Algunos cohetes, pero pocos Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

Por ejemplo, decía, la Iglesia. La Comisión de Apostolado Seglar de la Conferencia Episcopal Española, (CEE), ha emitido un duro comunicado denunciando las nefastas consecuencias, para los trabajadores, de las sucesivas reformas de la Ley Laboral, que ha dejado a millones de trabajadores, y familias, al borde de la miseria. Tiene afirmaciones muy duras, como “si falta el trabajo la dignidad humana está herida, nos ha recordado recientemente en diversas ocasiones el papa Francisco; u otra afirmación llena de contenido, y que recuerda algo que se va olvidando: “en algunos lugares hoy el carácter sagrado de la dignidad humana no se tiene en cuenta y queda especialmente dañado por las condiciones de trabajo que imperan, con frecuencia, en nuestro mundo,… Pese a tener trabajo, cada vez más, las condiciones del mismo -especialmente las salariales- impiden que trabajar sea un medio para salir de la pobreza y la exclusión social; o la tremenda expresión de la comisión de Pastoral Obrera, que, siguiendo la pauta del papa Francisco, no tiene reparo en afirmar que “esta economía mata”. No es exageración. No solo de hambre, sino de otras maneras. Ayer los periódicos informaban que la estadística de fallecimientos estaba creciendo, y en parte se debía a la insuficiente e inapropiada asistencia en las urgencias de los hospitales, a causa de los recortes.

A mí me parece bien que los obispos, ¡por fin!, se preocupen del bienestar, también corporal, de sus ovejas. Jesús no vino a salvar almas, sino personas, es decir, a la totalidad del ser humano. Y gran parte de su tiempo lo dedicó a “curar enfermos de todo mal”, y a dar de comer a los desvalidos y miserables que se caían de agotamiento por los parajes desérticos de Palestina. Considero que una de las razones por la que el papa argentino está impresionando al mundo es por su constante e incansable grito a favor de los desamparados y excluidos. En nuestro país, a pesar del optimismo legítimo de las cifras de macro economía que esgrime el Gobierno, cada vez la brecha entre ricos y pobres (¿miserables?) es mayor. Y comienza a ser necesario un estudio crítico que deje las cosas claras: a quién beneficia la economía liberal de los mercados, y a quien perjudica injustamente. No podemos, la Iglesia no puede, asistir de manos caídas, al drama de una re-esclavización de gran parte de la población mundial, cuyo esfuerzo, y penurias y carencias, sirven solo para enriquecer a la clase dominante. Por eso yo lanzo cohetes per esta nueva actitud de la CEE, que ya se pronunció con dureza contra la devolución de inmigrantes en caliente en la frontera africana de España, y que ahora clama contra la situación de indignidad de los trabajadores, por la ínfima calidad del trabajo ofrecido, y la absoluta miseria de los salarios.

Pero señalaré también alguna sombra en las filas episcopales: por un lado, el desencanto, la “contrariedad” de los prelados por la NO visita del Papa. No es que éste la haya cancelado, sino que había sido inventada por la ansiedad un tanto papolátrica, especialmente del obispo de Ávila. Y sobre esto ya escribí en la entrega “El Papa no viene a España este año”. Y luego está la intolerable actitud gremial, ésta sí verdaderamente de “casta”, de los obispos de Andalucía, defendiendo lo indefendible en la actuación del arzobispo de Granada, en el caso de la pederastia clerical, en una nota injusta y desproporcionada de ese grupo episcopal contra los medios. Como todo el mundo sabe, el juez ya ha declarado la veracidad de las imputaciones, y está a punto de abrir la causa penal correspondiente. Supongo que después del pronunciamiento del juez los obispos estarán rumiando su arrepentimiento.

Y hay otras cosillas para eliminar la fiesta y los fuegos de artificio. Publica hoy Religión Digital que dos millones (2) de turistas visitaron los edificios de la diócesis de Toledo, cuyo recorrido es un paquete que cuesta ocho (8) euros. Que multiplicados por el número de visitas deja la buena cifra de diez y seis (16) millones. No es caro cobrar ocho millones por visitar monumentos tan emblemáticos y hermosos como la Sinagoga de Santa María la Blanca, las iglesias de San Juan de los Reyes, la de jesuitas y la del Salvador, y la mezquita del Cristo de la Luz. Pero algo me dice que la presencia en ese lote de una sinagoga, y una mezquita, les va a crear algún quebradero de cabeza, con la bronca actual del privilegio de la Iglesia de las “inmatriculaciones”. Pero en fin, doctores tiene la Iglesia que lo sabrán resolver.