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Alberto Toutin Cataldo, ss.cc. no oculta para nada que es hincha del papa Francisco. Es más, se siente muy en sintonía con él, y contemporáneos. No solo por vivir la misma época sino porque ambos llegaron a Roma para asumir los desafíos para las que fueron electos, con poco tiempo de diferencia. Mientras Toutin lo hacía en noviembre de 2012, Jorge Bergoglio lo hacía en marzo de 2013. “A mí, me produce algo que nunca antes me había sucedido: una profunda sintonía con Francisco. El modo como él acoge y recibe a las personas, a las víctimas de abusos, a las madres, padres e hijos de la diversidad sexual, o como implora de rodillas a los jefes de los distintos grupos beligerantes en Sudán del Sur para que colaboren para alcanzar la paz en ese pueblo... eso, debo confesar, a mí los gestos de Francisco me conmueven profundamente”.
Toutin también cumplió 10 años en Roma. Es chileno, es el quinto de siete hermanos y tiene actualmente 54 años de edad. Primero fue elegido consejero del Gobierno General de su congregación, los Sagrados Corazones (SS.CC.), y luego, en 2018, fue elegido superior general con casi el 80 por ciento de los votos en primera vuelta. Desde esta experiencia nos habla de su visión del pontificado de Francisco que cumple una década y donde él ha estado siguiéndolo muy de cerca.
Evaluación del pontificado de Francisco
El superior general evalúa este período destacando “el giro pastoral que Francisco le ha dado a la Iglesia sobre todo luego de venir de una agenda marcada fundamentalmente por los abusos, este papa no solo los ha combatido sino que además ha puesto una nueva agenda que es fundamentalmente pastoral”. En ese sentido, afirma, “Francisco ha sido el papa para este tiempo”.
Toutin lo releva incluso más porque, dice, “Francisco no fue un participante del Concilio Vaticano II, y sin embargo, recupera una de las intuiciones mayores de este Concilio, que es situar a la Iglesia como servidora de la humanidad, basándose en la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, en un contexto que ya no es la década de los ’60 del siglo pasado”.
“La segunda contribución de este pontificado ─añade el religioso─ es la centralidad en el Evangelio de Jesús que nos muestra a un Dios misericordioso, con todas las implicaciones que eso tiene respecto de una Iglesia que está hecha de pecadores y perdonados. La Iglesia está llamada a ser testigo y agente de esa misericordia, como nos lo ha recordado incansablemente el Papa, además de aproximarnos a las tareas de reforma de la Iglesia e incluso asumiendo nuevas realidades pastorales, como la salvación de las personas separadas vueltas a casar, la diversidad sexual, la ecología, etc”, sostiene el superior general SS.CC.
Y la tercera contribución de Francisco “es que con su magisterio, le da carta de ciudadanía, en el corazón de la misión de la Iglesia, a dos desafíos mayores que enfrenta la humanidad: hacer nuestro mundo más habitable y sustentable (Laudato Si'); y seguir haciendo posible la fraternidad y la amistad social (Fratelli Tutti) en contexto donde el vínculo social y las instituciones que están encargadas de garantizarlo, están tan debilitadas en los Estados democráticos o son amenazadas por las manifestaciones populistas de izquierda o de derecha. Francisco coloca en el centro de la agenda de la Iglesia un desafío mayor de sociedad y donde una preocupación mayor es el mundo de los jóvenes”.
“Los superiores mayores tenemos el privilegio de un encuentro anual con Francisco”, cuenta Alberto Toutin, “que es un diálogo sincero con él, donde le formulamos nuestras preguntas. En ellos percibo, de parte de Francisco, no solamente confianza, sino que cariño y recepción de la contribución de la vida religiosa masculina y femenina a la Iglesia. Aquí, con este nivel de confianza, uno siente que está contribuyendo a la misión de la Iglesia se percibe que las urgencias y mortificaciones del papa, son también las nuestra, y por tanto, se da una profunda sintonía, al punto que uno de los elementos que me han sostenido en el servicio en el gobierno general durante estos diez años, es sentirme realmente inspirado, caminando de la mano con él, con la acentuaciones e invitaciones que Francisco nos hace”.
Desafíos de la Vida Religiosa actual
Alberto Toutin lleva 34 años en su congregación. Hizo sus votos religiosos en 1989 y en 1994 se ordenó sacerdote. Se doctoró en Teología Sistemática en París y su tesis versó en la relación entre teología y literatura. “Hoy día ─dice─ el principal desafío de la vida religiosa en el contexto del proyecto de Francisco, es que hay que saber y aceptar morir a ciertas formas tradicionales que mantienen un cierto lastre institucional que ha pesado entre nosotros, ya sea por nuestras obras o como por el modo como las gestionamos, o porque no se atreven a dar los pasos de renovación necesarios porque tienen miedo a morir”.
Añade que “si hay algo que caracteriza la vida religiosa en su historia, es que ella ha tenido muchas formas y su renovación más importante se da cuando acepta morir. Por ejemplo, el surgimiento de la vida monástica implicó aceptar una cierta muerte a un tipo de vida religiosa ermitaña, o cada uno viviendo su vida cristiana por su lado. El paso fue imaginarse que la dimensión comunitaria de la vida religiosa es la más importante y siempre que tenga a Dios en el centro. Cuando surgió la orden mendicante que tenía una vida religiosa súper instalada, institucionalizada, descubre que en realidad debe asumir la pobreza de modo evangélico, con libertad frente a los bienes y en la capacidad de ser solidarios con los bienes que tenemos. Ahí hay una fuente de renovación. Entonces, el primer desafío es aceptar morir a lo que tenemos que morir como vida religiosa. Saber que hay cosas y formas caducas que tenemos que dejar pasar”.
── ¿Cómo el machismo y el patriarcado?
── Claro. Porque el segundo desafío es que la vida religiosa está profundamente inscrita en la vida bautismal. Por tanto, si hay un cuerpo eclesial que podría hermanarse con los bautizados en la Iglesia, hombres y mujeres, es precisamente la vida religiosa, la que tiene un gran llamado a hacer, a revitalizarse desde los acentos que cada congregación pone en el Evangelio, a enriquecer la fraternidad cristiana y la fraternidad ministerial de hombres y mujeres, incluyendo a congregaciones clericales como la mía.
Por eso, el superior general se pregunta: “¿cómo alimentamos el fuego, el ardor de la vida religiosa?”. Ese es el tercer desafío, y explica: “Como hoy hay una mayor debilidad institucional de la Iglesia y las congregaciones están cada vez más reducidas en número, se hace aún más necesario desarrollar una mística personal de encuentro con el Señor. ¿Con qué formas? No lo sé. ¿Con qué características de la vida religiosa? Tampoco lo sé. Pero sí sé que esa relación vital y mística con el Señor, no está presente hoy, porque lo único que aparece de la Iglesia y de la vida religiosa son signos de decadencia y de desintegración”.
Errores y Ataques
Consultado sobre los errores del pontificado de Francisco, el superior general de los SS.CC. que es chileno, no duda en calificar la visita que el Papa hizo a su país en 2018, como uno de los más graves del pontificado.
“La Iglesia de Chile tiene el privilegio de haber conocido al Papa en sus errores”, señala con un dejo de ironía, “sobre todo en equivocaciones respecto de los casos de abusos sexuales. El haber pedido pruebas en el caso del encubrimiento del obispo Juan Barros, o tratar al laicado crítico como si obedeciera una orden ideológica y calificarlo de zurdo, son errores tan, tan gruesos... Pero también el Papa ha sido capaz de darse cuenta y disculparse. Eso nos acerca y nos hace bien, porque cualquier persona que esté en ejercicio de la autoridad puede equivocarse. Pero tiene que reconocerlo y enmendar el camino. Además, el Papa cuando se equivoca es porque no le entregamos la información, o no es oportuna o no es veraz”.
"Por eso, al final, la visita a Chile quedó como un fracaso, sin impacto en la iglesia y fue el reflejo de una enfermedad eclesial de la que el mismo Francisco quedó inoculado antes de partir. Pero intenta enmendar porque luego envía la Comisión Scicluna, aunque tampoco ha sido suficiente".
"Ha sido una década de un papado muy vigoroso que hoy ciertamente desminuye la intensidad por el cansancio y enfermedad del Papa y a veces se cometen errores y equivocaciones muy básicas. Lo que molesta ─según señala Toutin─ es que los sectores conservadores aprovechan cualquier circunstancia para atacar al Papa, y mi impresión es que Francisco así como despierta entusiasmo y apoyo también despierta reacciones que son muy violentas, de minorías muy activas, y muy bien organizadas".
── ¿A qué se debe eso?
── Creo que a Francisco le molesta mucho todo lo que huela a elitismo espiritual o religioso; no le gusta porque para él eso es, no caminar con toda la Iglesia, con todo lo difícil que eso implica. Entonces, en el fondo, los elitismos son, no querer caminar con toda la Iglesia. Y por otro lado, sin decirlo expresamente sino con gestos, la dificultad mayor que tiene la Iglesia hoy es que hay algunos que no aceptan distribuir el poder que está vinculado al orden sagrado. Por ello los intentos de reforma, conversión pastoral o eclesial, que están en el corazón de la estructura de la Iglesia requieren una reforma mayor.
── ¿Y qué ha hecho Francisco?
── Diversificar voces autorizadas en instancia de decisión con laicos, hombres y mujeres, en dicasterios y otros lugares. Incluso eso en ciertos sectores resulta inaceptable porque significa repartir el poder. Es lo que estamos viendo respecto al proceso sinodal a nivel mundial y en Alemania, donde el proceso enfrenta el tema del poder, lo que genera resistencia y hasta muy violenta, y muy fuerte. Creo que Francisco, en contra de eso pone todas las fuerzas que tiene y eso genera mucha dificultad, resistencia porque busca el distribuir el poder sin entrar en la reforma de fondo, que habría que hacerlo en el Derecho Canónico. El Papa opta por el camino pastoral que hablé al inicio.
── ¿Se terminan los avances en la iglesia cuando Francisco ya no esté?
── Bueno, esperemos que Francisco deje un camino, inicie procesos; que todo continúe y que en el momento que él estime en conciencia delante de Dios y por responsabilidad eclesial, decida presentar su renuncia, sigamos adelante. Porque ya sabemos que a la Iglesia nada le pasa porque es conducida por el Espíritu. Ojalá, nosotros, no seamos obstáculo y que haya un próximo papa que dé continuidad a estos procesos con otra sensibilidad. No tiene por qué necesariamente ser un bergogliano. Basta que le dé continuidad a procesos de fondo. Ese es mi deseo.
Aníbal Pastor N. / periodista, corresponsal.
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