Jorge Otero Maldonado
El Gobierno opta por garantizarse la tranquilidad en la frontera de Ceuta y Melilla a costa de agraviar al principal suministrador de gas en un momento de crisis energética, al tiempo que renuncia a ejercer su responsabilidad como antigua fuerza colonial en el Sáhara Occidental.
Con su apoyo incondicional al plan marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental el Gobierno de Pedro Sánchez se ha tapado la cabeza para dejar al descubierto los pies. En lo que supone un giro histórico respecto a su tradicional postura en este conflicto que se arrastra desde hace casi 50 años, España se gana la amistad de Marruecos pero al mismo tiempo se enemista no sólo con el pueblo saharaui, sino también con Argelia, socio estratégico que es el principal suministrador del gas que importa España y que este sábado llamó a consultas a su embajador en Madrid. La manta de Moncloa es demasiado corta.
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