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"Pedimos misericordia y piedad para el martirizado pueblo de Ucrania". Dos días después de mantener contacto telefónico con el presidente Zelenski, el Papa volvió a pedir el fin de la guerra, a los veinte años del momento en que Juan Pablo II encomendaba el mundo a la misericordia, en el santuario de la Virgen de Chestokova.
Hoy, en el rezo del Angelus, Francisco recordó esta efeméride y, sin dejar de pensar en Ucrania, quiso llamar la atención a "la grave crisis humanitaria que afecta a Somalia y a países vecinos", a causa de la guerra, y de la sequía.
"Las poblaciones de esas regiones se encuentran en peligro mortal a causa de la sequía", lamentó Francisco, quien pidió que "la comunidad internacional responda eficazmente a semejante emergencia". "Lamentablemente, la guerra quita atención a estos recursos, pero son situaciones que requieren el máximo empeño: la lucha contra el hambre", culminó.
Antes, durante su reflexión semanal, el Papa habló del fuego de Jesús, y su impacto en la vida de los cristianos. "Jesús vino a traer el Evangelio al mundo, es decir, la buena noticia del amor de Dios por cada uno de nosotros", explicó Francisco. Por eso, "nos está diciendo que el Evangelio es como un fuego, porque es un mensaje que, cuando irrumpe en la historia, quema los viejos equilibrios de la vida, nos desafía a salir del individualismo, a superar el egoísmo, a pasar de la esclavitud del pecado y de la muerte a la vida nueva del Resucitado".
Porque "el Evangelio no deja las cosas como están, sino que incita al cambio e invita a la conversión". El Evangelio, añadió Bergoglio, "no concede una falsa paz intimista, sino que enciende una inquietud que nos pone en camino, nos impulsa a abrirnos a Dios y a los hermanos".
Consumir los falsos ídolos que nos hacen esclavos
"Es exactamente como el fuego: mientras nos calienta con el amor de Dios, quiere quemar nuestros egoísmos, iluminar los lados oscuros de la vida, consumir los falsos ídolos que nos hacen esclavos", trazó, invitando a los fieles que seguían la reflexión desde la plaza de San Pedro a seguir las huellas de Elías y Jeremías para comprender que "Jesús está inflamado por el fuego del amor de Dios y, para hacerlo arder en el mundo, se entrega él mismo el primero de todos, amando hasta el extremo, incluso hasta la muerte y la muerte de cruz".
"Él está lleno del Espíritu Santo, que se asemeja al fuego, y con su luz y su poder revela el rostro misericordioso de Dios y da esperanza a los que se consideran perdidos, derriba las barreras de la marginación, cura las heridas del cuerpo y del alma, renueva una religiosidad reducida a prácticas externas", recalcó el Papa, quien animó a "reavivar la llama de la fe, para que no se convierta en una realidad secundaria, o en un medio de bienestar individual, que nos lleve a eludir los desafíos de la vida y del compromiso en la Iglesia y en la sociedad".
¿Apasionados del Evangelio?
"¡La fe, en definitiva, no es una “canción de cuna” que nos adormece, sino un fuego encendido para mantenernos despiertos y activos incluso en la noche!", culminó Francisco, preguntando a los fieles: "¿Soy un apasionado por el Evangelio? ¿Lo leo a menudo? ¿Lo llevo conmigo? La fe que profeso y celebro, ¿me sitúa en una tranquilidad feliz o enciende en mí el fuego del testimonio?".
"También podemos preguntarnos como Iglesia: en nuestras comunidades, ¿arde el fuego del Espíritu, la pasión por la oración y la caridad, la alegría de la fe, o nos dejamos arrastrar por el cansancio y las costumbres, con el rostro apagado y el lamento en los labios?", concluyó, pidiendo a todos que "revisemos esto", para que "también nosotros podamos decir como Jesús: Estamos inflamados por el fuego del amor de Dios y queremos “lanzarlo” al mundo, llevarlo a todos".
Al término del Angelus, el Papa saludó a todos los peregrinos, en particular a los catequistas y educadores de Padua, a los universitarios salesianos y jóvenes de Verona, así como a los peregrinos que hoy se han reunido en el santuario de la Divina Misericordia de Cracovia. "Hace 20 años, Juan Pablo II encomendó a la Virgen al mundo. La misericordia es el camino de la salvación para cada uno y para el mundo entero".
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