fe adulta
“En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo”.
El primer grupo de “convidados” son los que se da por hecho que se sentirán alagados de recibir la invitación, son los más cercanos a quien invita: familia, amigos, compañeros de trabajo, algún vecino, gente con la que sigue compartiendo vida. Pero en la parábola parece que no hicieron ningún aprecio a la invitación.
Aun así fueron requeridos por segunda vez, haciendo de nuevo caso omiso con pegas y excusas. Se dieron media vuelta creando, incluso, violencia contra los enviados. Invitación fallida a la fiesta del reino de los cielos.
El segundo grupo de “convidados” fue convocado en “los cruces de caminos” sin importar ni el número ni si eran buenos o malos. Con muy buen resultado, “la sala del banquete se llenó de comensales”.
Sorprendente esta última convocatoria al banquete del reino de los cielos que llama con toda libertad a quienes no se reconocen merecedores de semejante invitación. Seguro que sintieron alegría, agradecimiento y emoción al ser saludados como invitados de primera.
Pero algo no cuadraba en el grupo de los que llegaron sin invitación previa: había uno que “no llevaba traje de fiesta”. “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda? El otro no abrió la boca”.
Me he preguntado en qué consiste ese vestido de boda que unifica a los que lo aceptan. Debe tratarse de un vestido diseñado con agradecimiento, teñido de agradecimiento y cosido con puntadas de ilusión por participar en la boda del hijo y en la celebración del Amor.
Sobresalía mucho a la vista el que había entrado sin el vestido de boda. ¡Pobre!... quizás es el prototipo de quien pasa de todo, se deja llevar por la marea humana sin hacerse preguntas, critica los buenos momentos de los otros, pone cara de circunstancias y de estar de vuelta de todo, y no aporta más que una triste sombra de negatividad.
En este tiempo Jesús sigue llamando y convidando al banquete de la fiesta del reino de los cielos a los cercanos, a los lejanos, a los que una vez le siguieron, los que tienen una cierta curiosidad, los cansados y los que creen que esa llamada no es para ellos. Jesús sigue llamando a la fiesta a muchos… ¿muchos? Más que muchos, a todos.
Si te llama párate y piensa a qué tipo de fiesta te está invitando; quién eres tú para ser invitado. Mira a ver si te alegras de participar en el convite; si rechazas la invitación porque tienes otros temas de más interés, provecho o rentabilidad o, sencillamente, vas porque total ya si eso, que dicen ahora, o te da igual ocho que ochenta, que se decía antes.
Sigue llamando, lo hemos escuchado recientemente: “En la Iglesia caben todos, todos, todos", de boca del Papa Francisco.
Si cabemos todos, todos, todos… es la fiesta de los encuentros. ¿Quién se anima?
Mari Paz López Santos
FEADULTA
Domingo, 15 octubre 2023
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