Miles de personas acompañan al papa Benedicto XVI en su entierro. Me crea varios interrogantes… Jesús murió solo, acompañado por unas pocas mujeres. ¿Qué hemos cambiado del evangelio para que ahora lo hagamos con multitud de personas, incluidos algunos políticos?
Es más, si a cada persona que muere en el mar o en las fronteras, le hiciésemos esa misma despedida, ¿estaríamos toda la humanidad acompañando a los cadáveres muertos?
Tantas eucaristías en toda la tierra, ¿es que necesita tanta oración o sobra porque el Padre Dios le acoge como Padre bueno?
No acabo de entender y me parece que queda mucho por cambiar en nuestra Iglesia. No podemos olvidar que Jesús muere solo, olvidado. ¿Es que hoy día el Papa es una gran personalidad? Lo es como persona servidora de la comunidad cristiana, pero ¿no sería preciso cambiar y celebrar el sepelio con sencillez? ¿Cuántas personas mueren y son enterradas en pobreza absoluta o arrojadas en medio del mar?
Entiendo que las eucaristías de cada diócesis, parroquia, país… expresan que estamos todos unidos en torno al papa, como signo de unidad de la Iglesia. Pero ¿no hay una manera de hacerlo más sencillo? ¿Cuántos miles de misas se han celebrado en todo el mundo?
Un aspecto positivo a recalcar es ver que toda la cristiandad damos gracias al Padre por el servicio del papa Benedicto XVI. Pero ¿somos así de generosos con otras personas difuntas?
Por supuesto que no soy ni quiero ser juez para valorar su vida que me parece con muchísimos valores, pero el montaje externo que hemos preparado no lo veo en la línea evangélica de la sencillez. Los cuatro evangelios sobre Jesús es un pequeño apéndice comparado con todo lo que hemos dicho, celebrado, valorado, aplaudido en el papa Benedicto.
¿No sería suficiente y expresivo el que en todas las eucaristías normales del mundo nos recordase Jesús, entre los hermanos difuntos, a nuestro papa Benedicto? No se lo recordamos nosotros al Padre, sino que en la cena el Señor, Jesús nos recuerda a los hermanos fallecidos y nos anima con la esperanza de la Resurrección.
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