Cada vez con mayor frecuencia vemos asumir el papel de guías o líderes parroquiales a seglares/laicos que, por no estar ‘ordenados’, no pueden celebrar la Eucaristía con sus feligreses, como sería su obligación.
Esto no planteaba problema alguno en la Iglesia primitiva, donde la celebración de la Eucaristía dependía sólo de la comunidad. Los encargados de presidir la eucaristía, de acuerdo con la comunidad, no eran ‘sacerdotes ordenados’, sino feligreses absolutamente normales. En la actualidad los llamaríamos seglares, es decir, hombres e incluso mujeres, por lo común casados, aunque también los había solteros. Lo importante era su nombramiento por la comunidad.
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