Leonardo Boff
Este fenómeno se deriva de muchos factores, pero principalmente por la
erosión de las referencias de valor que daban cohesión a una sociedad y
proporcionaban un sentido colectivo de convivencia. El predominio de la
cultura del capital con sus propósitos ligados al individualismo, a la
acumulación ilimitada de bienes materiales y principalmente a la
competición dejando de hecho escaso espacio para la cooperación,
contaminó prácticamente a toda la humanidad, generando confusión
ético-espiritual y pérdida de pertenencia a una única humanidad,
habitando una Casa Común. Emergió la sociedad líquida, en el lenguaje de
Bauman, en la cual nada es sólido, a lo que hay que añadir el espíritu
posmoderno del every thing goes, del vale todo, en la medida en que lo
que cuenta es realizar el objetivo buscado por cada uno, de acuerdo a
sus preferencias.
Ante esta dilución de estrellas-guía surgió su opuesto dialéctico: la
búsqueda de seguridad, de orden, de autoridad, de normas claras y de
caminos bien definidos. En la del conservadurismo y de la derecha en
política, en ética y en religión se encuentra este tipo de visión de las
cosas. Está a un paso del fascismo como se verificó en la Alemania de
Hitler y en la Italia de Mussolini.
En Europa, en América Latina y en Estados Unidos estas tendencias han
ido ganando fuerza social y política. En Brasil este espíritu
conservador, derechista fue el que moldeó el golpe de clase
jurídico-parlamentario que destituyó a la Presidenta Dilma Rousseff. Lo
que siguió ha sido la implantación de políticas claramente de derechas,
anti-pueblo, negadoras de derechos sociales y retrógradas en términos
culturales.
Pero esa tendencia conservadora ha alcanzado su dimensión más expresiva
en la potencia central del sistema-mundo, Estados Unidos, confirmada por
la elección de Donald Trump como presidente de ese país. Aquí el
conservadurismo y la política de derechas se muestran sin metáforas y de
forma descarada e incluso áspera.
En sus primeros actos, Trump ha empezado a desmontar las conquistas
sociales alcanzadas por Obama. Nacionalismo, patriotismo,
conservadurismo, aislacionismo son sus características más claras.
Su discurso inaugural es aterrador: “de hoy en adelante una nueva visión
gobernará nuestra tierra. A partir de este momento Estados Unidos será
lo primero”. Lo “primero” (first) aquí debe ser entendido como “sólo
(only) Estados Unidos va a contar”. Radicaliza su visión al término de
su discurso con evidente arrogancia: ”Juntos haremos que Estados Unidos
vuelva a ser fuerte. Haremos que Estados Unidos vuelva a ser própero.
Haremos que Estados Unidos vuelva a ser orgulloso. Haremos que Estados
Unidos vuelva a ser seguro de nuevo. Y juntos haremos que Estados Unidos
sea grande de nuevo”.
Subyacente a estas palabras funciona la ideología del “destino
manifiesto”, de la excepcionalidad de Estados Unidos, siempre presente
en los presidentes anteriores inclusive en Obama. Es decir, Estados
Unidos posee una misión única y divina en el mundo, la de llevar sus
valores de derechos, de la propiedad privada y de la democracia liberal
al resto de la humanidad.
Para él, el mundo no existe. Y si existe es visto de forma negativa.
Rompe los lazos de solidaridad con los aliados tradicionales como la
Unión Europea y deja a cada país libre para eventuales aventuras contra
sus contendientes históricos, abriendo espacio al expansionismo de
potencias regionales, incluyendo eventualmente guerras letales.
De la personalidad de Trump se puede esperar todo. Habituado a negocios
tenebrosos como son, de modo general, los negocios inmobiliarios
neoyorquinos, sin ninguna experiencia política, puede desencadenar
crisis enormemente amenazadoras para el resto de la humanidad, como por
ejemplo, una eventual guerra contra China o Corea del Norte, donde no se
excluiría la utilización de armas nucleares.
Su personalidad denota características psicológicas desviadas, narcisista y con un ego superinflado, mayor que su propio país.
La frase que nos asusta es esta: de hoy en adelante una nueva visión
gobernará la tierra. No sé si está pensando solo en Estados Unidos o en
el planeta Tierra. Probablemente las dos cosas para él se identifican.
Si fuera verdad, tendremos que rezar para que no ocurra lo peor para el
futuro de la civilización.
*Leonardo Boff es articulista del JB online y ha escrito: Convivencia, respeto y tolerancia, Sal Terrae 2006.
Traducción de Mª José Gavito Milano
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