A partir de los años 60, en España unos cuantos aprovechados, en
íntimo contubernio con la dictadura franquista, se enriquecieron
velozmente con la acelerada construcción de miles de enormes,
desangelados y feos bloques de pisos en las grandes ciudades. Millones
de viviendas mediocres para ser habitadas por millones que, huyendo de
pobreza y hambre de todas las
regiones del Estado, emigraban a Cataluña, Madrid y País Vasco, sobre
todo. Décadas después, otro lodazal de especulación y corrupción
inmobiliarias se reinstaló en el reino de España. A las construcciones
masivas de edificios de viviendas de antaño se unió el ataque contra las
costas, concentraciones turístico-estivales, proliferación de campos de
golf y de puertos deportivos. Escenario fértil para la corrupción.
Según escribe Carlos Sánchez, “no hay
presidente de comunidad autónoma que no haya creado una red clientelar a
su alrededor con empresarios locales que han comido y bebido de forma
copiosa del presupuesto. Es el origen de la corrupción
político-económica en España: élites locales que han engrasado el
sistema de partidos para ganar concursos y concesiones públicas”.
Así es. Los tribunales españoles investigan hoy 1.661 casos de
corrupción política y financiera y más de 300 políticos profesionales
españoles están actualmente imputados por presunta corrupción. Según el
Barómetro Global de la Corrupción 2013 de Transparency International, el
86% de españoles considera corrupto este país
The New York Times publicó
un extenso artículo sobre la corrupción en España, donde afirma que los
jueces españoles investigan a unos 1.000 políticos (desde concejales y
alcaldes, consejeros y altos cargos autonómicos a ex ministros del
Gobierno). La connivencia entre élites políticas y empresariales es cada
vez mayor en España según Pascual-Ramsay en Financial Times. Friedrich
Schneider, de la Universidad Johannes Kepler de Linz, afirma que la
corrupción en España es un “1% del PIB”. En realidad, los casos de
corrupción que aparecen en los medios desde hace años no son solo la
actuación de individuos sinvergüenzas, son tramas de saqueo económico de
alcance estructural.
Pero la corrupción no afecta solo al Reino de España. El Banco Mundial considera que la corrupción supone del 0,5% al 2% de la riqueza nacional
en los países de la OCDE, los 30 más desarrollados del mundo. Y la
Comisión Europea calcula que la corrupción cuesta a Europa 120.000
millones de euros anuales: 1,1% de su riqueza.
Curiosamente, Transparency International, organización global contra
la corrupción, olvida en sus informes que hay corrompidos y corruptores.
Denuncia a muchos corrompidos en África, Asia y Latinoamérica, pero
ignora que grandes empresas y corporaciones de Estados Unidos y de la Unión Europea sobornan en esos países para obtener más beneficios. No hay corrupción sin corruptores.
Y es que la corrupción está incrustada en el corazón del sistema.
Hasta hace un tiempo, por ejemplo, en Francia las empresas podían
deducir fiscalmente el pago de sobornos de funcionarios o políticos de
otros países. Y en Alemania, pagar sobornos en el extranjero era
deducible de los impuestos como gastos empresariales, hasta hace cinco
años. La presión de la ONU hizo desaparecer tal indignidad.
La lista de grandes casos de corrupción en Estados Unidos y Europa es
larga. Los broches podrían ser un Berlusconi promulgando leyes de
inmunidad para evitar sus condenas por corrupción o que en Alemania
directivos y ejecutivos de casi todas las grandes corporaciones se hayan
sentado en el banquillo de los acusados en los últimos años. Cajas
ocultas, dinero negro, sobornos, engaño organizado, estafas,
manipulaciones contables… Una veintena de corporaciones empresariales
alemanas han estado o están en el punto de mira por manipulación y
fraude.
Es curioso, porque el FMI y el Banco Mundial prometían en sus
informes de los años 80 que la privatización de lo público (que
amenazaba ya a medio mundo) suprimiría la corrupción. Pero ha sido
justamente lo contrario. Marx tenía razón al escribir que “todas las
naciones capitalistas abrazan periódicamente el fraude, pretendiendo
ganar dinero sin producir”. Según Denis Robert, periodista de
investigación financiera, este sistema económico-financiero está viciado
de raíz y no hay voluntad real de eliminar la corrupción. A los hechos
me remito. Para abundar en la cuestión, podríamos echar un vistazo al
oscuro mundo de los paraísos fiscales, del fraude fiscal sistemático,
del blanqueo de dinero sucio en plan industrial… Corrupción es mucho más
que lo que denuncia Transparency International y ocupa las portadas de
los periódicos. Es el sistema capitalista el que está ya definitivamente
corrompido.
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