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A los participantes en el Foro de Alpbach, el Papa envía un mensaje en el que comparte sus aprensiones ante la creciente difusión de movimientos que corren el riesgo de poner en segundo plano a los más débiles de la sociedad. «Las sociedades en Europa están llamadas a encontrar caminos y medios para reducir la polarización en su interior y permanecer abiertas al mundo que las rodea».
Antonella Palermo - Ciudad del Vaticano
Frenar los ímpetus populistas en Europa y cualquier polarización que disperse los valores fundacionales de la Unión. Este es el corazón del mensaje del Papa Francisco dirigido a los participantes en el Foro Europeo de Alpbach, un espacio que reúne a jóvenes del viejo continente y de todo el mundo, para compartir reflexiones y acciones de pensadores y analistas líderes en política, empresa, sociedad civil y cultura.
Los movimientos populistas marginan a los débiles
A la luz de la finalidad del Foro -orientar ideas para una Europa fuerte y democrática- Francisco esboza algunos motivos de preocupación por el destino del continente, que vive, dice, «una época en la que diversos movimientos populistas gozan de gran popularidad». En la raíz de esta tendencia, cada vez más popular, hay factores económicos y políticos, según el Pontífice.
[...] En Europa, como resultado de esta «ola» populista, algunos ideales han desaparecido y algunos principios, relacionados con el comportamiento hacia los miembros más débiles de la sociedad, han pasado a un segundo plano.
Que Europa no pierda los valores universales de la fraternidad
La cuestión planteada por el Papa es, por tanto, la de los principios de dignidad humana y fraternidad, «conectados a la matriz del Evangelio»: ¿hacia dónde van? Las palabras de Bergoglio son, por una parte, palabras de tranquilidad, porque incluso en un contexto secularizado, que - «no debe sorprender ni asustar»- la Iglesia puede seguir actuando («Dios está presente también allí»); por otra parte, son palabras de llamada:
Con renovadas motivaciones, nos esforzamos, como cristianos, por aportar la riqueza de la doctrina social católica con su pretensión de universalidad. También la Unión Europea, desde su fundación, tiene rasgos universalistas, y es de desear que no los pierda. [...] Las sociedades europeas están llamadas a encontrar los medios para reducir la polarización en su interior y permanecer abiertas al mundo que las rodea.
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