José Antonio Pagola
CON EL FUEGO DEL ESPÍRITU
Las primeras comunidades cristianas se preocuparon de diferenciar
bien el bautismo de Juan, que sumergía a las gentes en las aguas del
Jordán, y el bautismo de Jesús, que comunicaba su Espíritu para limpiar,
renovar y transformar el corazón de sus seguidores. Sin ese Espíritu de
Jesús, la Iglesia se apaga y se extingue.
Solo el Espíritu de Jesús puede poner más verdad en el cristianismo
actual. Solo su Espíritu nos puede conducir a recuperar nuestra
verdadera identidad, abandonando caminos que nos desvían una y otra vez
del Evangelio. Solo ese Espíritu nos puede dar luz y fuerza para
emprender la renovación que necesita hoy la Iglesia.
El papa Francisco sabe muy bien que el mayor obstáculo para poner en
marcha una nueva etapa evangelizadora es la mediocridad espiritual. Lo
dice de manera rotunda. Desea alentar con todas sus fuerzas una etapa
«más ardiente, alegre, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin, y de
vida contagiosa». Pero todo será insuficiente «si no arde en los
corazones el fuego del Espíritu».
Por eso busca para la Iglesia de hoy «evangelizadores con Espíritu»
que se abran sin miedo a su acción y encuentren en ese Espíritu Santo de
Jesús «la fuerza para anunciar la verdad del Evangelio con audacia, en
voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente».
Según el papa, la renovación que quiere impulsar en el cristianismo
actual no es posible «cuando la falta de una espiritualidad profunda se
traduce en pesimismo, fatalismo y desconfianza», o cuando nos lleva a
pensar que «nada puede cambiar» y, por tanto, que «es inútil
esforzarse», o cuando bajamos los brazos definitivamente, «dominados por
un descontento crónico o por una acedia que seca el alma».
Francisco nos advierte que «a veces perdemos el entusiasmo al olvidar
que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las
personas». Sin embargo no es así. El papa expresa con fuerza su
convicción: «No es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no
es lo mismo caminar con él que caminar a tientas, no es lo mismo poder
escucharlo que ignorar su Palabra […] no es lo mismo tratar de construir
el mundo con su Evangelio que hacerlo solo con la propia razón».
Todo esto hemos de descubrirlo por experiencia personal de Jesús. De
lo contrario, dice el papa, a quien no lo descubre, «pronto le falta
fuerza y pasión; y una persona que no está convencida, entusiasmada,
segura, enamorada, no convence a nadie». ¿No estará aquí uno de los
principales obstáculos para impulsar la renovación querida por el papa
Francisco?
No hay comentarios:
Publicar un comentario