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Me acaba de llegar la información, por gentileza de CONFER, sobre la próxima convocatoria de las Jornadas de Pastoral Juvenil y Vocacional, que este año celebran su 50 aniversario. Durante algún tiempo viví y colaboré en primera persona con estas jornadas y pude disfrutar de la buena convocatoria que siempre han tenido en todo el ámbito nacional. Gracias siempre a la brillante gestión de los responsables del área de Pastoral Juvenil y Vocacional de CONFER que siempre estuvieron a la última.
Quiero sumarme a esta celebración gozosa con mi pequeña aportación sobre un tema que nos preocupa: La situación vocacional en la vida Consagrada.
La Vida Consagrada es uno de los grandes dones del Espíritu Santo a la iglesia. Sin ninguna duda. Los mismos documentos oficiales de la iglesia y todos los Papas, así lo resaltan. Especialmente el papa Francisco que es, además, consagrado. Han dicho de ella que es “la belleza de la iglesia” como afirmó Juan Pablo II en “Vita Consecrata”
El papa Francisco ha dicho cosas muy hermosas de la Vida Consagrada. Nos ha pedido confianza y esperanza sin “lamentelas”, sin proselitismos y sin marketing para lograr un número mayor de vocaciones. En cuanto al número –nos ha dicho- que el Señor decida. Nos ha pedido que volvamos a nuestras raíces y seamos soñadores. Y también: “Divertíos y no perdáis el sentido del humor”
En la actualidad estanos muy preocupados, tal vez obsesionados, con el cambio climático y el exceso de ozono en la atmósfera. Y no es cuestión baladí. Los cambios climáticos que estamos sufriendo nos llevan a pensar que algo no estamos haciendo bien en nuestra aldea global. Nos falta el agua, nos sobran ciclones y vendavales, el aire que respiramos está contaminado, abundan las alergias y asmas. Y parece que esto tiene que ver, en gran manera, con nuestras actitudes incívicas y descuidadas. Algo no estamos haciendo bien. Hay demasiada basura en nuestros mares y ríos y el plástico como “La nada” en la novela del alemán Michael Ende, “La Historia interminable” (1979), traducida a más de 36 idiomas, avanza imparable hasta querer conquistar a la emperatriz, símbolo de la pureza original de nuestra tierra.
Hay una realidad contaminada que nos asquea y tenemos que buscar la manera de atajarla. Producimos excesiva basura y poca concienciación. Como un hermoso Mar Menor condenado a ser estercolero.
Lo curioso es que, anafóricamente, algo muy parecido está sucediendo en la iglesia y, por tanto, en Vida Consagrada. Hay excesivo CO2 y eso nos está debilitando espiritual y vocacionalmente. Los rayos ultravioleta, no divinos, nos están dañando la piel que normalmente tenemos muy delicada.
¿Qué es el CO2 en la iglesia y en la vida consagrada?
A mi juicio podría ser éste:
C: Comunidades débiles, como acaba de decir el cardenal Prefecto de la Congregación de Vida Consagrada de Roma, el franciscano Carballo, con el que compartí momentos de reflexión en el Monasterio de Poio, hace ya años, “donde hay –dice– hermanos de primera y hermanos de tercera.”
La clave del éxito de la primera comunidad era “Mirad cómo se aman”. La clave del éxito vocacional de hoy tiene que ser la misma.
Ese excesivo “CO2” nos está debilitando en nuestras defensas espirituales y puede provocarnos sequías vocacionales como la que ya estamos experimentando. Confiemos en que no sea una sequía pertinaz.
O: Oración escasa. Una comunidad de consagrados no puede sostenerse sin oración, porque la oración es como el agua para el pez y el viento para las gaviotas. Cuando la oración se suprime en una comunidad porque hay fútbol, puede ser un indicio preocupante.
Todo esto puede estar diciéndonos que tenemos que optar por una Vida Consagrada más renovable, sostenida y limpia.
El exceso de CO2 produce un cambio climático irreversible si no se toman medidas a tiempo. Y en eso estamos o tenemos que estar. No es pura casualidad lo que nos sucede. Las casualidades no existen. Decía Einstein que “la casualidad es lo que Dios permite para hacer lo que Él desea.”
El CO2 en la iglesia se llama clericalismo, excesos de puntillas, inmatriculaciones discutibles, palacios en uso y disfrute y en la Vida Consagrada, además de eso, individualismo, falta de disponibilidad, amiguismos y poco discernimiento.
Esto trae ciclones y algunas víctimas ante las que parecemos estar impasibles.
Desde luego no creo que la solución al ciclón de la Vida Consagrada o de la iglesia esté en volver a los hábitos y a las sotanas, como han sugerido algunos. De nuevo volvemos a preocuparnos más de las fachadas que del clima familiar interior del hogar, que es donde arde el fuego de la mejor felicidad.
La Vida consagrada nació para llamar la atención por su radicalidad evangélica -que se lo pregunten si no a los dendritas- por poner un ejemplo. Y mientras no logremos ser de nuevo propuesta radical no seremos interesantes para esta sociedad que ya no se asombra de nada externo sino que solo se conmueve con la autenticidad y la gratuidad porque es lo que menos se encuentra y no se puede comprar en los escaparates de la modernidad.
Que hay jóvenes generosos, sin exagerar, no cabe ninguna duda. Conozco a muchos entregados a causas benéficas y altruistas. Tengo, por ejemplo, a dos jóvenes amigos, que son matrimonio, Ton y Montse, que cada año dedican un mes de sus vacaciones a trabajar en proyectos misioneros en África para promocionar la cultura de los niños a través de su ONG “Mans Mercedaries” . Y como estos hay muchos. No es cuestión de que falte generosidad en los jóvenes, como se ha dicho, sino que nos falta audacia a nosotros.
Por todo esto me ha parecido muy acertado el lema escogido para estas Jornadas de Pastoral Juvenil Vocacional que organiza CONFER: “Lanzándome hacia lo que está por delante” (Filipenses 3, 13)
Felicidades a CONFER por seguir ofreciéndonos estas exitosas jornadas. Que todo sea para lograr que nuestro CO2 sea cada vez menor y el oxígeno impregne más nuestro estilo de vida evangélico. Y si ladran es que cabalgamos.
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