La historia humana está escrita en clave de Imperios y Masacres, de narcisismos patológicos, y de crueldad
Cuando las piedras de la Arqueología comienzan a contar su historia, generalmente es para narrar que “por orden del Rey xxxx el ejército del reino de yyyyy atacó a las poblaciones de zzzz masacrándola o tomándola prisionera y esclavizándola”.
¿Razones? Los rebeldes se negaron a pagar impuestos, creían en otro dios, vivían en un valle más fértil, tenían riquezas o vivían en una zona estratégica para el comercio de aquel Imperio, o tenían minas del metal de moda en aquel tiempo.
Hoy se cumple 80 años del bombardeo de la Villa de Gernika, pueblo de 5000 habitantes, de pequeños agricultores, marinos, y símbolo de los fueros de los pueblos que en días de hoy llamamos vascos.
No fue la única villa en ser bombardeada, Ochandiano, Durango, también fueron destruidas, y durante el comienzo de 1937, los aviones alemanes entraban por la Ria de Bilbao disparando a ambos lados.
¿Su pecado? No haberse adherido al levantamiento militar contra la República legalmente constituida en el Estado Español.
¿Contexto? Una Europa capitalista e imperialista, que se ve confrontada por el Estado Ruso y su revolución proletaria, y por la emergencia dentro del capitalismo de ideologías nacionalistas de tipo racista y militarista, los fascistas.
Uno pensaría ¿Qué papel tienen los vascos, pueblo de no más de 800.000 personas en este baile de poderes y menos una villa de 5.000 personas?
Seguramente ninguno. En su osadía de no seguir a las fuerzas militares fascistas, y reivindicar su existencia como pueblo diferenciado, con lenguaje propio y una sensación cultural propia, por su pobreza en armamentos y recursos militares, fueron los primeros elegidos como blanco de los militares alzados para probar la efectividad de su armamento.
Además siendo católicos a rabiar, no apoyaron al levantamiento católico apoyado por el Vaticano. Ni el Vaticano los apoyó a ellos, y ni siquiera los quiso recibir para dar explicaciones ni contar su versión de los hechos.
Eran numéricamente demasiado poco importantes para que alguien se jugara por ellos.
Así Euskadi fue atacada por los fascistas tanto italianos como alemanes, los nazis, que colaboraban con los alzados, para darle a Europa un capitalismo basado en la raza, la religión, el orden y la represión.
Nada personal, solamente había que darles un escarmiento para que vieran todos los que se oponían al alzamiento, con que “chicha” se estaban emborrachando.
En los días de hoy, 80 años después, vemos que el amedrentamiento con amenazas armadas, los desfiles militares, la exterminación de pueblos inocentes, sigue rampante en el mundo.
Nada ha cambiado desde los tiempos de Nabucodonosor, de Ciro, de Alejandro, de Julio Cesar de Tarik, Carlomagno, de las Cruzadas, de los turcos con los armenios y griegos, de Stalin con los kulaks, los alemanes con los judíos, los israelitas con los palestinos, los norteamericanos en Japón, Corea, Vietnam, Afganistán, Libia, Irak, Siria…y así sucesivamente.
Solamente ha subido el grado de retórica, la velocidad de las comunicaciones y la potencia de las armas, que en este momento podrían hacer estallar nuestra casa común.
Gernika, Dresden, Yugoslavia, Afganistán, Siria y muchísimos otros muestran que la locura humana no tiene límite.
La historia humana está escrita en clave de Imperios y masacres, de ruinas de civilizaciones que han desaparecido, de esqueletos, y de armas enterradas junto con sus dueños.
Tanto así, que hemos legitimado las guerras, las miramos por televisión, y hasta nos aburrimos de ver tanto muerto y tanta bomba, y cambiamos el televisor a una telenovela o un partido de fútbol.
Mientras no nos llegue a nosotros, podemos dormir bien.
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