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Un pastor en la estela de monseñor Agrelo: volcado en los emigrantes y en la denuncia profética. Así se define el recién nombrado arzobispo de Tánger, Emilio Rocha Grande (Madrid, 1958). "El papa Francisco me ha encomendado, después de casi cuatro años de sede vacante, continuar la misión pastoral de monseñor Agrelo y yo he aceptado", dice, consciente de que su "pequeña, pero no insignificante diócesis" es "puente entre Europa y África, entre cristianos y musulmanes, entre Oriente y Occidente".
Por eso, le dolió especialmente el atentado de Algeciras: "Un atentado por motivos religiosos provocado por un musulmán extremista contra personas solo por el hecho de ser cristianas nos ha sacudido particularmente". Y, por eso, la situación de los emigrantes le rompe el alma: "He podido palpar desde el primer día de mi llegada a Tánger el dolor de los migrantes -hombres y mujeres- procedentes de países subsaharianos, pero también he podido palpar la inmensa esperanza que hay en ellos". Y por eso, denuncia la existencia de concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla, que ofenden la dignidad humana: "Pretender frenar los flujos migratorios por medio de vallas y concertinas, en Cauta y Melilla y por otros medios semejantes en tantos lugares del mundo, además de injusto y cruel es poco realista".
El nombramiento de arzobispo le confirma al frente de la archidiócesis de Tánger. ¿También le dota de un mayor impulso personal y pastoral?
Tras recibir mi nombramiento como administrador apostólico de la archidiócesis de Tánger el 25 de febrero de 2022, comencé mi servicio a la misma el 10 de abril Domingo de Ramos; desde hace ya casi un año estoy en esta Iglesia local, poniendo en ella lo mejor que sé y tengo. Esto no quita nada al hecho de la sensación de transitoriedad y provisionalidad que tiene en sí misma la figura canónica del administrador apostólico; el episcopado confiere, además de la plenitud del sacramento del Orden, una notable estabilidad, que me va a permitir actuar dando un mayor impulso a la pastoral, además de dotarme de una seguridad personal más acentuada.
¿Ya ha aprendido a conocer y querer a su pequeña (en número) diócesis?
A san Bernardo de Claraval debemos una frase que expresa muy bien lo que voy a decir: La medida del amor es amar sin medida; es lo mismo que afirmar que en la escala del amor siempre se pueden subir peldaños. Con esto quiero subrayar que, si bien empecé a conocer y querer las realidades y personas de esta diócesis “pequeña, pero no insignificante” desde el primer día de mi llegada, lo cierto es que se trata de un “aprendizaje” que, afortunadamente, pienso me va a llevar toda la vida. Considero que en las cuestiones del amor (noviazgo, matrimonio, consagración, amistad, fraternidad…) no hay cosa peor que dejarnos invadir por la monotonía y la rutina, pensando que ya conocemos a la otra persona, cerrándonos así a las sorpresas que Dios nos regala cada día.
No debe ser nada fácil suceder a monseñor Agrelo. ¿Dispuesto también a continuar con su capacidad de denuncia profética?
El franciscano, como yo, monseñor Santiago Agrelo pastoreó esta archidiócesis tangerina por espacio de doce años (17 de junio de 2007 a 24 de mayo de 2029); lo hizo poniendo en la misión encomendada lo mejor de sí mismo y todas sus cualidades y talentos, entre ellas su apasionamiento y su capacidad de denuncia profética. El papa Francisco me ha encomendado, después de casi cuatro años de sede vacante, continuar la misión pastoral de monseñor Agrelo y yo he aceptado, queriendo hacerlo poniendo en la tarea cuanto soy y cuanto tengo; asumiendo que todos los cristianos recibimos en el bautismo la participación en la misión profética, sacerdotal y real de Cristo y que en el ministerio episcopal esa participación llega, eclesialmente hablando, a su plenitud; trataré, con la gracia de Dios, de ser en esta archidiócesis anuncio del Reino de Dios y denuncia profética de todo aquello que se constituye como opuesto al mismo, pero, teniendo ante los ojos la misión llevada a cabo por mis predecesores, lo haré siendo yo mismo.
¿La Iglesia de Tánger seguirá siendo una Iglesia puente y en salida?
Indudablemente. La situación geográfica en que se encuentra la archidiócesis de Tánger y su realidad social y religiosa la constituye puente entre Europa y África, entre cristianos y musulmanes, entre Oriente y Occidente…, y deseo que este dinamismo siga siendo una de las notas características de esta Iglesia local. En cuanto a lo de ser “Iglesia en salida”, es una realidad que nos viene dada sin tener que forzar artificialmente su puesta en marcha. Ser una Iglesia “insignificante” en cuanto a los números, pero “significativa” en cuanto a su presencia y su misión, hace que estemos en permanente apertura y movimiento de salida de nosotros mismos para ir al encuentro de quienes se encuentran fuera de la fe cristiana y en las periferias económicas, culturales, sociales…
¿Ha podido palpar ya el dolor de la emigración subsahariana?
He podido palpar desde el primer día de mi llegada a Tánger el dolor de los migrantes -hombres y mujeres- procedentes de países subsaharianos, pero también he podido palpar la inmensa esperanza que hay en ellos, no obstante las penalidades sufridas hasta poder llegar a Marruecos y las dificultades que siguen encontrando en esta etapa final de su viaje africano. Es mucho el dolor que se va acumulando en quienes han tenido que abandonar sus países de origen constreñidos por situaciones climatológicas, bélicas, políticas, económicas, religiosas, raciales…, emprendiendo un éxodo de miles de kilómetros, buscando una tierra prometida que, siguiendo la imagen bíblica no es siempre para ellos productora de leche y miel,
¿Ya tiene lema episcopal, anillo, mitra y báculo?
El lema episcopal está tomado de la segunda Carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Cor 5,14): Caritas Christi urget nos (nos apremia el amor de Cristo). No es una referencia a la dimensión social y caritativa que, en esta Iglesia de Tánger es tan determinante; el texto paulino completo (2Cor 5,14-15) es: “nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos”. Son unas palabras que han iluminado mi vida cristiana y franciscana y considero que pueden ser también guía para mi ministerio episcopal. En cuanto al anillo, la mitra y el báculo, signos episcopales cargados de profundo simbolismo, me consta que van a ser regalo de personas amigas.
¿Con cuánto clero (sacerdotes y religiosos/as cuenta?
La archidiócesis de Tánger no cuenta con ningún sacerdote del clero secular pero sí con un grupo significativo formado por 14 sacerdotes religiosos (franciscanos, jesuitas, trinitarios y javerianos), hay además dos casas de los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca con 3 religiosos no sacerdotes y un franciscano no sacerdote que desempeña el oficio de Canciller Secretario de la diócesis y pertenece a la fraternidad de Tánger; la presencia consagrada femenina es bastante más numerosa: monjas de vida contemplativa -hay una comunidad de carmelitas descalzas en la ciudad de Tánger-, religiosas, miembros de una sociedad de vida apostólica y un instituto secular, una consagrada laica vinculada a un monasterio agustino italiano y un grupo de cuatro consagradas pertenecientes a la rama femenina del movimiento de los Focolares ; en total, 56 hermanas
¿Cuáles van a ser sus prioridades pastorales, además del diálogo con el Islam y la ayuda a los emigrantes?
Acabo de dirigir mi primer saludo a la archidiócesis de Tánger como arzobispo electo; en él presento las que considero cuatro prioridades para ella y para mi ministerio pastoral; me limito a enumerarlas, quien desee verlas con más amplitud puede dirigirse a la página web de la archidiócesis (www.diocesistanger.org):
el acompañamiento en su camino de fe y el cuidado pastoral a los católicos, tanto de origen europeo como subsahariano;
la atención particular a los inmigrantes, sobre todo subsaharianos;
la presencia personal e institucional en la sociedad marroquí a través de numerosas obras e iniciativas de carácter cultural, educativo, sanitario y de promoción social;
el diálogo ecuménico con otras confesiones cristianas e interreligioso con las diversas tradiciones religiosas presentes en la diócesis, de modo muy particular con el Islam
¿Cómo vivió el reciente atentado yihadista de Algeciras?
Lo hemos vivido con dolor y consternación. La vida del ser humano es sagrada; cada persona es imagen y semejanza de Dios y goza de una dignidad inalienable, que nadie está autorizado a dañar por ningún motivo; este dolor lo vivimos de una manera particularmente intensa en esta orilla del Mediterráneo, en que la cultura musulmana es el humus en el que la Iglesia local de Tánger está inserta.
Nuestras relaciones con los musulmanes vecinos de casa y con las instituciones públicas locales y estatales son muy buenas; un atentado por motivos religiosos provocado por un musulmán extremista contra personas solo por el hecho de ser cristianas nos ha sacudido particularmente y esto, no sólo a los cristianos; es significativo que, apenas se supo la noticia del atentado yihadista fueron muchas las personas que, al encontrarse conmigo y con otros cristianos, nos expresaban su dolor y nos decían cosas como estas: “nosotros no somos así”, “esta es la acción de alguien que no es verdadero musulmán”. A nosotros nos toca ahora, desde nuestra clara e irrenunciable pertenencia a Cristo y a la Iglesia, seguir tejiendo con los musulmanes, lazos de encuentro y diálogo existencial y espiritual que tantos y tan buenos frutos están dando, rechazando frontalmente todo lo que se coloque bajo el signo de la violencia.
¿Le duelen las concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla?
Por supuesto que me duelen; son la expresión visible de una situación que ofende y daña profundamente la dignidad humana y se presenta como claramente opuesta a los valores del Evangelio. No entro en las cuestiones de política migratoria, que corresponden a las Autoridades de los diferentes Estados, ni tampoco en cuáles son los medios con los que afrontar los dramas que afectan a numerosos países subsaharianos, a los que me refería antes: climatológicos, bélicos, políticos, religiosos, raciales… Pero, pretender frenar los flujos migratorios por medio de vallas y concertinas, en Cauta y Melilla y por otros medios semejantes en tantos lugares del mundo, además de injusto y cruel es poco realista; podemos parangonar nuestra realidad con la del periodo de decadencia del Imperio Romano: ante el empuje de los pueblos “barbaros” (término que los romanos utilizaban para designar a aquellos pueblos que habitaban fuera de sus fronteras); la verdadera contención de los flujos migratorios forzosos se encuentra en políticas adecuadas y justas en los países de origen de los migrantes, tanto por parte de las Autoridades nacionales como por las Instituciones y Autoridades de los países receptores de los migrantes.
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