólico (lo que escinde) puede apoderarse de la persona, inundarle la conciencia y hacerla esclava de la dimensión de lo oscuro.

El arquetipo del héroe/heroína puede ayudarnos a entender ese drama. No me refiero al héroe/heroína de las sagas de guerra y de las novelas, sino en el sentido del psicoanálisis moderno. Cada persona puede ser héroe/heroína según como trabaje esta dualidad, consiga integrarla y realizar su proceso de individuación. Hay varios tipos de héroes/heroínas: el resistente, el peregrino, el luchador, el mártir y otros.

Escribo todo esto a propósito de la figura del genial jugador argentino de fútbol Diego Maradona. Verlo en el campo era un espectáculo por si sólo. Driblaba con una inteligencia sumamente creativa y un sentido único de la oportunidad. Pequeño, 1,65 de altura, robusto y con una velocidad increíble. Toda comparación es odiosa, pues cada uno es único e irrepetible, pero Maradona sobresale sobre cualquier jugador todavía en activo. Será una referencia mundial imperecedera.

Pero de pronto irrumpió la tragedia: fue enganchado por la dependencia química de la cual nunca se liberó totalmente. Era tan humano que no escondía su dependencia.“Vete a saber qué jugador hubiese sido si no hubiese usado drogas” se preguntaba con humor. “Tengo 53 años, pero es como si tuviese 78. Mi vida no fue normal, digamos. ¿53 años? Yo viví 80.” Murió a los 60 años. Fue un héroe resistente (del aguante) tragado por el lado de lo oscuro y del exceso.

Vale la pena recordar: jugaba con pies agilísimos y con una cabeza que marcaba goles notables. Pero su cabeza también pensaba y definía en qué lado se colocaba en el espectro social: en el lado de los oprimidos, simbolizados por Fidel Castro y por Lula. Y lo anunciaba públicamente.

El pueblo argentino, tan sufrido por problemas políticos internos, lo elevó al punto más alto de exaltación, hasta el espacio de lo Numinoso y llamarlo “dios”. Le faltaban palabras para admirar a su “Pibe”, “el divino infante”. Hay que entender correctamente tal exaltación que ocurre siempre que el entusiasmo supera todos los límites y encuentra en las palabras de lo Numinoso y de lo Religioso o Sagrado su mejor expresión.

Me uno al entusiasmo por su arte y me solidarizo con tanto pueblo argentino en lágrimas, que con Maradona ganaba la fuerza para superar dificultades y mantener la alegría de vivir. Unió en sí lo humano y lo inhumano, como nos recuerda Nietzsche, pues ambos, lo humano y lo excesivamente humano pertenecen a lo humano: luminoso y oscuro, genial y trágico, héroe a pesar de vencido.

*Leonardo Boff es teólogo, filósofo y escritor y ha escrito El águila y la gallina: una metáfora de la condición humana, Vozes, Petrópólis, 45 ediciones.

Traducción de Mª José Gavito Milano

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