48 niños. 32 mujeres. 7 hombres. 87 muertos de sed en el desierto camino de Argelia. Por supuesto migrantes. Por supuesto negros. Por supuesto pobres. La miseria andando.
El sistema de satélites de vigilancia militar y civil norteamericano,
soviético y en parte de la UE puede detectar a los terroristas del
desierto yemení y enviarles un dron para que acabe con ellos. El Centro
Nacional de Inteligencia español tiene en Canarias un sistema de escucha
hacia Africa que después envía a Estados Unidos. Lo va a contar su
director, un general demócrata ¡faltaba más¡, en el Congreso dentro de
unos días.
La NSA, agencia de espionaje norteamericana, conoce los secretos de
alcoba de Angela Merkel y los pensamientos, si los tienen, de los
presidentes de todos los países de la UE y parte del extranjero y sabe
lo que va a decir el señor Papa en Santa Marta antes de que sus palabras
lleguen a su boca. Ya se las saben todas.
Pero no han podido fijarse en 48 niños, 32 mujeres y 7 hombres que
caminaban por el desierto que ellos espían camino de Argelia y que se
morían de sed e inanición.
No hay drones de protección civil. Solo hay drones para producir daños colaterales. 87 daños colaterales.
48 niños, 32 mujeres, 7 hombres. Muertos de sed. En 2013. Nosotros
estamos inmersos en discutir las fronteras de Cataluña, los euros de
Cospedal y Barcenas, las vainadas de Pons o Floriano, las tensiones de
Rubalcaba y Chacón o los escraches a Susana Diaz. 87 muertos de sed. 87
desgraciados ¿a quién le importan?.
Obama mira a todo hombre venido a este mundo durante su mandato y lo
anota para que los analistas acumulen datos que sirven para que 87
personas, con dignidad de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, ¡¡fantastico¡¡, se mueran de sed en el desierto.
Fouché en 1793 hizo cañonear a 60 jovenes atados e indefensos para
imponer la Igualdad, la Fraternidad y la Libertad en Lyon. Hoy 48 niños,
32 mujeres y 7 hombres han muerto de sed cerca de Argelia buscando la
Igualdad, la Fraternidad y la Libertad de Occidente, mientras los
sistemas de vigilancia intentan saber el color de la ropa interior de la
señora Merkel para que Obama pueda tomar medidas.
En medio de este sinsentido y de este inmenso dolor, ¿Dios?. A Dios
nadie le ha visto. Yo, que creo, desde la angustia, solo tengo la vista
puesta en Jesús clavado en una cruz y escarnecido, gritando a pleno
pulmón ¡¡¡Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has abandonado?¡¡. Lo mismo
que 48 niños, 32 mujeres y 7 hombres. Gritemos con ellos.
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