Fernando López Agudín
Casado no gana para disgustos. Ahora que ya no hay comunistas ni en el Kremlin, alguien en el PP los encuentra en el Vaticano. Desde que en las Cortes republicanas, mientras se debatía la reforma agraria, un diputado de la derecha manifestara hacerse ateo, tras escuchar cómo Manuel Giménez Fernández recurría a las encíclicas Rerum Novarum y Quadragesimo Anno de León XIII para defenderla, no habíamos presenciado algo análogo.
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