Maite Parga
A propósito de Ap. 5*
Cuando el Resucitado se aparece en el cenáculo, les muestras las heridas, heridas como la del costado, herida mortal con la que ningún ser humano puede vivir. Sin embargo Jesús no solo vive, sino que es confesado como el Viviente, el que vive, no quien está vivo ahora, sino, aquel que vive por sí, el que vive y, por ello, la fuente de la vida. Jesús vive por el Padre, con quien comparte su naturaleza divina, y de quien recibe por creación su naturaleza humana.
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