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miércoles, 6 de noviembre de 2024

El río se ha vuelto loco

 


mujer_valencia
EFE/Jorge Zapata.

NUEVA TRIBUNA

Carlos Sotos
Carlos Sotos

¿Se volvió loco el río? Ese grito que la ignorancia en forma de pánico gritó una mujer angustiada cuando ve peligrar su vida. ¿Qué es lo que se volvió loco? ¿Fueron los ayuntamientos y comunidades autónomas que durante decenios colmataron barrancos, cauces y zonas inundables para ir creando ataúdes de hormigón armado en un urbanismo expansivo sin controles de su repercusión sobre el territorio? ¿Los que desoyeron y ocultaron los informes técnicos y científicos invadiendo el dominio público hidráulico aprobando planes que permitieron esas infraestructuras inadecuadas para el desarrollo urbanístico? ¿Los que evitaron siquiera mirar los documentos de CEDEX, o del Instituto Geográfico y Minero de España, que tienen cartografiadas las áreas de inundación y están disponibles por los ayuntamientos de toda España y de los que no hacen ningún caso los planes de ordenación del territorio de las comunidades autónomas en su afán de "crear suelo”? ¿Para qué? ¿Para financiar los presupuestos municipales, para resolver el “problema de la vivienda” o para el 3%?

¿Enloquecieron los propietarios de suelos rústicos, que de hortelanos pasaron a millonarios terratenientes y rentistas por mor de los aprovechamientos y plusvalías de sus recalificaciones de suelo productivo a urbano? ¿Estaban tarumbas los Bancos y Cajas de Ahorro locales que financiaron a lo bestia esos proyectos “creando suelo” para la actividad constructiva e inmobiliaria y que luego hubo de rescatarlos por sus excesos de riesgo en la crisis de 2008-2017? ¿Se enajenaron los ciudadanos que votaron mayoritariamente a los representantes políticos que les garantizaban “riqueza y empleo” por esos medios? ¿Se volvió loca la codicia?

¿Estaba en su sano juicio el científico que en medio de la catástrofe pondera “con lingüística literaria” que el agua tiene memoria, como si el agua solo buscase salida cuando el ser humano se lo impide de manera natural? ¿Están bien de la cabeza los que hacen panegírico de las “marchas de la escoba” de la ciudadanía solidaria, cuando lo que hace falta son medios técnicos y herramienta pesada, además de personal formado para retirar los materiales de desecho y escombros que permitan recuperar viarios e infraestructuras en una catástrofe? ¿Andan bien de entendederas los que organizan como pollos sin cabeza recogida de alimentos al buen tuntún cuando la zona afectada es de una población de 150.000 personas y a apenas 5 km hay una población y unas infraestructuras de 3.000.000 de personas con todos los medios disponibles para resolver el problema de acopios y lo que es imprescindible es hacerlos llegar sin viajar 400 km desde Madrid? ¿Se volvió loca la rabia?

¿No se volvieron locos los negacionistas en las instituciones valencianas que han impedido con su incompetencia funcional afrontar esta situación con un mínimo de previsión?

¿Algún cuerdo se ha dado cuenta de que en el Puerto de Valencia se encuentra uno de los mayores enclaves de transportes de alimentos de España y Europa, y de que los almacenes de acopio de El Corte Inglés, Amazon, Lidl, Carrefour, etc. (que son de los mayores de España) están ubicados allí? ¿Alguien ha reparado cuál es el destino de las numerosas aportaciones solidarias y a quienes se les dirigen, estando presentes sobre el terreno Cruz Roja y otras organizaciones solventes conocidas? ¿Se le supone sentido común al personal que duda de que se pueda alimentar a 35.000 personas cuando solo la fuerza desplazada del estado suma ya 20.000 efectivos que se alimentan diariamente y tiene capacidad operativa para muchos más? ¿Hay alguna cabeza pensante para que en un estado de frustración y rabia se le ocurra NO hacer una visita de Estado a la zona 0 del desastre sin haber desplegado toda la infraestructura, el personal y tomar las medidas básicas para superar la imagen y las consecuencias de este? ¿Se ha vuelto loco el sentido común?

Todas esas preguntas son meras reflexiones de urgencia, en un estado de ansiedad y de rabia contenida por personas de cierta edad que, por experiencia y lectura informada, sabíamos que este tipo de situaciones son la noticia de una catástrofe anunciada. Cuya enseñanza dudo mucho que produzca las respuestas adecuadas. Tengo, eso sí, la seguridad de que no se volvieron locos los negacionistas en las instituciones valencianas, que han impedido con su ignorancia científica, su incapacidad técnica, su incompetencia funcional y su cerrazón ideológica, el afrontar un mínimo de previsión de estas situaciones. Son los que destinan millones a festejos taurinos y se reúnen para charlas del tema mientras se barruntaba la tragedia. Son los que vienen negando el cambio climático hasta tal punto que hacen desaparecer los organismos de prevención de catástrofes por resultar “innecesarios”. Son los que dar por sentado que siempre que llueve escampa y hasta es bueno para el campo.

Porque también son los que no tiene conciencia de su responsabilidad a las 7.32 horas de la mañana y no toman medida de alerta hasta 12 horas después. Los que no modifican “agenda institucional” mientras el cielo se viene encima. Los que se ponen chaleco de “comandante en jefe supremo” cuando no pasan de soldado raso en esto de gestionar lo público. Son los que muchos de ellos tienen en su haber no haber tenido un solo trabajo de responsabilidad profesional, empresarial o de gestión en toda su vida, que les haya capacitado para el ejercicio de sus funciones. Los que trampean para escurrir el bulto y no tomas medidas generosas para confortar a las víctimas, obsesionados con mantener sus “competencias”, mientras que las gentes lloran y se desesperan con sus muertos a pocos metros y la imagen de sus vidas destruidas. No, esos no están locos tampoco, son, eso sí, unos incompetentes e irresponsables, pero son responsables de vidas, salud, hacienda y patrimonio de la ciudadanía. Y de eso van a tener que responder de ello. Porque no van a poder alegar locura en sede judicial. Que es donde esto va a residir después.

No se trata de una locura y sí de una responsabilidad compartida

Aunque moralmente no son los únicos. También lo son los ciudadanos que les han aupado al poder y ahora lloran y tiran piedras, fango y palos al aire. A donde deben y a donde no deben. Son los que les han votado para estar ahí, no ningún dictador al que pasarle esa responsabilidad en calidad de loco. Porque eso también tiene una calificación moral y política: NO se trata de una locura y SÍ de una responsabilidad compartida. Aunque la gran excusa puede residir en ese grito “El río se ha vuelto loco”. Valdría para todos. Si es así como pensamos, mala solución tenemos a futuro.

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