Enviado a la página web de Redes Cristianas
El señor Adelson –un pobre americano forrado de pasta, aunque por lo
visto no lo suficiente- exige al Gobierno de Rajoy un marco legal a
medida para Eurovegas, como condición imprescindible para llevar a cabo el megaproyecto multimillonario para levantar la ciudad del juego, los congresos, el ocio y no sé cuántas cosas más en Alcorcón.
La tentadora inversión económica, por un
lado, y las insolentes exigencias de este astuto y, al parecer, poco
escrupuloso empresario, que pretende que se legisle a la medida de sus
deseos y ambición, están creando un dilema en el PP, en los madrileños y
en el resto de españoles. Un dilema que me recuerda al que se plantea
el gallo Kiriko en el cuento,
cuando se encuentra una boñiga llena de grano y se dice: “Si pico,
mancho el pico, y, si no pico, pierdo el bocadico”. Y, desde luego, si
picamos, es decir si claudicamos, mancharemos el marco legal y habrá que
preguntarse qué será lo próximo. Si cedemos al chantaje de este ávido
empresario, ¿en qué lugar quedaran los derechos y la igualdad ante la
ley? ¿En qué lugar quedará nuestra seriedad, decencia y dignidad como
sociedad que aspira al respeto de los demás y, sobre todo, al respeto por sí misma?
Ya sabemos que el dinero es seductor, que da poder al que lo tiene y
que, por tanto, puede comprar voluntades. Todo eso es tan viejo como la
humanidad y, evidentemente, nada nuevo descubrimos; pero, precisamente
por ello, debemos estar alerta para no permitir que el vil metal
pervierta las normas, las leyes y el justo y recto proceder de una sociedad que aspira a ser moralmente sana, justa y democrática.
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