Empieza el Adviento. ¿Para qué sirve el calendario litúrgico - los tiempos litúrgicos?
Si lo representamos gráficamente visualizamos un círculo donde empezando con el Adviento, recorremos los tiempos de la vida de Jesús, con sus celebraciones más importantes y los tiempos ordinarios que culmina con la celebración de Cristo Rey del Universo.
¿Acaso no es así la rueda de la vida? Tiempos de gestar, de dar a luz, de alimentar y cuidar de esa vida, tiempos ordinarios de vivir la rutina, el día a día buscándole el sentido a todo lo que ocurre en estos tiempos a veces áridos, o sin más. Otros, tiempos de persecución, de sufrimiento, de muerte, de enterrar y dejar ir, y tiempos de primavera en que la vida brota de nuevo. Y al final, de las etapas, un reconocimiento en los y las discípulas de que Jesús es el Señor, el “kerygma” de la comunidad cristiana.
Luego necesitamos tiempos de asimilar, de ser iluminados por dentro (Pentecostés: Él se hace presente, es el aliento de nuestra vida, de nuestra historia y de la del Universo, y por fin, empoderadas con esa Vida, llega el tiempo de trabajar, la misión, el envío en su nombre: las múltiples tareas en las que posiblemente los que leemos estos comentarios estamos involucrados pero, ¡observad! Cuán poco se nos consulta para tomar decisiones, para ir reformando la iglesia, desde abajo, para actualizarla y que diga algo al mundo de hoy.
Podemos decir que nos miramos en el tiempo litúrgico, como en un espejo, para entendernos desde las claves: “Jesús” y “comunidad cristiana”.
Buscando un icono de Adviento que me ayude a entrar e interiorizar este tiempo con su mensaje profético, me brota con fuerza el abrazo de Isabel y María. Mujeres embarazadas de la Vida, por obra del Espíritu. Mujeres bisagra entre el primer testamento y el segundo.
Isabel, mujer del Antiguo Testamento o primero, lo que llamamos la Ley, es estéril. Es decir, nos dice Lucas que el A.T. ha llegado a su fin, ya no puede engendrar más.
Nuestro texto de hoy, (Mc 13,33-37) típico de finales del año litúrgico, con lenguaje apocalíptico: “no sabéis cuando va a ser el momento” se refiere a la pasión del discípulo; “deja su casa” se refiere a la nueva comunidad. “Su autoridad” se refiere al Espíritu para borrar el pasado y comunicar vida. “Su tarea”, al modo personal de ejercer el servicio. “El portero,” a la comunidad en cuanto ha de abrir las puertas a todos. “Mantenerse despiertos”, a mantenerse fieles a las actitudes de Jesús y aceptar sus consecuencias…
Como decía, el texto de hoy adquiere vida, para mí, si lo leo desde el prisma del encuentro de Isabel y María, como icono de abrazar el pasado, para despedirlo, dejarlo ir, porque está estéril ya, y acoger el futuro, la comunidad de Jesús, que María está gestando. ¿Deterioro o Evolución? Depende de cómo se mire. Mejor interpretar que si dejamos con respeto ir lo viejo, evolucionamos, como el cosmos mismo, hacia un presente-futuro en continuo cambio, en continuo proceso hacia la Vida.
Isabel es bisagra porque está abierta. Zacarías representa lo viejo, lo incrédulo, por ello se le representa mudo, el primer testamento ya no tiene nada que comunicar. Su fe está dormida, anclada en un pasado. Isabel, aun siendo estéril biológicamente, queda llena del proceso de ir formando la vida que Dios ha querido regalarle.
¡Cuánta miga para nuestro hoy! “No os durmáis” nos dice Marcos, el sestear ralentiza la evolución. Si bloqueamos la energía de Dios, enmudecemos. No tenemos nada que decir. Y nos dedicamos a servirnos de las necesidades de los demás para sentirnos útiles, y justificar nuestra esterilidad.
Si seguimos mirando el pasado, la curia, envejecida y siempre con necesidad de renovación, paralizada, las parroquias cada vez con más espacio y el mundo cristiano no cristianizado, los que no están y tendrían que estar, los hijos que no aparecen por la iglesia…
Pero, la sabiduría del Adviento, mágico tiempo, nos va dando luz progresivamente indicándonos, de nuevo, que el camino es de Dios y éste me invita a dejar de dormitar, a ponerme en camino a la montaña donde Isabel me espera, porque ella como tú y yo está desconcertada por la vida que le sobrepasa.
El ponernos en camino, la apertura al misterio, el estar conectados, despiertos, abiertas al paso de Dios, permite que su energía desbloquee los tumores del alma, y siga la evolución de la comunidad cristiana, regalo y responsabilidad.
La iglesia necesita este Adviento. No es un tiempo de preparación para la Navidad, o sea de compras, de organización de comidas…sólo los y las que están despiertos son las vírgenes que engendran vida. Su inocencia les permite creer en el misterio.
Hoy la comunidad científica está revolucionada porque ha podido escuchar el eco del big bang o explosión original que dio origen a la vida.
Hoy la comunidad cristiana está a la escucha del paso de Dios, en nuestro mundo, en nuestra vida. Porque lo nuevo no viene de fuera, sino que lo sentimos y tocamos por dentro. “Manteneos despiertos, ahuyentad el sueño que no sabéis cuando va a ser el momento”.
¡Maranatha!
Magdalena Bennásar Oliver
www.espiritualidadintegradoracristiana.es
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