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jueves, 2 de febrero de 2023

“LA MISA SOBRE EL MUNDO” DE PIERRE TEILHARD DE CHARDIN CUMPLE 100 AÑOS


col leandro sequeiros

 

misa sobre mundo1

Uno de los textos místicos y proféticos más leído por cristianos y no cristianos es “La Misa sobre el Mundo” del jesuita científico Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955)

Además es un texto clásico para conocer el pensamiento del geólogo y místico jesuita francés. Se ha escrito mucho sobre cómo se gestó este texto. La versión oficial es esta: en agosto de 1923, encontrándose el padre Teilhard de Chardin en las planicies de Mongolia, en el desierto de Ordos, en una de sus primeras excavaciones científicas en China acompañando al jesuita Émile Licent, no tenían pan ni vino para celebrar la Eucaristía.

Era el día 6 de agosto, fiesta de la Transfiguración del Señor, de la que era muy devoto Teilhard. En un arrebato místico, el jesuita Pierre Teilhard de Chardin, de 42 años, doctor en Ciencias Naturales, filósofo, místico y poeta, científico y pensador, redacta este precioso texto.

Sin embargo, el texto no es del todo improvisado. Teilhard había redactado una primera versión de La Misa sobre el Mundo, titulada Le Prêtre, en julio de 1918, en el bosque de Laigue (publicada en Escritos del tiempo de la Guerra, tomo XII de las Obras, p. 313 ss). Teilhard reflexionó en La Misa sobre el Mundo sobre la irradiación de la Presencia eucarística en el Universo. Ciertamente que no confundía esa Presencia, fruto de la transustanciación propiamente dicha, con la Presencia universal del Verbo. Su fe en el misterio de la Eucaristía no era solo ardiente: era tan precisa como firme.

Pero será necesario poner un marco a “La Misa sobre el Mundo”:

Tientsin, China, hace un siglo (1923)

El primero de abril de 1923 Pierre Teilhard de Chardin, de 42 años, que había defendido su tesis doctoral en 1922, se embarcó en Marsella hacia China. Poca idea tenía que este supuesto corto viaje sería el inicio de muchos años de viajes que seguirían. Su primer periodo en China lo pasó en Tientsin, una ciudad costera a unos ciento treinta km. de Pekin, donde el jesuita Émile Licent había construido su museo y un albergue para los fósiles que había recolectado en China desde su arribo en 1914.

Teilhard y Licent eran dos personalidades contrastantes. Licent, nada convencional en el vestir, taciturno y muy independiente en su trabajo, interesado en coleccionar fósiles más que interpretar su significado. Teilhard era más formal, disfrutaba la conversación en sociedad, en la cual podía relacionar sus conocimientos geológicos a una amplia esfera científica e interpretativa. Casi inmediatamente Teilhard se familiarizó con la colección de Licent y ante un pedido urgente, envió un reporte a la Sociedad Geológica China.

En junio de 1923 Teilhard y Licent emprendieron una expedición al desierto de Ordos al oeste de Pekin, cerca de la frontera con Mongolia Interior. Esta expedición y las sucesivas que realizó junto con Licent durante los años 20s le proporcionaron a Teilhard invaluable información sobre los restos paleolíticos en China.

El principal interés de Teilhard durante esos años fue principalmente en el terreno de las ciencias naturales. Aunque interactuó con innumerables grupos étnicos, rara vez se adentró en sus culturas más de lo necesario para mantener bien las expediciones o satisfacer un interés general. Irónicamente las tradiciones del confucionismo, el principal sistema de pensamiento chino con su visión de la identidad cósmica entre cielo, tierra y hombre, quedaron fuera de los intereses de Teilhard. En sus Cartas de viaje, dejó registradas sus impresiones sobre Mongolia, su gente, su geología, su vegetación y los animales de la región.

Para el 10 de septiembre de 1924 Teilhard se encontraba en Shanghai donde visitó la tumba de su hermana mayor y el 13 de septiembre dejaba China.

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Con ocasión del centenario de este escrito (agosto de 1923) ofrecemos a los lectores este texto para su reflexión. Hace unos meses se publicó este libro:

Thomas M. King, SJ. La Misa de Teilhard. Una aproximación a «La Misa sobre el Mundo». Sal Terrae, Cantabria, 2022, Colección: El Pozo de Siquén – 451, 231 pág. Traducción: Beatriz Muñoz Estrada-Maurin. Colaboración: Leandro Sequeiros. ISBN: 978-84-293-3068-7

Un vibrante ensayo del jesuita Thomas M. King, que fue profesor de Georgetown.

El autor aporta datos nuevos sobre Teilhard. Es más: entrevistó por vez primera a familiares y amigos. Y presenta un escenario extendido de la sensibilidad cósmica de Teilhard hacia la Eucaristía y hacia el sacerdocio para poder entender en su verdadera dimensión “La Misa sobre el Mundo”.

En la INTRODUCCIÓN que redactó Thomas King para este volumen, escribe: Comentando el significado cósmico de la Misa, Teilhard habla de las «Extensiones de la Eucaristía». Es decir, la Hostia de pan «se va envolviendo cada vez más íntimamente en otra Hostia infinitamente más grande, que no es nada menos que el Universo entero (…). Así, cuando pronunciamos la fórmula: “Hoc est Corpus meum”, “hoc” se está refiriendo “primario” al pan. Pero, “secundario”, en un segundo tiempo de la naturaleza, la materia del sacramento es el Mundo mismo, en el que se expande, para perfeccionarlo, la presencia sobrehumana del Cristo universal. El Mundo es la Hostia definitiva y real en la que Cristo desciende poco a poco hasta la consumación de los tiempos».

Y prosigue: “Teilhard concluyó «La Misa sobre el Mundo» con las palabras «Ordos, 1923». Con ello, daba a entender que la había escrito en el desierto de Ordos durante su primera expedición en China. Pero existen versiones primitivas del texto, especialmente el ensayo titulado «El sacerdote» que escribió en 1918 mientras servía como camillero del ejército francés durante la Primera guerra mundial. En esa época, como le ocurrirá más tarde con «La Misa», se había visto forzado a ofrecer una Misa espiritual no teniendo nada más que ofrecer: «Ya que hoy no tengo, Señor, yo que soy vuestro Sacerdote, ni pan, ni vino, ni altar, voy a extender mis manos sobre la totalidad del Universo, y tomar su inmensidad como materia de mi sacrificio…».

Desde la Junta Directiva de la Asociación de Amigos de Pierre Teilhard de Chardin agradecemos a Beatriz Muñoz Estrada-Maurin su paciente trabajo y al Grupo de Comunicación Loyola y a la Editorial San Terrae por el mimo y la atención dedicada para que este volumen pueda llegar al público que cree que las ideas, las propuestas y la espiritualidad de Pierre Teilhard de Chardin pueden ayudar a los hombres y mujeres, creyentes o no, del siglo XXI.

 

Leandro Sequeiros

Presidente de la Asociación de Amigos de Teilhard (sección española) - lsequeiros42@gmail.com

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