Abolir el odio y la división no es nada fácil, sólo el amor, a la manera de Jesucristo, nos puede reconciliar.
En este domingo 16 del tiempo ordinario la liturgia de la palabra nos invita a dirigir la mirada a los pastores y distinguir la manera de pastorear desde Jesucristo, quien nunca se busca a sí mismo sino a las ovejas que quiere llevar a buenos pastos y pastos abundantes.
Por eso el profeta Jeremías y el evangelio de Marcos hacen esa referencia a Jesucristo, de la descendencia de David, quien aun cuando busca descansar con sus discípulos, quienes están cansados y agobiados después de realizar la misión a la que fueron enviados, sin embargo la necesidad de la gente es tanta que buscan a Jesús y sus discípulos sorteando los diferentes caminos hasta llegar con ellos, a quienes Jesús les muestra siempre su amor compasivo de buen pastor.
Cada persona que se acerca a Jesús tiene una necesidad diferente: física, espiritual, moral, de entendimiento y luz para el camino de la vida. Por eso la palabra de Jesús y su presencia dan vida y despierta una gran esperanza en ellos para seguir el camino de la vida, el camino de la fe.
Nuestro caminar en la fe tiene que seguir, aun en nuestras diferentes experiencias de vida que cada uno de nosotros tiene.
La atención del buen pastor ve la problemática que cada oveja puede tener, por eso su luz en la justicia y la caridad es muy importante porque trae esa paz profunda de la vida.
Sentirnos al resguardo y protección del buen pastor, donde nos sabremos amparados y asistidos es muy importante para nuestra comunidad la iglesia.
El buen pastor no hace distinción para que se siga pisoteando la justicia, sino que en la justicia genera la paz que da el equilibrio de la verdad y la caridad.
No permite el abuso de los fuertes sobre los débiles, sino que los débiles y vulnerables son los primeros que el buen pastor toma sobre sus brazos porque son los más indefensos.
Que importante es voltear a nuestro alrededor y ver quiénes son los que están más indefensos y a ellos debemos brindarles nuestra caridad, como lo hace el Buen Pastor.
La paz que el Buen Pastor viene a establecer es una paz llena de vida. Generando la armonía de ser el pueblo de los elegidos, en el que no se hace distinción ni preferencias, donde todos somos uno en Él.
Los odios y las divisiones que nos ponen en la desventaja mortal de querernos eliminar unos a otros, simplemente llevan a querer quitar la presencia de vida valiosa que cada uno representa en cada lugar de la sociedad global.
Jesucristo viene a darnos ese reconocimiento a todos, viene para que estemos unidos en él.
Tenemos mucho que aprender y vivir en nuestra cotidianidad, en el encuentro con los demás. Jesucristo es la luz que nos guía en el camino de cómo hacerlo, sigamos siempre su voz y su ejemplo de amor.
Fray Alfredo Quintero Campoy, OdeM
Religión Digital
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