José Antonio Pagola
NUESTRA GRAN TENTACIÓN
La escena de las «tentaciones de Jesús» es un relato que no hemos de
interpretar ligeramente. Las tentaciones que se nos describen no son
propiamente de orden moral. El relato nos está advirtiendo de que
podemos arruinar nuestra vida si nos desviamos del camino que sigue
Jesús.
La primera tentación es de importancia decisiva, pues puede pervertir
y corromper nuestra vida de raíz. Aparentemente, a Jesús se le ofrece
algo inocente y bueno: poner a Dios al servicio de su hambre. «Si eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes».
Sin embargo, Jesús reacciona de manera rápida y sorprendente: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».
No hará de su propio pan un absoluto. No pondrá a Dios al servicio de
su propio interés, olvidando el proyecto del Padre. Siempre buscará
primero el reino de Dios y su justicia. En todo momento escuchará su
Palabra.
Nuestras necesidades no quedan satisfechas solo con tener asegurado
nuestro pan material. El ser humano necesita y anhela mucho más.
Incluso, para rescatar del hambre y la miseria a quienes no tienen pan,
hemos de escuchar a Dios, nuestro Padre, y despertar en nuestra
conciencia el hambre de justicia, la compasión y la solidaridad.
Nuestra gran tentación es hoy convertirlo todo en pan. Reducir cada
vez más el horizonte de nuestra vida a la satisfacción de nuestros
deseos; vivir obsesionados por un bienestar siempre mayor o hacer del
consumismo indiscriminado y sin límites el ideal casi único de nuestras
vidas.
Nos engañamos si pensamos que ese es el camino que hay que seguir
hacia el progreso y la liberación. ¿No estamos viendo que una sociedad
que arrastra a las personas hacia el consumismo sin límites y hacia la
autosatisfacción no hace sino generar vacío y sinsentido en las personas
y egoísmo, insolidaridad e irresponsabilidad en la convivencia?
¿Por qué nos estremecemos de que vaya aumentando de manera trágica el
número de personas que se suicidan cada día? ¿Por que seguimos
encerrados en nuestro falso bienestar, levantando barreras cada vez más
inhumanas para que los hambrientos no entren en nuestros países, no
lleguen hasta nuestras residencias ni llamen a nuestra puerta?
La llamada de Jesús nos puede ayudar a tomar más conciencia de que no
solo de bienestar vive el ser humano. También los hombres y mujeres de
hoy necesitamos cultivar el espíritu, conocer el amor y la amistad,
desarrollar la solidaridad con los que sufren, escuchar nuestra
conciencia con responsabilidad, abrirnos al Misterio último de la vida
con esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario