El profeta Isaías recuerda y reconoce la acción liberadora de Dios en la historia. Al pueblo sediento que experimenta la dureza de una vida oprimida, Dios le anuncia buenas nuevas colmando su sed. Esta historia del pueblo de la Biblia que parece imposible de cambiar recibe el favor de Dios que interviene renovando su promesa de no abandonarlo: «agua en el desierto, ríos en el arenal, camino en el mar, sendas en las aguas impetuosas». IR A LA PÁGINA
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