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jueves, 16 de febrero de 2023

VIRGINIA ALFARO: "NO PODEMOS PERMITIR QUE NADIE, POR HABER NACIDO EN UN LUGAR DETERMINADO, ACEPTE QUE SU VIDA ESTÁ CONDICIONADA. ESO ES CONTRARIO A NUESTRA FE"

RELIGIÓN DIGITAL

col bastante

 

"Frenar la desigualdad está en manos de todas nosotras y de todos nosotros, tanto en el ámbito eclesial como en el mundo de la pobreza, en el mundo de la injusticia como en los temas que estamos hablando, de género o de la situación de la mujer. Si somos hijos e hijas de Dios, tenemos que tener libertad para escoger y para ser coherentes. Un gran poder en nuestras manos, ¿no?". Virginia Alfaro es misionera laica vicenciana, y desarrolla su labor en Angola.

Es una de las 'caras' de la Campaña contra el Hambre de Manos Unidas, y sostiene, tajante, que "frenar la desigualdad está en nuestra manos". Y en la educación, especialmente de las niñas, en un país, en un continente, y en una Iglesia donde las mujeres "son base de la familia, base de la Iglesia, base de la sociedad, de la economía". Hablamos con ella.

-Seguimos en la Asociación de la Prensa, presentando la campaña de Manos Unidas, 'Frenar la desigualdad está en tus manos', y ahora estamos con Virginia Alfaro, que es misionera seglar vicenciana y que ha estado por un montón de sitios. Mucho tiempo en Honduras, y también en Mozambique y en Angola.

Buenos días, ¿cómo estás?

-Buenos días. Gracias muy bien.

-Vienes tú a Madrid y justo los reyes se van se van Angola

-Exacto, llegar para la presentación de la campaña de Manos Unidas, y ver en las noticias que van para Angola. ¿Sabemos para qué?

-Aquí no. Nos interesa, también te digo, mucho más, lo que tú nos puedas contar. Llevas muchos años trabajando en Angola con unos proyectos muy interesantes basados en dos pilares que muchas veces están olvidados, la educación y la mujer. En un país y en un continente, donde el trato de la infancia y el trato de la mujer, tienen bastantes carencias, cuando menos. ¿Cuáles son los ejes de ese trabajo que hacéis?

-Bien, desde mi Sevi apostamos por la educación apostamos también por el trabajo con primera infancia con mujeres y entendemos que todo proceso que se haga de intervención familiar y comunitaria va asentando las bases para un cambio social y para que haya puntos de inflexión por los cuales, la comunidad ya no vuelva atrás y ese es nuestro trabajo, no desde una secuencia de actividades de formación y de promoción y de desarrollo humano con foco en Primera Infancia en mujer y una intervención comunitaria para que se cree una red que pueda generar esos cambios al interior de los barrios y de las propias de la propia sociedad.

-Sobre África, siempre que hablamos con misioneros nos hacen hincapié en el papel de la mujer como gestora, mejor que el hombre, en una cultura donde el varón no se preocupa por la familia. Lo has denominado 'fuga de la paternidad', que también genera violencia

-La mujer es increíble. La mujer es la base de la familia, la base de la Iglesia, la base de la sociedad, de la economía. Es multidimensional: es capaz de atender miles de adversidades que se combinan en un solo momento y de gestionarlo con una resiliencia estupenda. La mujer en Angola y creo que que muchas otras culturas tiene su vínculo de identidad con lo que es la maternidad. Y los hijos son sus riqueza y su esencia es el ser madre cosa que no ocurre con el hombre. El hombre, con su masculinidad y con su identidad de varón no está vinculado a la paternidad, y eso provoca que la mujer tenga los hijos y la responsabilidad sobre ellos tanto afectiva como educacional y económicamente, y el hombre no. Y, sin embargo, hay leyes que garantizan el registro de los niños, la atención económica, la educación. A esas leyes, aunque sean precisas y preciosas, le faltan algunos dispositivos para que eso pueda después ser ejecutado en la práctica. La 'fuga de paternidad' se da cuando el hombre desaparece y la mujer queda con todas las responsabilidades y es un elemento muy común en la cultura angolana. Es un atentado a la familia, a los derechos de los niños y niñas, Y de las mujeres, evidentemente.

-La mujer es un motor de la sociedad, de la cultura del desarrollo... ¿Por qué en todas partes seguimos con el cliché de considerarla alguien inferior, también en la Iglesia? ¿Por qué ese techo de cristal?

-Y la pregunta también es por qué seguimos las mujeres permitiendo que esto suceda a lo largo de tantos siglos, de toda la Historia de la Humanidad, con la fuerza que tenemos. Es importante no hacer un traslado de roles, de una cultura machista a colocar a las mujeres en esa posición opresora para vengarnos de años de opresión. Creo que lo importante es encontrar una equidad, una cultura igualitaria, una cultura donde se convive, se complemente y que podamos vivir en armonía, respetando los derechos de todos y de todas. 

Este tiene que ser el futuro, y este también el papel de la educación para el desarrollo. Esa también es nuestra responsabilidad como mujeres, y de ustedes (los hombres), hacer un signo de esto, porque no es evangélico, el Reino de Dios es para iguales.

-Frenar la desigualdad está en tus manos, dice el lema de esta campaña...

Frenar la desigualdad está en nuestras manos, O, mejor dicho: en nuestras manos hay un gran poder para frenar la desigualdad. Hay otras realidades, otros estados, otros poderes. Lo que no podemos es limitarnos porque yo no tenga el poder de transformar esa realidad, a no dar la parte que me corresponde de responsabilidad. Frenar la desigualdad está en manos de todas nosotras y de todos nosotros, tanto en el ámbito eclesial como en el mundo de la pobreza, en el mundo de la injusticia como en los temas que estamos hablando, de género o de la situación de la mujer. Si somos hijos e hijas de Dios, tenemos que tener libertad para escoger y para ser coherentes. Un gran poder en nuestras manos, ¿no?

-Y talentos que nos hacen responsables de ese poder también

-Y competencias y habilidades y especialmente en contextos privilegiados donde hemos tenido todo tenemos también esa responsabilidad de dar gratis lo que gratis hemos recibido.

-Imagino que se te llevan los demonios o que piensas cuando ves a tantas niñas que no tienen posibilidades de acceder a la educación reglada, o que abandonan por embarazos. Pero a la vez estáis ahí, sin dejarlas de lado...

Reamente sí. No creo que porque has nacido en un lugar determinado, en un momento determinado, eso determina tu destino. Tenemos la posibilidad de frenar esas desigualdades, las oportunidades existen, y hay que brindarlas, y convertirlas en competencia, en habilidades que puedan transformar la vida de las personas. No podemos permitir que nadie, por haber nacido en un lugar determinado y en un contexto determinado, acepte que su vida está condicionada. Eso es contrario a nuestra fe. Eso es contrario a la fraternidad, es contrario a la justicia, y está en nuestras manos poner solución a eso.

-¿Como lo decías en angolano?

-Es un refrán de la cultura un mundo donde dice que quién come rápido no está pensando en los otros, ¿no? Entonces para nosotros, que nos servimos en nuestro plato, el que come rápido acaba antes y el que come más despacio acaba después. Pero dentro de la cultura africana y la cultura angolana la comida tradicionalmente se sirve en una olla o en un plato grande, y todos con la mano, vamos cogiendo de ahí llevándonos el alimento a la boca. Entonces, evidentemente, quien come rápido no está pensando en el hambre de los otros. Una vez más, el tema de la desigualdad nos lleva a las manos.

-Manos Unidas lo lleva haciendo muchísimo tiempo colaborando con otras instituciones como la vuestra y con personas que estáis dejando es la vida también por construir un futuro más justo y menos desigual llevar no sé cuántos años de misionera ¿alguna vez te has planteado regresar?

-Por el momento no me planteo regresar. Mientras haya salud, mientras considere que tengo la oportunidad de vivir fiel a mi vocación laica, misionera y desde el carisma licenciano y mientras sea posible realizarlo, pues era también voluntad de Dios y con alegría con entusiasmo y además sintiéndome una de las cinco mujeres más felices del mundo por poder vivir mi vocación plenamente y por tener la vida que tengo cada día de mi vida.

-¿Por qué una de las cinco?

-bueno, digo yo que por lo menos si no es de las tres, de las cinco.

-Se pueden contar con los dedos de una mano… Volvemos a las manos exactamente, muchísimas gracias, Virginia.

-Gracias a ti

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