"Dios eligió a María, Dios eligió a una mujer como compañera para su proyecto de salvación. No hay salvación sin la mujer, porque también la Iglesia es mujer, y ella respondió 'sí', diciendo, 'yo soy la servidora del Señor', servidora no en el sentido de sometida y humillada, sino de persona fiable, estimada, a quien el Señor le confía los tesoros más queridos y las misiones más importantes".
Francisco presidió esta mañana, en la festividad de la Inmaculada Concepción, en la basílica de San Pedro, la santa misa con los 21 nuevos cardenales, creados en el consistorio de la tarde de ayer, y los demás miembros del Colegio Cardenalicio, en donde encomendó a la Madre de Dios el servicio que ahora les ha encomendado, y proponiendo a la Virgen como modelo de entrega y servicio.
Porque, como señaló, "quien considera el compartir como una pérdida y la solidaridad como un empobrecimiento, no difunde alegría ni futuro", por ello, se preguntó el Papa, "para qué sirve tener dinero en el banco, comodidades en las viviendas, falsos contactos en el mundo virtual, si luego los corazones permanecen fríos, vacíos, cerrados...".
"De qué sirven -prosiguió el Papa- los altos niveles de crecimiento financiero de los países privilegiados si luego medio mundo muere a causa del hambre y de la guerra mientras los demás se quedan mirando con indiferencia... De qué sirve viajar por todo el planeta si luego cada encuentro se reduce a la emoción del momento, una fotografía que ya luego nadie recordará al cabo de algunos días o meses".
Frente a ello, expuso el Papa un modelo en el que mirarse: "Hermanos y hermanas, hoy nosotros contemplamos a María Inmaculada y le pedimos que su corazón lleno de amor nos convierta y que haga de nosotros una comunidad donde la filiación, la esponsalidad y la maternidad sean regla y criterio de vida, donde la familia se reúna, los esposos compartan todo y los padres y las madres estén presentes en carne y hueso, cercanos a sus hijos y que los hijos estén cerca de sus padres. Esta es la belleza de la que nos habla la Inmaculada. Esta la belleza que salva al mundo".
"Celebramos esta eucaristía junto con los nuevos cardenales, son hermanos a los que les he pedido que me ayuden en el servicio de pastor de la Iglesia universal, vienen de numerosas partes del mundo y portadores de una única sabiduría con muchos rostros para contribuir al crecimiento y la extensión del Reino de Dios. Encomendémosles de manera particular a la intercesión de la Madre del Salvador", concluyó el Papa su homilía en este Día de la Inmaculada y la primera eucaristía con sus nuevos 21 purpurados.
José Lorenzo
Religión Digital
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