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jueves, 31 de marzo de 2022

EL CELIBATO SE DEBE “TOCAR Y CUESTIONAR” (3)

RELIGIÓN DIGITAL

col rufo

 

El artículo que vengo comentando (El celibato no se toca ni se cuestiona, de J. Beltrán, en el diario La Razón. 20-02-2022) informaba de la situación actual de la cuestión. Da por bueno lo que ha defendido el teólogo salmantino, Emilio Justo, en el Simposio sobre el sacerdocio celebrado recientemente en Roma: «Hoy por hoy no se abre esa posibilidad, pero no se niega la reflexión sobre el tema».

Cierto que máximos dirigentes eclesiales no quieren abrir la opcionalidad del celibato. Pero también cierto que altos dirigentes eclesiales quieren abrirla: R. Marx, cardenal arzobispo de Múnich, J.C. Hollerich, cardenal arzobispo de de Luxemburgo, presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea, y el presidente actual de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing, obispo de Limburgo.

El cardenal Marx, antes de una reunión del Camino Sinodal alemán, al diario Süddeutsche Zeitung (03.02.2022), le resumió lo que viene diciendo desde hace tiempo: “algunos sacerdotes estarían mejor si estuvieran casados. No solo por motivos sexuales, sino porque sería mejor para sus vidas y no estarían solos. Necesitamos abrir estas discusiones. El celibato no se eliminará por completo, es una forma de vida posible en imitación de Cristo, pero veo un signo de interrogación sobre si debe tomarse como una condición previa básica para cada sacerdote. Sería mejor para todos crear la posibilidad de sacerdotes célibes y casados. Las cosas no pueden seguir tal y como están ahora”.

El luxemburgués, card. Hollerich, ha manifestado en entrevista al diario francés, La Croix: “Tengo una opinión muy alta del celibato. Pero, cabe preguntarse: ¿es esencial? He casado a diáconos en mi diócesis que ejercitan el diaconado de forma maravillosa, hacen homilías con las que de verdad tocan a las personas, más fuertemente de lo que hacemos nosotros que somos célibes. ¿Por qué no tener también sacerdotes casados? Si un sacerdote no puede vivir esta soledad, hay que entenderlo, no condenarlo”.

También el presidente actual de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing, obispo de Limburgo (centro de Alemania), manifestaba al comienzo de una sesión del Camino Sinodal: “No veo que el matrimonio y el sacerdocio no puedan enriquecerse mutuamente. El celibato sacerdotal es una forma de asumir la sucesión de Cristo, es un tesoro, yo vivo así y espero que de manera convincente. Pero no es la única forma” (03.02.2022. RD).

Hay más testimonios episcopales, a pesar de que la inmensa mayoría de obispos fueron elegidos con la expresa voluntad de no aceptar el celibato opcional. En este asunto es un hecho evidente la poca sintonía que hay entre los dirigentes eclesiales y los laicos. En todas las encuestas, desde hace años, la mayoría quiere “tocar el celibato”. Ya en 2007, a la pregunta: ¿Debería la Iglesia Católica quitar la obligatoriedad del celibato sacerdotal?, católicos argentinos contestaban: Creo que sí: (13810) 84,3 %. Creo que no:(2568) 15,5% (http://weblogs.clarín.com/encuestate/ archives/2007/03/celibato_sacerdotal_debería_ser_opcional.html). El clero polaco, tan conservador, ya en 2006: “el 60 por ciento de los sacerdotes polacos quieren tener derecho a casarse y tener hijos”, según el estudio del profesor J. Baniak de la Universidad de Poznan. El diario ‘Super Express’, que publica los datos, cita también la opinión del sacerdote Kazimierz Franczak, que estudia los problemas del celibato y confirma que, desde hace años, “la mayoría de los curas polacos desearían tener derecho a formar familia”.

El hecho, subrayado por J. Beltrán, de que “Emilio no hace estas reflexiones en abstracto encerrado en un despacho, sino desde su experiencia estos años de atrás como párroco, formador del Seminario Menor, delegado de pastoral vocacional y juvenil” no es razón para seguir manteniendo esta ley celibataria. Él ha estado al servicio de la ley, y ha buscado y cuidado despertar vocaciones para este estado actual. Habría que preguntarle la razón fundamental por la que los jóvenes se echaban atrás o ni siquiera se lo planteaban.

Respecto del ministerio, puede aceptarse que “los curas crecerán y madurarán si crecen y maduran las parroquias a las que pertenecen. También a la inversa”. Esto vale para el ministerio en general. No necesariamente para el celibato. Éste tiene otros ingredientes que pueden no seguir idéntica evolución. Entra la psicología personal, el descubrimiento de personas que despiertan sentimientos, etc.

No tiene validez universal esta afirmación: “Esta cercanía entre el sacerdote y Dios, el obispo, los otros hermanos presbíteros y su pueblo son el mejor antídoto contra la soledad que se sufre”. La “soledad” es muy personal y afecta a muchos aspectos, desde los más corporales hasta los más sublimes. Habría que analizar soledades personales para emitir un juicio. Hay otros aspectos que pueden llevar a pedir la dispensa de carga insoportable psíquicamente para su personalidad. Desde depresiones, niveles pulsionales de su sexo, ansiedad..., convencimiento del sin sentido de esta ley, abuso de la jerarquía...

Intuyo que las reflexiones del teólogo salmantino ahondan en los bienes que el celibato opcional acarrea a la pastoral. Cosa que nadie niega. Hay que analizar también las consecuencias nefastas que acarrea el celibato obligatorio. La historia de esta ley es bastante triste. Tiene su origen en la ignorancia, la superstición y la tiranía. Empezó con la nada realista ley de “continencia”, promulgada por el Papa Siricio (384-399). Se confunde el sacerdocio judío con el pastoreo de Jesús, se cree que Dios no escucha a los que tiene relaciones con su mujer, indispone para celebrar los sacramentos divinos... Su soporte bíblico es “los que están en la carne no pueden agradar a Dios” -Rm 8,8- (Decretales del Papa Siricio a Himerio, a los Obispos galos y a los Obispos africanos, recogidas en el tomo XIII de la Patrología Latina). Las consecuencias negativas han sido inmensas: sufrimiento clerical, escándalos, hijos desprotegidos, mujeres invisibles, destierros, vicios “contra naturam” (Conc. Lateranense III -1179- canon 11); abusos “con impúberes de cualquier sexo” (Instrucción vaticana 9 junio 1922).

Es una verdad a medias que “el celibato no puede identificarse con una represión de la sexualidad”. El celibato supone represión en alguna medida. Represión que a veces se compensa con autoritarismo -muy frecuente en el clero-, dinero o con cosas peores. La “madurez afectiva y sexual” es problemática, expuesta a revertirse en cualquier persona.

Es muy discutible “que el celibato no justifica la actual sequía vocacional”. Hoy crece la conciencia de que es “universal e inviolable el derecho... a la libre elección de estado y a fundar una familia” (GS 26). Hoy se conoce mejor la pulsión sexual. Hoy la moral sexual tiene valoraciones más positivas. Hoy es público el abandono ministerial, y la actitud eclesial con esta situación no es compartida por muchos católicos. La inmensa mayoría de los que abandonaron el ministerio se sintieron obligados a ello: creían tener vocación ministerial, pero se equivocaron en la opción celibataria. Ahí están aún sus asociaciones gritando su protesta profética contra la decisión de la institución eclesiástica.

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