Anselmo Borges, sacerdote y profesor de filosofía, es desde hace tiempo una voz crítica con una Iglesia "clericalizada", más preocupada por su supervivencia que por abrirse a la sociedad y a la protección de las víctimas.
Ante el informe que, basándose en 512 testimonios validados, estima que casi cinco mil niños han sido víctimas de abusos sexuales a manos de clérigos portugueses en los últimos 72 años, en una estimación "muy conservadora", Anselmo Borges no duda en considerar que ha llegado el momento de plantearse el fin del celibato para los sacerdotes y la apertura de los altos cargos de la jerarquía eclesiástica a las mujeres.
-¿Qué debe hacer la Iglesia con las conclusiones del informe?
-Esto ha sido un terremoto en la Iglesia, y por eso lo que espero y deseo ardientemente es que ahora haya una regeneración desde los cimientos, es decir, que volvamos de verdad al Evangelio. Concretamente, que se pida perdón a las víctimas, que haya una verdadera reconciliación, que haya una reparación económica, si es necesario, para las víctimas cuyas vidas quedaron destrozadas. Esta reconciliación es fundamental, reconociendo el daño causado a las víctimas. Siempre es una catástrofe, pero en este caso estamos ante un abuso de un poder considerado sagrado y divino. Los niños confiaban en la Iglesia y en los sacerdotes, fue una traición a la confianza de las víctimas.
-¿Qué implica esto?
En el sentido más amplio implica acabar con el celibato y dar igualdad real a las mujeres dentro de la Iglesia. Es urgente acabar con este verdadero escándalo de discriminación de la mujer. Pienso, además, que si hubiera habido mujeres en la cúspide de la jerarquía de la Iglesia, esta tragedia no habría tenido la dimensión que ha tenido. Por tanto, que haya verdadera igualdad entre mujeres y hombres, porque la discriminación actual va contra los derechos humanos y sabemos, además, que a lo largo de la historia de la Iglesia ya ha habido mujeres presidiendo la Eucaristía.
"Si hubiera habido mujeres en la cúspide de la jerarquía de la Iglesia, esta tragedia no habría tenido la dimensión que ha tenido"
-¿Y el fin del secreto de confesión que propone el informe?
-Para mí el secreto de confesión es inviolable.
-Y en cuanto a los seminarios, ¿qué hay que cambiar, dado que han sido un escenario privilegiado para los abusos?
-Los seminarios son una creación que viene en la continuidad del Concilio de Trento. Creo que han prestado un servicio, pero ahora tienen que ser diferentes. Hay que empezar a ordenar hombres casados y los candidatos a ministros deben ir a la universidad. Lo que tiene que haber en la Iglesia no son sacerdotes ordenados, sino ministerios ordenados, que es distinto. Tradicionalmente, los niños entraban en el seminario a edades muy tempranas, algunos porque así había una promoción. Y entraban en un seminario donde no había presencia femenina, donde la gran tentación era el sexo. En muchos casos, esto dio lugar a sacerdotes con una sexualidad distorsionada, que fue una de las causas de esta tragedia de los abusos. La formación tiene que ser diferente y tiene que incluir la presencia de mujeres, pero, con el tiempo, es toda la pastoral la que tiene que ser revisada.
-¿Cree que la Iglesia estará disponible para apoyar económicamente al menos el tratamiento de las víctimas?
-En la medida en que sea posible. Finalmente, en lugar de pensar en la ostentación en relación con la Jornada Mundial de la Juventud, piensen en los más pobres y marginados, como fueron y son las víctimas, y como hizo Jesús. Me parece claro que hay que garantizar la asistencia psiquiátrica a las víctimas y que la Iglesia debe apoyarlas económicamente.
Natalia Faria
Religión Digital / publico.pt
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator
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