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miércoles, 3 de enero de 2024

¡NO AL GENOCIDIO EN PALESTINA! ¡Paz, fruto de la justicia! 29/12/2023

 Las-os abajo firmantes, pertenecientes a diversas tradiciones religiosas y convicciones culturales, reconocemos que las religiones han funcionado históricamente como factores de cohesión nacional y movilización contra otros pueblos en defensa de sus propios intereses.

También en la tradición bíblica encontramos textos que proclaman un mesianismo nacionalista. Recientemente, el primer ministro israelí Netanyahu declaraba, para justificar las decisiones de su gobierno: «Debéis recordar lo que Amalek os ha hecho. Borrarás la memoria de Amalek de debajo del cielo. No olvidarás, dice nuestra Santa Biblia.” (Dt 25,19).

Pero también han producido movimientos profético-universalistas como el de Isaías, príncipe de los profetas bíblicos: “El fruto de la justicia será la paz, la función de la justicia, tranquilidad y confianza para siempre” (Is 32,17). Y, en su mensaje, la acción de Dios va dirigida a todos los pueblos, pues, antes que a Israel, creó la humanidad. Todos los pueblos están bajo el cuidado de Dios, todos son destinatarios de su invitación a la alegría de la salvación (Is 45)

Estas palabras nos invitan a analizar cuál ha sido la práctica de la justicia en las relaciones entre Israel y Palestina en las últimas décadas. Y, en este sentido, coincidimos con Guterres, Secretario General de la ONU: “Los ataques de Hamás no se producen en el vacío. El pueblo palestino lleva 56 años de ocupación asfixiante». Lo que no significa justificar el terrorismo de Hamás. El terrorismo es siempre condenable y el cometido por Hamás contra civiles el pasado octubre ha enturbiado la justa defensa de la causa palestina. Pero el conflicto no lo ha creado Hamás, es el conflicto el que ha creado a Hamás.

El conflicto lo generó hace décadas el proyecto sionista de Israel que incluye Cisjordania y Gaza, acelerando la expulsión del pueblo palestino, ampliando su “Nakba”, su “Catástrofe”. Posiblemente los Acuerdos de Oslo en 1993 supusieron una oportunidad de acuerdo entre los dos pueblos; pero Isaac Rabin, primer ministro de Israel, fue asesinado poco después de firmarlos. A partir de entonces, el poder de los sectores más nacionalistas y de extrema derecha ha ido creciendo en la sociedad y los gobiernos israelíes.

Europa y EEUU están implicados y alineados plenamente con Israel, como su socio y base en el Medio Oriente, una zona de suma importancia en los intercambios comerciales globales. Sólo por el canal de Suez, pasa el 12% del comercio mundial. Esta ruta naval conecta las fábricas de Asia con los mercados de consumo europeos. Todo indica que nos hallamos ante una fase más de la lucha por la hegemonía planetaria en el siglo XXI.

Por lo que Israel, en la defensa de sus intereses en la zona, no tiene ningún límite impuesto por los gobiernos occidentales. Estos le otorgan un cheque en blanco para cualquier acción que quiera llevar a cabo contra el pueblo palestino, tanto en términos de control sociomilitar, como en la apropiación de su gas, agua, pesca o de cualquier otro recurso.

La expulsión total de los palestinos estaría al servicio de estos intereses sionistas de Israel y de los países occidentales que lo apoyan. El Ministerio de Inteligencia israelí, a finales de octubre, elaboró el plan Opciones para una política sobre la población civil de Gaza. En él defiende que “los palestinos sean evacuados de Gaza hacia el desierto egipcio del Sinaí. Lo que tendrá resultados estratégicos positivos para Israel y se juzga “factible” a condición de que “la jerarquía política” dé muestras de determinación frente a la presión internacional y logre asegurarse el apoyo de Estados Unidos y otros gobiernos proisraelíes.” (Le Monde Diplomatique”, diciembre -2023).

“He ordenado un asedio completo a la Franja de Gaza. No habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible; todo está cerrado”, dijo el ministro de defensa israelí Yoav Gallant. “Ningún lugar es seguro, ni siquiera los hospitales o las escuelas”, escribió el 11 de noviembre la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios. Israel no tendrá nada que temer. Es una de las mayores potencias militares del mundo con la ayuda de EEUU y la UE y está actuando con total impunidad.

“Se calcula que 1,9 millones de personas, el 85% de la población de Gaza, han sido desplazadas, mientras que el 50% de las viviendas han quedado destruidas o dañadas” informa la BBC. La ONU, organizaciones y activistas señalan a un Israel impune tras dos meses de exterminio. Los palestinos asesinados ya superan 20.000, mientras las Naciones Unidas denuncian las dificultades para socorrer a los más de 46.000 heridos. Guterres urge al Consejo de Seguridad a exigir un alto al fuego. Entre las víctimas, unos 300 profesionales sanitarios y más de 70 periodistas. ¿Quién sacará a la luz las atrocidades cometidas en Gaza si todos los periodistas son asesinados? Mientras tanto, los pueblos se manifiestan, pero la ONU no hace más que transmitir su impotencia.

¿Qué propuestas podemos hacer desde Europa, personas de distintas convicciones culturales? A estas alturas de la historia de la humanidad nos negamos a que se utilicen las tradiciones religiosas para enfrentar y eliminar al competidor en cualquier plano, incluido el económico y/o al adversario político.

Recordemos la Carta fundacional de la ONU, tras la II Guerra Mundial: “Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, renovamos la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas”.

En consecuencia, consideramos que deben cesar la violación sistemática de los derechos del pueblo palestino en todos los territorios ocupados por Israel: Jerusalén Este, Franja de Gaza y Cisjordania. Deben cesar también, según los acuerdos firmados, los asentamientos ilegales que Israel sigue construyendo. Se debe volver al territorio palestino anterior a la guerra de los Seis Días en 1967 y derribar el muro del apartheid.

Denunciamos la violencia terrorista de Hamás. Y denunciamos que las operaciones de las últimas semanas por parte de Israel constituyen un verdadero genocidio. La Fiscalía de la Corte Penal Internacional debe investigar los crímenes de guerra cometidos y hacer que sus responsables rindan cuentas.

Abogamos por un alto el fuego permanente, como 153 países han aprobado en la Asamblea General de la ONU, con una solución justa al conflicto. Lo que supone el reconocimiento del Estado de Palestina. Para ello habría que detener cualquier operación de compraventa de armas, servicios y recursos que mantengan la guerra y la ocupación ilegal.

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