Comentario al ” sermón ” de Santiago Martín

Oscar Iglesias

Es una mala noticia que un sacerdote confunda su profesión y los lugares que pisa. El gran Santiago Martín, estrella periodística de medios como ABC y TVE, no ha podido reprimir su ego, el mismo que probablemente le condujera a abandonar a los Terciarios Franciscanos para fundar su propia orden en el 88. Que le van los focos y la escena no es ningún secreto. Basta dar un paseo por la red, y podremos apreciar el pelaje del individuo. Lástima de tanto talento derrochado por la soberbia y el fundamentalismo, que de esto también hay mucho en nuestra querida Iglesia. Santiago (qué casualidades Matamoros…), no resistió su intrépido espíritu macutero, solo le faltó dar paso a la publicidad. Aunque no crean que el sujeto se percató de que lo grababan. No creo que lo hubiera permitido…

El caso es que perdió una magnífica oportunidad para ejercer de ministro de Cristo, de cristiano y no digamos de teólogo. Justo al final de la Eucaristía, antes del podéis ir en paz, prefirió aleccionar a sus filas y agitarlas para la guerra. Lejos del mensaje cristiano de unión ante el dolor, de limpiar el rostro de tanto herido de terror, prefirió dividir, politizar, acusar y juzgar con su dedo inquisidor. Lejos de sanar heridas y resucitar, lejos de hablar de la Esperanza convencida de que la ya presencia del Resucitado entre nosotros, hace de hombres y mujeres sin distinción un pueblo capaz de vencer al mal y sembrar el bien,…el prefirió llevar bien ajustadas las cuentas del bien y del mal, ningunear a los que rezan, situando la plegaria a la altura de la pasividad inoperante, y pisoteando algo tan valioso como el minuto de silencio de los agnósticos.

Para revestirse de Cristo con casulla y Alba hay que tener al menos un poco de fe. ¿Quiere que le diga una cosa? Déjese de paseos por la Puerta del Sol y vaya mejor a visitar a sus homólogos musulmanes. Siéntese con un imán o con dos o con cien, y pregunte, dialogue, critique y busque salidas junto a su hermano y a la vez compañero de profesión, hàbleles de Jesús, también. Déjese de bolardos y abra las puertas de su Iglesia a la comunidad islámica. A lo mejor por una vez descubre la importancia del carácter sagrado de ser Hijos de un mismo Dios, sin apellidos ni izquierdas ni derechas. Le recuerdo que los “justos” no necesitan el encuentro con el Maestro. Así son las cosas y así se las hemos contado. Ahora con ustedes el pronóstico del tiempo.
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