fe adulta
Tengo el corazón encogido con tantas noticias del mundo. Guerras, terremotos, hambre, refugiados, miseria, luchas, encontronazos. Necesito encontrar un mundo un poco más animado. Por eso, el miércoles de ceniza quiero imponerme colonia en lugar de ceniza. Y lo dice Jesús: “Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sea evidente ante los demás que estás ayunando, sino solo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará”.
Tradicionalmente hemos insistido en el ayuno y el sacrificio. Hoy noto que nuestra sociedad, nuestros hombres y mujeres, necesitamos alegría, esperanza, paz. Por eso, voy a ungir mi cabeza con perfume, colonia, que sea reflejo de mi alegría. Voy a buscar signos y gestos de gozo. Voy a hacer un recorrido entre las personas sencillas, detectando su entrega y sus cariños, sus esfuerzos y sus rostros sencillos pero llenos de bondad.
Cada pocos días fallece alguna persona que ha sido signo de un mundo nuevo. Hoy es Enrique de Castro. Luchador en aguas revueltas. Pero podemos ver cada día en nuestros lugares muchas personas que al morir nos dejan un reguero de paz. Una vida llena de estrellas. Necesito fijarme mucho en esas personas tan importantes en la historia de la Salvación. Sus cenizas son semilla de resurrección. Como lo será nuestras vidas y nuestras muertes.
El tiempo y la atmósfera no nos acompañan. El gozo ha de salir y brotar de nuestro corazón. Y vamos a unirnos todas las personas felices para transformar este mundo y construir una sociedad gozosa, aún en medio de la dificultad.
Ojalá esa colonia me lleve a una actitud positiva en la vida ante todas las personas y formemos el círculo de la paz. Quiero ser zahorí de la alegría. Entiendo que será una cuaresma magnífica a los ojos de Dios.
Aunque nos impongamos la ceniza de nuestro desgaste vital, eso será semilla de resurrección y es ya en esta vida gestos que nos ofrecen alegría serena. Con el corazón decimos “feliz vida, y que echen agua bendita sobre nuestras cabezas, porque la ceniza es signo de vida”.
Todo va inundado en las palabras de la liturgia y la colonia “convertíos y creed el Evangelio” que es Buena Nueva.
Y estoy palpando que hay muchas y generosas contribuciones para los países en guerra y para las personas que sufren los terremotos. Mucha ayuda hecha en personas y colectivos. Gestos preciosos. Y en anonimato. Eso es Luz.
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