No. Cristo no reina en el mundo. Reina el dinero, la avaricia, la insolidaridad, el deseo, el derroche, la ciencia mercantilizada, la economía deshumanizada, la expoliación de nuestro hábitat, la explotación de personas para exprimirlas como un limón, el vilipendio de las actitudes y los valores que nos hacen humanos, la sacralización de lo que nos animaliza, el desprecio de la concordia, la exaltación del conflicto, la ley del más fuerte, la guerra…
Y me dirán que no todo es así —lo cual es cierto—, pero lo que reina en el mundo sí que es así. Lo que reina en el mundo es lo que lo está llevando a una situación límite donde está en riesgo la propia civilización. Es lo que está cambiando el clima, destruyendo los fondos marinos, produciendo sequías y pérdida de cosechas, provocando a la larga tal escasez de productos esenciales para la vida, que traerá migraciones masivas, conflictos generalizados por obtenerlos... e infinidad de calamidades más.
Pero no hace falta apelar al futuro para ver su infausto legado. Hoy mucha gente muere de hambre y falta de medicinas básicas mientras otros tiramos el treinta por ciento de los alimentos a la basura. Hoy, dentro de toda ciudad desarrollada, convive la miseria con el derroche, y la inhumanidad campa por sus respetos. Una persona puede estar muriéndose en una acera concurrida mientras los demás pasamos indiferentes, o ser víctima una agresión brutal en plena calle y a pleno día sin que movamos un dedo por auxiliarle…
Necesitamos que en el mundo reinen otros valores, porque es evidente que con estos nos encaminamos al desastre a una velocidad de vértigo. Necesitamos sacudirnos la esclavitud a la que nos somete el dinero, sofocar el deseo irracional de cosas que no necesitamos, aprender a vivir con poco, descubrir que el prójimo también tiene anhelos y necesidades, recuperar la capacidad de compadecer, preferir dar que recibir, desterrar la violencia, acostumbrarnos a decir la verdad, trabajar por la paz y la justicia…
Necesitamos reconciliarnos con la Naturaleza, porque no es posible garantizar el bien del género humano sin ampliar nuestro desvelo al entorno que lo acoge. Necesitamos poner coto al crecimiento del mundo artificial porque si no, acabará engullendo al mundo natural…
Solo cuando esto se logre podremos decir que Cristo reina en el mundo. Pero esto no es algo que vaya a ocurrir de manera espontánea, ni solo por la fuerza del Espíritu, sino porque haya personas que trabajen en ello. Jesús creía que era posible, y su última voluntad fue encargarnos a nosotros, sus seguidores, la tarea de hacerlo. Hasta nos dijo cómo: «Que los hombres vean en vuestras buenas obras el amor del Padre».
Miguel Ángel Munárriz Casajús
Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí
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