FE ADULTA
Nadie puede volverse por el camino que ha recorrido (Heráclito)
Mc 1, 1-8 «Voz del que proclama en el desierto: “Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas”».
No forzar jamás a nadie para que los senderos se pongan rectos, pues en una ocasión se lo preguntaron al evangelista de forma indiscreta y les respondió de esta manera y en verso, pues era poeta:
“¿Quién os ha dicho que yo,
dije nada de senderos
que subieran o bajaran
desde la Tierra a los Cielos?”
Y cuantos se lo habían preguntado, que eran muchos, particularmente fariseos, se callaron como muertos, y el sendero se irritó de manera prepotente.
Luego Jesús, mientras escribía unas letras en el suelo, porque in illo tempore no existía el papel y los papiros de Egipto eran excesivamente caros, “terminó diciendo a los ya dichos fariseos, que se fueran a hacer puñetas cuanto antes”. Los hombres no dijeron nada, pero en cambio las mujeres alboradas por lo de hacer puñetas, regresaron a sus casas riendo, para contárselo a los maridos.
Mientras tanto los senderos, en lugar de su de subir, se bajaron y la gente pudo seguir escuchando el evangelio de Marcos, que decía cosas muy interesantes, como aquello de Juan Bautista, recordando lo que Isaías decía: “Mira bien, pues envío por delante a mi mensajero para que prepare el camino del Señor”.
Poema de mi libro De hombre y de dioses:
Trashumancia
Cuarenta años transitó el pueblo judío
por un inhóspito desierto
desde Egipto a la Tierra Prometida,
como siglos más tarde transitaban
los pastores nómadas de León a Extremadura.
Las ovejas merinas daban lana,
que luego las mujeres cardaban en sus casas,
haciéndose tejedoras hábiles
como Las Hilanderas, del cuadro de Velázquez.
Bolsos, bermudas, y rebecas
que dan calor al cuerpo, y quitan frío al alma.
Y los judíos pasaron hambre y frío,
y sin apenas beber agua
que aliviara su sed en el camino,
hasta que Moisés llegó Mará,
y con voz sedienta dijo:
“¡Aquí, si que vamos a beber!
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