Cuando una masa idiotizada empezó a ovacionar a Jair Bolsonaro como mito hubo un estremecimiento en todo el universo cultural de los mitos. Todas las culturas tienen y dan culto a sus mitos. Llamar mito a alguien de mente asesina, un ser movido por odio, exaltación de la tortura, cobarde desprecio a los afrodescendientes, indígenas, quilombolas y LGBTI, y que se propone “destruir todo lo que está ahí”, culminando con la aniquilación de miles y miles de compatriotas víctimas de la Covid-19 por su omisión intencional, sin mostrar ningún sentimiento de empatía, es atacar el corazón del sentido ancestral del mito.
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