
El suicidio del padre Matteo Balzano es un grito profético (Kowalski) que tiene que llevarnos a tomar conciencia de lo que nos está pasando en la Iglesia Católica. No podemos seguir, por miedos e ignorancias, en este silencio cómplice del malestar eclesiástico y eclesial. Mi aportación en este escrito se centra en el intento de responder a la pregunta ¿Puede ser la sinodalización de la Iglesia católica parte de la solución del problema?
En el sosiego de los días largos de este julio castellano, estaba yo preparando Materiales de Formación en Sinodalidad, cuando me llega la noticia del suicidio de un cura joven italiano, 35 años, muy querido en su parroquia y diócesis. Después de leer la catarata de artículos sobre el suceso que cayó en mis manos, decidí dedicar unos días a reflexionar y escribir sobre Sinodalización y malestar en la Iglesia.
De todo lo que he leído y escuchado estos días sobre el suicidio del P. Matteo, me han resultado iluminadores dos artículos cuya lectura recomiendo: 1. Fernando Silva: Sacerdotes hoy: el síndrome del Cireneo (RD 10/7/25). Como sociólogo que es, su artículo nos aporta un resumen de los resultados de las investigaciones, relativamente escasas (preferentemente en Francia, Brasil y Australia) sobre el Burnout de los sacerdotes. Según este autor, el problema es profundo: es una crisis de cuidados. Afirma: “Independientemente de que un modelo rígido de religiosidad pueda estar acentuando el burnout, hay un desafío que es común a todo cuidador de almas en este mundo en el que ha crecido el abandono, y requiere cuidar a nuestros pastores en el corazón del pueblo, dándole la paz y normalidad de tantas personas y familias que también comparten y conllevan sus inquietudes y malestares, siendo también sus cireneos”. Me ha interesado el enfoque comunitario que comparto. 2. Guillermo Jesús Kowalski (RD 13/7/25) El Sentido Perdido: Suicidio, Sacerdocio y la Mentira del Espiritualismo Desencarnado. Suicidio sacerdotal y sistema eclesiástico. De este autor selecciono porque comparto y voy a utilizar en mi propuesta:” La crisis del suicidio sacerdotal no es simplemente un problema psicológico individual, (de salud mental) sino el síntoma de un sistema eclesial que sacrifica humanidad en nombre de espiritualismos desencarnados. El modelo clerical dominante impone exigencias inhumanas bajo el disfraz de virtud: soledad obligatoria, perfección sin descanso, santidad sin vínculos reales, misticismo desencarnado. …La sanación solo será posible si se reforma radicalmente el sistema eclesiástico”. Frente al individualismo emocional se impone un enfoque estructural. El sistema eclesiástico puede ser tóxico. Y concluye: “el suicidio sacerdotal es un grito profético que denuncia un sistema que crucifica a sus propios pastores”.
Mi reflexión sobre el suceso y mi propuesta de utilizar el proceso de sinodalización de la Iglesia Católica como atalaya desde donde mirar el problema del malestar eclesial y buscar en él su previsión y sanación, va a tener un enfoque estructural, contextual y comunitario. Mi tesis la desarrollaré en tres apartados: 1.- Cómo veo yo la situación de la Iglesia hoy (análisis parcial de la realidad). 2.- Necesidad y oportunidad de la sinodalización de la Iglesia y 3ª Esperanza que aporta el Documento Final de la XVI Asamblea del Sínodo (Df octubre 2024) y el último documento ”Pistas para la fase de Implementación del Sínodo ” (29 de junio 2025)
1.- Mi Análisis parcial de la realidad. La Iglesia católica es (y tiene que seguir siendo) plural y tiene que integrar y armonizar toda la riqueza que aportan la diversidad de las personas y convicciones que hay hoy en la Iglesia. En los textos sinodales vaticanos se usa frecuentemente la metáfora de la orquesta donde todos los instrumentos cooperan a crear la belleza de la composición musical. La armonización de todos los instrumentos es necesaria. En la actualidad, la Iglesia está dividida, polarizada y excluye al diferente. Nos da miedo el cisma pero la realidad es que, sin usar la palabra, cisma hay. Como muchas otras cosas, silenciado por temido. Por eso, León XIV, en su diseño programático. se propone lograr la unidad y comunión en la Iglesia. El Sínodo de la Sinodalidad, ya en su título, la Comunión ocupaba el primer puesto: Comunión, Participación y Misión.
La Iglesia Católica está perdida en la noche de los tiempos. No está ni en el aquí ni el ahora de la Historia evolutiva de la humanidad actual. Está replegada en sus cuarteles de invierno por miedo y a la espera de que el vendaval innovador, que está provocando el Sínodo pase y volvamos a ser y actuar como siempre fuimos y actuamos. Tradición fosilizada. Sus dogmas, moral y ritos son los de siempre. Intocables. Por eso la Iglesia hoy está socialmente missing. Ni está ni se la espera. Insignificancia. Pero la Iglesia Católica tiene un tesoro enterrado que no puede seguir despilfarrando: El estilo de vida que Jesús de Nazaret nos enseñó. La Iglesia tiene que dar testimonio, y ser ejemplo de vida entregada y al servicio del desarrollo integral de lo humano y su hábitat. No puede renunciar a la vocación y misión que Jesús la encomendó: Ser sacramento de liberación del mal para hacer el bien. Como Jesús que “pasó la vida haciendo el bien”. La Iglesia debe ser patrimonio de la Humanidad. como servidora de las necesidades de los hombres y mujeres del siglo den cada momento histórico que la toque vivir.
El tercer aspecto que quiero señalar es estructural, organizativo y de funcionamiento. En este saco quiero meter las lacras más visibles y negativas de esta institución humano-divina que es la Iglesia. Citaré solo algunas: Clericalismo, autoritarismo, todo tipo de abusos a partir del abuso de poder, jerarquización a prueba de bomba, despotismo, masculinización, patriarcalismo, infantilización del pueblo de Dios, ordenado y sin ordenar. En mi análisis parcial quiero resaltar: La resistencia al cambio y me escandaliza sobremanera la resistencia activa y beligerante al Sínodo de la Sinodalidad.
Se me puede acusar de generalización excesiva. Lo acepto. Se trata de una visión muy simple e incluso injusta. Efectivamente, algunas excepciones hay, pero numéricamente no son significativas (desgraciadamente). La cultura y estilo eclesiástico dominante es así de sombrío para mí y para los que abandonan la Iglesia principalmente por Clericalizada hasta el esperpento, déspota, autoritaria e inútil. En mi intención está justificar el objetivo que persigo al escribir: Fundamentar la necesidad inaplazable de la revitalización, actualización y puesta a punto de la Iglesia católica que propone el Sínodo de la Sinodalidad.
2.-Necesidad y oportunidad de la sinodalización de la Iglesia. La convocatoria del Sínodo de la Sinodalidad (2021-28) por el papa Francisco fue recibida por una minoría de católicos (entre los que me encuentro, por fortuna para mí) como el acontecimiento más importante ocurrido en la Iglesia desde el Vaticano II. Se califico de Kairós Espiritual y de oportunidad sabia para poner a punto a la Iglesia. Pero la mayoría de católicos, laicos y sobre todo el clero, están oponiéndose frontalmente a este proceso de renovación eclesiástica y eclesial. Niegan su necesidad y pertinencia. La polarización es extrema. No obstante, el proceso sinodal sigue, por ahora, y ha venido para quedarse. Es imparable. Pero hay que seguir “empujando” porque es un proceso lento y exige paciencia, resistencia y esperanza. El objetivo que persigue merece la pena: Una Iglesia sinodal. Comunión, misión y participación. Resumiendo mucho: Una Iglesia sinodal es una Iglesia definida como Pueblo de Dios donde todos somos sujetos activos y corresponsables de la misión compartida de evangelizar; una Iglesia fiel a Jesucristo (Jesús de la Historia y Cristo de la fe) y su estilo de vida; una Iglesia servidora y del cuidado; toda ella ministerial; una Iglesia encarnada en el mundo y su tiempo; en diálogo con la sociedad y su cultura; escrutando los signos de su tiempo: leyendo las necesidades reales de la sociedad del siglo XXI; pobre y para los pobres; inclusiva y en salida: hospital de urgencias; comunidad de comunidades; descentralizada y restituyendo protagonismo a las Iglesias locales…
Diré algo que justifique mi compromiso con la sinodalización de la Iglesia. El ser humano es un ser de esperanza, paciencia y resistencia. Y a pesar o mejor porque la realidad es así de sombría, la creatividad humana busca soluciones alternativas a toda situación problemática. Así veo el Kairós que está suponiendo el proceso sinodal que estamos siguiendo, ya largo y lento. Es lento por las resistencias que está encontrando en su camino. Pero la Sinodalidad ha venido para quedarse. La fuerza de su espiritualidad lo garantiza. Su perentoria necesidad lo fundamenta.
3.- Esperanza que aportan el Documento Final de la XVI Asamblea del Sínodo y el último documento, ya firmado por León XIV, “Pistas para la fase de Implementación del Sínodo” (29 de junio 2025). El Documento final de la XVI Asamblea no pone fin al proceso sinodal porque éste no ha acabado (ni acabará. Es tarea para el tercer milenio). Este documento "forma parte del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro y, como tal, pido que sea aceptado". Así lo proclamó el Papa Francisco, en una carta que acompañó a la publicación del texto aprobado el pasado 29 de octubre, al término de la Asamblea sinodal en octubre 2024. El Documento final de la XVI Asamblea del Sínodo de la Iglesia recoge los consensos alcanzados por los padres y madres sinodales acerca de las reformas a llevar a cabo en las iglesias locales (diócesis) y universal (Iglesia toda) en la fase de implantación. La fase de implantación tiene como objetivo experimentar prácticas y estructuras renovadas que hagan que la vida de la Iglesia sea cada vez más sinodal. La sinodalización de la Iglesia es una tarea del Espíritu y nuestra cooperación con Él. Exige una conversión (personal y comunitaria) y un cambio de Estructura y del Código de Derecho Canónico, que permitan la participación corresponsable de todos los sujetos eclesiales. Del PD quiero destacar la insistencia en la necesidad de conversión (cambio de actitudes y comportamientos) y en la necesidad de formación integral, continua y compartida para aprender a ser y actuar de otro modo en una Iglesia sinodal. Y del documento “Pistas para la fase de implementación” alabo el enfoque aplicado y experiencial: aprender a ser iglesia sinodal sinodalizando. Y en segundo lugar, la ubicación en el nivel diocesano de la tarea.
Conclusión: Suicidio sacerdotal y sinodalización de la Iglesia. Una razón más para la esperanza, la paciencia y la resistencia compartidas y comprometedoras de la sinodalización de la Iglesia. Este suicidio y otros suicidios “existenciales” del clero desilusionado tienen que ser una interpelación comunitaria; a este suceso hay que responder desde el nosotros eclesial. Esto es el estilo sinodal de mirar este suceso.
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