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miércoles, 27 de noviembre de 2024

REFLEXIONES DE ADVIENTO

fe adulta

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PRIMERA SEMANA.

Iniciamos nuevamente el tiempo de adviento, cuyo sentido se despliega para quienes tenemos en el horizonte la persona y palabra de Jesús el maestro galileo. Tiempo de espera. Una espera activa y plena de esperanzas. ¿Qué esperas anunciamos hoy a nuestro mundo tan lleno de prisas, tan copado por el minuto que pasó y por el que viene?

La Biblia en sus palabras del primer testamento nos deja testimonios de esperanzas de un pueblo, que desde situaciones muchas veces desesperadas, soñaba con otras realidades posibles que mejoraran su existencia. Las voces reunidas bajo el nombre de Isaías, son de las más potentes en transmitirnos estos sueños, con una inmensa fuerza poética.

En el capítulo 11 de este profeta, leemos:

Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Dios…  No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos. Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano. Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar.

En estas líneas se nos dibuja un horizonte utópico. Sólo las utopías llevan el mundo hacia adelante. Nuestro actual punto de partida es difícil: Esperamos desde una oscuridad grande. Una sociedad global llena de injusticias que no respeta la vida humana, que no respeta la naturaleza, que ha expulsado el amor de sus corredores de vida. Una sociedad que cada día que pasa pierde más su calidad humana. Esperamos desde situaciones personales, comunitarias y colectivas duras y desesperanzadoras. Pero hay promesas y llamadas en nuestros horizontes, validemos esas promeses y tomemos decisiones personales y colectivas que nos impulsen a caminar hacia ellas.

Mucho hay para transformar en nuestras sociedades y en nuestros interiores. Rumi dice: Trabaja en el mundo invisible al menos tan duro como trabajas en el mundo visible. La realidad exterior nos abruma hoy: La guerra general se nos viene encima arrasando, con sus horrores, toda forma de vida; en Colombia se nos pierden los planos de la reconciliación, la paz, la honestidad y la justicia. Como sociedad no podemos vivir el adviento colectivamente, pero sí podemos tomar familiar o comunitariamente estos días para sopesar nuestro aporte. Hacia dónde llevarlo… ¿Cómo anunciar a otros y otras esa utopía que jalone horizontes hacia relaciones más amables, más hermanas, más amigas de la dignidad?

El espíritu que anima el adviento nos debe penetrar los días cotidianos, las tareas que nos reclaman, los descansos que nos esperan…  para que logremos contagiarnos de una “espera” sin límites que guíe nuestros pasos a la tarea de hacernos más humanos y de preparar nuestras vidas para albergar la luz de un  nacimiento que alumbre atardeceres. Entremos a este tiempo con el corazón rebosante de esperanza y de amor.

 

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