RELIGIÓN DIGITAL
Cuando empezó la invasión de Ucrania, algunos columnistas esperaban que el encuentro en Cuba entre Kirill y Francisco permitiese todavía el poder acudir juntos a Kiev: en cuestión de horas lograrían convencer al mamerto del Kremlin, ese sujeto al que Joe Biden llamó el jueves 17 de marzo «dictador asesino» y «matón puro» un día después de haberlo tildado como «criminal de guerra». Luego se ha visto que no siempre se puede vivir de utopías.
La verdad es que descubrir escrito «el sucesor de Pedro y el sucesor de Andrés juntos (con el permiso del Patriarca Bartolomé) contra la guerra», para referirse al papa Francisco y al patriarca Kirill le provoca a uno la risa floja. Suena casi a usurpación de personalidad, lo que tratándose de Kirill, y vistos sus despropósitos, otra cosa sería más difícil. Con un cisma dividiendo a la Ortodoxia es imposible. Y cisma, por cierto, entendámonos, desencadenado por él, por su autosuficiencia, su arrogancia y sus manías de avasallar.
Fue Kirill quien se soltó hace unos años el kukol de orejones, por no decir el peluquín, excomulgando al patriarca de Constantinopla. ¡Nada menos! (2018: cf. Pedro Langa, “Evolución posconciliar de la Iglesia ortodoxa [2016-2021]”: Pastoral Ecuménica, 39 [2021] 48-63). Así que ¿acudir juntos a Kiev Francisco y Kirill representando el ruso a san Andrés? Si acaso, a san Vladimiro, y ni eso, que por algo san Vladimiro es santo del mundo eslavo, mientras que Kirill no se cansa de excomulgar a voleo, incluidas las Iglesias ortodoxas que cierren filas tras Bartolomé I. Los patriarcas ya le tienen tomada la matrícula…
Seamos serios. El correcto ecumenismo sostiene que el sucesor de Pedro es el Papa (de Roma) y el de Andrés, el Patriarca de Constantinopla, no el de Moscú; es decir, Bartolomé I y no Kirill, por mucho que este último se empeñe con sus tropelías y descabelladas pretensiones. Ojo, pues, con lo que se escribe, que las hemerotecas juegan luego malas pasadas.
El Patriarca ruso, por fin, aprovechó la homilía del domingo 27 de febrero en la Catedral de Cristo-Salvador-de-Moscú para lanzar la primera andanada. Le valió, como no podía ser menos, un aluvión de cartas y críticas en todo el mundo. Por recordar no más que algunos casos, el 2 de marzo tomó la pluma el presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, el arzobispo Stanislaw Gądecki, con este párrafo; «Llegará el momento de resolver estos crímenes, incluso ante cortes internacionales. Aunque alguien consiga esquivar la justicia humana, hay un tribunal que no se puede evitar».
También el 2 de marzo, el secretario general del Consejo Mundial de Iglesias, Rvdo. Ioan Sauca: «En estos tiempos de desesperación, muchos ven en ti a quien podría traer una señal de esperanza para una solución pacífica. Le escribo a Su Santidad como Secretario General del Consejo Ecuménico de Iglesias, pero también como sacerdote ortodoxo (https://www.globalist.it/senza-categoria/2022/03/10/patriarca-kirill-guerra- putin-nato-russia/)
El presidente de la Conferencia de Iglesias Europeas (CEC), Rev. Christian Krieger lo hacía el 4 de marzo: «Los líderes religiosos y políticos de todo el mundo, así como los fieles de las diferentes iglesias, están esperando que usted reconozca la agresión, pida a los dirigentes políticos de su país que pongan fin a la guerra y vuelvan a la senda del diálogo diplomático y el orden internacional».
El 5 de marzo destacaba RD este titular: «El obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, tilda a Putin de un nuevo Pilatos, un nuevo Herodes». Al no añadir más personajes, tendía uno a pensar que a Kirill le quedara reservado un nuevo Caifás.
Por fin el 6 de marzo, Domingo del Perdón, que en Rusia abre la Cuaresma, Kirill -que ya se había despachado el 27 de febrero con la primera andanada- volvió con la segunda descarga, ésta ya tirando de metafísica y pisando terrenos de Heidegger: La guerra en Ucrania, dicho en resumen, es una especie de cruzada contra los países que apoyan los derechos de los homosexuales. En los últimos días, muchos, tanto católicos como ortodoxos ucranianos, le habían pedido que interviniera contra la invasión de Ucrania. Pues ahí va: «Estamos -dijo- en una guerra que ha adquirido un significado metafísico. Las marchas gay muestran que el pecado es una variable del comportamiento humano.
Esta guerra es contra quienes apoyan a los homosexuales, como el mundo occidental, que ha tratado de destruir Donbass solo porque esta tierra se opone a un rechazo fundamental de los llamados valores que ofrecen quienes pretenden el poder mundial». Seguidamente oró por el sufrimiento de los soldados. Los rusos, claro.
Ni palabra sobre el sufrimiento de los civiles en Ucrania y sobre las iglesias destruidas por las bombas (cf. Marco Imarisio, “Il sermone choc del patriarca: combattiamo contro la lobby gay”: Corriere della Sera). Una guerra metafísica, pues, contra el orgullo gay en Ucrania. ¡Enciende la vela, Manuela!
Y llegamos así al 9 de marzo. El metropolita Juan de Dubna (Arquidiócesis de Iglesias Ortodoxas de Tradición Rusa en Europa Occidental), abrumado por tanta bibliografía anticiriliana y temeroso de que Su Beatitud acabase perdiendo por completo el control con el recurso a términos más propios de un solterón astroso y camastrón que de un jefe de Iglesia, le hizo llegar una carta donde se puede leer:
«En su "homilía" para el Domingo del Perdón, pronunciada en la Catedral Patriarcal de Cristo Salvador el 6 de marzo, da a entender que justifica esta guerra de agresión cruel y asesina como "un combate metafísico", en nombre de “el derecho a estar del lado de la luz, del lado de la verdad de Dios, de lo que nos revela la luz de Cristo, su palabra, su Evangelio…”.
Con todo el respeto que os es debido, y del que no me aparto, pero también con infinito dolor, debo señalaros que no puedo suscribir tal lectura del Evangelio. Nada podrá jamás justificar que los “buenos pastores” que debemos ser dejen de ser "artesanos de paz”, sean cuales sean las circunstancias».
También el 9 de marzo vio la luz un largo artículo destacando las incongruencias entre lo dicho por Kirill y lo firmado años atrás por la misma Iglesia ortodoxa rusa, y no digamos ya las resoluciones del Concilio Panortodoxo: Esto «indica que hemos entrado en una lucha que no tiene un sentido físico, sino metafísico” porque lo malo se propone como bueno.
Así es como el documento emitido por el consejo de Creta habla al respecto: «Muchos debates políticos y sociales en el mundo moderno abordan las distintas demandas y necesidades de las identidades heterosexuales, homosexuales, bisexuales u otras. Es cierto, como un mero hecho fisiológico y psicológico, que la naturaleza del deseo sexual individual no es simplemente una consecuencia de la elección privada sobre tales asuntos: muchas de las inclinaciones y deseos de la carne y del corazón vienen en gran medida al mundo con nosotros, y se nutren y frustran, se aceptan o se obstaculizan, en nosotros, desde una edad temprana.
También es necesario subrayar el derecho fundamental de cualquier persona, que ningún estado o autoridad civil puede permitirse violar, a no sufrir persecución o desventaja relacionada con su orientación sexual. Nadie puede predecir si se detendrá la agresión contra Ucrania y cuándo. Ciertamente, Vladimir Putin jugó su poder y su futuro en ello. Lo mismo hicieron Cirilo e Hilarión» (cf. http://www.settimananews. it/ecumenismo-dialogo/cirillo-si-contraddice/).
El Metropolitano de Kiev, Epifanio, atizó asimismo el 9 de marzo todavía con más fuerza, si cabe: «No se escondan detrás de los deseos generales de paz, digan la Verdad.
En el curso de la agresión rusa contra Ucrania, los bombardeos del agresor tienen como objetivo, junto con la infraestructura pacífica y los edificios residenciales, los templos. Incluso el mayor santuario espiritual, la Catedral de Santa Sofía, aparece bajo amenaza de ataque.
De toda Ucrania recibimos informes de ataques a las iglesias, incluso a aquellas en las que los refugiados encontraron refugio. Como Primado, hago un llamamiento a los asesinos rusos: no agraven sus crímenes destruyendo los santuarios, especialmente cuando se justifican hipócritamente con “defender a la Iglesia”.
Hago un llamamiento a la comunidad internacional y especialmente a los líderes religiosos: levanten la voz para oponerse a este crimen de Rusia. Con la palabra y el hecho hagan todo lo posible para detener los bombardeos» (Orthodox Times).
Por fin, el papa Francisco y el patriarca de Moscú y toda Rusia, Kirill, mantuvieron el 16 de marzo una videoconferencia en la que, según el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, «se centraron en la guerra de Ucrania y en el papel de los cristianos y sus pastores; coincidieron en que la Iglesia "no debe utilizar el lenguaje de la política, sino el de Jesús" y destacaron la importancia excepcional del proceso de negociación en curso porque, dijo el Papa:
"Quien paga la factura de la guerra es el pueblo, son los soldados rusos y es el pueblo el que es bombardeado y muere". Por último, coincidiendo con el Patriarca en que "las Iglesias están llamadas a contribuir a fortalecer la paz y la justicia", el papa Francisco defendió que "las guerras son siempre injustas"».
Ya nos informarán a fondo de esta videoconferencia. Importa mucho conocer dónde se haya posicionado cada uno y en qué términos. De momento, la guerra sigue con la misma crueldad que antes. O sea, que la videoconferencia no ha servido ni para la galería.
Entiendo que en el comunicado abundan las coincidencias, y me extraña que el papa Francisco haya vuelto a omitir a los soldados ucranianos en la cita de la factura, poniendo sólo a los soldados rusos. Nada sabemos de la versión rusa. Por el momento, sólo cumple decir que el comunicado no encaja con los despropósitos de Kirill.
Videoconferencia
Me temo que a su contenido le vaya más el título de mi artículo sobre la última audiencia del Papa al metropolita Hilarión en el Vaticano: Después de tanto todo para nada: RD, 14.1.2022. ¡Lástima! Para este viaje no hacían falta alforjas.
Y menos si es verdad lo que soltó días antes el arzobispo greco-católico de Filadelfia: «Kirill de Moscú ha frustrado los intentos del Papa para hablar directamente con Putin» (Zenit, 18.3.2022).
NB: Afortunadamente, hoy, domingo 20.3.2022, el papa Francisco ha pronunciado al final del Ángelus unas palabras que, por el contenido, el énfasis puesto al emitirlas, la insistencia dirigiéndolas a Ucrania y a la guerra allí desatada y a las víctimas, etc., valen por todas sus intervenciones anteriores.
He aquí dos fragmentos como prueba:
«¡Todo esto es inhumano! Aún más, ¡es también sacrílego, porque va contra la sacralidad de la vida humana, sobre todo contra la vida humana indefensa, que ha de ser respetada y protegida, no eliminada, y que está por encima de cualquier estrategia! No lo olvidemos: ¡es una crueldad inhumana y sacrílega! Oremos en silencio por todos los que sufren.
Me consuela saber que a la población que se ha quedado bajo las bombas no le falta la cercanía de los Pastores, que en estos días trágicos están viviendo el Evangelio de la caridad y de la fraternidad. Estos días he hablado por teléfono con algunos de ellos: ¡qué cerca están del pueblo de Dios! ¡Gracias, queridos hermanos, queridas hermanas, por este testimonio y por la ayuda concreta que estáis ofreciendo con valentía a tanta gente desesperada!»
Esto es ya otra cosa. Así podemos hablar: El énfasis, el estilo, la forma. ¡Y el contenido, sobre todo el contenido! ¿A quién habrá que agradecer esta vuelta de tuerca... en los pronunciamientos del papa Francisco sobre Ucrania?
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